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1 de cada 4 niños presenta síntomas depresivos y/o ansiedad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que entre el 10%-20% de los adolescentes sufre un trastorno mental.

Tras la cri­sis sani­ta­ria pro­du­ci­da por la Covid-19, nues­tras vidas se han vis­to alte­ra­das: con­fi­na­mien­to, tele­tra­ba­jo, cla­ses onli­ne, mas­ca­ri­lla, res­tric­cio­nes hora­rias, ais­la­mien­to social…. Los exper­tos advier­ten que las con­se­cuen­cias de esta situa­ción excep­cio­nal aún están por eva­luar­se: “La cua­ren­te­na ha teni­do efec­tos sobre la salud men­tal de las per­so­nas. Estos efec­tos han sido más inten­sos en todos aque­llos que sufren un tras­torno de salud men­tal. La con­vi­ven­cia se ha vis­to agra­va­da en aque­llas fami­lias don­de ya exis­tía malas con­duc­tas por par­te de los hijos”, afir­ma Álex Den­càs, psi­có­lo­go exper­to en adic­cio­nes y tras­tor­nos de con­duc­ta del Hos­pi­tal de Día espe­cia­li­za­do en Tras­tor­nos de Con­duc­ta y Adic­cio­nes, Ita Anglí.

 

El 50% de los ado­les­cen­tes espa­ño­les sufren pro­ble­mas de tipo emo­cio­nal a cau­sa de la Covid-19, según datos del Ins­ti­tu­to de la Juven­tud (Inju­ve) y la Red para la Pro­mo­ción de la Salud Men­tal y el Bien­es­tar Emo­cio­nal en los Ado­les­cen­tes (Red Proema).

“Las res­tric­cio­nes impues­tas y el ais­la­mien­to que hemos teni­do que vivir, han mar­ca­do una serie de pun­tos los cua­les han ido en con­tra­po­si­ción con el nor­mal desa­rro­llo evo­lu­ti­vo del ado­les­cen­te” expli­ca Javier Feliz, direc­tor de Ita Argen­to­na.

 

Los Tras­tor­nos de Con­duc­ta se carac­te­ri­zan por un patrón gra­ve de com­por­ta­mien­tos que afec­tan a la con­vi­ven­cia, la opo­si­ción de las nor­mas y lími­tes, y el desa­fío de la auto­ri­dad.

Estas con­duc­tas se pue­den ver refle­ja­das en: fra­ca­so esco­lar, con­duc­tas dis­rup­ti­vas, vio­len­cia filio paren­tal, con­su­mo de sus­tan­cias, no acep­ta­ción de lími­tes y/o adic­ción a las nue­vas tec­no­lo­gías. “Tan­tas horas en casa han incre­men­ta­do las con­duc­tas dis­rup­ti­vas y han difi­cul­ta­do la con­vi­ven­cia de padres e hijos”, afir­ma Den­càs.

 

Es importante diferenciar entre conductas transitorias y un posible trastorno

Ade­más, el exper­to seña­la que “es muy impor­tan­te dife­ren­ciar entre aque­llas con­duc­tas que son algo tran­si­to­rio y lo que es un tras­torno que se está for­man­do”. Javier Feliz seña­la que “la socia­li­za­ción ado­les­cen­te ha sido la gran afec­ta­da en cuan­to al ocio y las rela­cio­nes y en con­jun­ción a ello el uso y depen­den­cia de las tec­no­lo­gías como medio para paliar el ais­la­mien­to”.

 

Duran­te el con­fi­na­mien­to, padres y madres han encon­tra­do difi­cul­ta­des a la hora de lidiar con las malas con­duc­tas de sus hijos. Han encon­tra­do resis­ten­cia por par­te de sus hijos a la hora de cola­bo­rar en las tareas domés­ti­cas, hacer los debe­res, acep­tar las nor­mas de la casa, y de con­vi­ven­cia, con­duc­tas que si se repi­ten en el tiem­po se deben poner en manos de pro­fe­sio­na­les.

La pan­de­mia ha sido un momen­to de incer­ti­dum­bre y de ambi­güe­dad en el que la infor­ma­ción veraz y cla­ra a esca­sea­do, y esto ha deri­va­do en situa­cio­nes de estrés y de ansie­dad fami­liar.

“Com­pren­der por tan­to; cómo se sien­te y se han sen­ti­do el ado­les­cen­te, bus­car espa­cios de comu­ni­ca­ción cer­ca­na para expre­sar como nos sen­ti­mos y pen­sa­mos, infor­mán­do­les de lo que ocu­rre de una mane­ra pró­xi­ma y veraz y ofre­cer­les la ayu­da que nece­si­ten en momen­tos de cri­sis es lo más opor­tuno a la hora de poder ayu­dar a los ado­les­cen­tes que han pasa­do por la situa­ción de medi­das adop­ta­das por el COVID”, acon­se­ja el direc­tor del cen­tro de Ita Argen­to­na espe­cia­li­za­do en tras­tor­nos de con­duc­ta.

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