Un centenar de personas se dieron cita en el Club de Encuentro Manuel Broseta mientras jugaba Brasil al fútbol –martes, 15 de junio– con temperaturas bajo cero en el Mundial. Y el acto era objetivamente relevante, pues como dijo el presidente del mencionado foro de debate, Francisco Puchol, en un cuarto de siglo de vida de este espacio convivencial de la democracia valenciana, nunca se había acogido a un rector de la Universitat de València. Una anomalía que se desvelaba como síntoma de los desencuentros tan propios de nuestra sociedad.
Así pues, el acto tenía una lectura histórica importante y suponía, además, la primera comparecencia pública que no académica ni oficial del recién elegido rector de la UV, el prestigioso farmacólogo Esteban Morcillo, a quien presentó su “amigo” Javier Boix, el abogado penalista más solicitado, resaltando con una bien traída cita de Einstein el carácter divulgador del conferenciante.
Entre el público abundaban los componentes de la Junta de Gobierno y del Consejo Social universitario, los miembros del club anfitrión y bastantes periodistas, políticos de la oposición –Alarte…–, pero ni un representante de la administración autonómica si exceptuamos al presidente del Consejo Jurídico Consultivo, Vicente Garrido… ni de la local, apenas si algún alto cargo empresarial como el nuevo presidente de la Cámara de Comercio, José Vicente Morata, el vicepresidente de Bancaja, Vicente Montesinos o el gerente de AVE, Diego Lorente… ni dirigentes tampoco de otras universidades. Más patente puede que resultara, incluso, la ausencia de profesores o personal de la propia Universitat, dejando con lo justo a su nuevo rector. ¿Apatía, autosuficiencia…? Sí estuvo, y merece resaltarse, Vicent Soler, uno de los oponentes a Morcillo en las recién celebradas elecciones universitarias. Tampoco falló el delegado del Gobierno, Ricardo Peralta, que igual está para asistir a un concurso de arroces que a un acto de alto vuelo académico.
Ya en la conferencia, esta fue aportando su miga porque Esteban Morcillo se mostró como un orador fluído y de lenguaje preciso, sin florituras, descubriendo su condición científica. No hay adornos y sí mucha claridad en su retórica. Como cuando, nada más empezar, lanzó un mensaje de calado político al proponer que el edificio de la Nau acoja algún acto de homenaje a las víctimas del terrorismo. El gesto, dado el lugar en el que nos encontrábamos, tenía un valor indudable.
Se echó en falta algún rasgo crítico, alguna discrepancia siquiera de orden natural, pero Morcillo prefiere ser educado y sobrio, diplomático hasta lo extremo, y toda la primera parte de su intervención resultó una laudatoria descripción de los orígenes y naturaleza de la Universitat, de la herencia recibida, de los candidatos que le disputaron el rectorado, de los valores urbanísticos incluso de los desperdigados edificios, campus y centros de toda condición que atesora el patrimonio inmueble de la UV.
Al nuevo rector, sin embargo, le interesan otras esferas de orden competitivo en torno al conocimiento y las relaciones de la Universitat con el tejido productivo. Así, por ejemplo, subrayó los éxitos de la UV con los estudiantes extranjeros que ocupan ya el 23% de los cursos de posgrado que se imparten, o cuyos Erasmus tienen a Valencia como uno de sus destinos preferentes, con más de 2.000 matriculados anuales… o el aumento significativo de los cursos en inglés… Todo ello antes de repasar las diversas plataformas desde las que se incardina la relación de la Universitat con la sociedad, desde el Consejo Social a Adeit, el Parque Científico o las múltiples fundaciones que se localizan en el seno de la secular universidad valenciana. El rector citó, también, algunos de los puntos más llamativos del estudio que el IVEI –coordinado por Francisco López y José Manuel Pastor– presentó el otoño pasado para demostrar la capacidad de generación de economías de las universidades públicas valencianas. Presentación pública en el Palau de la Música que organizó, precisamente, Ruzafa Show.
Morcillo, por último, reivindicó el papel de la universidad en su misión para transferir conocimiento, “y no sólo tecnológico”, a la sociedad, donde también será necesario, a su juicio, disponer del “necesario ecosistema económico capaz de recibir” dichas transferencias. Si así concurre, la Universitat podrá ejercer como “un verdadero socio estratégico” del tejido productivo valenciano, y para ello dispone de una herramienta poderosa: el futuro Campus de Excelencia, donde convergerán con la Universidad Politécnica, para la que Morcillo no escatimó elogios. Una “gran” universidad, “complementaria en tantos aspectos”, y junto a la cual propone hacer de Valencia un poderoso “polo metropolitano” de conocimiento y de “atracción del conocimiento”. El mensaje fue diáfano.Umberto Eco troba la mar de simpàtic el Saramago més colèric i crepitant. O això diu al pròleg a l’edició italiana de l’abjecte El quadern de l’oracle lusità. Tan simpàtic que s’hi troba legitimat per a recordar-nos qui és José Saramago: tediós parabolista, recalcitrant estalinista, cursi teòleg autòlatra –“Déu és el silenci de l’Univers i l’home el crit que dóna sentit a aquest silenci”–, l’única autèntica veu d’esquerra de la galàxia –“L’esquerra no té la més mísera idea del món en què viu”–, ateu d’una incontinència atroç a l’hora de parlar de Déu. I d’un antisemitisme que intimidaria Voltaire –el seu principal mentor en l’odi al jueu. Amb profusió de simpatia, sens dubte, i també amb demolidora ironia, Eco, en “Un blogger anomenat Saramago”, ajusta les costures del descordat premi Nobel portuguès.
Sols hi posaria una objecció. Trobe que a l’hora de cosir-hi el pedaç antisemita, la seua agulla ha estat massa compassiva, complaent, al capdavall tergiversadora: “Ningú no té en compte, això no obstant, que quan parla d’Israel Saramago pensa en Jahvè, déu rancorós i feroç’, i en aquest sentit no resulta més antisemita que anticristià, ja que per a cada religió intenta passar comptes amb Déu –que, s’anomene com s’anomene en els distints idiomes, li cau rematadament malament.”
Saramago, més que odiar Jahvè, odia el poble que va crear Déu, sembla, del no-res: “Els comptes amb Déu no són definitius però sí amb els homes que l’inventaren.” Odia el poble del Llibre i odia el Llibre: “Em resulta difícil de comprendre com el poble jueu ha fet de l’Antic Testament el seu llibre sagrat. Això és un doll d’absurds que un home sol seria incapaç d’inventar: van caldre generacions i generacions per a produir aquell monstre.” L’antisemitisme és una passió que, combinada amb la megalomania, et porta inexorablement a fer el ridícul. Pot haver-hi res tan irrisori com un premi Nobel de literatura titllant de monstruosos els llibres dels Salms, el Càntic dels Càntics, el llibre de Job, l’Eclesiastès, els llibres dels Macabeus, els llibres dels Profetes… el fèrtil humus de bona part de la millor literatura universal?
Amb qui Saramago manté un contenciós existencial és amb el poble d’Israel i no tant amb el Déu d’Israel –i menys amb els seu plagi cristià (“El Déu dels cristians no és aquest Jahvè”) i no diguem musulmà: Al·là i l’Alcorà són intocables per al selectiu ateu. Un bregós cos a cos –l’egòlatra baladrer contra el poble de Déu– que Saramago busca i no defuig: “I si els jueus reaccionen no em sorprendré, ja hi estic habituat.” Jahvè és un Déu rancorós i feroç perquè els jueus són un poble rancorós i feroç. Sí que és simpàtic, i grotesc, senyor Eco, aquest pallasso fosforescent d’odi. I ara torna a flamejar amb un nou llibre que es titula, fa riure de tan previsible, Caín, la marca del jueu. Només espere amb més ànsia la ressenya que en farà Vicent Alonso, traductor al català del jueu Montaigne i exsangüe entusiasta del blogger Saramago, l’antisemita simpàtic d’Eco.
José Saramago Umberto Eco Este es el tiempo previsto para el trayecto en AVE, a partir de diciembre. La verdad es que la inminente inauguración de este nuevo medio de transporte para los valencianos no ha podido ser más oportuna. La rapidez y comodidad, y esperemos que el coste del mismo, va a generar muchas oportunidades para los valencianos. Esta novedad ha dado lugar a muchas elucubraciones, como si van a venderse más apartamentos en nuestra costa, si el turismo en nuestra ciudad va a salir beneficiado, si los negocios podrán aprovechar el acercamiento de la Villa y Corte, etc.
Sin embargo, es conveniente analizar la circunstancia con una óptica diferente, en especial ahora que se ha confirmado que nuestra principal Caja de Ahorros deja de estar en manos de los valencianos, y la siguiente, en manos de los alicantinos.Así pues, interesa saber qué oportunidades de trabajo y de negocio se nos plantean a los de aquí, allí. Pues, sin duda, más importante va a ser éste fenómeno que el contrario. Madrid va a estar más cerca para los valencianos que Valencia para los madrileños. Al fin y al cabo, desde la capital se pueden escoger muchos aves, pero nosotros sólo podremos coger uno, y ya se sabe, “ave que vuela, a la cazuela”.
Pongamos los datos sobre la mesa. Mientras que en nuestra Comunidad el paro sobrepasa el 20%, en Madrid se sitúa en torno a la mitad, y su renta per cápita es un 35% superior a la nuestra. Por lo que, de entrada, es fácil colegir que el flujo importante será el de salida de valencianos en busca de oportunidades, mientras que el de entrada será de veraneantes o jubilados. Esto no es ni bueno ni malo, en principio. O mejor dicho, bueno y malo al mismo tiempo. Bueno porque se abren posibilidades y oportunidades a quienes ahora no las pueden tener con tanta facilidad en nuestra tierra. Malo porque nuestro mejor talento encontrará una tierra más fértil en la que cultivar su potencial de creatividad y actividad. Si a ello le unimos el hecho de tener que negociar y obtener la financiación necesaria para los proyectos empresariales lejos del distrito financiero de nuestra ciudad, ya me puedo imaginar los vagones del rápido a rebosar de valencianos emprendedores en dirección al centro del país, y de castellanos con bermudas y sandalias en dirección a las deseadas metas de las banderas azules.
¡Toda una revolución social la que se nos AVEcina oiga! No sabemos como afectará todo ello a nuestra compañía aérea de bandera regional, ni a su alianza one world (o “Juan Gol”, como dicen los castizos).
A Manhattan líquid, Llibert Ferri ens confessa –tot el llibre és una confessió una mica kitsch– que la incògnita de l’Holocaust que més l’apassiona és per què les víctimes jueves no es van revoltar: “Per què no es van enfrontar amb els botxins en lloc de cosir-se obedientment, dòcilment, l’estrella de David a les jaquetes? ”No l’atrau el misteri de la no-rebellió de més de 600.000 gitanos que també hi foren massacrats, ni tan sols es planteja d’esbrinar les causes de la resignació amb què dotzenes de milers d’homosexuals amb l’estrella rosa cosida obedientment, dòcilment, a la jaqueta foren duts a l’escorxador. No, a ell, jutge obsedit i selectiu, allò que l’encaparra és per què milions de xiquets, dones i vells d’Israel, segregats i abandonats per Europa, no esdevingueren coratjosos partisans –sí que ho foren molts joves jueus, des del gueto de Varsòvia a la França resistent, val a dir. Coherentment, els perpetradors –l’Alemanya, l’Europa nazis– no ocupen el més mínim espai en les sòrdides cabòries de l’arendtià Llibert Ferri. Perquè l’escandalosa petulància moral necessària per a jutjar i condemnar les víctimes jueves de la Shoà en comptes dels victimaris és patrimoni original de Hannah Arendt, la reconeguda inspiradora del descens a la ignomínia de Llibert Ferri.
L’autora d’Eichmann a Jerusalem va ser la primera que hi va denunciar el poble d’Israel exterminat pel nazisme per no haver estat l’heroi d’òpera wagneriana que exigia aquell “núvol problemàtic en marxa” (M. Burleigh) per aplacar els seus inferns íntims. Olímpica –filla incestuosa de Heidegger, la seua inclinació àtica la va penetrar molt endins–, Arendt encara va més lluny que el seu sequaç líquid i hi arriba a acusar Israel de col·laborar en la seua pròpia destrucció a través dels Consells Jueus.
Els jueus, còmplices passius per no haver-se rebel·lat. Els jueus, còmplices actius en el seu genocidi.Per a reblar el clau de la sinistra equiparació entre víctimes i victimaris, que és la tesi central del seu verinós pamflet, la pomposa Arendt hi considera que Eichmann –fanàtic cervell executor de la Shoà– era una vulgar peça mig dèbil mental d’un engranatge tecnocràtic aniquilador que ningú no podia controlar –d’ací ve la seua famosa i vàcua consigna periodística de “la banalitat del mal”. Una anàlisi heideggeriana de l’Holocaust que aboleix la frontera entre la víctima –indolent en l’autodefensa, diligent en l’autoextermini– i l’adotzenat botxí robòtic. La víctima, culpable. La víctima, suïcida. El victimari, poca cosa més que un majordom de la Tècnica.La radical banalització i l’inici del revisionisme de l’Holocaust d’una jueva antisionista d’una insondable covardia física i moral que va abocar la seua consciència ferida de desertora i el seu exculpatori vòmit heideggerià sobre el seu poble en flames. Heus ací Eichmann a Jerusalem –o era Heidegger? Covarda i desertora, en efecte. El maig del 1941, Arendt va abandonar els joves hebreus que havia ajudat a emigrar a Eretz Israel des de França, i va fugir esperitada als EUA. Jueva i encara sionista, no va dubtar gens a deixar enrere el seu poble sota el colossal poder d’un totalitarisme judeocida ben engreixat per la guerra. No va ser capaç de salvar ni el seu fràgil amic Walter Benjamin. Vint anys després, ja distingida i turbulenta pensadora nord-americana, va anar a Jerusalem a demanar comptes davant del món a les víctimes de la Shoà –a Walter Benjamin, en primer lloc– pel seu indecorós esperit guerrer –no com ella, una Judith del poble d’Israel. La covarda desertora donant lliçons de resistència i dignitat a sis milions de cadàvers jueus perfumats per la metafísica de la terra i la sang de “l’últim romàntic” –així de tendra definia una Arendt post-Holocaust al seu amant nazi Heidegger. La Hannah Arendt d’Eichmann a Jerusalem és una torturada, heideggeriana, sumptuosa cretina moral. I, sempre fecunda, l’origen de l’antisionisme postestalinista jueu prou-de-víctimisme-amb l’Holocaust, Israel, tan generosament editat a Mallorca per Lleonard Muntaner. Prou d’Holocaust, per no defensarse i fer xantatge victimista. Prou d’Israel, ara, per defensar-se massa. Per a Arendt i els arendtians, de Manhattan a Mallorca, Israel mai no va a l’hora. L’hora del lleganyós rellotger Ahmadinejad, el nou avatar de la banalitat del mal.
Si tuviéramos que resumir la historia de los acontecimientos económicos internacionales recientes, podríamos empezar haciéndolo al modo del Diario de Bitácora de un buque: “Trigésimo cuarto mes de temporal del norte, escasez de víveres, moral de la tripulación bajo mínimos, viento y oleaje arreciando, vías de agua importantes, visibilidad nula…”.
Porque treinta y cuatro son los meses transcurridos desde el estallido de la burbuja subprime en EE.UU. (mediados de agosto de 2007), que dio inicio a todo el resto de acontecimientos que venimos experimentando en nuestro particular buque llamado “España”.
Lo que empezó siendo un problema de liquidez se convirtió en un problema de solvencia bancaria, para desembocar en otro (el actual) de liquidez y solvencia soberana. ¿Que cuál será la próxima etapa? Los antecedentes históricos no son muy halagüeños, y esperemos que esta vez los gobernantes actúen con más prudencia y menos demagogia, de lo contrario veremos pronto aparecer en escena “salvadores de patrias” disfrazados de cualquier tipo de uniforme.
Pero como uno es optimista por necesidad (no por naturaleza), vamos a pensar que es posible reconducir la situación hacia una negociación win-win, entre países deudores netos y países acreedores netos. Para ello, no es desdeñable la idea de una conferencia internacional, que aborde temas pendientes entre naciones que deben y naciones que acreditan, para que unas paguen (creciendo) y otras cobren (con seguridad).
Mientras tanto, como país deudor, hay deberes ineludibles, aunque dolorosos, que deberían haber comenzado antes de las últimas elecciones generales. La primera, reconocer que somos entre un 20 y un 30% más pobres de lo que creíamos y, por lo tanto, para hacer frente a los pagos tenemos que vender patrimonio, y reducir los gastos en una proporción similar.
Y esto vale tanto para particulares y empresas como para la administración pública. Los primeros empezaron hace tiempo a enderezar el rumbo, urgidos por el director de la sucursal bancaria que nos prestó. La segunda, acaba de empezar desde que en Moncloa sonaron los teléfonos de varios dirigentes de países acreedores.
Al menos servirá para comenzar una travesía larga y dolorosa, pero necesaria, para llevar la nave a buen puerto.
BLOG OPTIMISTA PARA SUPERAR LA CRISIS (2)
The party is overThe party is over Quizás sea esta la más temida de las frases para los quinceañeros de todo el mundo. Y tengo la sensación de que lo sea también para gentes de todas las edades y condiciones en nuestra sociedad. Porque vivimos en un mundo en el que la ilusión cuenta más que la realidad, y las malas noticias no se admiten, hasta que los hechos superan la realidad misma.
Aunque la tozudez de los datos lleva mucho tiempo constatando la dimensión del revés del entorno económico, pocos son los que lo manifiestan, y los pocos que lo han hecho, han sido denostados por el resto. Sin embargo “esto es lo que hay”. Y como no hay crisis sin resurgir, ni auge sin declive, veamos la botella medio llena, y concluyamos que, cuanto antes afrontemos los problemas, antes los resolveremos.
Desde hace pocos días crece el rumor, rugen los mentideros, dicen que han oído quienes estaban donde se dijo, cuentan que fuentes siempre bien informadas, dan por hecho el inminente anuncio del enlace de nuestra novia financiera con un apuesto banquero que hace rato era de ámbito mundial. Y dicen las mismas fuentes que exige dote, la quiere sacar de su pueblo, y cambiarle el apellido.
Los padres de la novia no pasan por su mejor momento. Al padre no le llega la camisa al cuello por culpa de un enemigo que le quiere hacer un traje a medida en los juzgados. La madre, ay la madre, sólo tiene tiempo para ocuparse de su casa y no quiere saber, o no sabe, de líos de su hija casadera. Y quien dirige el cortejo parece que no tiene más remedio que asegurarse un buen sitio en el banquete.
Y mientras, amigos, deudos y bienhechores de la novia se sienten despechados y preocupados por si la sábana nupcial se expone al día siguiente con, o sin mancha de virginidad. Porque si no se constata la virginidad, empezará la búsqueda de culpables, responsables, irresponsables y sacamantecas locales. Y ¡amigo!, entonces se puede montar una buena. Y además, para entonces, lo de arreglarlo tomando un cortadito en una cafetería de la calle Lauria o Pintor Sorolla, ya no valdrá de nada.
Nos quedamos sin interlocutor financiero cuando más falta nos hacía. Con la de paellas que algunos habían invertido… Me cuentan que unos cuantos destacados del ranking de la deuda local ya han contratado al cocinero de Lhardy para que les instruyan en el noble arte de la elaboración del imprescindible (a partir de ya) cocidito madrileño.
Esto que he contado es muy nuestro: montar un show espectacular, y culminar la puesta en escena, quemándolo.
El concejal Alfonso Novo está dispuesto a revolucionar la ciudad. No se basa en la nada, sino en una constante multiplicación del uso de las bicicletas para desplazarse por Valencia, una metrópoli de orografía llana y clima suave, con un tercio de su población en edad joven y casi un quinto de la misma en circunstancias universitarias. A la bicicleta valenciana, pues, sólo le faltaba el empuje político así como una ordenanza reguladora y Novo ha sido quien ha tomado el testigo. A partir de este mes y a lo largo de lo que resta de primavera y del verano, la ciudad se llenará de bicicletas: ahorraremos energía, ganaremos en salud y en mejora del medio ambiente, le echaremos un pulso al stress y hasta veremos florecer viejos/nuevos oficios dedicados a la mecánica ciclista. Las calzadas ya están llenas de señales, entre otras las que obligan a las bicis a bajar de la acera para no perturbar al peatón.
Todo ello mientras vuelven a rugir los motores de la Fórmula 1 en los que también confía Emilio Botín para relanzar su Santander-Ferrari, sobre la que ha depositado una de las mayores campañas publicitarias que se recuerda. Y prácticamente al mismo tiempo las casas de electrodomésticos y las cerveceras apuestan por la Roja en el Mundial para levantar la moral de un país, el nuestro, realmente necesitado de alguna alegría.
Los expertos en marketing y en psicología lo vienen señalando: cuando peor están las cosas más necesario es invertir en herramientas que nos ayuden a vender, más necesario es confiar en el futuro, en nuestras capacidades. Y créanme, este país tiene muchas potencialidades, esta ciudad las tiene casi todas, pero es necesario creérselo, trabajar, apostar por el mérito y la formación antes que por la suerte o el peloteo. Necesitamos creer en nuestros políticos y en nuestros formadores como creemos en nuestros deportistas.
No debe ser tan difícil convencer a los acreedores de España –la banca alemana, China, EEUU…– que somos fiables, que seguimos siendo una de las reservas creativas de Occidente, un pueblo comercial, un lugar donde se sabe vivir, donde se practica la mejor cocina o se pueden criar grandes vinos. Así que elevemos la frágil moral, estamos a la vuelta de un nuevo verano, del apogeo de las terrazas y de la alegría de las noches. Y podemos hacerlo en una cómoda bicicleta.Mientras, agónico, el Gobierno de la nación aprobaba el recorte salarial de los funcionarios y la congelación de las pensiones por un solo voto, abocando al país a unas previsibles elecciones anticipadas, el mundo del fútbol, como quien vive en Marte, se desayunaba con la penúltima de Florentino Pérez anunciando el fichaje del portugués más polémico y seductor, Jose Mourinho, a razón de 10 millones de euros al año. Escalofriante suma que viene a añadirse a los estrambotes del verano pasado cuando se ficharon por cifras desorbitantes a Cristiano, Benzemá, Kaká y otros mientras el Barcelona hacia lo propio con Ibrahimovic.
A mi, todas esas cantidades, que quieren qué les diga, se me antojan pornográficas. Puede que el año pasado no lo parecieran tanto –Zapatero todavía no había reconocido la gravedad de la crisis–, pero en plena catástrofe de la deuda pública española y con el fantasma de la deflación a las puertas, esto de ahora no tiene justificación posible. ¿Se imaginan algo así en la liga de beisbol americana en 1930? Roosevelt hubiera intervenido, seguro. Y aquí, de hecho, Michel Platini postula una regulación con topes salariales para el fútbol europeo.Hay quien piensa, sin embargo, que el Madrid o el Barça están legitimados para gastarse esos dinerales porque tales fichajes les producen un retorno en forma de beneficios por derechos y mercadotecnia. Hasta cierto punto. La realidad es que los derechos de televisión son un bluff que amenaza con dejar en quiebra a alguna que otra empresa de comunicación, con precios inflados y un apalancamiento financiero inaceptable a día de hoy. Por no hablar de las recalificaciones históricas de suelo que saldaron las grandes deudas de nuestros grandes clubes a los que, recordémoslo, no se les aplicó la ley de sociedades anónimas, ley que, sea dicho de paso, apenas si ha servido para nada porque aún está por ver que se encause a algún administrador futbolístico por delito societario o gestión dolosa. Y mira que hemos visto pufos en el mundo del fútbol, y extravagancias, como que el Levante UD, en concurso de acreedores, bajo la férula de Quico Catalán, esté a punto para subir a Primera.
Con tales circunstancias y con el Valencia CF practicamente intervenido a causa de su deuda y las obras del nuevo estadio paradísimas, se produjo el traspaso de David Villa a uno de nuestros grandes rivales envuelto en una aureola de inevitabilidad. Y puede que a este siga el de Silva u otros –Zigic ya se ha ido, Viana o Miguel casi…–. Veremos cómo se les recibe el año próximo en Mestalla, ante una afición que sabe premiar a quienes se comprometen más allá del deber, y a la que nunca podrán emular los futbolistas en sus emociones como bien dijo Carboni en la retransmisión de la final de la Champions.Lo que el fútbol todavía no ha perdido es la capacidad crítica de sus periodistas, a pesar de las enormes tentaciones que circulan por los despachos de intermediación. En relación con el Valencia, por ejemplo, les recomiendo el programa Deportes a tope que dirige Paco Lloret en la Popular TV, o el siempre hiperbólico Julio Insa, quien se ha hecho con el mando de Canal 8 Televalencia. A caballo entre las teles y el papel, no dejen de seguir a Tito Bau, el ex de Súperdeporte, así como el latigo bloguero de Gauden Villas en el propio periódico deportivo, el único de militancia única en el valencianismo.
Con todos ellos seguiremos la pretemporada no sin antes habernos recreado con el Mundial sudafricano, un campeonato que viene avalado por grandes firmas cerveceras –genial la cata de rubias que le dedica Diego Fernández Pons en el Almanaque Gastronómico de Ruzafa Show–, y por la crisis despertada en el Carrusel de la Ser con Paco González y las películas de Tele5 en torno al pobre J.J. Santos, cuyas locuciones de la Uefa League han sido penosas. A todo esto aterriza De la Morena en pleno campus de la Politécnica. Un bollo periodístico del que igual podremos salir si leemos con fruición el texto dedicado al gremio por el poeta futbolero Carlos Marzal: “En uno de los volúmenes de sus memorias, el escritor húngaro Sándor Marai, que trabajó durante años como reportero, como columnista en los diarios, traza la mejor definición del periodismo que he leído nunca. El periodismo, dice, es una condición nerviosa.Seguro que no se trata sólo de eso, pero consiste en eso esencialmente: un temperamento, una actitud ante el presente, una disposición del carácter con respecto a los hechos del mundo.
Los periodistas son individuos que no se pueden estar quietos. Que no saben estarlo, que no quieren estarlo. Culos de mal asiento por destino, por vocación…”Hacer las cosas bien parece fácil. No lo es. Es como en esa película de Juan José Campanella, El hijo de la novia, cuando el personaje que interpreta Ricardo Darín ve cómo bailan sus padres y hace esa reflexión: ver hacer las cosas a los demás parece mucho más fácil que hacerlas tú mismo. Cierto. Educar a los hijos es como el baile de esa pareja de viejos de la película. Ves cómo lo hacen los otros, y tienes la sensación de que es pan comido. Nada más lejos de la realidad. El otro día, en un parque, había una madre columpiando a su hijo a mi lado. El niño, que en septiembre cumplirá cuatro años, se giró y le ordenó: empújame más fuerte, tonta. ¿Qué creen que hizo la madre? ¿Bajarle del columpio? ¿Sentarle en un banco? ¿Llevárselo a casa? ¿Reñirle? ¿Explicarle que no se debe insultar? ¿Empujarle más fuerte? Aquellos de ustedes que hayan escogido la última opción han acertado. Ni se inmutó. A los pocos minutos, este mismo niño se acercó a otra niña que lloraba porque se había caído y también la insultó. La llamó loca, llorona y boba. Por supuesto, la madre del niño tampoco le recriminó su comportamiento, para disgusto de la otra madre y para espanto mío. Me acordé de la película. Y me entró miedo. Tal vez hacer las cosas (tan) mal sea (mucho) más fácil de lo que parece.
Toda la prensa norteamericana y europea, como el Wall Street Journal o el Financial Times, entre otras cabeceras, pone en tela de juicio la capacidad de nuestros actuales dirigentes para conducir un continente, una Unión Europea de veintisiete naciones, con la precisión e inteligencia que sería necesario en un camino de emergencia como es el de la crisis. La verdad es que no tenemos más remedio que inclinar la cabeza ante sus razones.
La más cínica de las pretensiones de Rodríguez Zapatero como ejerciente de la presidencia de la U.E. durante seis meses, es que él va a tratar de la crisis a los países que ya están saliendo de ella, y que nos miran con conmiseración porque nuestras situaciones, en todos los sentidos, son atroces, y el mismo presidente ni sabe ni quiere tomar medidas ejemplares por si pudieran ser motivo de alejamiento de los votos, se supone. Es totalmente ridícula su afirmación de que “la tierra es del viento”, y las mentes calvinistas de la mayor parte de la naciones europeas, mucho más prácticas, no entienden estas retóricas grandilocuentes que no dicen nada. Ven pragmáticamente la situación de España, donde este Gobierno va para ocho años de mandato, y comprueban el fracaso más absoluto. De una nación respetada y admirada en Maastricht hemos llegado a ser la peor situada en el ranking actual. La crisis ha afectado a todos, pero nosotros teníamos los cimientos muy débiles aún.
Nuestro triple escenario económico es el siguiente:
El mercado laboral, con un paro de más de cuatro millones de trabajadores, sin contar los que hacen cursillos que no se computan, indica la gravedad de la situación. El problema es estructural y en vez de ponerse del lado de los sindicatos –son más votos–, el Gobierno debería acudir a sujetar al mundo empresarial que se derrumba.
El sector financiero necesitaría una concentración tanto de cajas, como la despolitización de las mismas, y a la vez un proceso de concentración bancaria.
En cuanto al sector exterior, nos encontramos con que es el gasto público el único remedio, vía deuda, para avivar el consumo y la demanda. Puramente keynesiano. El déficit ya está cercano al 10% del PIB y la deuda, impresionante, se acerca al 6% del PIB con los gastos financieros correspondientes, intereses, y una calificaciones de la misma a la baja por las principales agencias de rating.Gran revuelo mediático. El súper jurado de la revista británica Restaurant ha elegido a los 50 mejores restaurantes del mundo, como cada año. Durante el último lustro, El Bulli de Ferran Adrià acaparó el estrellato, el número uno. En la última convocatoria, sin embargo, ha sido superado por el joven danés René Redzepi, cocinero del Noma de Copenhague y cabeza visible del movimiento de la nueva cocina escandinava que preconiza una especie de neonaturalismo y un radical uso de los vegetales.Vayamos por partes y sobrepongámonos al revuelo de los titulares periodísticos. Lo primero que debemos considerar es la validez de la lista de los World’s 50 Best Restaurants que confecciona la citada publicación. Para dar con ese panteón culinario, los británicos promueven a un jurado donde figuran las academias gastronómicas de casi todo el mundo, así como los mejores cocineros, críticos y escritores de cocina en función de la importancia de cada país. Más o menos se atiende a un cierto equilibrio y dentro de las habituales normas de rigor, juego limpio y saber hacer del espíritu competitivo inglés.
Conviene saber que el peso de los príncipes electores españoles en ese tribunal mundial debe estar en torno al 5% como mucho, siendo bastante mayor el peso de franceses e italianos, lo cual, de momento, es justo si atendemos a la tradición de cada cual. A pesar de ello, el éxito de los restaurantes españoles es indiscutible en los últimos años. No sólo es que Adrià ha sido coronado cinco años seguidos como el mejor de los mejores, es que Joan Roca aparece el número 4, Mugaritz de Andoni Aduritz el 5 (estos dos han intercambiado posiciones), Arzak el 9 y Martín Berasategui el 33. No está en la lista, y nos parece un olvido imperdonable, nuestro Quique Dacosta (el 6 del mundo según García Santos, justo una posición por debajo del Noma de Redzepi). Pero ojo, entre los diez primeros de los World’s 50 no aparece un solo restaurante francés, y mitos vivientes como Michael Bras, padre del coulant de chocolate y de la garguillou, apóstol de la cocina naturalista precisamente, han desaparecido del mapa de esos 50 mejores de modo inexplicable. En cambio hay que notar la progresión de los restaurantes estadounidenses –donde muchos sitúan el futuro de la alta cocina–, escandinavos, japoneses y centroeuropeos.Pero conviene tener en cuenta, además, que la sucesión en el primer puesto del ranking se ha producido poco tiempo después de que Ferran Adrià anunciase su decisión de cerrar provisionalmente el restaurante de Cala Montjoi para reflexionar sobre el futuro. Adrià sigue siendo un creador inquieto pero la tensión del liderazgo ya no le motiva, prefiere construir sin presiones, en manos de una fundación. Y téngase en cuenta, además, que sobre Ferran y su hegemonía apabullante habían empezado a surgir voces críticas, particularmente en Francia, donde ven con preocupación –cultural y económica– que desde España se esté liderando el mundo de la cocina.
¿Todo ello significa que el joven danés es mejor cocinero que Adrià? Ni mucho menos. Ni por asomo. Pase lo que pase de aquí al futuro, a Ferran Adrià ya nadie le podrá cuestionar que ha sido el gran renovador de la cocina contemporánea. Si se me permite cruzar la frontera de las clasificaciones, diría incluso que Adrià hace tiempo que dejó de competir con el resto de sus colegas porque su contribución a la cocina es tan revolucionaria desde el punto de vista conceptual que no hay dudas de que estamos ante el más grande creador y rupturista gastronómico de la historia. Adrià, como decimos en Valencia de las grandes fallas, está fuera de competición, en otra categoría –como los gigantes puertos del Tour–, en la de los mitos de la historia culinaria: Taillevent, Escoffier, Bocuse o Ducasse, a los que ha superado con creces.
Ferran Adrià seguirá siendo el mejor porque es una leyenda. El propio Redzepi, no se olvide, se formó junto a él en Roses. Y lo que conviene a la cocina española en su conjunto es aprovecharse de ello, recordarle a las autoridades públicas que la buena reputación de la cocina española es la mejor campaña de promoción turística posible y que el sector de la restauración necesita de más mimos: de ivas súper reducidos para ganar en competitividad, de programas de mejora y modernidad, de promociones… de apoyo mediático… En la gastronomía nos va media vida y Ferran marca la línea del talento, el trabajo y la autoestima. Por todo ello, que la Universidad Politécnica de Valencia le haya otorgado el doctor honoris causa junto a nuestro gran pastelero, Paco Torreblanca, es todo un honor y una maestra jugada de nuestros politecs.El próximo jueves 13 de mayo, Ruzafa Show, la editora de esta revista, les tiene convocados para celebrar los primeros Premios de la Moda y el Diseño bajo el impulso de la otra revista del grupo, Tendencias en VLC, líder y referente informativo de la moda en Valencia. Esa noche tendrá lugar una gran fiesta con cena incluida, servida por el extraordinario equipo de La Sucursal: Javier y Cristina Andrés, Jorge Bretón, Manoli Romeralo… y cuyo objeto será benéfico, en favor de la ong Aspadis, la asociación del padre Vicente Aparicio dedicada a los niños discapacitados psíquicos.A esos niños solemos olvidarlos, huímos de su situación. Hemos construido entre todos un mundo que oculta las desgracias, que no afronta el dolor. Pero esos niños están ahí. Aspadis se hace cargo de ellos en cuatro residencias situadas en Polinyà, Alberic y Carcaixent. A ellos dedicaremos el glamour y la innovación, porque no son incompatibles, no lo deben ser. Como decía Balzac, la moda explica todas las revoluciones de Francia, y la última revolución en la que andamos embarcados no es otra que la de la solidaridad. Gracias, también, a la Asociación de Impositores de Cajas de Ahorro, que apoya esta iniciativa y se han volcado con la misma.
Esa noche les recordaremos a todos por el rabillo de la buena conciencia y la humanidad, mientras se desvelan los veinte ganadores de los premios. Galardones para la moda a través de diseñadores, modelos, fotógrafos y hasta periodistas y empresarios. Premios también para el diseño a arquitectos, interioristas, gráficos o creadores industriales. Y dedicaremos también nuestro reconocimiento a quienes a lo largo de una larga y rigurosa trayectoria han dado lo mejor de sí por la moda y el diseño valencianos.Un amplio y prestigioso jurado presidido por la diputada Alicia de Miguel, será el encargado de otorgar las distinciones. Un jurado con Pérez Arroyo, Cristina Cabrelles y Cristina Giménez, Nacho Jiménez de Laiglesia, Begoña Ricart, Beatrice de Orléans, María León, Ángel Schlesser, Tomás Gorria, Nieves Torralba, Nicolás Vaudelet, Rodríguez Sieiro, Pascua Ortega, Mayrén Beneyto o la propia Consuelo Císcar, conformando todos/as ellos/as un grupo potentísimo. Un jurado para unos premios que distinguirán a los mejores y que se sustancian en un objeto artístico, una hermosa escultura creada por la artista Deva Sand, cuya pieza-collage recuerda los geniales ensamblajes de los tiempos de las vanguardias. Allí les esperamos con toda la ilusión para consolidar la gran cita anual de la moda.
Como nos espera el maestro Conejero, el mismo, el inigualable, con su vuelta a los escenarios, de la mano de quién si no, el príncipe de Dinamarca, Hamlet, que en las manos de Manuel Ángel Conejero se convierte en todos nosotros. En el Olympia, el teatro privado que arriesga más acá de las subvenciones. Un diez para Enrique y Mª Ángeles Fayos.Marzo, por si no lo saben, es uno de los meses grandes de Valencia. Empieza el calorcito, han florecido los almendros al norte y los cerezos del sur están en ello… huele a brisa ligera pero también a pólvora y ruido, y comienzan los peregrinajes por la urbe. Rumbo a la plaza –del Ayuntamiento, de todos– para cumplir con el ritual de los masclets, o camino del río las noches de castillos de fuegos o hacia la Virgen cuando hay ofrenda.
Se vuelve a caminar la ciudad aunque sea en pocas fechas y tachonada de multitudes, y nosotros proponemos desde nuestras páginas una buena oferta gastronómica para aprovechar la mascletà o cualquier otra escusa y andar de tapas, o sentarse a comer, da igual. Aunque es cierto que a la ciudad deberíamos andarla más, sobre todo en primavera, o tenerla con más árboles de sombra para cuando lleguen los calores. Como en Nueva York, donde las aceras son gigantescas, o como en Berlín, toda arbolada. Es una petición a nuestra alcaldesa, Rita Barberá, ahora que ella pide ideas para la Dársena una vez los americanos se han llevado la copa de vela a California. ¡Cuánto echaremos de menos la salsera gigante, esa que atraía a los ricos que tanto hacían por nuestros comercios, hoteles y restaurantes! Por falta de ideas no será, se las daremos.
Menos mal que nos queda parte de la otra California, la de la mansión sobre Antibes donde Picasso se juntó con Jacqueline y puso el mundo del arte patas arriba. Dibujos, libros y fotografías de aquella época picassiana pertenecen, chino, chano, a la colección de Bancaja, y ahora podemos admirarlas en su fundación, en la plaza de Tetuán. Con todo ello y más Bancaja podría crear un poderoso museo de arte sobre papel –el San Pío V tiene miles de dibujos sin mostrar al público–. A lo mejor en la antigua Harinera del Grao camino de la Dársena, o en el Edificio del Reloj. ¿Buena idea?
Coincide Picasso, además, en el IVAM, donde sirve de punto final y corolario a la exposición dedicada al modernismo que empieza con Gaudí y repasa en especial la pintura y escultura españolas que se sumaron a ese primer movimiento de modernidad que tuvo lugar a finales del siglo xix, con figuras como el propio y más joven Picasso o el primer Julio González.
No hay nada de vanguardista en ello pero si de evocador. Me quiero referir a la deliciosa exposición de miniaturas que dedica l’Iber con apoyo de Caja Murcia al tema del colonialismo inglés en la India. Lanceros bengalíes, maharajás y cuanto a los fanáticos de Kipling se les ocurra: Si llenas un minuto envidiable y cierto, de sesenta segundos que te lleven al cielo.…Justo cuando emergían las críticas el IVAM se descuelga con una de las exposiciones grandes del año. Malas calles, rendido homenaje a Scorsese en el título por parte de José Miguel Cortés, uno de los penúltimos comisarios de tesis que aún quedan. No deja de ser curioso que Cortés reaparezca como socorro del Ivam, Cortés, uno de los pocos teóricos del arte al que puede encajarle la consideración de crítico, cuando resulta que la asociación que agrupa a los autointitulados como tales se descolgaba con un manifiesto pidiendo prácticas más democráticas –¡sic!– en los museos valencianos. Dejemos de lado la cuestión de a quién representa Avca. Lo paradójico, decía, es el regreso del comisario y de la exposición de tesis al Ivam en un momento como el presente. Exposición de tesis, con montaje de gabinete, incluyendo salitas de estar, y muchísima papelería, citas literarias y abundantes ideas filosóficas rotuladas en las paredes –que no falte la filosofía en el arte, por favor… Lleno hasta la bandera en la inauguración y de buenos paladares, con puesta en valor de los fondos del museo, muchos adquiridos en la época heroica de Vicent Todolí. Piezas extraordinarias de Grosz, Rodchenko, Basilico o Hamilton por citar a unos pocos de entre los grandes, y fotografías realmente notables de Ed Ruscha o Dan Graham –las de Cindy Sherman son de tono menor, con todos los respetos y admiración a la artista de Nueva Jersey. En suma, un festín para la sociedad de consumidores artísticos.Una alegría que debería servir para restañar heridas al hilo de las eternas disputas que tienen lugar en el ámbito del arte contemporáneo, muchas veces oficiadas por el temperamento apasionado del propio universo artístico, por su cúmulo de teoría y valoración crítica –amén de su compromiso social que diría Borja Vilell–, pero también por el exceso financiero que hay en juego en muchas otras ocasiones. Ni son nuevas las peleas ni carecen de sentido. Recordemos, por ejemplo, las trifulcas que se han perpetrado en Arco, los ríos de sangre que hemos visto correr y, finalmente, lo que ha devenido es la floración de hasta cinco ferias o festivales artísticos en el mismo Madrid y en las mismísimas fechas: Arco, Just Madrid, Art Madrid, Dearte y Flecha, cada una a su bola y con su principio programático por montera. Lo cual tampoco es nuevo, ha empezado a ocurrir en todas las grandes ferias internacionales –Basilea, sin ir más lejos–, y ha ocurrido siempre, por ejemplo con los salones de los refusés. Quiero decir que en el arte se suelen armar muchas camorras pero que, al final, estas luchas de poder por el estatuto forman parte de la naturaleza misma del arte, cuyos vaivenes jerárquicos producen vértigo a lo largo de los tiempos. Entre tanto, un servidor anuncia su regreso al Ivam, el retorno al proyecto de la modernización de nuestra casa que, conviene recordar, tiene pendiente su proyecto de ampliación, colosalmente tenue y tecnológico.
En el mismo IVAM, precisamente, tuvo lugar hace unas semanas la sesión de trabajo, tormenta de ideas o braimstorming, a propósito de las posibilidades tecnológicas de la ciudad de Valencia. La jornada estuvo auspiciada por AVE, cuyos directivos seguían hablando de las posibilidades de renovación de la industria tradicional valenciana, esto es, el calzado, el mueble, el juguete… sectores a los que, sin negar esa posibilidad de refundación, no vemos con muchas posibilidades de convertirse en la locomotora económica que necesitamos para el futuro. Invitados suizos, norteamericanos y brasileños opinaron, en cambio, de un modo mucho más abierto: puesto que lo que se transforma es el paradigma no hay nada que nos obligue a continuar con nuestros seculares atavismos. Lo que hay que crear son nuevas vías, nuevas formas, amén de las reinvenciones. A veces la economía funciona como el arte y vive épocas, como la presente, de completa transformación. Habrá, pues, que buscar entre los innovadores, entre los jóvenes que pululan los campus de nuestras universidades, como esos chicos –dos estudiantes de Bellas Artes y uno de Informática del Politécnico– que han empezado a trabajar para la Pixar de Steve Jobs. La pena es que se han instalado en… Barcelona.El otro día participé en una tertulia sobre los roles de las madres del siglo XXI. Inocentemente, el moderador partía de la base de que la mujer actual ya no es como las de antes porque nos hemos incorporado al mercado laboral. Las mujeres presentes en el debate, incluida yo misma, nos despachamos a gusto, y los hombres asistentes se removían inquietos en sus sillas. Es cierto que la maternidad actual no es la de antes, pero muchas veces me pregunto si el cambio no ha sido para peor. Ahora trabajamos fuera de casa, pero… ¿Quién se encarga de la intendencia doméstica? ¿Quién deja el trabajo ante una cita con el pediatra o una reunión en el colegio? ¿Quién se levanta antes para preparar desayunos, almuerzos y comidas? ¿Eh? ¿Quién tiene que escoger entre la maternidad y la no maternidad si quiere ascender (o no) en el trabajo? Pues la mujer, amigas mías. Hombres que me leéis: sé que no sois los culpables, que no sois más que víctimas de este terrible rol que nos ha tocado. Ni yo, ni el resto de madres cabreadas y estresadas os recriminamos nada. Sabemos que hacéis lo que podéis dentro de vuestras posibilidades. Sólo os pedimos corresponsabilidad doméstica. Y comprensión. Que no es poco.
Mayo reúne a la flor y nata de los cortadores de jamón ibérico en un evento singular que, según tengo entendido, devendrá en espectáculo. La cita será en el recinto de la Feria Comercial de Paterna el día 15 a las 19:00h. Seis profesionales del corte de jamón medirán habilidades. de donde saldrá el representante de la Comunitat para el concurso nacional. Tanto me han llamado la atención las bases del evento que quiero ponerlas en su conocimiento:
1. Cada participante dispondrá de un jamón ibérico del mismo peso y de la misma pata. También tendrá un recipiente para depositar los desperdicios y el hueso, que el jurado podrá observar y valorar si procede al final de la prueba. ¿Y los zurdos? ¿Se les tiene en cuenta? O sea, que se penaliza el derroche y el mal uso del jamón…
2. Los cortadores deben ir ataviados con la vestimenta adecuada, y traerán los utensilios que necesiten para el corte del jamón. Exceptuando los delantales que pone la organización. Abstenerse picarones y sátiros en bolas. Dicen que es muy sexy ver a un hombre desnudo tan solo con el delantal.
3. El jurado podrá descalificar a aquel cortador que para efectuar el corte de jamón utilice elementos que no son habituales. Ni catanas, ni láser.
4. Los participantes confeccionarán, independientemente del resto de jamón que se corte, un plato artístico. El plato solo deberá llevar jamón, aunque podrá disponer de sus propios platos. Nada de atrezzo, sólo jamón, jamón.
5. El jurado valorará la rectitud en el corte del jamón en sus diferentes etapas. La organización considera que la imagen del jamón debe ser la más perfecta posible. Jurado… la mayor rectitud posible, buena imagen. Suena a estado de derecho, y a separación de poderes.
6. La duración del concurso se establece en dos horas. ¿Dos horas para dar cuenta de un jamón? ¡A mi uno me duró 1 año, 3 meses y 6 días! Fue una condena.
7. Durante el concurso los participantes no podrán ser ayudados por persona alguna. ¿Se lo comerán todo? Me parece injusto.
8. Los concursantes tendrán que presentar al jurado 3 platos de 100 gramos de la parte de la maza, y 2 platos de la parte de la contramaza. La media del peso asignará la puntuación. Cortar fino y uniforme, y además acertar en el peso. Pulso… Mesura… Rectitud… Ponderación ¿Se puede pedir algo más a una persona? No me digan que esto no es la versión española del Samurai.El ir de compras o de tiendas cuando esto se realiza con una decidida intención de visitar sólo comercios de grandes firmas, se convierte en lo más top del consumo. También esta práctica, si se limita a la mera observación, puede ser sociológicamente interesante, siempre que no se caiga en la tentación de comprar algo y uno se encuentre con un objeto nuevo y con una cartera triturada.
En reiteradas visitas a esta clase de tiendas en las ciudades más punteras: París, Milán, Londres, Nueva York, o el mismo Moscú –donde este tipo de comercio se ha despertado con gran virulencia tras largos años de abstinencia–, hemos llegado a la conclusión de que la mayor parte de clientes no procedían del país de situación, sino de las más diversas naciones, a veces las menos esperadas: Desde observar tiendas de firmas en las galerías Gum de Moscú, o en la calle Lubyanka –cuyo nombre contrasta tristemente con el edificio central del KGB y la prisión anexa–, u otra calle como la Kuznetsky o la Teverskaya, etc., donde los consumidores son mayormente orientales y en segundo lugar turistas europeos, hasta las firmas Versace y Armani en Milán, donde se formaban largas colas para llegar a las cajas y eran copadas en su mayoría por personas niponas, que además no sólo cargaban con una bolsa si no con cinco o más, cada una con un objeto distinto. Hasta hace unos días en París donde en tiendas de la rue Saint-Honoré o en la misma rue Royale, desde Chanel a Louis Vuitton la clientela era foránea. En esta última tienda, Vuitton, se observaba el caso que comentamos ampliamente, en cuyo recinto de considerables dimensiones los clientes eran en su mayoría de color, hablando un inglés muy estadounidense. También había turistas europeos pero siempre superados por los orientales, tanto nipones como chinos. ¿Existirá un cierto aire despectivo de los residentes hacia estas famosísimas tiendas, donde los compradores con más poder adquisitivo observado no son millonarios americanos ni europeos?
Las míticas firmas, que tanto hacen por subir el P.I.B. de su país de origen, los establecimientos con historia, son ahora terreno de otros clientes, tan respetables como los anteriores, pero mucho más exóticos, no en vano China es el país más emergente con un crecimiento apabullante del 11%. Sus carteras parecen mucho más nutridas que otras con más tradición pero mucho menos posibles.