Ser­gio Villa­nue­va

Actor, direc­tor, guio­nis­ta y escri­tor, Ser­gio Villa­nue­va es un todo­te­rreno y un refe­ren­te en el pano­ra­ma valen­ciano. Ha apa­re­ci­do en la peque­ña pan­ta­lla dan­do vida a Chi­cho Ibá­ñez Serra­dor en El Minis­te­rio del Tiem­po, ha publi­ca­do la nove­la his­tó­ri­ca El secre­to de los noc­tur­nos, ha diri­gi­do pelí­cu­las (Los comen­sa­les, Biz­na­ga de Pla­ta en el Fes­ti­val de Mála­ga hace tres años), ha tra­ma­do obras tea­tra­les (con Lavi­nia ganó el Pre­mio del Corre­dor Lati­no­ame­ri­cano)… ¿Alguien da más?

Actor, direc­tor, escri­tor… ¿con qué face­ta se sien­te más a gus­to?

Depen­de del pro­yec­to. Hay via­jes que son más ape­te­ci­bles como actor. Otros como direc­tor. Escri­bir es lo que hago en todo momen­to, lo que vie­ne acom­pa­ñán­do­me des­de hace años. Y creo que será la acti­vi­dad más impor­tan­te en el últi­mo ter­cio de mi vida. Ter­cer acto en el cual, por cier­to, ya estoy casi entran­do. Pero mi padre, cada vez que ha veni­do a ver­me a un roda­je en el que he par­ti­ci­pa­do como actor, me ha dicho siem­pre al ver­me la cara: Está cla­ro que esto es lo tuyo… 

¿Qué le impul­sa a escri­bir?

La nece­si­dad de con­tar cosas. De mover, de agi­tar emo­cio­nes, con­cien­cias. De pro­vo­car una lágri­ma, una son­ri­sa, un risa. De ayu­dar a hacer más fácil esta vida, que es sin duda algu­na, des­co­nec­tan­do de ella. Y la fic­ción, en ese sen­ti­do, nos libe­ra como crea­do­res o recep­to­res. Nos huma­ni­za. Nos hace mejo­res per­so­nas. Por eso escri­bo. Por ayu­dar un poco a los demás, con la herra­mien­ta de las pala­bras. Por tera­pia y cre­ci­mien­to. Por­que no pue­do evi­tar unir pala­bras.

Recien­te­men­te ha publi­ca­do El secre­to de los noc­tur­nos, ¿por qué deci­de dar el sal­to a la nove­la his­tó­ri­ca?

El secre­to de los noc­tur­nos, nove­la edi­ta­da mara­vi­llo­sa­men­te por Edi­cio­nes B, nace de la nece­si­dad de decir al mun­do lo impor­tan­te que es Valen­cia en un perío­do fun­da­men­tal en la his­to­ria de Espa­ña, cuan­do era no ya un país sino un impe­rio. En aquel tiem­po, Valen­cia, era el puer­to más impor­tan­te del Medi­te­rrá­neo espa­ñol. Con una enor­me acti­vi­dad mer­can­til con Ita­lia. Era el pri­mer lugar don­de des­em­bar­ca­ron las com­pa­ñías ita­lia­nas  de tea­tro, tra­yen­do la revo­lu­cio­na­ria Com­me­dia dell’Ar­te. Estas estruc­tu­ras dra­má­ti­cas rompe­doras las fue­ron apli­can­do en sus obras dra­ma­tur­gos valen­cia­nos como Gas­par Agui­lar, Gui­llem de Cas­tro y el padre Agus­tín Tárre­ga, que for­ma­ban par­te de La Aca­de­mia de los Noc­tur­nos. A ellos se les unión Lope de Vega sien­do muy joven. Hay un antes y un des­pués en el Fenix, uno de los auto­res más impor­tan­te de tea­tro de la his­to­ria al tomar con­tac­to con los Noc­tur­nos en Valen­cia. Y lo que apren­dió para con­ver­tir­se en un genio, lo apren­dió aquí. Por eso, y por mucho más, nues­tra ciu­dad es un vivo per­so­na­je pro­ta­go­nis­ta en la nove­la.

¿Cómo se ha docu­men­ta­do para escri­bir esta nove­la?

De todas las mane­ras posi­bles. Con todo tipo de docu­men­ta­ción sobre la vida y cos­tum­bres del siglo de Oro en Espa­ña, en Valen­cia. Cono­cien­do la indus­tria tea­tral del momen­to en Valen­cia. Inves­ti­gan­do a fon­do a la Inqui­si­ción, a los Aus­trias, y sobre todo a una figu­ra muy con­tro­ver­ti­da pero fas­ci­nan­te, el Rey Feli­pe II. El tra­ba­jo de inves­ti­ga­ción ha sido arduo y duran­te años. En libros pro­pios, en biblio­te­cas, por inter­net. 

¿Por qué Valen­cia?

Soy valen­ciano, aun­que viva más tiem­po en Madrid. Con­ta­mos en nues­tra ciu­dad en cada rin­cón, en cada por­tal con un sin fin de his­to­rias apa­sio­nan­tes. Valen­cia, des­de hace más de dos mil años, des­de que los roma­nos la nom­bra­ron Valen­tia, cuen­ta con un rico teso­ro de his­to­rias, de memo­ria, de  pue­blos, reli­gio­nes, cul­tu­ras. Es de las ciu­da­des más impor­tan­tes del mun­do, pero los valen­cia­nos no solo des­co­no­ce­mos nues­tra pro­pia his­to­ria, sino que no la defen­de­mos como se mere­ce. En el ámbi­to de la nove­la his­tó­ri­ca siem­pre son Madrid, Sevi­lla o Bar­ce­lo­na las prin­ci­pa­les ciu­da­des que pro­po­nen los auto­res para desa­rro­llar sus tra­mas. Así que qui­se defen­der mi pro­pia ciu­dad, y al con­se­guir que publi­quen la nove­la den­tro del ámbi­to de la narra­ti­va nacio­nal, espe­ro que algún escri­tor o escri­to­ra se ani­me a con­ti­nuar con Valen­cia como lugar don­de esta­ble­cer sus his­to­rias. Sen­ci­lla­men­te por­que se lo mere­ce.

Los valen­cia­nos no solo des­co­no­ce­mos nues­tra pro­pia his­to­ria, sino que no la defen­de­mos como se mere­ce.

¿Podría esta nove­la con­ver­tir­se en una serie?

Debe­ría. Y lo será. Por­que está pen­sa­da para ello. Su rit­mo, su esté­ti­ca, la estruc­tu­ra, el arco de los per­so­na­jes. De hecho ya he teni­do con­ver­sa­cio­nes en esa direc­ción. Es per­fec­ta para una mini­se­rie. Y oja­lá que lo con­si­ga­mos. Por­que, sin duda, Valen­cia sería vis­ta con una mira­da dife­ren­te, no solo por los de fue­ra, sino tam­bién por los pro­pios valen­cia­nos y valen­cia­nas. 

El secre­to de los noc­tur­nos, edi­ta­da por Edi­cio­nes B, es la últi­ma nove­la de Ser­gio Villa­nue­va

¿En qué pro­yec­tos está tra­ba­jan­do actual­men­te?

En estos momen­tos, y apro­ve­chan­do la cua­ren­te­na, he podi­do con­cluir la que será mi cuar­ta nove­la, tam­bién con Valen­cia en varias épo­cas como pro­ta­go­nis­ta. Pero en este caso no sal­go del siglo XX.

Estoy ter­mi­nan­do otra obra de tea­tro que me ha encar­ga­do una com­pa­ñía de Madrid para nue­ve acto­res. Todo un reto por­que has­ta el momen­to las obras que he escri­to no han supe­ra­do los cua­tro o seis per­so­na­jes.

Jun­to con Enri­que Arce, estoy adap­tan­do su mara­vi­llo­sa nove­la a cine, LA GRANDEZA DE LAS COSAS SIN NOMBRE .

Par­ti­ci­po como actor en un pro­yec­to titu­la­do CONFINADOS, una serie de cor­to­me­tra­jes que esta­mos rodan­do a dis­tan­cia con Miguel Ángel Cár­cano como direc­tor. Lue­go los col­ga­mos en redes para tra­tar de con­se­guir que la gen­te des­co­nec­te un rato en estos días de con­fi­na­mien­to. 

Y cuan­do estos días dis­tó­pi­cos con­clu­yan reto­ma­ré el pro­yec­to que ten­go para rodar la que será mi segun­da pelí­cu­la como direc­tor, con Cha­ro López como pro­ta­go­nis­ta, LAS SOMBRAS DE LOS GOZOS. Y por supues­to con­ti­nua­re­mos con las fun­cio­nes que hemos teni­do que pos­po­ner de POR DELANTE Y POR DETRÁS.

¿Le ha cam­bia­do mucho el coro­na­vi­rus?

Me ha cre­ci­do mucho el pelo. Y la bar­ba. Y he engor­da­do un poco más… Iro­nías apar­te, me he dado cuen­ta real­men­te de lo vul­ne­ra­ble que es todo. De que nos creía­mos dio­ses y no somos ni siquie­ra hor­mi­gas. De que la gen­te que real­men­te vale la pena es la que esta­mos vien­do, de mane­ra anó­ni­ma, cola­bo­ran­do en posi­ti­vo y con bue­na volun­tad en todo este extra­ño via­je. Estoy con­fir­man­do una vez más que la con­di­ción huma­na se acen­túa, para bien y para mal en esta­dos de alar­ma. 

Y eso de que­dar­se en casa… ¿cómo lo afron­ta?

Como un tiem­po que la vida me ha rega­la­do para­dó­ji­ca­men­te para la refle­xión y la toma de con­cien­cia. Para saber que la tie­rra nos ha cas­ti­ga­do a todos en casa por­que somos niños malos que no para­mos de hacer­le bulling al pla­ne­ta. Para valo­rar lo ver­da­de­ra­men­te impor­tan­te y que fácil­men­te se nos olvi­da: los peque­ños deta­lles dia­rios, los afec­tos, el no tiem­po.

Lo estoy afron­tan­do con un mon­tón de lec­tu­ra y yoga. Estoy con rela­tos de Roald Dahl, Ray Brad­bury, las obras de tea­tro com­ple­tas de Juan Mayor­ga, De ani­ma­les y dio­ses de Yuval Noah Hara­ri, y los Epi­so­dios Nacio­na­les de Beni­to Pérez Gal­dós, que he reto­ma­do des­de el prin­ci­pio. Has­ta el momen­to había leí­do tres. Aho­ra estoy dis­fru­tan­do, no solo de la his­to­ria del siglo XIX en Espa­ña, sino de un narra­dor des­co­mu­nal, un maes­tro que me tie­ne en cone­xión con mi abue­lo Joa­quín, y con el maes­tro Jose Luís Gar­cía Sán­chez que me dijo hace unos días que tam­bién está con Gal­dós en esta cua­ren­te­na. Veo series, cine… Con­su­mo mucha fic­ción que es nutrir­se de huma­ni­dad y, por tan­to, hacer­nos más pacien­tes, com­pren­si­vos, mejo­res per­so­nas.

La tie­rra nos ha cas­ti­ga­do a todos en casa por­que somos niños malos que no para­mos de hacer­le bulling al pla­ne­ta.

¿Cree que esta cri­sis sani­ta­ria va a cam­biar algo sus­tan­cial en la socie­dad?

Por supues­to. Y mucho. Nos va a hacer mejo­res. Nos va a hacer más sabios, más soli­da­rios, más huma­nos. Ya está pasan­do. Nos va a hacer valo­rar de nue­vo las cosas a las que antes les había­mos deja­do de dar impor­tan­cia.

¿Y va a afec­tar en el modo de con­su­mir cul­tu­ra?

Lamen­ta­ble­men­te sí. Esto que esta­mos vivien­do va a supo­ner un defi­ni­ti­vo antes y des­pués con res­pec­to al con­su­mo de cul­tu­ra. Para los que nos dedi­ca­mos a acti­vi­da­des que se sus­ten­tan con la con­vo­ca­to­ria del máxi­mo públi­co, del mayor núme­ro de espec­ta­do­res, lo vamos a tener fran­ca­men­te mal. Nos va a cos­tar adap­tar­nos a lo que vie­ne. Pero sal­dre­mos. Como siem­pre hemos sali­do de cual­quie­ra de las pes­tes o prohi­bi­cio­nes que hemos sufri­do duran­te siglos. 

¿Qué hará cuan­do todo esto aca­be?

Rega­lar­me un via­je con mi chi­ca, Rosa, por­que cada segun­do de mi exis­ten­cia se con­fir­ma como el mayor rega­lo del uni­ver­so. Soy el hom­bre más afor­tu­na­do del mun­do al com­par­tir mi vida con ella, con o sin cua­ren­te­na. Pien­so embo­rra­char­me y reír con ella, y con mis ami­gos y la gen­te que quie­ro, pien­so salir a correr, a gri­tar, a reír, a bai­lar, a llo­rar, a comer un buen arroz fren­te al mar. Pero sobre todo, y lo pri­me­ro que haré, será abra­zar a mis padres, a mi her­ma­na y a mis sobri­nos, como si no hubie­ra un maña­na.

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