La idea de que sea el Esta­do ‑y no los emplea­­do­­res- quien pague tan­to los sala­rios de los tra­ba­ja­do­res como los cos­tes bási­cos aso­cia­dos al fun­cio­na­mien­to de las empre­sas (mien­tras dure la cri­sis del coro­na­vi­rus) se ha exten­di­do.

Inclu­so, los gobier­nos de paí­ses poco inter­ven­cio­nis­tas, como el Rei­no Uni­do, EEUU o Cana­dá, ya lo han plan­tea­do. Boris John­son ha avan­za­do que su Gobierno paga­rá las nómi­nas de los emplea­dos. En con­cre­to, el 80% de los cos­tes sala­ria­les del per­so­nal con­tra­ta­do con un máxi­mo de 2.500 libras al mes. Jus­tin Tru­deau, en la mis­ma línea, ha anun­cia­do que el Esta­do abo­na­rá 450 dóla­res duran­te quin­ce sema­nas a todos los tra­ba­ja­do­res en cua­ren­te­na o enfer­mos, tam­bién a los padres que se ten­gan que que­dar en casa para ayu­dar a sus hijos.

Trump, por su par­te, ha avan­za­do un ingre­so de 1.200 euros para cada fami­lia esta­dou­ni­den­se con ren­tas anua­les infe­rio­res a 75.000 dóla­res, can­ti­dad que podría cre­cer en fun­ción del núme­ro de hijos. Dina­mar­ca, por su par­te, ha anun­cia­do un esque­ma en el que el Esta­do paga­rá el 75% del sala­rio, los empre­sa­rios, un 25%, y los emplea­dos tra­ba­ja­rán cin­co días gra­tis. Tam­bién Macron, en Fran­cia, ha habla­do de pagar el sala­rio de los tra­ba­ja­do­res direc­ta­men­te, como en Holan­da, Aus­tria o Ale­ma­nia. En todos los casos, a cam­bio de que no haya des­pi­dos.

Eco­no­mis­tas influ­yen­tes como Emma­nuel Saez y Gabriel Zuc­man, dos de los mayo­res espe­cia­lis­tas en des­igual­dad, han pedi­do a los polí­ti­cos que lan­cen un men­sa­je cla­ro: “El gobierno paga­rá a los tra­ba­ja­do­res inac­ti­vos, pero tam­bién los cos­tes de man­te­ni­mien­to nece­sa­rios mien­tras las empre­sas estén cerra­das”.

El argu­men­to en todos los casos es el mis­mo, con las fábri­cas y las tien­das clau­su­ra­das, la rece­sión está ase­gu­ra­da. Ade­más, muchos comer­cios o peque­ños empre­sa­rios ten­drán la ten­ta­ción de echar el cie­rre defi­ni­ti­vo. Máxi­me cuan­do en un por­cen­ta­je muy ele­va­do se tra­ta de pro­pie­ta­rios con eda­des muy avan­za­das ‑el enve­je­ci­mien­to es gene­­ral- y pre­fe­ri­rán olvi­dar­se de un nego­cio que antes se tras­pa­sa­ba de padres a hijos.

La estrategia

El Gobierno espa­ñol, como se sabe, ha opta­do por la vía de los expe­dien­tes de regu­la­ción tem­po­ral de empleo (ERTEs), pero es pro­ba­ble que ten­ga que revi­sar esa estra­te­gia. Entre otras cosas, por­que la vía de los ERTEs, como ha adver­ti­do un infor­me de la con­sul­to­ra Free­mar­ket, está some­ti­da a un pro­ce­so de tra­mi­ta­ción len­to y buro­crá­ti­co, nece­sa­ria­men­te menos efi­caz que la ayu­da direc­ta. Es decir, los cos­tes de tran­sac­ción para las empre­sas son ele­va­dos, sobre todo para las micro­em­pre­sas, que son mayo­ría en el teji­do pro­duc­ti­vo.

Pri­me­ro, hace fal­ta un infor­me rela­ti­vo a la pér­di­da de acti­vi­dad y la docu­men­ta­ción que lo acre­di­ta, segun­do, ha de comu­ni­car­se a los tra­ba­ja­do­res y a sus repre­sen­tan­tes; ter­ce­ro, dis­po­ner del infor­me pre­cep­ti­vo de la Ins­pec­ción de Tra­ba­jo (5 días) y des­pués ser rati­fi­ca­do por la juris­dic­ción labo­ral (5 días). En total como unos 20 días. Por mucho que se acor­ten los pla­zos, la paga de mar­zo está a la vuel­ta de la esqui­na.

¿Cuán­to cos­ta­ría pagar las nómi­nas de los tra­ba­ja­do­res afec­ta­dos para que no pier­dan su empleo? Obvia­men­te, depen­de­rá de la inten­si­dad de la rece­sión y de los ajus­tes de plan­ti­lla, pero hay una cosa cla­ra. Como suce­dió en la ante­rior cri­sis, los tra­ba­ja­do­res menos cua­li­fi­ca­dos y con suel­dos más bajos serán los más afec­ta­dos, y, por lo tan­to, son quie­nes nece­si­tan mayor pro­tec­ción.

Un millón de parados

Algu­nos cálcu­los pue­den dar una idea del impor­te para el Esta­do. El cos­te sala­rial bru­to de un tra­ba­ja­dor en Espa­ña ascien­de, según la últi­ma infor­ma­ción del INE, a 31.085 euros al año, de los que 23.003 euroscorres­pon­den al sala­rio medio. Eso quie­re decir que, por cada millón de tra­ba­ja­do­res afec­ta­dos por el virus, el Esta­do, que pue­de endeu­dar­se gra­tis acu­dien­do al BCE, debe­ría pagar alre­de­dor de 31.000 millo­nes de euros.

Aho­ra bien, eso sería en el con­jun­to del año. El cos­te men­sual seria unos 2.580 millo­nes de euros al mes. O lo que es lo mis­mo, algo más de 5.160 millo­nes si la cri­sis se alar­ga dos meses. Esta cifra, sin embar­go, tie­ne un ses­go al alza debi­do a que exis­te un ‘efec­to com­po­si­ción’. La mayo­ría de los tra­ba­ja­do­res más afec­ta­dos tie­ne sala­rios más bajos y el cos­te sería menor. Cono­cer lo que cada tra­ba­ja­dor gana es fácil para la Segu­ri­dad Social por­que tie­ne acce­so a la últi­ma nómi­na de cada tra­ba­ja­dor.

La regu­la­ción tem­po­ral de empleo, como se sabe, tal, y como lo ha apro­ba­do el Gobierno, supo­ne la exo­ne­ra­ción a las empre­sas del pago del 75% de la apor­ta­ción empre­sa­rial a la Segu­ri­dad Social, alcan­zan­do dicha con­do­na­ción el 100% de la cuo­ta cuan­do se tra­te de empre­sas de menos de 50 tra­ba­ja­do­res.

Aun­que cada empre­sa es un mun­do, hay algu­nas que lo sufra­gan al 100% duran­te un tiem­po, como ha anun­cia­do Indi­tex, en la mayo­ría de los casos el tra­ba­ja­dor que­da en situa­ción de sus­pen­sión de con­tra­to por razo­nes de fuer­za mayor. Por lo tan­to, que­da en situa­ción legal de des­em­pleo a pagar por el Esta­do con impues­tos, pero con unos ingre­sos men­sua­les muy por deba­jo de su últi­ma nómi­na. El impor­te dia­rio de la pres­ta­ción por des­em­pleo repre­sen­ta el 70% de la base regu­la­do­ra ‑por lo que se ha coti­­za­­do- duran­te los seis pri­me­ros meses, y el 50% a par­tir de dicho perío­do. La cuan­tía máxi­ma de la pres­ta­ción con­tri­bu­ti­va son 1.254,96 euros al mes para un tra­ba­ja­dor con un hijo a car­go.

Cuantía media

¿Y cuán­to cues­ta que un millón de tra­ba­ja­do­res, siguien­do el ejem­plo, cobre la pres­ta­ción del SEPE tras un expe­dien­te tem­po­ral? La cuan­tía media por pres­ta­ción con­tri­bu­ti­va en febre­ro fue equi­va­len­te a 858,3 euros por bene­fi­cia­rio. Es decir, cos­ta­ría unos 860 millo­nes de euros. Aho­ra bien, esa pres­ta­ción men­sual media no inclu­ye los gas­tos que incu­rre el Esta­do al tener que abo­nar la Segu­ri­dad Social del para­do, alre­de­dor de un 20% más.

En total, algo más de 1.032 millo­nes al mes, fren­te a los 2.580 millo­nes que cos­ta­ría pagar a cada millón de tra­ba­ja­do­res. Es decir, habría una dife­ren­cia de unos 1.500 millo­nes de euros al mes. O de 3.000 millo­nes (menos de tres déci­mas de PIB) si son dos millo­nes de tra­ba­ja­do­res los afec­ta­dos. No pare­ce mucho habi­da cuen­ta de una emer­gen­cia nacio­nal, como la ha cali­fi­ca­do el pro­pio Gobierno.

Echar el cie­rre es una mala noti­cia por­que liqui­dar una empre­sa que fun­cio­na tie­ne enor­mes exter­na­li­da­des nega­ti­vas, ya que des­tru­ye las rela­cio­nes con sus clien­tes y con sus emplea­dos, mien­tras que crear­la lle­va un tiem­po lar­go de cons­truc­ción has­ta que por fin pue­de sus­ti­tuir a la que des­apa­re­ce. No siem­pre la des­truc­ción crea­ti­va es una opción a cor­to pla­zo.

Tiendas sin clientes

Por eso, muchos gobier­nos han opta­do por­que sea el Esta­do quien pague una par­te razo­na­ble del cos­te de los ser­vi­cios gene­ra­les que supo­ne tener for­mal­men­te abier­to un peque­ño comer­cio (alqui­ler, impues­tos, telé­fono) que, para­dó­ji­ca­men­te, no pue­de ven­der por­que los con­su­mi­do­res ni pue­den ni deben salir de casa.

His­tó­ri­ca­men­te, y a fal­ta de que de la UE pon­ga un sis­te­ma pro­pio en mar­cha, las bajas labo­ra­les se han cubier­to con pres­ta­cio­nes de des­em­pleo, pero esta cri­sis es dis­tin­ta.

Los des­pi­dos no van a ser fru­to de una mala situa­ción eco­nó­mi­ca de la empre­sa o de una caí­da de su flu­jo de caja, sino del hecho de que a cau­sa de que exis­te una “fuer­za mayor” los esta­ble­ci­mien­tos que cana­li­zan las ven­tas están cerra­dos. Por lo tan­to, los tra­di­cio­na­les sis­te­mas de regu­la­ción de empleo no sir­ven, ya que supo­nen, en el peor de los casos, el des­pi­do, es decir, la inte­rrup­ción per­ma­nen­te de la rela­ción labo­ral, y, en el mejor de los casos, la sus­pen­sión tem­po­ral de empleo o la reduc­ción de jor­na­da. Y lo tem­po­ral, ya se sabe, en un mer­ca­do com­pe­ti­ti­vo, a menu­do se con­vier­te en defi­ni­ti­vo. Sin con­tar las empre­sas que pue­den apro­ve­char las cir­cuns­tan­cia para hacer ajus­tes de plan­ti­llas.

Con una par­ti­cu­la­ri­dad, los segu­ros de des­em­pleo tie­nen una dura­ción limi­ta­da. Pasa­do ese tiem­po (en Espa­ña dos años) el tra­ba­ja­dor que­da sin pres­ta­ción con­tri­bu­ti­va y si reúne las con­di­cio­nes, logra­rá la asis­ten­cial (poco más de 430 euros al mes).

Un dato pone de mani­fies­to la cru­de­za de la situa­ción, ape­nas el 46% de los 2,04 millo­nes de tra­ba­ja­do­res en paro que cobran del SEPE per­ci­be una pres­ta­ción con­tri­bu­ti­va, el res­to son asis­ten­cia­les. Sin con­tar los tra­ba­ja­do­res que no per­ci­ben nin­gu­na pres­ta­ción por­que han ago­ta­do la suya. A gran­des males, gran­des reme­dios.

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