Agus­tín Mar­zal sigue aten­dien­do a su clien­te­la en su para­da El Oli­var de San Vale­ro

La vida en los mer­ca­dos muni­ci­pa­les se adap­ta a la nue­va situa­ción pro­vo­ca­da por el Covid-19. Garan­tes de los pro­duc­tos de pro­xi­mi­dad, de la cer­ca­nía en el tra­to, del comer­cio de barrio, han vis­to en poco menos de un mes como su clien­te­la pasa­ba del mie­do a vol­ver a valo­rar la impor­tan­cia de los pro­duc­tos fres­cos, del tra­to humano y pró­xi­mo. Como nos indi­ca Agus­tín Mar­zal, miem­bro de la jun­ta direc­ti­va  de la Aso­cia­ción de ven­de­do­res del Mer­cat de Rus­sa­fa, y geren­te de la para­da el Oli­var de San Vale­ro, “pare­ce que todo el mun­do se está hacien­do coci­ni­tas”. Él, como tan­tos otros, acu­de cada día a su para­da, cons­cien­te de que pese a que las ven­tas han baja­do con­si­de­ra­ble­men­te, está pres­tan­do un ser­vi­cio públi­co impres­cin­di­ble. Mar­zal nos atien­de jus­to el día en que su aso­cia­ción ha obte­ni­do el cer­ti­fi­ca­do de pro­duc­tos de pro­xi­mi­dad de Cer­tex, con­vir­tién­do­se en el pri­mer mer­ca­do muni­ci­pal de la ciu­dad en obte­ner­lo. Un espal­da­ra­zo que les ani­ma a seguir ade­lan­te en medio de tan­ta adver­si­dad.

Casi un mes des­pués del ini­cio del Esta­do de Alar­ma, ¿cómo ha cam­bia­do la ruti­na en el mer­ca­do?

Com­ple­ta­men­te en todo, des­de que­dar­nos al ini­cio con que no venía nadie prác­ti­ca­men­te, a tener que rein­ven­tar­nos cuan­do decre­ta­ron el Esta­do de Alar­ma. La direc­ti­va se puso, de inme­dia­to, manos a la obra para cla­si­fi­car todos los pues­tos de la aso­cia­ción, gene­rar una lis­ta de telé­fo­nos de los ven­de­do­res y agru­par­los según las cate­go­rías de cada uno y subir­los a la web y las redes socia­les. Todo eso se tuvo que hacer muy rápi­do, con­si­de­ra­mos que era impor­tan­te para que la gen­te pudie­ra hacer pedi­dos por la web o por whatsapp y pasar solo a reco­ger­los y así evi­tar colas. Lue­go, pro­pu­si­mos los envíos a domi­ci­lio. Vamos agru­pan­do pedi­dos entre los pues­tos y nos orga­ni­za­mos para enviar­los. Tam­bién con­fec­cio­na­mos un car­tel en el que se indi­can las medi­das pro­to­co­la­rias de actua­ción, lo hici­mos inclu­so antes de que nos lo man­da­ra el Ayun­ta­mien­to.

¿Qué medi­das extra de higie­ne lle­van a cabo?

El uso de mas­ca­ri­llas, pan­ta­llas de pro­tec­ción… Mar­car el metro de dis­tan­cia para que se res­pe­te… Lle­var guan­tes y mas­ca­ri­llas da con­fian­za y segu­ri­dad a la clien­te­la. Antes, cuan­do se des­car­ga­ban los camio­nes, las cajas se deja­ban en la calle, aho­ra no tocan el sue­lo, entran direc­ta­men­te con los carros a las para­das. En mi caso, cuan­do me traen géne­ro como sala­zo­nes, botes… me dedi­co a lim­piar los enva­ses con agua y lejía. Somos cons­cien­tes de que ser­vi­mos a muchas per­so­nas mayo­res y miras mucho por ellos, para que lo que les lle­gue a casa esté en las mejo­res con­di­cio­nes.

¿Cómo fue al ini­cio la res­pues­ta y reac­ción de la clien­te­la?

La res­pues­ta al ini­cio fue horri­ble. La gen­te mayor, nues­tra prin­ci­pal clien­te­la, se que­dó en su casa. Pare­cía que no exis­tía­mos. Cuan­do nos dicen que nues­tro deber es estar al pie del cañón, pen­sa­mos, bien, pero ¿ser­vi­cio a quién? Lue­go empe­za­mos a pro­mo­ver nues­tros pues­tos y pro­duc­tos en redes socia­les, los medios de comu­ni­ca­ción empe­za­ron a hacer­nos más caso y la gen­te tam­bién fue repen­san­do su for­ma de com­prar y de actuar.

Agus­tín Mar­zal atien­de a una clien­ta des­de detrás de las mam­pa­ras de pro­tec­ción ins­ta­la­das en su pues­to

¿Cómo se com­por­tan aho­ra?

Esta­mos en fechas fes­ti­vas y la gen­te ha reac­cio­na­do bas­tan­te bien. Aho­ra se com­pra mucho fres­co. Antes bus­ca­ban mucha lata para meter­se en casa como si fue­ra una gue­rra, pero aho­ra se pide mucho fres­co: ver­du­ra, fru­ta… por­que bus­can salud, vita­mi­nas… las pau­tas de con­su­mo pare­ce que están cam­bian­do.

“Antes, cuan­do se des­car­ga­ban los camio­nes, las cajas se deja­ban en la calle, aho­ra no tocan el sue­lo, entran direc­ta­men­te con los carros a las para­das”

¿Qué tipo de men­sa­jes os lle­gan de ellos?

Las pan­ta­llas de pro­tec­ción, las mas­ca­ri­llas, gene­ran mucha con­fian­za, pero la clien­te­la es muy cons­cien­te de que estás en un cam­po de bata­lla. Cuan­do les dices: gra­cias por venir, muchos te miran a los ojos y te dicen gra­cias a voso­tros por­que estáis aquí, y eso, la ver­dad, te ani­ma bas­tan­te.

Por otra par­te, cada día, a las 9 de la maña­na, una per­so­na de la aso­cia­ción coge el micró­fono y salu­da a los clien­tes, lue­go man­da un men­sa­je de áni­mo a los ven­de­do­res, que están al pie del cañón para pres­tar un ser­vi­cio a los clien­tes. Y se pone por mega­fo­nía la can­ción Ade­lan­te.Hay que tener cla­ro que, en estos momen­tos, esto nego­cio no es. Acu­des con un gran estrés y no se ven­de lo que sería nor­mal.

¿Cuál ha sido la res­pues­ta des­de las ins­ti­tu­cio­nes?

Las ins­ti­tu­cio­nes se han olvi­da­do bas­tan­te del peque­ño comer­cio. Aho­ra la con­ce­ja­lía nos apo­ya bas­tan­te más, pero te pue­do decir que sino fue­ra por ellos sería como si no exis­tié­ra­mos. A nivel nacio­nal no se acuer­dan de los mer­ca­dos. La con­ce­ja­lía sí, pero el res­to de ins­ti­tu­cio­nes no las vemos impli­ca­das con noso­tros.

¿Ha cam­bia­do el per­fil de los clien­tes?

Antes de todo esto, lo nor­mal era que la gen­te mayor vinie­ra entre sema­na, mien­tras que la gen­te joven lo hacía los vier­nes y sába­do. Aho­ra, lo que ocu­rre es que cual­quier día pue­de ser sába­do, cuan­do la clien­te­la tie­ne nece­si­dad o le ape­te­ce, sale a com­prar. De hecho, aho­ra pare­ce que huyen de venir los sába­dos y se repar­te todo más entre sema­na. No quie­ren hacer colas. Ade­más, des­de mega­fo­nía insis­ti­mos en no tocar el géne­ro, en man­te­ner la dis­tan­cia y evi­tar con­ver­sa­cio­nes lar­gas para que todo vaya muy flui­do. Aquí los pasi­llos son amplios, el mer­ca­do está abier­to, el aire no está vicia­do y se pue­de cir­cu­lar bien sin tocar­se. 

Cuan­do esto pase, ¿cree que la gen­te valo­ra­rá más los pro­duc­tos de pro­xi­mi­dad y apo­ya­rá al peque­ño comer­cio?

Des­de la aso­cia­ción tra­ba­ja­mos cada día para que así sea. Jus­to este pasa­do miér­co­les reci­bi­mos la exce­len­te noti­cia de que nos habían con­ce­di­do el cer­ti­fi­ca­do como pro­duc­tos de pro­xi­mi­dad expe­di­do por Cer­tex, somos el pri­mer mer­ca­do de la ciu­dad que lo con­si­gue y esta­mos muy con­ten­tos. Nues­tro pre­si­den­te, Richard, que regen­ta un bar en el mer­ca­do y tuvo que cerrar des­de el pri­mer día, está tra­ba­jan­do mucho des­de casa en cues­tio­nes como esta. 

El cer­ti­fi­ca­do de pro­duc­tos de pro­xi­mi­dad otor­ga­do por Fer­tex, el 8 de abril, a la Aso­cia­ción de Ven­de­do­res del Mer­cat de Rus­sa­fa

¿Qué hace cada día cuan­do regre­sa a casa?

Me qui­to los zapa­tos en la entra­da, le echo un spray que lle­va lejía, me qui­to toda la ropa y la echo a lavar, me ducho y me cam­bio y tra­to de cam­biar el chip. La ver­dad es que sales con mucho estrés. Una cosa que lle­va­mos muy mal es el cam­bio de hora­rios. Antes era de 8 a 15 para los clien­tes y de 6 a 18 o 19 para los ven­de­do­res, por tan­to, tenía­mos tiem­po para mon­tar, repo­ner, arre­glar, lim­piar. Aho­ra, los ven­de­do­res solo pode­mos acce­der a las 8 de la maña­na y a las 9 ya lle­gan los clien­tes, es una hora cri­mi­nal. No pode­mos ni salir a aplau­dir des­de el cen­tro del pasi­llo. Es muy estre­san­te. Cuan­do lle­gan las 2 estás desean­do que cie­rren las puer­tas para lim­piar, reco­ger, repo­ner, pero a las 15:30 horas tie­nes que salir de allí. Tie­nes solo una hora y media para todo eso. Los car­ni­ce­ros y los pes­ca­de­ros lo lle­van espe­cial­men­te mal. Cuan­do lle­gas a casa sien­tes que vie­nes como de un cam­po de bata­lla, te sien­tes muy estre­sa­do y can­sa­do.

¿Vale la pena?

Que­re­mos pen­sar que sí. La aso­cia­ción está hacien­do un gran esfuer­zo para visi­bi­li­zar todo lo que hace­mos por­que éra­mos los eter­nos olvi­da­dos. Casi cada día lle­va­mos a cabo una acción; aho­ra, por ejem­plo, esta­mos con fotos de los hue­vos de pas­cua, las monas, hemos hecho vídeos pro­mo­cio­na­les… la ver­dad es que nues­tro cola­bo­ra­dor en redes socia­les se está por­tan­do muy bien.  Hemos lucha­do por­que los que están cerra­dos se les per­do­ne la deu­da que pue­dan tener, que no se les cobre el alqui­ler de estos meses al Ayun­ta­mien­to y se apro­bó en el pleno muni­ci­pal. Todos hemos baja­do en ven­tas e ingre­sos. Aho­ra, por ejem­plo sue­le ser una épo­ca de gran con­su­mo, de monas, baca­lao, lon­ga­ni­za… sue­len ser tiem­pos de reu­nir­se y cele­brar, pero este año no pue­de ser. Tam­bién se per­dió la cam­pa­ña de fallas, con sus pae­llas, torràs y todo lo que eso impli­ca. Segui­mos ven­dien­do y estan­do aquí, pero lo hace­mos más para dar un ser­vi­cio y man­te­ner­nos que para ganar dine­ro. Aho­ra no sabes qué día pue­de ser bueno y cuál no. Por otra par­te, está nues­tro des­gas­te físi­co y men­tal que no sabe­mos aún qué fac­tu­ra nos pasa­rá por­que vivi­mos momen­tos de mucha ten­sión.

Usted ven­de con­ser­vas y encur­ti­dos. ¿Logra­re­mos con­ser­var algún apren­di­za­je de toda esta cri­sis?

La gen­te está valo­ran­do el venir al mer­ca­do, encon­trar con­ser­vas de mar­ca, está valo­ran­do cuan­do le haces una ofer­ta. Apre­cian el sur­ti­do que inten­tas dar­les y la fres­cu­ra. En el caso del sala­zón, por ejem­plo, estás dan­do baca­lao sin con­ser­van­tes, solo tra­ta­do con las téc­ni­cas tra­di­cio­na­les de sal. En los encur­ti­dos ven­des las acei­tu­nas lo más sanas posi­bles, sin con­ser­van­tes ni colo­ran­tes…, la gen­te lo valo­ra bas­tan­te y se ve tam­bién en las fru­tas y las ver­du­ras. Cuan­do empe­cé aquí hace once años ven­día baca­lao para hacer albón­di­gas, lue­go pas­ta de baca­lao y últi­ma­men­te ya se ven­dían fri­tas y todo. Lo curio­so es que aho­ra se está ven­dien­do otra vez más el baca­lao al natu­ral y tam­bién mucho pes­ca­do. La gen­te está vol­vien­do a coci­nar en casa con esta cri­sis. Te man­dan rece­tas, te pre­gun­tan cómo pre­pa­rar los pro­duc­tos. Me pasa a mi, pero tam­bién en las car­ni­ce­rías, pes­ca­de­rías. Antes de esto, por ejem­plo, mucha fru­ta se com­pra­ba por pie­zas, aho­ra dicen pon­me tres kilos de man­za­nas, o se lle­van un cajón de naran­jas…, hacía años que no pasa­ba eso. Aho­ra pare­ce que todo el mun­do se está hacien­do coci­ni­llas. En cues­tión de ali­men­ta­ción, tal vez esta­mos apren­dien­do a comer mejor, aun­que tam­bién es ver­dad que se comía mucha por­que­ría. 

“La gen­te está vol­vien­do a coci­nar en casa con esta cri­sis. Te man­dan rece­tas, te pre­gun­tan cómo pre­pa­rar los pro­duc­tos”.

Nos decía que gran par­te de su clien­te­la son per­so­nas mayo­res. Ellas y ellos están sien­do los más gol­pea­dos por el Covid-19. ¿Qué men­sa­je les man­da­ría?

Ten­go muchas clien­tas octo­ge­na­rias y nona­ge­na­rias y cada vez estoy más con­ven­ci­do que somos lo que come­mos. Ellas van al mer­ca­do, comen bien y se man­tie­nen inclu­so mejor que per­so­nas mucho más jóve­nes. Lle­gan y se apo­yan en el mos­tra­dor, tal vez les due­le la cade­ra, la rodi­lla o los hue­sos, pero están libres de coles­te­rol, de tri­gli­cé­ri­dos, de azú­car… Les diría que gra­cias a ellas y ellos esta­mos aquí y que apren­de­mos cada día de su sabi­du­ría. Siem­pre tie­nen un con­se­jo o algo de lo que uno pue­de apren­der. Yo lle­gué hace once años, venía de otro sec­tor, y he apren­di­do muchos tru­cos de las per­so­nas mayo­res. Tam­bién hay que tener en cuen­ta que el mer­ca­do hace una labor social: vie­nen cada maña­na, hacen su ruti­na, hablan con­ti­go y les sir­ve mucho tam­bién. Les coges mucho cari­ño, la ver­dad. Yo, por ejem­plo, no ten­go a mi madre tan cer­ca y no la pue­do ver siem­pre, pero veo en ellas a mi madre y las tra­to como me gus­ta­ría que otros tra­ta­ran a mi madre. Son per­so­nas que madru­gan mucho, son la goti­ta de a dia­rio y aho­ra lo están pasan­do muy mal tan­to aque­llas que están enfer­mas, como las que se tie­nen que que­dar en sus casas. Les man­do todo mi apo­yo y tam­bién el de toda la aso­cia­ción, aquí esta­re­mos espe­rán­do­las siem­pre.

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