Santos Ruiz es crítico de cocina, ingeniero agrónomo y Presidente de la Denominación de Origen Arroz de Valencia. Acaba de ver publicado el Almanaque Gastronómico 2016 que, bajo su dirección, reseña con gran y cuidado formato, un total de 303 restaurantes así como 22 panaderías y pastelerías, además de otros tantos bares dedicados a los “esmorzarets”. Él dice que querría ir de incógnito a los restaurantes, como en las películas, pero como eso no es posible porque le conocen, se conforma con reservar media hora antes allá donde va a comer y con ser imparcial en su juicio, que es lo mejor que, como buen crítico, puede hacer por los cocineros y por los comensales.
¿Cómo ve el panorama culinario de la Comunidad Valenciana?
La verdad es que esperanzador. Hemos pasado años muy muy malos, hacia 2010 pensabamos que todo se iba a hundir y que con esta situación económica íbamos a contemplar cómo toda una generación de buenos cocineros iba a tener que emigrar. Veníamos de ver a Quique Dacosta consolidarse con sus dos estrellas Michelin a la vez que emergía un grupo de cocineros como Vicente Patiño, Ricard Camarena, Quique Barella, Rafa Soler … y que de repente daba la sensación de que esa gran generación, que por fin teníamos aquí, iba a tener que desaparecer. Y lo cierto es que a través de cambios se han quedado, se han recuperado consolidando una oferta y tienen un futuro por delante. Por eso es un panorama esperanzador.
¿Hay que pagar mucho para comer bien?
No. Siempre hay un precio para una comida, pero milagros no existen. Si quieres comer un buen arroz y te quieres gastar 25 euros yo te diré donde lo hay, ahora, no pidas que antes del arroz haya unos chipirones frescos o que te lo comas con un buen mantel. No lo hay. Si quieres comer una buena gamba por 25 euros, hay un buen sitio, por ejemplo el Bar Richard, pero te la tienes que comer de pie, en la barra, eso sí, la gamba fantástica. ¿Quieres comida creativa a un buen precio, por 40 o 50 euros? Lo tienes, con Vicente Patiño, ahora, eso no va acompañado por un buen sumiller, un mantel de lino etc. Es decir, siempre se puede comer por un buen precio aunque los milagros no existen.
¿En qué se basa para juzgar la excelencia o la mediocridad de un sitio? ¿En la comida solamente o influyen otros factores?
La comida es lo primero, un sitio no puede ser reseñable si no tiene buena comida. Pero sí que puede ser reseñable aunque lo único que tenga bueno sea la comida. A pesar de eso, una vez sabemos que en el sitio se come bien quant mes sucre mes dolç, hay otras cosas que van a hacer que tengamos una buena experiencia en el restaurante. Solo a comer vamos unos cuantos friquis, la mayoría de la gente va a los restaurantes a vivir una experiencia, donde la comida es lo primero pero luego hay muchas más cosas. Hay gente que además de la comida quiere un buen vino, por lo tanto la bodega se tiene que evaluar, todos queremos estar a gusto en el restaurante, que sea agradable es importante y luego, además, hay pequeños detalles que no percibimos pero que hacen que la comida sea más satisfactoria. Me refiero por ejemplo a tener una buena vajilla, una buena cubertería, un buen mantel. Todos percibimos, aunque no seamos conscientes, una mejor comida cuando los detalles de la mesa están mejor cuidados. Todo eso se tiene en cuenta.
¿Hay buenos y malos críticos? Supongo que a cada uno le parece que su crítica es la que vale.
Para empezar hay críticos y hay periodistas gastronómicos. Nada tiene de malo hacer periodismo gastronómico siempre y cuando no se disfrace de crítica. Mal crítico es aquel que intenta hacernos creer que está ejerciendo un criterio cuando en realidad no lo tiene. Sin hacerlo de una forma libre, objetiva y responsable.
¿La cocina Española es la mejor?
Podemos decir que es de las mejores. Si hay tres grandes cocinas en Europa son la española, la francesa y la italiana. La alta cocina española se la puede jugar con cualquier alta cocina del mundo. Sin embargo, la cocina popular italiana es mejor que la nuestra, es más fácil comer bien en cualquier trattoria italiana que en cualquier venta española. Y el refinamiento de las salas francesas hay que ponerlo en valor. Así que tenemos una gran cocina pero haríamos mal si pensaramos que es la mejor en todos los aspectos. Seguro que la cocina española lidera la técnica en la cocina tecnológica mundial pero más allá de eso existen otras cosas, como la pasión que tienen los italianos por el producto. Y para alcanzar el refinamiento de las salas francesas aún tenemos mucho que evolucionar.
¿Tienen los cocineros un ego desmedido?
Lo tienen, tienen ego, todos tenemos, pero en su caso hay que pensar que son gente que vuelca su vida en su trabajo como pocas profesiones más. Todas las profesiones que tienen una proyección pública tienden más a la vanidad. Lo vemos en el escritor, el artista, y también en el cocinero. Pero en el caso de los cocineros, en mi opinión, tienen disculpa: la restauración es su vida, le dedica casi todo el día, su vida se vuelca en su restaurante. Si acaban un poco obsesionados con lo que hacen me parece hasta natural.
¿Cómo ve la situación alimentaria de nuestra sociedad? ¿Comemos bien?
La veo pésimamente mal. Veo a un consumidor muy poco concienciado, muy poco preocupado por la calidad de lo que come y muy preocupado por su precio. Me da rabia ver que discuten veinte centimos en el precio del paquete de la pasta que se van a comer y no discuten veinte mil euros del coche que van a conducir. ¿Cúal es la razón? El valor que le dan a cada una de las cosas. Una pasta de más calidad te va a dar más satisfacción que una de menor calidad, total por veinte céntimos de diferencia. Tampoco dudo que el que se gaste veinte mil euros más en un coche que lleva una estrella lo vaya a disfrutar más que el que lleva un león, no lo dudo. Pero me da rabia que valoremos tanto el coche y tan poco la comida.
Todo está relacionado, las pocas preguntas que se hace el consumidor a la hora de comprar la materia prima y el hábito de cocinar. Ahí sí que creo que estamos recuperando, si algo está teniendo este boom gastronómico es que está invitando a la gente a disfrutar de cocinar y, en la medida que disfruta, cocina más y nos alimentamos mejor. Estamos pasando del bollicao al pan casero.
¿Qué prefiere en la mesa: clasicismo o vanguardia?
Calidad. Yo disfruto igual un plato de vanguardia como por ejemplo “El bosque animado” de Quique Dacosta, que para mí es uno de los mejores platos creativos que se han hecho en España nunca, como una gamba roja de Denia hervida sin más. Lo importante es la calidad.
¿Qué incidencia cree que tienen las guías gastronómicas, como el Almanaque, en el turismo de la ciudad?
Cuando hablamos de turismo mucho. Las guías son más importantes y necesarias cuanto mayor es la calidad y el precio del restaurante. En la medida que el restaurante es de más calidad, y de más precio, necesita que su mensaje llegue más lejos, y para eso, las guías son muy útiles.
¿Es oportuna la exposición mediática de los cocineros? ¿Repercute en la mejora del turismo?
Esta gran exposición mediática de los cocineros ha traído cosas buenas y cosas malas. La peor está por venir y es una generación de cocineros frustrados. Esto lo vamos a vivir en los próximos diez años, gente que pensará que se ha equivocado. Ya los hay. Podría citar ahora mismo quince o veinte cocineros que están ahora mismo intentando reinventarse. Porque este es un oficio muy duro, si tu llegas seducido aquí por los cocineros famosos que ves por la televisión sin duda vas a acabar frustrado. Esto es lo peor que ha traído. Pero también ha traído una generación de cocineros que ha tomado un camino de profesión equivocado. Recuerdo que Raul Aleixandre, del restaurante Ca Sento, me decía una vez que había aprendido mucho de su madre. Había aprendido algo tan importante como el gusto, si las cosas están buenas o están malas. Ahora hay muchos cocineros que yo veo que no han aprendido a evaluar los platos en función del buen gusto, sino en función de su vistosidad, de cómo se exhibe, bien en la revista o bien en la televisión. Es una generación de cocineros que pone mucho esfuerzo en que el plato sea muy atractivo pero muy poco en que sea sabroso. Y esto también lo vamos a pagar.
La parte buena es que este auge de la cocina está animando a la gente a cocinar en casa y eso hacía falta, que nos volvieran a sembrar la inquietud y el gusto por cocinar.
Hábleme del Almanaque Gastronómico
Por un lado es una selección de los sitios que a nosotros nos gustan y creemos que ayuda a no equivocarse. La mayoría de las personas cuando salimos a comer hacemos un esfuezo, en mayor o menor medida, y es muy importante acertar con el tiro. El Almanaque es una herramienta para ese fin. Más allá de eso, pretendemos también que ayude a crear tendencias, tenemos una visión subjetiva y particular de hacia donde debe ir la gastronomía, qué caminos erróneos debe abandonar y por cuáles se debe apostar. Eso también está volcado en el Almanaque Gastronómico. Más allá de ser una herramienta, que lo es, también pretende ser una orientación sobre las nuevas tendencias de la gastronomía valenciana.
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