Con el aumen­to de las tem­pe­ra­tu­ras en Valen­cia, los exper­tos de los hos­pi­ta­les Vithas de la Comu­ni­dad Valen­cia­na han lan­za­do una aler­ta sobre los peli­gros del gol­pe de calor, una emer­gen­cia médi­ca que afec­ta espe­cial­men­te a la pobla­ción infan­til por su limi­ta­da capa­ci­dad para regu­lar la tem­pe­ra­tu­ra cor­po­ral.

 

 

Según estos espe­cia­lis­tas, el gol­pe de calor pue­de apa­re­cer tras una expo­si­ción pro­lon­ga­da al calor inten­sa, espe­cial­men­te si hay des­hi­dra­ta­ción o se rea­li­za un esfuer­zo físi­co aso­cia­do, alcan­zan­do tem­pe­ra­tu­ras cor­po­ra­les supe­rio­res a los 40 °C.

El doc­tor Pepe San­ro­que, anes­te­sis­ta del Hos­pi­tal Vithas Aguas Vivas, sub­ra­ya que «el gol­pe de calor ocu­rre cuan­do el cuer­po ya no pue­de enfriar­se con efi­ca­cia, un ries­go agra­va­do por la des­hi­dra­ta­ción o la rea­li­za­ción de acti­vi­da­des físi­cas». En estas situa­cio­nes, la sudo­ra­ción deja de ser efec­ti­va y pue­den pro­du­cir­se daños en órga­nos vita­les.

Entre los fac­to­res de ries­go, la doc­to­ra María Ele­na Puz­zi, médi­ca de fami­lia y comu­ni­ta­ria del Hos­pi­tal Vithas Cas­te­llón, resal­ta «la infan­cia, la edad avan­za­da, enfer­me­da­des cró­ni­cas y la des­hi­dra­ta­ción, que impli­ca repo­ner tan­to agua como sales, como el sodio y pota­sio». Seña­la tam­bién la influen­cia de la expo­si­ción solar, la hume­dad ele­va­da, el uso de ropa inade­cua­da y la prác­ti­ca de ejer­ci­cio duran­te las horas más calu­ro­sas del día. «Otros fac­to­res como el con­su­mo de alcohol o dro­gas tam­bién aumen­tan la des­hi­dra­ta­ción y el ries­go», indi­ca.

El doc­tor Julián Ruiz Bai­xau­li, res­pon­sa­ble de Medi­ci­na Inter­na en el Hos­pi­tal Vithas Valen­cia 9 de Octu­bre, deta­lla que «los prin­ci­pa­les sig­nos de alar­ma son fie­bre alta, con­fu­sión, piel calien­te y roja o exce­si­va­men­te seca, sudo­ra­ción inten­sa, náu­seas y vómi­tos, taqui­car­dia o res­pi­ra­ción ace­le­ra­da». Estos sín­to­mas pue­den indi­car que el meca­nis­mo natu­ral de auto­rre­gu­la­ción tér­mi­ca ha deja­do de fun­cio­nar, ponien­do en jue­go la vida del afec­ta­do.

Ante la pre­sen­cia de fie­bre supe­rior a 40 °C acom­pa­ña­da de incons­cien­cia, des­orien­ta­ción o con­vul­sio­nes, la doc­to­ra Mª Jesús Cano, direc­to­ra médi­ca de los hos­pi­ta­les Vithas Ali­can­te y Vithas Medi­mar, reco­mien­da «lla­mar de inme­dia­to al 112, tras­la­dar al afec­ta­do a un lugar fres­co y enfriar el cuer­po con agua fría, emplean­do tam­bién paños húme­dos en cue­llo, axi­las e ingles, e hidra­tar al pacien­te si está cons­cien­te con agua o bebi­das con elec­tro­li­tos».

Para pre­ve­nir el gol­pe de calor, el doc­tor Andreu Cue­va Suller, coor­di­na­dor del blo­que qui­rúr­gi­co del Hos­pi­tal Vithas Valen­cia Con­sue­lo, recuer­da la impor­tan­cia de «evi­tar la expo­si­ción direc­ta al sol entre las 12:00 y las 17:00, hidra­tar­se cons­tan­te­men­te, evi­tar alcohol y cafeí­na, usar ropa lige­ra y cla­ra, gorro y pro­tec­tor solar, per­ma­ne­cer en zonas fres­cas y redu­cir la acti­vi­dad físi­ca en las horas cen­tra­les del día».

Pobla­ción infan­til: máxi­ma pre­cau­ción y vigi­lan­cia

La doc­to­ra Elea­re Sán­chez López, pedia­tra en urgen­cias del Hos­pi­tal Vithas Valen­cia Turia, aler­ta de que «los meno­res de 4 años y los lac­tan­tes son los más vul­ne­ra­bles, ya que sudan menos y pier­den calor con más difi­cul­tad». Ade­más, los niños pue­den no mani­fes­tar o comu­ni­car sín­to­mas de seda o calor y con­ti­nuar jugan­do a pesar del ries­go, lo que incre­men­ta su vul­ne­ra­bi­li­dad.

Por este moti­vo, Sán­chez recuer­da que «es fun­da­men­tal no dejar nun­ca a un menor solo den­tro de un coche cerra­do, ni siquie­ra unos minu­tos, y ofre­cer­les agua con fre­cuen­cia aun­que no la soli­ci­ten. Tam­bién es esen­cial la super­vi­sión con­ti­nua duran­te acti­vi­da­des al aire libre».

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