• La otra tar­de lle­vé a mi hija al cir­co por pri­me­ra vez. Antes, por la maña­na, le ense­ñé uno de esos vídeos en los que Papá Noel la lla­ma por su nom­bre vein­te veces, le pide que sea bue­na y le expli­ca que la ve todos los días del año para com­pro­bar que mere­ce todos los rega­los. No era capaz de cerrar la boca de la impre­sión. Mi bebé de cua­tro años. Unas horas más tar­de, cuan­do la fun­ción ter­mi­nó, la pobre llo­ra­ba con des­con­sue­lo, con lágri­mas de ver­dad. ¿Por qué? Por­que se había ena­mo­ra­do del paya­so, o eso decía. Pero usó ese tér­mino, ena­mo­rar­se, y por la noche me pidió una foto­gra­fía de él para dor­mir abra­zán­do­la. Yo la con­so­lé, y me tra­gué la risa y tam­bién algu­na lágri­ma. Por­que ver­la así me hizo com­pren­der que cuan­do menos cuen­ta me de, habrá cre­ci­do y se ena­mo­ra­rá de ver­dad. Aún te fal­tan muchos paya­sos que cono­cer, le anun­cié con una son­ri­sa. Pero en el fon­do me pre­gun­té cuán­tas veces llo­ra­rá por amor, y si yo sabré estar a su lado para con­so­lar­la, si sabré dejar­le espa­cio para que se lo recom­pon­ga, si seré capaz de no inter­fe­rir en su vida como lo hago aho­ra, con la cer­te­za de qué es lo mejor para ella. Lo más difí­cil de ser padres es ense­ñar a nues­tros hijos a vivir sin noso­tros. Leí esta fra­se hace algu­nos años, en una nove­la mara­vi­llo­sa de una auto­ra nor­te­ame­ri­ca­na, Nico­le Krauss, cuyo títu­lo es “His­to­ria del amor”. Enton­ces, al leer­la, aún no era madre y ya me impac­tó, y des­de que mi hija nació, ha vuel­to a mi cabe­za una y otra vez. Pre­ve­nir que se par­ta la cabe­za es infi­ni­ta­men­te más sen­ci­llo que evi­tar que le par­tan el cora­zón. Y eso, aun­que no quie­ra, hace que el mío se par­ta

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    El movi­mien­to de las alas de una mari­po­sa pue­de pro­vo­car un tsu­na­mi al otro lado del mun­do. Es lo que se ha veni­do en lla­mar el “efec­to mari­po­sa”, y con ello quie­re expre­sar­se que una peque­ña varia­ción en las con­di­cio­nes esta­ble­ci­das de un sis­te­ma pue­de pre­ci­pi­tar su evo­lu­ción de for­ma total­men­te dife­ren­te a la ini­cial­men­te pre­vis­ta.

    Los gran­des cam­bios sue­len depen­der de peque­ños pero cer­te­ros impul­sos. En el ámbi­to social requie­ren de per­so­nas con la visión, la ini­cia­ti­va, el valor, la fuer­za y la tena­ci­dad nece­sa­rios para ima­gi­nar los pri­me­ros y pro­vo­car los segun­dos.

    Rocío y José son dos jóve­nes que ate­so­ran todos los valo­res que he enu­me­ra­do, ade­más de inte­li­gen­cia, pre­pa­ra­ción, gene­ro­si­dad y amor fra­terno, que pudien­do haber uti­li­za­do sus talen­tos para pro­cu­rar­se una cómo­da exis­ten­cia en el mun­do al que per­te­ne­cían, idea­ron un pro­yec­to para trans­for­mar una reali­dad injus­ta muy lejos de lo que les era coti­diano y segu­ro.

    Tras for­mar­se en el ámbi­to de la coope­ra­ción inter­na­cio­nal, via­ja­ron al Nepal, uno de los paí­ses más pobres de Asia, don­de entra­ron en con­tac­to con orga­ni­za­cio­nes loca­les y acor­da­ron desa­rro­llar un pro­yec­to (CIDEN) que bas­cu­la sobre dos ini­cia­ti­vas: la ayu­da a la infan­cia y el impul­so del auto­em­pleo feme­nino, y que se ha mate­ria­li­za­do en la pues­ta en mar­cha de un orfa­na­to y un taller tex­til.

    El taller da empleo a ocho muje­res, que fabri­can bol­sos, estu­ches y otros com­ple­men­tos de algo­dón. El exce­den­te que deja la acti­vi­dad tras aten­der los gas­tos de pro­duc­ción y la remu­ne­ra­ción de las arte­sa­nas –bajo las pre­mi­sas del comer­cio jus­to–, se des­ti­na al man­te­ni­mien­to del orfa­na­to.

    La via­bi­li­dad eco­nó­mi­ca del pro­yec­to se con­si­gue gra­cias al últi­mo esla­bón de dicha cade­na bien con­ce­bi­da por esta admi­ra­ble pare­ja: la tien­da que han abier­to en junio de este año en la calle Serra­nos 33 para ven­der los pro­duc­tos ela­bo­ra­dos en el taller.

    Los pre­cios del mer­ca­do euro­peo per­mi­ten aten­der muchas nece­si­da­des en un país en el que el sala­rio míni­mo inter­pro­fe­sio­nal son 47 euros al mes.

    Ade­más del comer­cio, CIDEN impul­sa sus pro­yec­tos con un pro­gra­ma de apa­dri­na­mien­to de niños y admi­te socios para con­tri­buir al sos­te­ni­mien­to de sus cau­sas.

    Com­prar un peque­ño obse­quio al lado de las Torres de Serra­nos de Valen­cia otor­ga espe­ran­zas a niños sin hogar y muje­res sin futu­ro a miles de kiló­me­tros de dis­tan­cia. La ver­dad es que nos han pues­to fácil ser pro­ta­go­nis­tas de este mara­vi­llo­so efec­to mari­po­sa.

    Lo pue­des ver todo en su web: www.ciden-nepal.org

     

  • El final del verano y el arran­que del oto­ño no han sido muy bue­nos. Alguien nos dejó el rega­lo enve­ne­na­do de una cam­pa­ña elec­to­ral que va a ter­mi­nar duran­do casi cua­tro meses, con­tri­bu­yen­do a gene­rar un cli­ma de pro­vi­sio­na­li­dad nada bueno para la eco­no­mía.

     

    Escri­bo esta cró­ni­ca a pocos días, por fin, de las elec­cio­nes, y tras la cum­bre de Bru­se­las que ha sol­ven­ta­do –con dos años de retra­so– el pro­ble­ma de la deu­da grie­ga y el de la reca­pi­ta­li­za­ción de la ban­ca. Cami­na­mos, con la direc­ción y tute­la férrea de Ale­ma­nia y su régi­men neo­par­la­men­ta­ris­ta, hacia una polí­ti­ca eco­nó­mi­ca euro­pea ver­da­de­ra­men­te común.

     

    Pue­de que como con­se­cuen­cia de lo ante­rior lo pase­mos mal, pero ya sabre­mos todos a qué ate­ner­nos: sudor y lágri­mas –nada de san­gre–, es lo que nos espe­ra, pero ya lo sabía­mos. Era nece­sa­rio –sigue sién­do­lo– que alguien nos lo dije­ra alto y cla­ro.

    Nos toca pues tirar del carro. Cada día que pase sin hacer­lo es un día per­di­do. Como dicen los chi­nos, un lejano des­tino se empie­za a alcan­zar dan­do el pri­mer paso. Y ya no valen ocu­rren­cias.

     

    Ante las elec­cio­nes del 20‑N hay pro­pues­tas ver­da­de­ra­men­te preo­cu­pan­tes. La pre­ten­sión socia­lis­ta, por ejem­plo, de aumen­tar la pre­sión fis­cal sobre “ricos” y ban­cos, cuan­do lo que nece­si­ta­mos, jus­to lo con­tra­rio, es que los ricos invier­tan y la ban­ca en rui­nas se reca­pi­ta­li­ce. Pero qué fácil es hablar­le al públi­co des­de el tópi­co y el mani­queís­mo.

     

    Más ridí­cu­la pare­ce, inclu­so, la peti­ción de la patro­nal para “aba­ra­tar” el des­pi­do, en un momen­to en el que lin­da­mos ya los cin­co millo­nes de para­dos. Tam­po­co pare­ce muy plau­si­ble la pro­pues­ta popu­lar de sub­ven­cio­nar con 3.000 euri­tos la pri­me­ra con­tra­ta­ción de un tra­ba­ja­dor: paños calien­tes y retorno al absur­do cli­ma de la dadi­vo­sa sub­ven­ción.

     

    Sen­sa­ta resul­ta, en cam­bio, la pro­pues­ta de CiU para exo­ne­rar por un año –pro­rro­ga­ble– la coti­za­ción social de cual­quier nue­va con­tra­ta­ción. Los cata­la­nes tie­nen bue­nas ideas, pero para con­tar con ellos han pues­to enci­ma de la mesa el con­cier­to fis­cal, un tema nego­cia­ble, sin duda, pero que no debe con­ver­tir­se en la excu­sa para soli­vian­tar los áni­mos del espa­ño­lis­mo intran­si­gen­te ni ser­vir de palan­ca para los inde­pen­den­tis­tas. Si se habla con Cata­lu­ña de un modo prag­má­ti­co, cabe todo, si se emba­dur­na de polí­ti­ca iden­ti­ta­ria más vale dejar­lo estar.

     

    En cual­quier caso, por más medi­das e ideas sal­va­do­ras que se pon­gan en mar­cha, el país no echa­rá a cami­nar hacia delan­te si no mejo­ra en com­pe­ti­ti­vi­dad. Lo ha veni­do dicien­do Juan Roig, cuyo mayúscu­lo éxi­to se ha basa­do en una polí­ti­ca de estre­cha­mien­to de már­ge­nes.

     

    El mila­gro Mer­ca­do­na, como el de Indi­tex tam­bién, se fun­da­men­ta en recor­tar pre­cios y mejo­rar la pro­duc­ción. En eso con­sis­te la com­pe­ti­ti­vi­dad: en ofre­cer algo bueno al mejor pre­cio. En épo­ca de cri­sis y empo­bre­ci­mien­to gene­ral, sólo cabe esa estra­te­gia si se desea cre­cer.

     

    Pero para ser com­pe­ti­ti­vo no bas­ta con recor­tar el cos­te labo­ral. Hay que recor­tar todo aque­llo que sea posi­ble, des­de lue­go, en cla­ve de efi­cien­cia y no de sobre-explo­­ta­­ción. Y se gana com­pe­ti­ti­vi­dad, tam­bién, ofre­cien­do cali­dad, al menos la máxi­ma den­tro del pre­cio al públi­co. Y se gana pres­tan­do un buen y pro­fe­sio­nal ser­vi­cio, unos correc­tos aca­ba­dos, un buen tra­to post­ven­ta –que se lo digan a El Cor­te Inglés–. Y para ganar en com­pe­ti­ti­vi­dad tam­bién hay que tener bue­na ima­gen, un mar­ke­ting ade­cua­do y una tec­no­lo­gía al día.

     

    No hay por lo tan­to un úni­co ele­men­to con­fi­gu­ra­dor de la com­pe­ti­ti­vi­dad, sino un con­jun­to de ellos que ter­mi­nan por pro­du­cir la fór­mu­la del éxi­to.

     

    En estas atri­bu­la­das fechas, en medio de la depre­sión gene­ral, segui­mos vien­do a empre­sa­rios salir a flo­te con empu­je. Vemos res­tau­ran­tes que se lle­nan gra­cias a sus equi­li­bra­dos pre­cios en rela­ción con la cali­dad, e inclu­so vemos ven­tas y alqui­le­res inmo­bi­lia­rios que siguen fun­cio­nan­do gra­cias a que ofre­cen un apre­cia­ble pro­duc­to a un pre­cio muy, muy bueno. Lo cual nos lle­va a una cla­ra con­clu­sión: nues­tro país se había dis­pa­ra­ta­do de pre­cios. Y eso, antes, lo corre­gía­mos con la depre­cia­ción de la mone­da. Aho­ra nos toca corre­gir­lo con la ini­cia­ti­va com­pe­ti­ti­va de nues­tros empre­sa­rios

  • En el momen­to de escri­bir estas líneas, no sabe­mos cual será el deve­nir de las finan­zas de la Unión Eco­nó­mi­ca y Mone­ta­ria. En todo caso, creo que es jus­to refle­xio­nar sobre el ori­gen de par­te de los pro­ble­mas que acu­cian a la deu­da sobe­ra­na y ban­ca­ria en Euro­pa y Esta­dos Uni­dos. Y pode­mos afir­mar sin amba­ges que la nega­ti­va a asu­mir ries­gos por par­te de los gobier­nos y los ban­cos, y la prác­ti­ca, con­ver­ti­da en obli­ga­ción, de con­tra­tar a agen­cias de cali­fi­ca­ción y tasa­do­ras hipo­te­ca­rias, ha deri­va­do en un poder omní­mo­do de estas, y las ha con­ver­ti­do en el direc­tor de una orques­ta des­afi­na­da y que enfi­la a sus miem­bros des­con­cer­ta­dos al abis­mo finan­cie­ro.

    Tasar y cali­fi­car se han con­ver­ti­do en depor­tes de ries­go para estas com­pa­ñías, y en vic­ti­mas a los tasa­dos y cali­fi­ca­dos, ya sean par­ti­cu­la­res, ban­cos, o gobier­nos. Y ello, por­que tasar con­lle­va una impor­tan­te dosis de sub­je­ti­vi­dad, hecho que es apro­ve­cha­do por quien en cada momen­to nece­si­ta la tasa­ción para un deter­mi­na­do pro­pó­si­to. Cuan­do la orden es ven­der cré­di­tos hipo­te­ca­rios, la tasa­ción será gene­ro­sa. Cuan­do la orden es exi­gir garan­tías o eje­cu­tar las mis­mas, la tasa­ción será cica­te­ra. Por tan­to, que­da total­men­te jus­ti­fi­ca­do el carác­ter pro-cícli­­co de la acti­vi­dad tasa­do­ra. Se tra­ta de ahon­dar en el error, lle­van­do al extre­mo el signo de los tiem­pos, es decir, ayu­dan­do a aumen­tar el tama­ño de la bur­bu­ja cuan­do esta se expan­de, y agran­dan­do el agu­je­ro y la pro­fun­di­dad del mis­mo, des­pués del esta­lli­do. Todo ello agra­va­do por el hecho de que quien tie­ne la sar­tén por el man­go de estas tasa­do­ras, son los ban­cos que les con­tra­tan, aun­que la fac­tu­ra la pague el hipo­te­ca­do (Te pego un tiro pero pagas la bala. ¡Gran para­do­ja!).

    Y que decir de las agen­cias cali­fi­ca­do­ras de ries­gos… Su pre­sen­cia en el mun­do de las finan­zas, y espe­cial­men­te en el mer­ca­do de la ren­ta fija, es impres­cin­di­ble. Por ley en el caso de los gobier­nos o por esta­tu­tos, en el caso de los fon­dos de ren­ta fija. Es decir, se les ha dado el oli­go­po­lio de cali­fi­car lo arries­ga­do y lo que no lo es tan­to a tres empre­sas. Ade­más, les paga el que ori­gi­na o mane­ja el ries­go. Si, así es. Actúan por cuen­ta de quien les paga, que es a quien tie­nen que cali­fi­car el ries­go, pero si se equi­vo­can, las con­se­cuen­cias las pagan los ciu­da­da­nos del país cali­fi­ca­do o los pen­sio­nis­tas del fon­do inver­sor. Estos son los res­pon­sa­bles de que un día Leh­man Brothers tuvie­ra la máxi­ma cali­fi­ca­ción de ries­gos, y al día siguien­te que­bra­ra. Que la deu­da irlan­de­sa, por­tu­gue­sa, espa­ño­la etc. fue­ra de la máxi­ma cali­dad y apta para inver­tir ban­cos y com­pa­ñías de segu­ros, etc. y sin saber cómo, se pase a con­si­de­rar como bono-basu­­ra. Y que no nos cuen­ten que han cam­bia­do las cir­cuns­tan­cias por­que cobran por atis­bar esos cam­bios en el hori­zon­te.

    Tasar y cali­fi­car no son más que un ejer­ci­cio de com­pra­ven­ta de res­pon­sa­bi­li­da­des al con­ta­do. Si usted es ges­tor de un fon­do o minis­tro de finan­zas, nada mejor que pagar a un ter­ce­ro para “que se coma el marrón” si las cosas se tuer­cen, y éste, que no es ton­to, tasa o cali­fi­ca con la sal­ve­dad de hacer­lo como mera opi­nión, si las cir­cuns­tan­cias fác­ti­cas no cam­bian o la infor­ma­ción faci­li­ta­da por el clien­te se ciñe a la ver­dad. Pues com­prue­be ud. todo eso que para algo cobra, ¿o no?

    Si tasar el valor de los inmue­bles y cali­fi­car ries­gos son cien­cias exac­tas, que paguen los pla­tos rotos por equi­vo­car­se, y si es un arte, que se some­tan a la crí­ti­ca y la opi­nión de todos, pero que no sojuz­guen la hacien­da par­ti­cu­lar y públi­ca de ciu­da­da­nos y esta­dos

  • Lo peor de la mater­ni­dad, espe­cial­men­te si es una mater­ni­dad pri­me­ri­za, es el des­con­cier­to. No es la pri­me­ra vez que lo digo ni que lo escri­bo, pero sé con cer­te­za que tam­po­co será la últi­ma. El no saber, el creer que te has equi­vo­ca­do, el sen­tir la inse­gu­ri­dad como par­te de tu vida, el con­ven­ci­mien­to ínti­mo y pro­fun­do de que eres la úni­ca per­so­na en el mun­do que está pasan­do por un acon­te­ci­mien­to apa­ren­te­men­te feliz con sen­ti­mien­tos encon­tra­dos. No es ver­dad. Tam­po­co es la pri­me­ra vez que digo esto,  tam­po­co será la últi­ma. Por eso no me can­so de leer, ni de reco­men­dar, libros que hablan de este momen­to, el mater­nal, sin tapu­jos y sin ñoñe­rías.

     

    El últi­mo es El deseo de ser madre, de mi ami­ga Anna Gimeno. En este caso, el libro tra­ta todos los aspec­tos que rodean a la repro­duc­ción asis­ti­da. No sólo médi­cos, que tam­bién, sino, sobre todo, sico­ló­gi­cos, físi­cos y afec­ti­vos, que sue­len que­dar al mar­gen de los tex­tos, a pesar de su impor­tan­cia. El deseo de ser madre es un serio y rigu­ro­so estu­dio sobre los pasos a seguir, los tipos de tra­ta­mien­to, los posi­bles resul­ta­dos y otras con­si­de­ra­cio­nes a tener en cuen­ta cuan­do se deci­de empren­der este via­je. Anna Gimeno sabe de lo que habla. Sus geme­los Marc y Jùlia son la prue­ba pal­pa­ble. Y su libro, más.

  • Una de las gran­des sor­pre­sas que nos ha dado Valen­cia en los últi­mos tiem­pos ha sido su cre­ci­mien­to, expo­nen­cial, en visi­tas turís­ti­cas. El secre­to de la exis­ten­cia de nues­tra ciu­dad ya es cono­ci­do a voces, como bien seña­la el últi­mo libro edi­ta­do por el Ayun­ta­mien­to cuyo títu­lo y tex­to se debe al maes­tro de perio­dis­tas Pérez Puche.

     

    Y así es, en efec­to, como se pue­de com­pro­bar a tra­vés de los infor­mes del cen­tro estra­té­gi­co del turis­mo muni­ci­pal que diri­ge admi­ra­ble­men­te José Sali­nas, o bien dán­do­se una vuel­ta cual­quier día, inclu­so entre sema­na y en pleno oto­ño, por el cen­tro de la ciu­dad.

     

    Los alre­de­do­res de la Cate­dral, la Lon­ja y el Mer­ca­do Cen­tral se han trans­for­ma­do en un con­ti­nuo río de turis­tas, des­es­ta­cio­na­li­za­dos, sin nece­si­dad de acon­te­ci­mien­to mun­dial alguno. La ciu­dad tira de su pro­pio carro pero toda­vía sigue sien­do nece­sa­rio mejo­rar y mejo­rar: en fle­xi­bi­li­dad de hora­rios, en ins­ta­la­cio­nes como la ter­mi­nal de cru­ce­ros, en trans­por­tes, en bue­na infor­ma­ción, en idio­mas, en cer­ti­fi­ca­cio­nes de cali­dad, en creer mucho más en lo nues­tro…

     

    Y de eso que­ría hablar­les, por­que ya sabe­mos que nues­tro cen­tro his­tó­ri­co es atrac­ti­vo, y que nues­tra gas­tro­no­mía sedu­ce al más pin­ta­do gra­cias al imba­ti­ble arroz o al genio de la hor­cha­ta… pero tam­bién tene­mos una ciu­dad de un extra­or­di­na­rio atrac­ti­vo medioam­bien­tal.

     

    Tene­mos cer­ca de 9 kiló­me­tros de pla­yas urba­nas –es decir, con bue­nos ser­vi­cios, inclui­dos chi­rin­gui­tos–, y vivi­mos pega­dos a un par­que natu­ral envi­dia­ble como es la Albu­fe­ra y su Deve­sa. El cau­ce del río Turia es un pul­món de vida y de ocio ciu­da­dano sin paran­gón en Euro­pa, y algu­nos gran­des jar­di­nes de la ciu­dad como el Botá­ni­co de la Uni­ver­si­tat, Vive­ros o Mar­xa­le­nes resul­tan muy atrac­ti­vos pero están por des­cu­brir para el gran públi­co.

     

    Esa extra­or­di­na­ria ofer­ta medioam­bien­tal se com­ple­men­ta con nue­vos valo­res des­ti­na­dos al fomen­to del ocio, como las prác­ti­cas náu­ti­cas en el entorno de la anti­gua dár­se­na del Puer­to, las visi­tas didác­ti­cas al nue­vo zoo­ló­gi­co que lla­ma­mos Bio­parc, el con­glo­me­ra­do de la Ciu­dad de las Cien­cias y, sobre todo, el Ocea­no­grá­fi­co, una ins­ta­la­ción modé­li­ca, a la que dedi­ca­mos nues­tra por­ta­da, y que mes a mes renue­va sus acti­vi­da­des y atrac­ti­vos.

     

    Mien­tras ele­gi­mos un nue­vo des­tino polí­ti­co el pró­xi­mo 20‑N, o pre­pa­ra­mos la cena de empre­sa para la inmi­nen­te Navi­dad, la que ya nos anun­cia Muji en su estreno valen­ciano –¡ya era hora que esta mag­ní­fi­ca fir­ma de dise­ño ate­rri­za­ra entre noso­tros!–, una ser­vi­do­ra les reco­mien­da de ver­dad que se den una vuel­ta por el Ocea­no­grá­fi­co, vale y mucho la pena.

  • Ramir Reig, Paco Car­sí, León Roca, Juan de Dios Leal, Ber­lan­ga, el pro­pio biz­nie­to Vicen­te Bla­s­­co-Ibá­­ñez Tor­to­sa… son algu­nas de las per­so­nas que he cono­ci­do y que han dedi­ca­do bue­na par­te de su tra­yec­to­ria al estu­dio o a la difu­sión de la vida y obra de Blas­co Ibá­ñez, uno de los hom­bres más afor­tu­na­dos que ha cono­ci­do esta tie­rra y cuya impron­ta sigue dejan­do una pro­fun­da hue­lla entre los valen­cia­nos.
    Blas­co tuvo una juven­tud tur­bu­len­ta y deci­dió vivir los años más inten­sos de la tran­si­ción espa­ño­la a la moder­ni­dad ponién­do­se al fren­te de la tor­men­ta. Su osa­día polí­ti­ca, la lim­pie­za de su escri­tu­ra y un carác­ter a mitad de camino entre la inquie­tud y el hedo­nis­mo medi­te­rrá­neo le con­vir­tie­ron, final­men­te, en un hom­bre de éxi­to. Y cuan­do le lle­gó fue apo­teó­si­co. Triun­fó en Holly­wood, dio la vuel­ta al mun­do, sedu­jo a las cla­ses medias valen­cia­nas… y ter­mi­nó gober­nan­do la ciu­dad a tra­vés de los suyos –Azza­ti y com­pa­ñía– toda la pri­me­ra déca­da del siglo xx, enar­bo­lan­do un pro­gra­ma de impor­tan­tes refor­mas urba­nas, basa­das en el higie­nis­mo. Con el blas­quis­mo, por ejem­plo, Valen­cia deja de ser un inci­pien­te núcleo indus­trial, por mor de las nor­ma­ti­vas que limi­ta­ron las acti­vi­da­des insa­lu­bres cer­ca de zonas habi­ta­das o el uso de las ace­quias.
    Muer­to en el exi­lio, su regre­so a casa para repo­sar en el mau­so­leo que dise­ñó Mariano Ben­lliu­re cons­ti­tu­yó la mayor mani­fes­ta­ción popu­lar de Valen­cia, en una épo­ca en que la con­quis­ta de la calle era el gran reto cívi­co y polí­ti­co. Como el Cid, fue acla­ma­do una vez muer­to. Debe ser algo muy valen­ciano.
    Aho­ra, el Museo de la Ilus­tra­ción (MuVIM), en cola­bo­ra­ción con el Ayun­ta­mien­to de Valen­cia y otras muchas ins­ti­tu­cio­nes y enti­da­des, pre­sen­ta una gran expo­si­ción sobre la figu­ra del poli­fa­cé­ti­co escri­tor, una mues­tra que se anun­cia como defi­ni­ti­va sobre la vida y la obra de un per­so­na­je ceni­tal en nues­tra his­to­ria.
    El éxi­to está ase­gu­ra­do, pues recu­pe­rar a Blas­co Ibá­ñez es un ejer­ci­cio nece­sa­rio para repen­sar la com­ple­ji­dad valen­cia­na. Él la ilus­tra mejor que nadie. Com­ple­jo y lleno de con­tra­dic­cio­nes, por eso es un per­so­na­je radi­cal­men­te moderno, tal y como él mis­mo que­ría y se pos­tu­la­ba. Por eso, resul­tan ano­di­nas tan­to las loas exce­si­vas como las crí­ti­cas acé­rri­mas.
    El nacio­na­lis­mo, por ejem­plo, ha sido par­ti­cu­lar­men­te ceni­zo con Blas­co, come­tien­do des­de mi pun­to de vis­ta un error his­tó­ri­co que toda­vía pena. El regio­na­lis­mo, tam­po­co supo sacar­le todo el jugo que la figu­ra este­lar de este valen­ciano podía pro­yec­tar. Todo lo demás, del repu­bli­ca­nis­mo fol­clo­ris­ta al wag­ne­ria­nis­mo román­ti­co cons­ti­tu­yen meras coyun­tu­ras de épo­ca. Blas­co es, sobre todo, un natu­ra­lis­ta y un moderno, un hom­bre que con­vir­tió a su tie­rra en pro­ta­go­nis­ta y un refor­mis­ta. Más o menos lo que aho­ra nece­si­ta­mos: creer en noso­tros mis­mos y poner­nos manos a la obra.
    La Casa Museo, tam­bién, apro­ve­cha este octu­bre blas­quis­ta para recor­dar su rela­ción con la Albu­fe­ra, de la que se cele­bra el cen­te­na­rio de su cesión a la ciu­dad por par­te de la Monar­quía. No han fal­ta­do, inclu­so, actos de recuer­do para la serie Cañas y barro, que en su tiem­po fue un autén­ti­co bom­ba­zo de audien­cia en la tele­vi­sión.
    La Albu­fe­ra es un don divino que per­du­ra entre noso­tros mila­gro­sa­men­te. Una suer­te his­tó­ri­ca hace que poda­mos dis­fru­tar de ella y que haya­mos supe­ra­do muchas cri­sis en su entorno, higé­ni­cas y eco­nó­mi­cas tam­bién. Pero ahí está, cien años des­pués, supe­ra­dos los inten­tos por urba­ni­zar el Saler, a pesar de los enfren­ta­mien­tos socia­les que se han vivi­do en el Pal­mar, los abu­sos incen­dia­rios o los colap­sos de la carre­te­ra.
    Poder con­tem­plar un atar­de­cer en la Albu­fe­ra, a diez minu­tos del cen­tro de la ciu­dad, es un rega­lo de la vida. Cuan­do me acer­co, gene­ral­men­te lo hago des­pués de comer en alguno de los muchos sitios de cali­dad en el tra­ta­mien­to del arroz –pien­so en Car­mi­na, en Rocher, José Luis, en el Duna y tan­tos otros…–. Pero de lo que siem­pre me acuer­do es de las pala­bras de Gil-Albert, cuan­do le entre­vis­té. Me dijo que ese era su pai­sa­je favo­ri­to, orien­tal, entre cañi­zos y arro­za­les, como si en este rin­cón del ári­do Medi­te­rrá­neo bro­ta­ra un peda­zo de Indo­chi­na.
     

  • Me cuen­tan esta his­to­ria. Una mujer joven se que­da emba­ra­za­da. Pasa el emba­ra­zo cui­dán­do­se, aler­ta, para que nada per­tur­be la salud del bebé que lle­va­ba den­tro. Da luz a un niño sano, per­fec­to, pre­cio­so. Todo el mun­do se ale­gra a su alre­de­dor y nadie pare­ce repa­rar en que la madre se ha que­da­do flo­ja, des­ga­na­da, aba­ti­da. Tan­to, que no se atre­ve a coger en bra­zos a su hijo por mie­do a no poder sos­te­ner­lo. La miran con cari­ño, con con­des­cen­den­cia. Pien­san que qui­zá está des­con­cer­ta­da por la mater­ni­dad. Pasan dos días en el hos­pi­tal. Es fin de sema­na. La mujer tie­ne, ade­más, dia­rrea. Se alar­man. Tra­tan en vano que un médi­co la visi­te. El lunes la abue­la la con­ven­ce de que tome en bra­zos al bebé y se haga una foto con él; la hacen, pero la madre pide un segun­do retra­to por­que en ese se le ve el gote­ro. Quie­ren cam­biar­le la vía. No le encuen­tran la vena. Sal­tan las alar­mas. A las pocas horas, la mujer ha muer­to. Los médi­cos les expli­can que con el esfuer­zo del par­to, se le abrió un poro en la vena por el que se le fue la san­gre, y la vida. Aho­ra hay un niño de casi dos años que sólo tie­ne una foto­gra­fía con su madre. Me cuen­tan esta his­to­ria y des­de que la sé, tra­to de no reñir tan­to a mi hija. Quien sabe cuán­to tiem­po vamos a per­ma­ne­cer aquí, cuán­do nos ire­mos, qué recuer­do deja­re­mos a los que nos quie­ren, a los que ni si quie­ra saben cuán­to les hemos que­ri­do ni cuán­to les vamos a que­rer. No dejo de pen­sar­lo. Pién­sen­lo uste­des. Por favor.
     

  • Toda­vía no remon­ta­mos pero es difí­cil que vaya­mos a mucho peor. Y si no, con­sul­te­mos el ejem­plo de Juan Roig, nues­tro top of the tops, el rey de Mer­ca­do­na, quien en un atis­bo de reali­dad pura y dura vati­ci­nó que lo mejor de este 2011 es que iba a ser mejor que 2012. Pero Roig está gene­ran­do múl­ti­ples opor­tu­ni­da­des, mejo­ran­do, hacién­do­se más y más com­pe­ti­ti­vo. Y digo yo, en mi inge­nui­dad, que si Roig apues­ta es que lo hace por el futu­ro, no tira la toa­lla, no coge su dine­ro y se va a un paraí­so a dis­fru­tar­lo. No, sigue aquí, gene­ran­do acti­vi­dad. Lue­go tene­mos raí­ces sufi­cien­tes como para impul­sar­nos hacia ade­lan­te, ¿no?
    Así lo creo, nece­si­ta­mos ganar con­fian­za en noso­tros mis­mos y gene­rar­la hacia el exte­rior. Miren uste­des, soy opti­mis­ta, mucho, creo que esto se va a arre­glar a poco que actue­mos con sen­sa­tez y con per­se­ve­ran­cia. Aca­ba­mos de ver como los res­tau­ra­do­res se han vol­ca­do en la Ciu­dad de las Cien­cias para sacar ade­lan­te el Con­gre­so Mun­dial del Arroz, y hemos vis­to, como nun­ca, un lle­na­zo para abrir tem­po­ra­da en el IVAM, con pre­sen­cia inclui­da del nue­vo pre­si­den­te de la Gene­ra­li­tat, Alber­to Fabra, la con­se­lle­ra de Cul­tu­ra, Dolo­res John­son, y el secre­ta­rio auto­nó­mi­co Rafael Ripoll. Pre­sen­cia de polí­ti­cos, pero sobre todo de artis­tas y crí­ti­cos para arro­par a Con­sue­lo Cis­car, víc­ti­ma de una paya­sa­da de cam­pa­ña.
    Lle­gan los recor­tes, sí, pero lle­ga a su vez la hora de la ima­gi­na­ción, la hora de trans­for­mar la nece­si­dad en vir­tud. La car­te­le­ra tea­tral que arran­ca este octu­bre es una bue­na mues­tra. Se arran­ca la Uni­ver­si­tat, que a pesar de sus nece­si­da­des pre­su­pues­ta­rias man­tie­ne una pro­gra­ma­ción de altu­ra, con más con­te­ni­dos y menos gran­des nom­bres. Y lo hace Tea­tres, y el cons­tan­te equi­po del Cir­cuit del Café-tea­­tre, y cómo no, el incom­bus­ti­ble Olym­pia de los her­ma­nos Fayos.
    Y lo mis­mo cabe decir de la tem­po­ra­da artís­ti­ca, que se ini­cia con la inau­gu­ra­ción con­jun­ta de las gale­rías que resis­ten, aun­que lo que se obser­va en el cam­po del arte es una cla­ra evo­lu­ción hacia los espa­cios alter­na­ti­vos, no comer­cia­les, más jóve­nes y plu­ra­les en sus mani­fes­ta­cio­nes plás­ti­cas. Según lo veo, tie­ne más ric­tus aho­ra com­prar­se un ves­ti­do de Arma­ni o una coci­na de Bulthaup antes que una pin­tu­ra ori­gi­nal, entre otras razo­nes por­que ya pocos creen en la pro­pia pin­tu­ra.
    Pare­ce que cree­mos más en la foto­gra­fía, en las nue­vas tec­no­lo­gías y en el dise­ño. Así que, no es por nada, pero Valen­cia City inau­gu­ra sec­ción dedi­ca­da al inte­rio­ris­mo y al dise­ño. Es la con­se­cuen­cia de la resa­ca del éxi­to que ha sig­ni­fi­ca­do la feria Habi­tat y la Valen­cia Diseny Week.

     

  • Hay un libro que me tie­ne entu­sias­ma­da. Se titu­la Una madre lo sabe. Todas las som­bras del amor per­fec­to. Lo ha escri­to Con­ci­ta de Gre­go­rio, y en Espa­ña, en valen­ciano y en cas­te­llano, lo ha edi­ta­do Tán­dem. Me cons­ta que Rosa Serrano, la edi­to­ra, se ena­mo­ró del tex­to cuan­do lo leyó en ita­liano y no ha des­can­sa­do has­ta que ha con­se­gui­do publi­car­lo aquí. Y no me sor­pren­de. Con­ci­ta ha escri­to cosas como esta: “Lo que es ‘una bue­na madre’ lo deci­den los demás. El coro. La mira­da que da su apro­ba­ción o que repro­cha. Los que siem­pre saben lo que hay que hacer y lo que no (…). Si sien­tes que te vie­nes aba­jo, es por­que para esto no sir­ves. (…) Si te can­sa, estás depri­mi­da, si te enfu­re­ce, eres un mons­truo. (…); si la mater­ni­dad no te inva­de natu­ral y espon­tá­nea­men­te como un rayo de luz, si no te cam­bia las señas per­so­na­les, vol­vién­do­te sol que nutre, dedi­ca­da pacien­te­men­te en cuer­po y alma: está cla­ro, no tie­nes el ins­tin­to ade­cua­do. Eres rara, eres con­tra natu­ra. Cul­pa­ble, para decir­lo de una vez por todas. Una mala madre”. Uf. Y esto es sólo el prin­ci­pio. A par­tir de ahí, vein­ti­dós rela­tos sobre vein­ti­dós mode­los de mater­ni­dad que nadie debe­ría per­der­se. Y no sólo las madres: los padres, los hijos. Todos quie­nes pre­ten­dan com­pren­der algo tan com­ple­jo y tan mara­vi­llo­so como el hecho de ser madre, de ser hijo. De nacer. De cre­cer. De vivir.

  • La eco­no­mía valen­cia­na no es dife­ren­te a las del res­to del país, y me atre­vo a decir que a la espa­ño­la en su con­jun­to y tam­po­co difie­re mucho de las del res­to de los paí­ses que com­po­nen la eco­no­mía del Euro.
    Los males esen­cia­les que nos acu­cian son comu­nes y endé­mi­cos. Me expli­co. Una abul­ta­da deu­da públi­ca y pri­va­da, mayor de la que se reco­no­ce. Unas cuen­tas públi­cas que se cua­dran con hipo­té­ti­cos ingre­sos futu­ros y escon­den gas­tos pre­té­ri­tos. Unas enti­da­des finan­cie­ras que no pres­tan por­que no les fían, y no les fían por­que nie­gan sus debi­li­da­des. Unos pre­su­pues­tos que no dan para tan­to como se pro­me­te, y unos con­tri­bu­yen­tes que no con­tro­lan a sus polí­ti­cos.
    Con todo ello, nues­tra eco­no­mía, la de las peque­ñas y media­nas empre­sas, que son las que gene­ran o des­tru­yen la mayor par­te del empleo y rique­za, mal­vi­ve des­de hace casi cua­tro años. No está sien­do de gran ayu­da la ingen­te deu­da de las admi­nis­tra­cio­nes con sus pro­vee­do­res, a los que detrae el cré­di­to de por sí esca­so, pues la ban­ca ya no se atre­ve, ni pue­de con el papel auto­nó­mi­co ni con el muni­ci­pal.
    Es urgen­te poner orden en las cuen­tas públi­cas y libe­rar pagos atra­sa­dos a los pro­vee­do­res, pues el solo efec­to de este movi­mien­to per­mi­ti­ría a los empre­sa­rios dedi­car los recur­sos libe­ra­dos a nue­vos o dis­tin­tos pro­yec­tos ren­ta­bles y adap­ta­dos a la nue­va situa­ción.
    El empren­de­dor valen­ciano basa el éxi­to de sus empre­sas en su talen­to, esfuer­zo y capa­ci­dad de ries­go, pero para ello debe dejar de preo­cu­par­se de cues­tio­nes que aho­gan su ini­cia­ti­va, como la ges­tión de cobro de las admi­nis­tra­cio­nes o las recla­ma­cio­nes de las enti­da­des de cré­di­to para que can­ce­le una póli­za o aumen­te sus garan­tías por las ya con­ce­di­das.
    En menos de un siglo, hemos pasa­do de vivir del cam­po a vivir de la indus­tria y los ser­vi­cios. A fina­les del siglo pasa­do vivía­mos de la indus­tria, la cons­truc­ción, los ser­vi­cios y un poco del cam­po. En la actua­li­dad prác­ti­ca­men­te vivi­mos de los ser­vi­cios y algo de la indus­tria. Esta rápi­da trans­for­ma­ción impli­ca que haya per­de­do­res y gana­do­res, y es impor­tan­te detec­tar­los. A los pri­me­ros, para adap­tar­los al nue­vo esce­na­rio, y a los segun­dos para que lide­ren el cam­bio y pro­yec­ten el futu­ro.
    Si nues­tra eco­no­mía depen­de sobre todo de los ser­vi­cios, es fun­da­men­tal orien­tar todos los esfuer­zos a poten­ciar aque­llos que son de mayor valor aña­di­do, en detri­men­to de los gené­ri­cos y poco cua­li­fi­ca­dos. Por tan­to, hay que inci­dir en los que poten­cian aspec­tos finan­cie­ros (¡gran oca­sión per­di­da recien­te­men­te con nues­tras cajas de aho­rros!), comer­cia­les, de mar­ke­ting, de dise­ño, de inno­va­ción tec­no­ló­gi­ca, de logís­ti­ca, etc.
    En espe­cial, hay que hacer un gran esfuer­zo des­de la admi­nis­tra­ción para impul­sar aque­llos pro­duc­tos o empre­sas que lide­ran pro­yec­tos con visión glo­bal. Es muy impor­tan­te apo­yar pro­yec­tos que atrai­gan talen­to y sean capa­ces de rete­ner­lo, hacien­do hin­ca­pié en nues­tras for­ta­le­zas como terri­to­rio: nues­tra for­ma de vida, cli­ma, cul­tu­ra, tole­ran­cia y adap­ta­bi­li­dad. Esta es nues­tra inver­sión fun­da­men­tal.
    Ade­más de lle­nar nues­tras pla­yas con visi­tan­tes espo­rá­di­cos y vera­nean­tes migra­to­rios, nues­tro reto con­sis­te en ser capa­ces de lle­nar nues­tras aulas de inves­ti­ga­ción y nues­tras peque­ñas empre­sas de las men­tes más des­pier­tas y empren­de­do­ras de toda Euro­pa para lide­rar el pro­ce­so de cam­bio a la tan cacarea­da “socie­dad del cono­ci­mien­to”, pues solo ésta es capaz de gene­rar tra­ba­jo abun­dan­te y de cali­dad para las gene­ra­cio­nes más jóve­nes.

  • En el mes de diciem­bre Valen­cia bri­lla por los cua­tro cos­ta­dos. Es la épo­ca del coc­te­leo comer­cial de joyas y cham­pán. Un mari­da­je ideal. Cada día a las ocho de la tar­de se ofre­ce un cóc­tel en algu­na de las joye­rías de la ciu­dad para cele­brar las fechas (oh, lai­ca Navi­dad). Invi­tar a la fies­ta a un famo­se­te es, ade­más, un imán para los perio­dis­tas. Simo­ne­ta Gómez-Ace­­bo y Bea­triz de Orleans estu­vie­ron en la pre­sen­ta­ción de la nue­va colec­ción de Car­tier en el hotel Sha Well­ness de Altea. Y hubo lle­na­zo has­ta la ban­de­ra. La madri­le­ña Cari Lapi­que dio lus­tre a la vela­da que ofre­ció Suá­rez en su cor­ner de El Cor­te Inglés. Y, como era de pre­ver, el espa­cio fue inva­di­do por los invi­ta­dos con noc­tur­ni­dad (y qui­zá ale­vo­sía).
    Otros recu­rren al atrac­ti­vo del cate­ring, que siem­pre es bien reci­bi­do, al gri­to ducal de «que pasen y beban». Como estas cosas no hay que decir­las dos veces, los perio­dis­tas pasa­mos, bebe­mos y come­mos. Eso es lo que hizo Vic­to­ria Cer­cós que cele­bró el pri­mer ani­ver­sa­rio de su joye­ría con una mesa con cho­co­la­tes, laca­si­tos y gomi­no­las. Allí estu­vie­ron Cin­ta Mas Soto, Patri­cia Villa­rro­ya, Mari­sa Mar­tí­nez, Vic­to­ria Soler, las her­ma­nas Mer­ce­des y Dolo­res Cer­cós, Ampa­ro Ortu­ño, Totón Bar­be­rá, Ampa­ro Jimé­nez, Mª José Nava­rro, Rosa Cas­tell­ví, Mar­ta de Die­go, Eva Mar­ce­llán, Mamen Rivas y dos pre­sen­cias mas­cu­li­nas des­ta­ca­das: el fut­bo­lis­ta Rubén Bara­ja y Ama­deo Car­bo­ni.
    Han­sel y Gre­tel hubie­ran paga­do por entrar en el espa­cio de Salo­mé Corell. Por la mesa de cup­ca­kes que pre­pa­ra­ron las chi­cas de My Little Repu­blic. Todas las invi­ta­das, des­de Salo­mé Qui­les a Con­chi­ta Caña­más, des­de Son­so­les Gómez-Torres a María Gómez-Lechón, Nuria Estra­da y Sela Fal­có, pro­ba­ron las deli­cio­sas tar­ta­le­tas y admi­ra­ron sus nue­vos dise­ños. Los joye­ros Rafael Torres, en cam­bio, opta­ron por el cate­ring de El Alto para la pre­sen­ta­ción de su nue­va colec­ción en la que Isa­bel Ali­ño ha posa­do como mode­lo. Por allí des­fi­la­ron Maity Moró­der, Inma­cu­la­da Lla­dró, las her­ma­nas Vila­rra­sa, Nan­da Mateu de Ros, Car­men Tope­te, Car­los Serra y Susa­na Lozano, María Gómez-Polo y más.
    El dise­ña­dor Vicen­te Gra­cia optó por una com­bi­na­ción infa­li­ble para sus invi­ta­dos: ostras y cham­pán. Una excu­sa per­fec­ta para recrear el lujo­so ambien­te pala­cie­go fran­cés y pre­sen­tar los ópa­los de la colec­ción de Atti­la Pereghy. Entre los asis­ten­tes, Lola Nar­váez, Ali­cia de Miguel, Sefa Pedrós, Mª José Solaz y Belén Cuen­ca. Y del chic fran­cés de Vicen­te Gra­cia al look gue­rri­lle­ro de luxe de la colec­ción Pla­ta­de­pa­lo en la joye­ría Anto­nio Rome­ro. Con una Har­­ley-Davi­d­­son en medio de la joye­ría, dos mode­la­zos con el tor­so des­nu­do y un dj pin­chan­do músi­ca en direc­to. Entre el públi­co, nom­bres moder­nos del artis­teo como la pre­sen­ta­do­ra Car­men Alcay­de, el dise­ña­dor Valen­tín Herráiz, las actri­ces Sil­via Rico, Mª Josep Peris y Ana Con­ca, el artis­ta Jarr o el gale­ris­ta Ser­gio Ade­lan­ta­do.

     

  • La Fies­ta del Gla­mour (la de Ten­den­cias CV) vol­vió a pasear­se por el IVAM en una noche don­de caras cono­ci­das de la moda y el dise­ño pre­mia­ron a los pro­ta­go­nis­tas de este año.
    Como Nie­ves Álva­rez, ele­gan­tí­si­ma a pesar de ser de las pocas que apos­tó por el pan­ta­lón, al igual que las gua­pas Mari­bel Vila­pla­na o Raquel Chi­lli­da, o inclu­so Núria March con un cin­tu­rón de macra­mé sobre topos y ‘mini­ma­lis­ta’ bol­so de Coach. Entre ellas, May­rén Beney­to, un ejem­plo de saber estar y de ejer­cer, y con Lola Nar­váez con espec­ta­cu­lar tra­je cor­to y medias de enca­je.
    Eclip­só a la pren­sa forá­nea el man­to­net de Juan Andrés Mom­pó, y un trío de obse­sio­nes feme­ni­nas: la altu­ra de las pla­ta­for­mas (para mues­tra de anda­mios, los de Cla­ra Courel, aun­que ella jamás pier­de el gla­mour), el per­fu­me (no hubo nece­si­dad de ambien­ta­dor ni tam­po­co insec­tos) y los exu­be­ran­tes pei­na­dos.
    Jesús Torres, Tomás Alía, Tono San­mar­tín, Álex Vidal, Fran­cis Mon­te­si­nos, Juan Vidal, Alfre­do Este­ve, Jarr, Ferran Cano, Gui­ller­mo Ara­zo, Anto­nio Rome­ro, Daniel Borrás, Ramón Este­ve, Gabriel Seguí, Theo Garri­do, Rap­pel, Anto­nio W. Rodrí­guez, Julio Gui­xe­res y Edgar Beto­ret, fue­ron los repre­sen­tan­tes del fashion mas­cu­lino, entre quie­nes des­ta­có el smo­king cho­co­la­te de Aitor Ailan­to.
    Arre­ba­ta­do­ras lucie­ron Ele­na San­ta­ma­til­de en seda fuc­sia de Ángel Sche­les­ser, la pre­mia­da Vir­tu­des Lan­ga con un ves­ti­do en ante y esco­te “pala­bra de honor”, Ana Ramí­rez ves­ti­da de Myriam Ocá­riz, Sil­via Peña, Rosa Mone­de­ro en azul infar­to; las mode­los Mar­ta Ortíz, Car­men Julia o a la redac­to­ra jefe de Tel­va, Mai­te Sebas­tiá gua­pí­si­mas todas, ves­ti­das de Juan Vidal.
    Muy pre­sen­tes tam­bién Pao­la Domin­guín, Con­sue­lo Cis­car, Bego­ña Ricart o las her­ma­nas Fite­ra. Lec­cio­nes de esti­lo, Fuen­san­te Beto­ret, a lo Mad men y la pre­mia­da Kuki Gimé­nez: menos siem­pre es más. Se nota que esta­mos en tie­rra zapa­te­ra pues la mayo­ría de las muje­res iban muy bien cal­za­das.
    Ampa­ro Chor­dá, tam­bién pre­mia­da, fue de las coutu­riè­res más repre­sen­ta­das, como en el caso de la anfi­trio­na Ánge­la Plá, con maxi-vola­n­­te y maxi-moño y en ama­ri­llo, como María Cosín, de Mar­ta de Die­go, ambas desa­fian­do la suer­te en una noche pro­pi­cia.
    La mayor par­te de las invi­ta­das capea­ron el tem­po­ral apos­tan­do por mode­los muy per­so­na­les, aun­que hay quien uti­li­za­ba el pho­to­call como la foto-recue­r­­do de una boda. No se pue­de decir lo mis­mo de cier­tos looks que, te lo juro, es impo­si­ble com­prar esos ves­ti­dos en tien­da algu­na: de bur­bu­ja, de char­les­tón, de Tar­zán, de tar­tán, de tor­­ta-zo, de hippy, inclu­so había algu­na anti­sis­te­ma muy famo­sa.
    El rojo triun­fó (Nuria Roca esta­ba impre­sio­nan­te), pero no siem­pre con acier­to. Los arre­glos flo­ra­les, exqui­si­tos. Eso sí, fal­tó el pre­mio rocie­ro, que se lo hubie­ra lle­va­do el esti­lis­mo de las aza­fa­tas con medias y floc a tono.
     

  • ¡Vaya vuel­tas que da la vida en cues­tión de un mes! Está­ba­mos pre­pa­ran­do las can­gre­je­ras, la die­ta y el after-sun cuan­do nos pilló a todos nada menos que un cam­bio de Pre­si­dent de la Gene­ra­li­tat, y ape­nas sin res­pi­ro, con la pri­ma de ries­go ram­pan­te, con­vo­can elec­cio­nes gene­ra­les anti­ci­pa­das para noviem­bre… ¡qué fre­ne­sí! Y en medio la sali­da a bol­sa de Ban­kia, que Ban­ca­ja ya es pasa­do, la nacio­na­li­za­ción de la CAM, rumo­res inten­sos de macro­fu­sio­nes en pren­sa, EEUU en el abis­mo del default, el fút­bol que vuel­ve con más garra que nun­ca a mitad de mes de agos­to, los con­se­je­ros de algu­nas auto­no­mías pos­tu­lan­do devol­ver com­pe­ten­cias de sani­dad y edu­ca­ción…
    Pero no nos apu­re­mos. Pon­ga­mos en sol­fa este exce­so de infor­ma­ción y démos­le al ferra­gos­to lo que tie­ne de mejor: su tem­po mode­ra­do, pau­sa­do, vaca­cio­nal… de lec­tu­ras y paseos. Para quie­nes se que­dan en la gran ciu­dad, bus­can­do refri­ge­rios, sepan que la ofer­ta sigue sien­do sóli­da. La zona del puer­to, las de los mer­ca­dos, en espe­cial el Cen­tral, ofer­tan ser­vi­cios muy atrac­ti­vos y adap­ta­dos a la caní­cu­la.
    Y si deci­den mover­se, ten­gan en cuen­ta varias alter­na­ti­vas. La más clá­si­ca e his­to­ri­cis­ta: vol­ver a Xàti­va, como a Howards End, para dis­fru­tar de la Fira, la más anti­gua: firar­se un rega­lo a los niños, asis­tir al home­na­je a Bruno Lomas, comer porrat mien­tras se pasea por la Ala­me­da a la caí­da de la tar­de, tomar chu­rros con cho­co­la­te antes de les albaes… Dis­fru­tar en suma de la ciu­dad más bor­gia­na, más ita­lia­ni­zan­te y de mayor sabor patri­mo­nial rena­cen­tis­ta. Y cenar en el Por­tal Fosc.
    Otra alter­na­ti­va más actual nos lle­va has­ta Dénia, cuyas pla­yas, a ele­gir, pue­den ser de roca con fon­dos para la prác­ti­ca del sub­ma­ri­nis­mo, o de fina are­na en Les Mari­nes, don­de fecun­dan res­tau­ran­tes subli­mes como el de Qui­que Dacos­ta y alter­na­ti­vas de rigu­ro­sa tra­di­ción mari­ne­ra: Casa Fede­ri­co y La Cui­na. Dénia, mucho más allá del con­sa­bi­do arròs a ban­da, se está eri­gien­do en la capi­tal culi­na­ria de la Comu­ni­dad.
    La últi­ma alter­na­ti­va mira al nor­te, hacia Cas­te­llón, y no por­que el nue­vo Pre­si­dent de la Gene­ra­li­tat sea un cas­te­llo­ne­ro públi­co y con­fe­so, no pero tam­bién. Cas­te­llón, su pro­vin­cia, es la per­la turís­ti­ca por des­cu­brir. Su inte­rior es uno de los más vír­ge­nes en esta zona medi­te­rrá­nea, don­de es posi­ble des­cu­brir pue­blos con todo el sabor como Vila­fran­ca, Vila­fa­més y tan­tos otros del Maes­trat. Y de allí vie­nen impor­tan­tes pro­duc­tos agra­rios. Pero sin suce­sión de con­ti­nui­dad se alcan­za la pla­ya, mar y mon­ta­ña, de un modo más inme­dia­to inclu­so que en otros lares, con pun­tos como el Grao de Cas­te­llón, las pla­yas de Beni­càs­sim y Borria­na, o el feno­me­nal atrac­ti­vo de Peñís­co­la. Casua­li­dad o no, el eje valen­ciano pivo­ta hacia Cas­te­llón, miran­do a Euro­pa. Bien­ve­ni­do mis­ter Alber­to Fabra, molt hono­ra­ble.

  • Bien pron­to empie­za la Liga, la BBVA que aho­ra se lla­ma, patro­ci­na­dor, tam­bién, de la NBA –sobra­dos que van. Empe­za­mos antes y así nos pare­ce­mos a Euro­pa pese al calor agos­te­ño y los tor­neos de verano con­ver­ti­dos al fin en pachan­gas sopo­rí­fe­ras. A la hora de escri­bir estas líneas se anun­cia la lle­ga­da del joven Cana­les con per­mi­so del Villa­rreal y la posi­ble ven­ta de Mata al lon­di­nen­se Arse­nal, el equi­po caño­ne­ro. Si Mata se va será una impie­dad. Hace tiem­po que no se veía en el mun­do del fút­bol a un joven­zue­lo tan dis­cre­to e inte­li­gen­te. Afi­cio­na­do a la poe­sía, ami­go de mi ami­go Car­los Mar­zal, un lujo. Una sor­pre­sa de fut­bo­lis­ta que debe­ría haber cons­trui­do toda una nue­va épo­ca del valen­cia­nis­mo moderno.
    Pero el Valen­cia, como es bien sabi­do, debe una for­tu­na, por más que una ajus­ta­da ges­tión por par­te de Manuel Llo­ren­te –ex-Mer­­ca­­do­­na, no lo olvi­de­mos: siem­pre se pue­de con­se­guir mejor pre­cio–, le haya sal­va­do de la quie­bra. La enti­dad no ha con­se­gui­do reno­var sus pre­vi­sio­nes de abo­nos en medio de la cri­sis eco­nó­mi­ca gene­ral aun­que se man­tie­ne con 36.000 afi­cio­na­dos lea­les, una cifra impor­tan­te, y sin haber­se aven­tu­ra­do en accio­nes mediá­ti­cas con ficha­jes impo­si­bles, algo que ya solo está al alcan­ce de los dos gigan­tes espa­ño­les y los petro­dó­la­res del jeque mala­ci­tano.
    A su favor el Valen­cia cuen­ta con que las auto­ri­da­des muni­ci­pa­les no le van a pre­sio­nar para que cul­mi­ne el nue­vo esta­dio que, como un fan­tas­ma, emer­ge en la pis­ta de Ade­muz cual metá­fo­ra del crash eco­nó­mi­co de la cons­truc­ción. Su gran acree­dor, digo de Ban­kia, tam­po­co está para tirar cohe­tes y pedir­le la luna al club, todo lo con­tra­rio. Bas­tan­te ten­drá con sol­ven­tar sus cré­di­tos inmo­bi­lia­rios que supe­ran con cre­ces la deu­da valen­cia­nis­ta. Lo que sor­pren­de es que el nue­vo ban­co que ha fusio­na­do a las cajas de Madrid y Valen­cia no haya inter­cam­bia­do deu­da por un mayor apo­yo publi­ci­ta­rio del Valen­cia en la ope­ra­ción de su sali­da a bol­sa.
    En cual­quier caso, lo que con­vie­ne tener en cuen­ta es que la situa­ción de la mayo­ría de los equi­pos de fút­bol de la liga BBVA está cer­ca­na a la quie­bra, como lo es la de las tele­vi­sio­nes que se han com­pro­me­ti­do a pagar can­ti­da­des desor­bi­ta­das en ple­na rece­sión mun­dial. Mucho nos teme­mos que ese temi­ble círcu­lo de deu­das aca­be en una situa­ción peli­gro­sa para la esta­bi­li­dad del fút­bol nacio­nal.
    Lo plau­si­ble en estos momen­tos no pue­de ser más que una bue­na ges­tión basa­da en la aus­te­ri­dad, y para ello con­vie­ne no dejar­se lle­var por los can­tos de sire­na de direc­ti­vos impru­den­tes y agen­tes ambi­cio­sos que mane­jan a juga­do­res biso­ños y fami­lia­res ávi­dos de enri­que­ci­mien­to fácil. Así que con­vie­ne vol­ver a un cier­to espí­ri­tu depor­ti­vo aun­que se anto­je impo­si­ble. La ley de socie­da­des anó­ni­mas no ha traí­do lo que se pro­me­tió: res­pon­sa­bi­li­da­des per­so­na­les a quie­nes han dila­pi­da­do el patri­mo­nio social ajeno. Y con el agra­van­te de que esa ley ha tra­ta­do con favo­ri­tis­mo a Madrid y Barça. Así le va a nues­tra liga que se ha dis­pa­ra­ta­do, acen­tuan­do el des­ni­vel de la mis­ma.
    En la actual coyun­tu­ra el Valen­cia debe cui­dar­se de los aven­tu­re­ris­mos. Fuí­mos un club señor con Artu­ro Tuzón, y ele­va­mos la auto­es­ti­ma con Paco Roig has­ta encon­trar un bál­sa­mo en el tono afa­ble de Jau­me Ortí, pre­vio a la heca­tom­be de Soriano y Soler, dema­sia­do ambi­cio­sos para sus cor­tas luces, un peli­gro.
    Por eso tam­bién con­vie­ne ala­bar el tra­ba­jo del joven Qui­co Cata­lán en el Levan­te UD, al que ha sal­va­do del maras­mo, apun­ta­lán­do­lo a pesar de su situa­ción con­cur­sal. Lo mis­mo que el Villa­rreal, un club reor­ga­ni­za­do de modo per­so­na­lis­ta por Fer­nan­do Roig pero que exha­la todo el sen­ti­do común y orga­ni­za­ti­vo de las gen­tes de la Pla­na, y que espe­re­mos que pron­to se con­ta­gie al pobre Cas­te­llón, club que no levan­ta cabe­za des­de los tiem­pos de Domin­go Tárre­ga.
    Al sur, otra liga, la Ade­lan­te, se tru­fa de equi­por tai­fa­les, ali­can­ti­nos: el Hér­cu­les en horas bajas, el Elche siem­pre en el filo, el mora­lis­ta Alco­yano, posi­ble­men­te uno de los equi­pos más sim­pá­ti­cos de Espa­ña gra­cias a ello, el equi­po don­de juga­ba de cen­tral con ímpe­tu un gran ami­go de mi her­mano mayor, José Manuel Rie­lo. Y todos tam­bién somos muy de Xàti­va, del Olím­pic fal­ta­ría más, y hemos vis­to fút­bol por pri­me­ra vez en la Mur­ta. Pues ese equi­po, por fin, ha subi­do por la puer­ta gran­de a la 2ª B, de la mano de Alfon­so Rus. Le segui­re­mos de nue­vo.

  • La cri­sis finan­cie­ra que tenía­mos ama­rraí­ta a nues­tra cin­tu­ra ha tras­pa­sa­do fron­te­ras y se nos ha tatua­do has­ta en la car­te­ra y, aún más, en nues­tros pen­sa­mien­tos que están a pun­to de pasar del euro como mone­da de cam­bio y vol­ver al true­que: cam­bio unos Lou­bou­tin por una arro­ba de cle­men­ti­nas. No hay sec­tor que, infaus­ta­men­te, no la haya nota­do, pasan­do a for­mar par­te de nues­tras vidas con tan­ta natu­ra­li­dad como tener un per­fil en una red social.

    En el terreno fashio­nis­ta hemos veni­do cons­ta­tan­do des­de hace tiem­po que la moda se vol­vió tran­qui­la, sin estri­den­cias, y con un adje­ti­vo aza­ro­so que mal­me­te­mos mucho, “poni­ble”. Todo tenía que ser poni­ble, para así poder ser ven­di­ble, exi­gi­ble y que se nos anto­ja­ra com­pra­ble. Has­ta aho­ra.

    El futu­ro vie­ne a por los dise­ña­do­res, que para algo son crea­do­res, que gus­tan por empe­zar a arries­gar­se y a pro­po­ner nue­vas silue­tas y sobre todo nue­vas ten­den­cias. Aban­do­nan­do las tea­tra­li­da­des, lamen­tan­do muer­tes con pom­pas, la físi­ca de McQueen, y sin pom­pas, la misa sona­da y can­ta­da de Galliano, nue­vas y evo­lu­ti­vas for­mas de pre­sen­tar colec­cio­nes y des­fi­les se abren paso a modo de una nue­va luz en el camino (o pasa­re­la, o la del final del túnel, tan­to da).

    La gran pre­cur­so­ra, cómo no, es la visio­na­ria Miuc­cia Pra­da, que por cier­to aca­ba de visi­tar nues­tra ciu­dad (y yo la suya medio en secre­to). Para su colec­ción de este verano ha con­se­gui­do un éxi­to total de un ries­go cru­cial. Una explo­si­va ensa­la­da de ten­den­cias que inclu­ye prints tro­pi­ca­les, colo­res energy, exa­ge­ra­das rayas, for­mas 40’s con volan­tes y una reno­va­da vuel­ta a los tra­jes de cha­que­ta y zapa­tos Oxford con maxi-sue­­las de goma y espar­to.

    La polé­mi­ca del malo­gra­do John Galliano hizo som­bra en las can­di­le­jas de su últi­ma pre­sen­ta­ción para Dior, acto hono­rí­fi­co y ves­tá­li­co que ni siquie­ra pudo des­pe­dir ni in per­son ni in cor­po­re. Mez­clas impo­si­bles de dis­tin­tas déca­das del XX se vol­ca­ban en el XXI jun­to a ele­men­tos del XVIII. Ves­ti­dos 70’s de aire folk, cha­que­tas de cua­dros de lana 50’s, boti­nes vic­to­ria­nos no de la Secret……

    Por nues­tros lares quien ha deci­di­do arries­gar (por que pue­de, todo hay que decir­lo) es el galle­go Rober­to Verino. Con­vir­tió su des­fi­le den­tro de una cues­tio­na­da Cibe­les en uno de los momen­to mági­cos de la Week. Mez­cla de pren­das de esti­lo cla­ra­men­te orien­tal y camu­fla­da occi­den­ta­li­zad, algu­nas silue­tas de prin­ci­pios de siglo XX…

    Las de estos tres son pro­pues­tas intere­san­tes que logran con­ver­tir­se en obje­tos de deseo con la fór­mu­la de mez­clar bati­bu­rri­llos dis­pa­res. Y has­ta aquí pode­mos leer en cuan­to a ejem­plos pun­tua­les de ganar­se el cie­lo de la moda con el mix para triun­far.

    Aún no sabe­mos si se tra­ta de una estra­te­gia de mar­ke­ting, de un gran tra­ba­jo esti­lís­ti­co o, sim­ple­men­te, del abu­rri­mien­to y segu­ri­dad que ha pro­por­cio­na­do la lla­ma­da slow fashion, la más comer­cia­lo­ta. El caso es que se agra­de­ce un cam­bio de rum­bo y aún más si vie­ne con cier­tos toques diver­ti­dos, tona­di­lle­ros y pas­ti­che­ros.