Nancho Novo, Eva Isanta, Candela Serrat y Fernando Ramallo protagonizan “Trigo sucio”, de David Mamet, en Valencia. Esta comedia, en versión de Bernabé Rico y dirigida por Juan Carlos Rubio, pone el foco en el escándalo de Harvey Weinstein desde el humor.
TalyCual produce junto a Pentación, La Alegría, La Claqueta y Kubelik, Trigo sucio, la última comedia de David Mamet, estrenada recientemente en Londres con John Malkovich como protagonista y dirigida por el propio autor, que pone el foco en el escándalo de Harvey Weinstein bajo el prisma del humor.

Protagonizada por Nancho Novo, Eva Isanta, Candela Serrat y Fernando Ramallo, dirigida por Juan Carlos Rubio en versión de Bernabé Rico, Trigo sucio se representará desde el jueves 18 al domingo 28 de febrero en el Teatro Olympia de Valencia. Las funciones serán jueves y viernes a las 19.00 horas y sábados y domingos, a las 17.00 y 19.30 horas.
Más allá del movimiento #MeToo de rechazo a los abusos sexuales a mujeres, el propio Mamet recalca que Trigo sucio es “una comedia”, género del que afirma que “no es más que una tragedia rotada 90 grados”.
Sinopsis de “Trigo sucio”
En la meca del cine, el jefe de un estudio cinematográfico dedica su tiempo a seducir a artistas guapas, comprar a la prensa y hacer películas de nulo interés cultural. Para él tan sólo importa el sexo, el poder y el dinero. Hasta que una joven aspirante a actriz se resiste a ponerle precio a su carrera, precipitando la caída del magnate hasta lo más hondo del escalafón social.
Notas del director David Mamet
“Tolstoy escribió una vez que leemos el periódico por la misma razón que fumamos: por la agradable sensación de aturdimiento que nos provoca.
El negocio de la prensa sensacionalista consiste en vender crímenes y sexo. Por desgracia su análoga más elevada opera de forma similar, enalteciendo la gravedad de la noticia en lugar de simplemente comunicarla.
Los escándalos en las altas esferas siempre han sido la principal fuente de ingresos de la prensa. Los seres humanos nos deleitamos en el hundimiento del poderoso. La alegría o tristeza que sentimos por la revelación de sus pecados excusan y por lo tanto validan nuestros propios sueños de grandeza.
Pero ya lo dice el proverbio británico: “Un hombre puede robar un caballo mientras que a otro no se le deja mirar por encima de la cerca”. Acusados de los mismos delitos, algunos serán absueltos o levemente castigados y otros serán masacrados solo porque “no caen bien”.

La inmediata y profunda transformación del poderoso es, naturalmente, la esencia de la Tragedia. Aristóteles en La poética nos enseñó que el protagonista, al final de la Tragedia, debe pasar por la aceptación y el restablecimiento de la situación.
Una Comedia no es más que una Tragedia rotada noventa grados. Otelo podría reescribirse como farsa en una mañana; estructuralmente es una farsa de alcoba. Una Tragedia nos permite experimentar sin riesgo el concepto de que todos somos pecadores; la Comedia, de que todos somos necios.
En la Tragedia el público se siente aliviado por su moraleja; en la Comedia ocurre a través de la liberación fisiológica de la risa.
Siempre he sospechado que el teatro está más cercano a las observancias religiosas de las que procede que lo que nos gustaría admitir. Es por eso que todos llegamos igualmente tarde al teatro que a la Iglesia o la Sinagoga; tarde y preocupados por si aún nos dejarán entrar.
De modo que el hecho teatral conlleva ansiedad. Quizás esta sea fruto del temor primario causado por la revelación de nuestra propia naturaleza humana. En cualquier caso, la aceptación de esa premisa me ha proveído sustento durante un gran número de años.
Trigo sucio es una Comedia”.
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