El sector turístico valenciano volvió a demostrar que sus atractivos van mucho más allá de la temporada estival de sol y playa

La Mos­tra de Turis­me de la Comu­ni­tat Valen­cia­na, que tuvo lugar el pasa­do fin de sema­na en el museo Prín­ci­pe Feli­pe de Valen­cia puso de mani­fies­to que el turis­mo en nues­tra tie­rra va ya mucho más allá de los esti­va­les meses de sol y pla­ya. Por allí, en el mar­co incom­pa­ra­ble de la Ciu­dad de las Artes y las Cien­cias, pasa­ron a lo lar­go del fin de sema­na miles de per­so­nas con el obje­ti­vo de infor­mar­se de pro­mo­cio­nes, pla­nes turís­ti­cos, des­ti­nos, accio­nes de aven­tu­ra y mucho más. Sí, por­que nada como una mues­tra así, con tal con­cen­tra­ción de empre­sas turís­ti­cas (había has­ta 129 mos­tra­do­res para las empre­sas y aso­cia­cio­nes turís­ti­cas de la Comu­ni­tat Valen­cia­na) para evi­den­ciar que, hoy por hoy, en la Comu­ni­tat se pue­de hacer casi de todo duran­te casi todo el año. Prue­ba de ello eran, por ejem­plo, las empre­sas náu­ti­cas. Ten­de­mos a pen­sar que eso de ir al mar es algo pro­pio del verano, pero nada más lejos de la reali­dad. Duran­te todo el año se pue­de dis­fru­tar de paseos en bar­ca, alqui­ler de embar­ca­cio­nes, cla­ses de surf y otros depor­tes e inclu­so de sub­ma­ri­nis­mo.

La gastronomía como gancho turístico

La mul­ti­tud y varie­dad de ofer­ta pre­sen­te en esta Mos­tra de Turis­me era un refle­jo del dina­mis­mo de un sec­tor que tra­ta siem­pre de mirar hacia ade­lan­te y de rein­ven­tar­se, pasa­dos ya los temo­res de la pan­de­mia y con la mira­da pues­ta aho­ra en los efec­tos de la gue­rra de Ucra­nia y la infla­ción.

Un sec­tor en el que, año tras año, cobra mayor impor­tan­cia la gas­tro­no­mía. La Comu­ni­tat Valen­cia­na se ha con­ver­ti­do ya en un atrac­ti­vo gas­tro­nó­mi­co de pri­mer nivel, tan­to por la cali­dad de su res­tau­ra­ción, como por la varie­dad de la mis­ma. La pae­lla, cómo no, sigue sien­do uno de esos pla­tos que todo turis­ta inten­ta pro­bar duran­te su estan­cia, pero cada vez cono­ce, reco­no­ce y pide muchos otros como el arroz al horno, el maris­co, el pes­ca­do de lon­ja… sin olvi­dar, por supues­to, un buen mari­da­je con vinos de la terre­ta. Al calor de todo ello, el sec­tor enotu­rís­ti­co ha dado un gran impul­so. No hay más que ir cual­quier fin de sema­na a una bode­ga valen­cia­na para com­pro­bar­lo.

En la feria, esta rique­za turís­ti­ca gas­tro­nó­mi­ca esta­ba pre­sen­te tan­to en las bode­gas, como en otro tipo de catas como las de acei­te, inclu­so se podría encon­trar allí un pro­duc­tor local de gine­bra, que tam­bién ofre­ce catas y visi­tas. Pasean­do por los stands, sobre todo a cier­tas horas, era inevi­ta­ble dejar­se embria­gar por los olo­res que lle­ga­ban des­de la zona de “show coo­king”, don­de pres­ti­gio­sos coci­ne­ros valen­cia­nos no solo ofre­cían cla­ses magis­tra­les, sino que lue­go daban a degus­tar a los pre­sen­tes sus crea­cio­nes. Así, era posi­ble meter­se, entre pecho y espal­da, un pla­ti­to de fideuà a media tar­de.

Un turismo familiar y accesible

Otra apues­ta cada vez más impor­tan­te en nues­tro sec­tor turís­ti­co es el de ofre­cer pla­nes acce­si­bles para todo tipo de per­so­nas, así como paque­tes turís­ti­cos en los que se ten­ga en cuen­ta las nece­si­da­des y gus­tos de los más peque­ños de la fami­lia. ¿Quién dijo que al tener niños uno tenía que bajar el rit­mo? Nada más lejos de la reali­dad. A ellas y ellos les gus­ta, tan­to o más, salir a cono­cer nue­vos des­ti­nos y acti­vi­da­des y por eso no pue­den fal­tar en los pla­nes de las empre­sas turís­ti­cas.

 

 

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