Hemos pasa­do ya lo peor del rudo invierno, las olas sibe­ria­nas y pola­res, men­gua­da la per­ti­naz sequía, sin gobierno cata­lán ni pre­su­pues­tos de Esta­do, pero aquí esta­mos de nue­vo, los valen­cia­nos, que­man­do fallas, arman­do rui­do, con­su­mien­do nues­tro cie­lo, ati­bo­rra­dos de luz y fan­ta­sía. Revi­ve nues­tra pri­ma­ve­ra jun­to a la car­pin­te­ría de San José y las fri­tan­gas de buñue­los. Para los que se que­dan bulli­cio­sos o se van bus­can­do el camino más budis­ta de la tran­qui­li­dad, las Fallas siem­pre repre­sen­tan un comien­zo, la lle­ga­da del buen tiem­po, el pri­mer abri­go del sol.

Es el momen­to deci­si­vo del últi­mo tra­mo antes del vera­neo. Hay que apre­tar los codos para estu­diar y sacar el cur­so, entre­nar para cul­mi­nar una tem­po­ra­da, esfor­zar­se para sacar el nego­cio en cier­nes… A los valen­cia­nos nos que­dan muchas asig­na­tu­ras pen­dien­tes y carre­ras por delan­te. Hemos cele­bra­do las gran­des vic­to­rias del Valen­cia Bas­ket el año pasa­do y su nue­va Alque­ría de futu­ro, la ciu­dad se ha con­ver­ti­do en capi­tal del run­ning, y cele­bra este mar­zo su pri­mer Mun­dial pedes­tre.

Vol­ve­mos a tener ban­cos, siquie­ra sea de ori­gen forá­neo, como Cai­xa­bank, el Saba­dell o el Medio­la­num. Hay pro­yec­to, tam­bién, para el Cai­xa Forum, el nue­vo cen­tro pri­va­do que luci­rá jun­to a Bom­bas Gens. Nue­vos ges­to­res pare­ce que han pues­to orden y sanea­mien­to en el Ocea­no­grà­fic, y tam­bién en la Ciu­dad de las Artes y las Cien­cias –que cum­ple vein­te años–, y en La Mari­na, relan­za­da gra­cias a Edem, el Veles e Vents y la mejo­ra gene­ral de su ofer­ta hos­te­le­ra, y en don­de sue­ñan con lucir a Soro­lla.

Pero per­do­nen que insis­ta en nues­tras jus­tas recla­ma­cio­nes y que asis­ta, un poco per­ple­ja, a esa idea pere­gri­na de la Espa­ña des­po­bla­da. Nos quie­ren vol­ver a torear la finan­cia­ción sal­tán­do­se la lógi­ca y adu­cien­do magia. Y no, lo pri­me­ro es dar­le sani­dad y edu­ca­ción, uno a uno, a todos los espa­ño­les que somos, noso­tros si se quie­re los últi­mos, que para eso ofren­da­mos glo­rias y lo que ha de menes­ter, pero ni un euro de menos, ni una infra­es­truc­tu­ra de más: que­re­mos el Corre­dor, lo que­re­mos ya, y que­re­mos que lle­gue a Denia. No sé si que­da cla­ro.

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