• Cuan­do escri­bo este suel­to, un día pri­ma­ve­ral cual­quie­ra, las noti­cias hablan de la inmi­nen­te dimi­sión de José Luis Oli­vas de la pre­si­den­cia de Ban­ca­ja, de la impu­tación por diver­sos deli­tos del Con­se­jo de Admi­nis­tra­ción del Ban­co de Valen­cia, de la pér­di­da de valor de las accio­nes de Ban­ca Cívi­ca (el inven­to que fusio­nó a Caja Sol y Caja Nava­rra con otras dos) tras su adqui­si­ción a la baja por La Cai­xa, de la reite­ra­ción de la CAM sobre el nulo valor de sus pre­fe­ren­tes, el mis­mo pro­duc­to que en Ban­kia cam­bian por accio­nes mien­tras el clien­te tiem­bla… o del comi­sa­rio euro­peo, Joa­quín Almu­nia, quien se pre­gun­ta por qué Espa­ña no se diri­ge al fon­do de res­ca­te para sal­var a su ban­ca heri­da de muer­te, a lo que el minis­tro De Guin­dos res­pon­de que de eso nada. Mien­tras, en los círcu­los eco­nó­mi­cos inter­na­cio­na­les se vuel­ve a hablar del dolor de cabe­za que pro­du­ce la mala situa­ción espa­ño­la, que no remon­ta ni nada que se le parez­ca.

    Todo eso lo con­ta­ban los medios de comu­ni­ca­ción un día cual­quie­ra. Entre tan­to, los datos obje­ti­vos seguían/siguen pro­du­cien­do estra­gos. El cré­di­to, des­de lue­go, no flu­ye, ni a nivel domés­ti­co ni a nivel empre­sa­rial. Y eso que la ban­ca espa­ño­la ha con­su­mi­do la mitad de la barra libre que ha gene­ra­do el Ban­co Cen­tral Euro­peo. Es decir, que el BCE –sobre el que bási­ca­men­te man­da Ale­ma­nia–, le da a la maqui­ni­ta de hacer bille­tes de euros y los pres­ta al 1%, y son los espa­ño­les los que acu­den a por ellos.Ese dine­ro, la ban­ca lo uti­li­za en com­prar la deu­da públi­ca del Teso­ro espa­ñol, que remu­ne­ra entre el 4 y el 5% en estos momen­tos, sal­van­do de ese modo al país –al Esta­do–, ame­na­za­do como está por la temi­ble pri­ma de ries­go. O sea, que el dine­ro “ale­mán” se diri­ge fun­da­men­tal­men­te a soco­rrer al sis­te­ma públi­co nacio­nal, en situa­ción de cla­ra insol­ven­cia: Dado que nues­tra cla­se polí­ti­ca dimen­sio­nó un Esta­do al rit­mo de la bur­bu­ja inmo­bi­lia­ria, aho­ra no cua­dran ingre­sos con gas­tos una vez la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca se ha ralen­ti­za­do. Ese es el círcu­lo vicio­so de la actual situa­ción.
    Ante tan com­pli­ca­da coyun­tu­ra, en los cuar­te­les gene­ra­les de los finan­cie­ros espa­ño­les las con­sig­nas son cla­ras: no pres­tar sino todo lo con­tra­rio, des­apa­lan­car; valo­rar a la baja los inmue­bles aje­nos y man­te­ner en fic­ción y fue­ra del mer­ca­do los suyos pro­pios, que los tie­nen a millo­nes; fusio­nar­se siem­pre con ayu­das públi­cas has­ta que se ago­te el frob, que está a pun­to; sal­var las pen­sio­nes direc­ti­vas; y a ver­las venir hacién­do­se el sue­co sobre la reco­men­da­ción del Gobierno para reca­pi­ta­li­zar­se con fon­dos propios…Se tra­ta de una autén­ti­ca par­ti­da de póker, de cuya mesa van cayen­do poco a poco, uno a uno, los juga­do­res con menos fon­dos y peor ges­tión, y cuyo cua­dro final es fácil aven­tu­rar: ape­nas resis­ti­rán tres, cua­tro o cin­co gran­des cor­po­ra­cio­nes ban­ca­rias, con capa­ci­dad indus­trial e inter­na­cio­nal, y todo lo demás a liqui­da­ción, inclu­yen­do el sis­te­ma de cajas socia­les que inven­ta­ron los espa­ño­les hace dos siglos para los mer­ca­dos loca­les. En nues­tro caso, y una vez se subas­te el Ban­co de Valen­cia –que intere­sa a Caja­mur­cia–, se con­su­ma­rá la total des­apa­ri­ción de enti­da­des finan­cie­ras de sobe­ra­nía valen­cia­na. Adiós a los idea­les del Mar­qués de Cam­po y de otros pró­ce­res. Nos que­da la pre­sen­cia de Héc­tor Colon­ques –y aho­ra de Juan Roig– en el capi­tal del Ban­co de Saba­dell (CAM), y la de Fran­cis­co Pons en repre­sen­ta­ción de los empre­sa­rios valen­cia­nos en Ban­kia. Para de con­tar.
    Ese pano­ra­ma deso­la­dor verá una sen­si­ble mejo­ría en cuan­to se haga reali­dad el plan guber­na­men­tal para anti­ci­par recur­sos a las diver­sas admi­nis­tra­cio­nes públi­cas –en nues­tro caso ayun­ta­mien­tos y Gene­ra­li­tat– para que paguen las fac­tu­ras atra­sa­das y libe­ren a sus pro­vee­do­res de la terri­ble espi­ral de deu­das y moro­si­da­des. El plan de Rajoy se sus­tan­cia­rá en la rein­tro­duc­ción en el sis­te­ma eco­nó­mi­co del país de más de 30.000 millo­nes de euros, lo que tie­ne, por nari­ces, que ali­viar la situa­ción de las empre­sas. Lo impor­tan­te ya no es la eco­no­mía en gene­ral sino la liqui­dez en particular.Pero en tan­to lle­ga ese peque­ño maná y las refor­mas en mar­cha hacen su efec­to para libe­rar a las empre­sas de sus pesa­das car­gas al tiem­po que se ali­ge­ra de gas­to corrien­te nues­tro sec­tor públi­co, con­vie­ne que sepa­mos hacia dón­de nos diri­gi­mos. De momen­to nadie se atre­ve a seña­lar ni dón­de hay que ir ni qué cami­nos reco­rrer para alcan­zar el futu­ro.
    Las eco­no­mías domés­ti­cas y empre­sa­ria­les de este país están muy endeu­da­das, y nece­si­tan un plan de refi­nan­cia­ción, pue­de que inclu­so algún tipo de qui­ta o de mora­to­ria. Esa es la cla­ve para que Espa­ña se vuel­va a poner en mar­cha. Entre tan­to, los exper­tos más atre­vi­dos lan­zan ideas, algu­nas suge­ren­tes: crear en la ban­ca un coefi­cien­te de cré­di­to obli­ga­do para pri­va­dos, limi­tar la com­pra de deu­da públi­ca, alar­gar los pla­zos de los cré­di­tos ico a cam­bio de fomen­tar el empleo, con­do­nar deu­da fis­cal a cam­bio de con­tra­ta­cio­nes, mejo­rar los segu­ros médi­cos pri­va­dos y crear segu­ros para la edu­ca­ción, ins­tau­rar los mini-jobs a cam­bio de un gran pac­to social que aba­ra­te la vivien­da, el trans­por­te y los ser­vi­cios para los jóve­nes, etc, etc.

  • No hace fal­ta ser un lin­ce para com­pro­bar la cada vez más nutri­da pre­sen­cia valen­cia­na en los sitios de moda de Madrid. El AVE, con vein­te años de retra­so, ha veni­do a mos­trar­nos cuan cer­ca pode­mos estar las dos capi­ta­les. La reali­dad mide dis­tan­cias de tiem­po, no de kiló­me­tros, y aho­ra Madrid está sepa­ra­da de Valen­cia ape­nas a hora y media, más o menos lo que se tar­da en lle­gar en coche a Beni­dorm. Que nadie se extra­ñe, pues, de la revo­lu­ción que está en cur­so. En la Comu­ni­dad de Madrid ya toman medi­das al res­pec­to, acti­van­do sus cam­pa­ñas de pro­mo­ción entre los valen­cia­nos. A Madrid se va a hacer ges­tio­nes, sí, pero tam­bién a dis­fru­tar de los mejo­res museos, de un pro­gra­ma tea­tral sin paran­gón o del mejor pano­ra­ma gale­rís­ti­co del país, inclu­so de sus par­ques y jar­di­nes his­tó­ri­cos, uno de los cua­les, el Botá­ni­co, fue diri­gi­do por nues­tro gran ilus­tra­do, Cavanilles.Así que mien­tras los madri­le­ños nos visi­tan rum­bo a los chi­rin­gui­tos jun­to al mar, ansio­sos por degus­tar un arroz subli­me, los valen­cia­nos cha­la­nea­mos por los madri­les, recu­pe­ran­do a Veláz­quez y Goya o pasean­do por el Reti­ro. Y man­te­ne­mos lo nues­tro, como el Palau de la Músi­ca, que hace ya 25 años que se inau­gu­ró jun­to al río un 25 de abril, nor­ma­li­zan­do aque­lla ano­ma­lía que sig­ni­fi­có que una de las tie­rras con más amor por la músi­ca, con más músi­cos, no tuvie­ra un audi­to­rio en con­di­cio­nes. Cin­co lus­tros des­pués el Palau es un acti­vo de nues­tra cul­tu­ra total­men­te nor­ma­li­za­do, casi un miem­bro más de nues­tro orga­nis­mo.
    Y lo mis­mo cabe espe­rar de la Sala Par­pa­lló, que tras penar por diver­sas sedes al fin reca­la en un espa­cio a la altu­ra de lo que se espe­ra. El MuVIM es el esce­na­rio de esta nue­va pero añe­ja Par­pa­lló que, en su día, fue muy rele­van­te para impul­sar el arte con­tem­po­rá­neo, otra ano­ma­lía valen­cia­na que ayu­dó a sub­sa­nar jun­to a su her­mano mayor y suce­sor, el IVAM.

  • No hay mayor tra­ge­dia que sobre­vi­vir a un hijo. Eso es algo que todos sabe­mos y de lo que pocos habla­mos. Yo, en par­ti­cu­lar, no men­ciono el tema nun­ca. Ni lo pien­so. Si algu­na vez la idea se me cru­za, aun­que sea de sos­la­yo, me deja un mal cuer­po que me dura días ente­ros. Pero no pude evi­tar pen­sar­lo mien­tras escu­cha­ba a Toñi San­tia­go rela­tar cómo murió su hija Sil­via, de seis años, en un aten­ta­do de ETA en San­ta Pola, en 2002. La madre, sin poder aguan­tar el llan­to, con­tó cómo se dio cuen­ta de que su peque­ña moría con­for­me la res­ca­ta­ba de los cas­co­tes de la casa des­tro­za­da, y cómo se acer­có a su oído para can­tar­le una can­ción, mien­tras tal des­gra­cia ocu­rría. Y lue­go, expli­có que, con jun­to al cuer­po de la niña, dijo algo en refe­ren­cia a los terro­ris­tas, y mien­tras lo decía, en la sala don­de se cele­bra­ba el jui­cio, se giró hacia los eta­rras, les miró fija­men­te, sin mie­do, y les dijo: ase­si­nos, cobar­des, hijos de puta. A con­ti­nua­ción rela­tó que a ella no le habían ampu­tado una pier­na, sino el alma. Al oír­la yo me puse a llo­rar, y mi hija, que esta­ba con­mi­go, me pre­gun­tó qué me pasa­ba. Le con­tes­té con un abra­zo. Si te pasa algo, me mue­ro. Qué me va a pasar. Y cómo te vas a morir, si no te has mori­do nun­ca. La niña se rió, con esa risa infan­til y con­fia­da de los niños que aún no saben que el mun­do pue­de ser un lugar tan hos­til a pesar de todos nues­tros esfuer­zos.
     

  • Esta­mos reci­bien­do en los últi­mos días una gran can­ti­dad de infor­ma­ción en for­ma de decla­ra­cio­nes de minis­tros, por­ta­vo­ces, perio­dis­tas y opi­na­do­res varios, rela­ti­va a la pro­pues­ta de inyec­tar una impor­tan­te suma de liqui­dez (entre 30 y 50 millar­dos de €) median­te la par­ti­ci­pa­ción del Ins­ti­tu­to de Cré­di­to Ofi­cial y la ban­ca, para aten­der pagos atra­sa­dos a los pro­vee­do­res de la admi­nis­tra­ción muni­ci­pal, auto­nó­mi­ca y cen­tral.

    Sor­pren­de que para aten­der pagos corrien­tes de pro­vee­do­res muni­ci­pa­les y auto­nó­mi­cos, el gobierno cen­tral ten­ga que orques­tar una macro-ope­­ra­­ción finan­cie­ra como la que nos cuen­tan. No se entien­de que la admi­nis­tra­ción recu­rra a medi­das extra­or­di­na­rias, cuan­do teó­ri­ca­men­te, sus gas­tos e inver­sio­nes tie­nen que tener una con­tra­par­ti­da con­ta­ble en los ingre­sos o en la caja, al ini­cio del ejer­ci­cio. Por tan­to, lo ante­rior, es con­se­cuen­cia de una fal­ta de pro­gra­ma­ción, de una mani­pu­la­ción de las dis­tin­tas cuen­tas que com­po­nen la con­ta­bi­li­dad públi­ca, de una ines­pe­ra­da caí­da brus­ca de los ingre­sos, o de una com­bi­na­ción de las dis­tin­tas alter­na­ti­vas men­cio­na­das.

    Lo real­men­te impor­tan­te es que, reco­no­ci­do el pro­ble­ma, se abor­de cuan­to antes mejor, y de la mane­ra menos gra­vo­sa posi­ble, tan­to para los pro­vee­do­res, como para los admi­nis­tra­dos, paga­nos en últi­ma ins­tan­cia. El cri­te­rio de pri­mar en el cobro a quien ofrez­ca una reba­ja del prin­ci­pal adeu­da­do no pare­ce muy jus­to, pues en este caso, salen bene­fi­cia­dos aque­llos que cuen­tan con más mar­gen en la con­tra­ta­ción y no quie­nes pre­sen­ta­ron una ofer­ta mas com­pe­ti­ti­va, así como quie­nes cuen­ten con una estruc­tu­ra finan­cie­ra mayor y mas sofis­ti­ca­da, como las gran­des cor­po­ra­cio­nes, en detri­men­to de la Pyme y el autó­no­mo, y otras posi­bles situa­cio­nes a mi jui­cio injus­tas.

    En todo caso, insu­flar 30 o 50 millar­dos de € en la eco­no­mía pro­duc­ti­va de una país exan­güe finan­cie­ra­men­te hablan­do, cuya ban­ca tie­ne que mejo­rar sus ratios de sol­ven­cia recha­zan­do la finan­cia­ción de nue­vos pro­yec­tos y exi­gien­do ansio­sa­men­te la devo­lu­ción de las can­ti­da­des pres­ta­das, por impo­si­bi­li­dad de mejo­rar­los median­te nue­vas amplia­cio­nes de capi­tal por­que los mer­ca­dos des­con­fían de sus balan­ces, como digo, insu­flar esa can­ti­dad, es la mejor noti­cia que cabría espe­rar del nue­vo gobierno cen­tral, y una for­ma exce­len­te de mejo­rar la mal­tre­cha liqui­dez de toda la nación. Pue­de ser el ini­cio de la recu­pe­ra­ción de cier­ta nor­ma­li­dad en cuan­to a lo que liqui­dez empre­sa­rial se refie­re, y ayu­dar a la ban­ca en su recon­ver­sión patri­mo­nial.

    Si en vez de gas­tar casi 20 millar­dos de € en los Pla­nes E, se hubie­ran dedi­ca­do a pagar deu­da pen­dien­te de las admi­nis­tra­cio­nes con los pro­vee­do­res del sec­tor públi­co con dicho impor­te, segu­ra­men­te nos hubié­ra­mos aho­rra­do unos cuan­tos miles de para­dos y empre­sas des­apa­re­ci­das. Aun­que tar­de, sea bien­ve­ni­da la medi­da, y que vuel­va a fluir algo de liqui­do por las venas y arte­rias de la eco­no­mía pro­duc­ti­va de Espa­ña para que no pare de latir su cora­zón que es, sobre todo, el con­jun­to de peque­ñas y media­nas empre­sas, y los autó­no­mos.
     

  • Tras un mara­tón de 4 días de moda, 38 des­fi­les, fotos en backs­ta­ge, curio­si­da­des e infi­ni­tos ‘tuits’, ter­mi­nó la Valen­cia Fashion Week. La sema­na de la moda valen­cia­na que nun­ca fue una autén­ti­ca sema­na (se cele­bra a lo lar­go de cua­tro días) es el even­to con mayor can­ti­dad de este­tas por metro cua­dra­do: fotó­gra­fos, mode­los, dise­ña­do­res, crea­do­res de ten­den­cias, inte­rio­ris­tas, etc.

    En esta edi­ción Sara Vega, la her­ma­na de Paz idem, estu­vo allí, sen­ta­da en la pri­me­ra fila de casi todos los des­fi­les. Sara Vega acu­mu­ló sobre su per­so­na casi tan­tas mira­das como las mode­los de la pasa­re­la. A excep­ción de la colec­ción del dise­ña­dor Assaad Awad, crea­dor de pie­zas que ha luci­do Lady Gaga, que dejó ano­na­do al públi­co con sus ves­ti­dos con tachue­las y cala­ve­ras. Y por la impac­tan­te sor­pre­sa final de su des­fi­le: Rossy de Pal­ma con tra­je de novia, a medio camino entre Hele­na Bonham Car­ter y la novia de Fran­ken­tein. Bra­vo por Assaad Awad que logró des­per­tar el ojo satu­ra­do del espec­ta­dor. Rossy de Pal­ma creó más follón que los niños que había en el pre­cio­so des­fi­le de Hor­ten­sia Mae­so. «Mamá, ¿cuan­do empie­za?». «Mamá ¿esas son las mode­los?». «Mira, una ove­ja», cuan­do apa­re­ció un niño con un borre­go en bra­zos.

    Pero no sólo de moda y borre­gos vive la ciu­dad. Aca­ba de abrir sus puer­tas el Caro Hotel, pri­mer hotel monu­men­to de Valen­cia, y se cele­bró por todo lo alto. El Caro no tie­ne aire pala­cie­go: es un pala­cio situa­do en el cas­co anti­guo que per­te­ne­ció al Mar­qués de Caro. Es un pla­cer cami­nar por su pasi­llos y encon­trar­se una pared góti­ca o res­tos de la anti­gua mura­lla ára­be de Valen­cia. Tam­bién tie­ne una esca­le­ra de esas que pilla Lubitsch y te hace una pelí­cu­la. Yo quie­ro hacer el check-in en este hotel…

    La inau­gu­ra­ción reu­nió a 100 per­so­nas con una ori­gi­nal pro­pues­ta gas­tro­nó­mi­ca de El Alto dis­pues­ta en dis­tin­tos pun­tos del hotel. Los invi­ta­dos fue­ron reco­rrien­do cada una de las habi­ta­cio­nes, como la anti­gua torre de vigi­lan­cia de la mura­lla ára­be con­ver­ti­da en junior sui­te, las habi­ta­cio­nes abuhar­di­llas con vigue­ría de made­ra ori­gi­nal y las terra­zas deco­ra­das con basas roma­nas.

    Entre los asis­ten­tes, el Secre­ta­rio Auto­nó­mi­co de Edu­ca­ción San­tia­go Mar­tí, el Secre­ta­rio Auto­nó­mi­co de Turis­mo Luis Lobón, el pre­si­den­te de la Cáma­ra de Comer­cio José Vicen­te Mora­ta, el pre­si­den­te de la CEV Sal­va­dor Nava­rro, el pre­si­den­te del Puer­to de Valen­cia Rafael Aznar, el pre­si­den­te de Feria Valen­cia Alber­to Cata­lá, y Enri­que Soto. Tam­bién estu­vie­ron la con­ce­jal May­rén Beney­to, Juan Eloy Durá y su mujer Mamen, Pilar Llu­quet, Ampa­ro de la Con­cep­ción, Vicen­te Pechuán, Ale­jan­dro Cer­dá y Esther Barre­ra, el arqui­tec­to Ramón Este­ve, el dis­tri­bui­dor de Dico­val Javier Mone­de­ro, Lau­ra Galle­go y Javier Bote­lla.

  • Hace unos días me encon­tré con un anti­guo ami­go en una esqui­na cual­quie­ra de la ciu­dad. Iba car­ga­do de libros, como de cos­tum­bre, pero me lla­mó la aten­ción el moti­vo de los mis­mos, mono­grá­fi­co: Mayo del 68. Le pre­gun­té por su inte­rés y fue tajan­te, ya qui­so hacer­lo cuan­do el 15M pero aho­ra, con la lla­ma­da “Pri­ma­ve­ra de Valen­cia” en pri­me time, no lo iba a dejar esca­par.
    Mis­ma­men­te como la lite­ra­tu­ra sobre el crack del 29 tras la deba­cle de los her­ma­nos Leman y las recon­tra­hi­po­te­cas, aho­ra tam­bién se ha dis­pa­ra­do el con­su­mo sobre los ante­ce­den­tes his­tó­ri­cos de las revuel­tas juve­ni­les. La gen­te quie­re com­pren­der por qué pasa lo que pasa.Mi ami­go, cla­ro está, siguió en su día las vici­si­tu­des de per­so­na­jes como Cohn Ben­dit, cono­ci­do como Dany el rojo, quien toda­vía azo­ta el par­la­men­to euro­peo con su ver­bo fácil des­de un esca­ño ver­de, inclu­so estu­vo al tan­to de las deri­vas hacia la ley y el orden de clá­si­cos inte­lec­tua­les sesen­ta­yo­chis­tas como el exmaoís­ta Glucks­mann, y tam­bién ha vis­to un millón de veces el tes­ta­men­to anti­nihi­lis­ta de Nicho­las Ray en Rebel­des sin cau­sa –basa­do, por cier­to, en un libro de psi­quia­tría– con la famo­sa chu­pa de cue­ro de James Dean. Inclu­so recuer­da las andan­zas del Cojo Man­te­cas y los rom­pe­fa­ro­las que se opu­sie­ron al pri­mer gabi­ne­te socia­lis­ta espa­ñol y ter­mi­na­ron nego­cian­do un ati­llo de cho­rra­das con el enton­ces núme­ro dos de Mara­vall, que no era otro que Miguel Barro­so, ex del Vie­jo Topo y de Dia­rio de Valen­cia y espo­so actual de la ex minis­tra de Defen­sa, Car­me Cha­cón.
    La cues­tión que se sus­ci­tó con mi ami­go era si todo aque­llo del siglo pasa­do tenía algún paran­gón con las movi­li­za­cio­nes actua­les, con­tem­po­rá­neas, tan que­ri­das de los medios y valo­ra­das, inclu­so, por un supues­to dia­rio impar­cial y tan legen­da­rio como el New York Times.
    Y la res­pues­ta es que no. Que es posi­ble que de nue­vo vea­mos aflo­rar el natu­ral com­por­ta­mien­to con­tes­ta­rio de la juven­tud, su indo­ma­ble rebel­día con­tra lo esta­ble­ci­do, la per­tur­ba­ción que lo orga­ni­za­do pro­vo­ca en un espí­ri­tu some­ti­do a la exal­ta­ción de la sen­sua­li­dad a flor de piel, la líbi­do insur­gen­te, la con­cu­pis­cen­cia que el actual sis­te­ma de valo­res les ha trans­mi­ti­do… Todo eso es posi­ble, pero no mucho más, que ya es bas­tan­te, aun­que poco que ver con París y Ber­ke­ley.
    La gene­ra­ción que más tiem­po ha per­ma­ne­ci­do en for­ma­ción –que no la más for­ma­da–, la que menos se ha sen­ti­do ago­bia­da por la ansie­dad de las caren­cias, aque­lla que más ha alar­ga­do los valo­res pue­ri­les tan de la ado­les­cen­cia –fenó­meno inven­ta­do por nues­tra cul­tu­ra de la opu­len­cia–… esa se ha apres­ta­do a ensa­yar tam­bién una expe­rien­cia de revuel­ta para sen­tir­se pro­ta­go­nis­ta. Ya lo dijo Warhol, que en el futu­ro –o sea, nues­tro pre­sen­te– todo el mun­do podrá ser famo­so al menos duran­te quin­ce minu­tos en la tele­vi­sión. Pues de eso se tra­ta.
    La Pri­ma­ve­ra de Valen­cia, que es una revo­lu­ción sin azú­car, una rebe­lión entre light y zero más que sin cau­sa, tie­ne lugar bajo la mira­da cóm­pli­ce de la opo­si­ción y del perio­dis­mo de alcan­ce, sabe­do­res de que toda corrien­te de agua mue­ve molino, es decir, des­gas­ta al Gobierno. Pero los hay más o menos res­pon­sa­bles, más o menos rigu­ro­sos. El pape­lón de algu­nos dipu­tados valen­cia­nos cre­yén­do­se agi­ta­do­res revi­si­ta­dos no pue­de ser más banal.
    A la dere­cha, en cam­bio, todas estas cosas le ponen ner­vio­sa. Cree ver el fan­tas­ma de Lenin y sus mani­pu­la­do­res bol­che­vi­ques en cada esqui­na, no sabe cómo resol­ver las esce­no­gra­fías poli­cia­les por temor a no dar con la debi­da fre­na­da y, a duras penas, alcan­za a ver el fon­do de la cues­tión por­que muchos de sus ana­lis­tas solo saben ser adhe­ri­dos y no pen­sa­do­res pro­pios.
    Curio­sa­men­te, de todo lo oído recien­te­men­te, lo más intere­san­te ha sido el cabreo par­la­men­ta­rio de Alber­to Fabra con­tra los lla­ma­dos recor­tes, y sobre todo la pro­cla­ma de Mariano Rajoy al cie­rre de su extra­ño con­gre­so de Sevi­lla, reco­no­cien­do dos ámbi­tos socia­les bien dis­tin­tos: el de los favo­re­ci­dos por un sta­tus (sin­di­cal, de fun­cio­na­rio, de estu­dian­te, etc.), y el de los pobres de solem­ni­dad (para­dos, emi­gran­tes, mayo­res, gen­tes sin for­ma­ción…). A estos últi­mos qui­so diri­gir­se, y a ellos ten­drán que ir dedi­ca­dos los esfuer­zos de futu­ro si no que­re­mos ver pau­pe­ri­zar­se al país.
    Urge, en ese sen­ti­do, un nue­vo pac­to o mar­co social que garan­ti­ce los valo­res bási­cos. Ante la cegue­ra y fal­ta de ima­gi­na­ción de la cla­se diri­gen­te sin­di­cal, en espe­cial los de la fun­ción públi­ca, les com­pe­te a los gobier­nos actua­les afron­tar estas nue­vas polí­ti­cas a modo de new deal: de aba­ra­ta­mien­to del trans­por­te públi­co, de los sumi­nis­tros bási­cos de ener­gía, de pues­ta a dis­po­si­ción del enor­me par­que de vivien­das vacías… de la gene­ra­ción en suma de una nue­va visión social a la que podrán aco­ger­se los más jóve­nes tam­bién, nece­si­ta­dos de ancla­jes para vol­ver a creer en este sis­te­ma.
     

  • Si algu­na inten­ción tie­ne la expo­si­ción que el IVAM dedi­ca al estu­dio A‑cero es la de mos­trar la capa­ci­dad arqui­tec­tó­ni­ca de este últi­mo, tras­cen­dien­do de una vez el rui­do mediá­ti­co que sue­le pro­du­cir­se en torno a sus com­po­nen­tes, Joa­quín Torres y Rafael Lla­ma­za­res. Torres, lla­ma­do el arqui­tec­to de los famo­sos, es un per­so­na­je sin­gu­la­rí­si­mo, con mucha fuer­za vital, capa­ci­dad de tra­ba­jo y de nego­cio. Pero es tam­bién un exce­len­te arqui­tec­to, atre­vi­do, capaz de asu­mir ries­gos y que nun­ca se con­for­ma con el camino fácil.
    Así que no le extra­ñe a nadie que sea un triun­fa­dor, que los perio­dis­tas se lo rifen y que la arqui­tec­tu­ra que pro­po­ne le intere­se al gran públi­co. Pero Torres no aban­do­na por ello ni uno solo de los pos­tu­la­dos de la arqui­tec­tu­ra moder­na, al con­tra­rio. Es en estos momen­tos su gran difu­sor en nues­tro país. Y no hace sola­men­te man­sio­nes –que por cier­to han hecho todos los gran­des arqui­tec­tos del siglo xx–, sino tam­bién edi­fi­ca­cio­nes públi­cas, vivien­das pro­te­gi­das y, en espe­cial, modu­la­res que, cabe seña­lar­lo, fabri­ca des­de la Comu­ni­tat Valenciana.Otras empre­sas impor­tan­tes de aquí, como el gru­po Por­ce­la­no­sa o Von­dom, han con­fia­do en A‑cero para tra­ba­jar con­jun­ta­men­te. La edi­to­ra de esta revis­ta, Ruza­fa Show, ha cola­bo­ra­do en el dise­ño del catá­lo­go de la expo­si­ción, cuyo comi­sa­rio es el edi­tor jefe de esta mis­ma City, Juan Lagar­de­ra, y pode­mos decir sin amba­ges que tra­ba­jar jun­to al equi­po téc­ni­co y humano de A‑cero ha sido muy esti­mu­lan­te y crea­ti­vo.
    Real­men­te nos sen­ti­mos orgu­llo­sos de haber cola­bo­ra­do en esta mues­tra, Vivir en la Arqui­tec­tu­ra, y se la reco­mien­do fer­vien­te­men­te. Así que entre una mas­cle­tà, la visi­ta a un monu­men­to falle­ro y una ofren­da, den­se un res­pi­ro por el IVAM y dis­fru­ten de una expo­si­ción con­ce­bi­da para que le gus­te a todo el mundo.Esperemos, por lo demás, que las Fallas sir­van este año para traer el buen tiem­po pero tam­bién para ini­ciar la nece­sa­ria recu­pe­ra­ción del con­su­mo, en espe­cial en el sec­tor de la hos­te­le­ría. Les pro­po­ne­mos una ruta de tapeo por la ciu­dad, esa casi obli­ga­da ten­den­cia de la coci­na sen­ci­lla, eco­nó­mi­ca, casual y con raí­ces que se abre paso para supe­rar la cri­sis y la deca­den­cia de la alta gas­tro­no­mía.
    Deje­mos pues que la calle se tor­ne una fies­ta y que siquie­ra por unos días se olvi­de de con­fron­ta­cio­nes. Lo impor­tan­te es recu­pe­rar el pul­so, y algu­nos sín­to­mas empie­zan a dar bue­nas seña­les, empe­zan­do por la car­te­le­ra de tea­tro y tam­bién por la ofer­ta musi­cal, dos ámbi­tos en los que des­de este núme­ro vamos a des­ta­car dos reco­men­da­cio­nes de la mano de una gran cer­ve­za, Mahou, des­de siem­pre al lado de la cul­tu­ra.

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    El Mar­qués de Gri­ñón, la Aca­de­mia

    de Gas­tro­no­mía, Comi­té Cis­ne y más

    Por Jua­na Camps

    Lo pri­me­ro que vi al lle­gar a la entre­ga de los pre­mios de la Aca­de­mia Valen­cia­na de Gas­tro­no­mía fue a Ymel­da Moreno, la Mar­que­sa de Poza y pre­si­den­ta de la Cofra­día de la Bue­na Mesa. Esta­ba fren­te a la pece­ra que rodea el res­tau­ran­te El Sub­ma­rino del Ocea­no­grà­fic. El mejor comien­zo para unos pre­mios de nivel orga­ni­za­dos por la pre­si­den­ta de la Aca­de­mia Valen­cia­na de Gas­tro­no­mía, Cuchi­ta Lluch. Obser­van­do el acua­rio tam­bién esta­ba otra cele­brity, ésta de mayor nivel. Era Car­los Fal­có, Mar­qués de Gri­ñón, empre­sa­rio, viti­cul­tor, bode­gue­ro y digno repre­sen­tan­te de la aris­to­cra­cia, por su ele­gan­cia y saber estar. Nada que ver con la Duque­sa de Alba, todo un esper­pen­to del mejor Valle Inclán. De Que­ve­do y de Gón­go­ra no habla­ré si no es en pre­sen­cia de mis notas a pie de pági­na.

    Pero el tema va de coci­na, aun­que en la entre­ga de los pre­mios de la Aca­de­mia Valen­cia­na de Gas­tro­no­mía ni los chefs ni el fabu­lo­so menú fue­ron los pro­ta­go­nis­tas. Las ver­da­de­ras estre­llas fue­ron dos bebés: Leo, el hijo de Didier Fer­ti­la­ti, pre­mia­do como mejor direc­tor de sala, y Vicen­te, el reto­ño del coci­ne­ro Vicen­te Pati­ño, galar­do­na­do en la cate­go­ría de ‘Otra for­ma de comer’. Tam­bién Javier Andrés, pre­mia­do por su res­tau­ran­te La Sucur­sal, aca­ba de ser padre en lo que pare­ce un baby boom en el gre­mio culi­na­rio. Estre­llas (peque­ñas) apar­te, en esta sép­ti­ma edi­ción el pre­mio a la mejor bode­ga fue El Seque y la mejor sumi­ller Aman­da Nava­rro. Tam­bién hubo reco­no­ci­mien­to para un gran pro­duc­to de la Comu­ni­dad Valen­cia­na, la tru­fa de Cas­te­llón, y un pre­mio espe­cial a Vere­ma. Entre los asis­ten­tes a la comi­da, reco­no­ci­dos gour­mets como el nota­rio Car­los Pas­cual, los pro­mo­to­res Pedro Gimeno y Fran­cis­co Mur­cia, los gale­ris­tas Ser­gio y Olga Ade­lan­ta­do, Rosa y David Lla­dró, los empre­sa­rios ali­can­ti­nos Pepe Amat y José San­chis, el doc­tor Juan Viña y Mer­ce­des Casa­no­va.

    Y como una comi­da con­du­ce a una cena les cuen­to la gran fies­ta ‘Ánge­les Uni­dos con­tra el Alzhei­mer’ que tuvo lugar en Mar de Bam­boo. Una noche soli­da­ria orga­ni­za­da por el músi­co Elías Azu­lay en la que logró que un mon­tón de músi­cos de los gru­pos de la ‘movi­da valen­cia­na’ se unie­ran en bene­fi­cio de las fami­lias que sufren la enfer­me­dad del Alzehi­mer. Par­ti­ci­pa­ron Nacho Mañó de Pre­sun­tos Impli­ca­dos, Elías Azu­lay de Betty Trou­pe, Javier Escrig de Dadà, Copi de Comi­tè Cis­ne, Dai Beren­guer de Wic­ked Arti­cle, Vicen­te Fei­jóo de Zar­pa, Suco de Blue Moon y las Chi­cas de But­terfly, ade­más de miem­bros de Los Inhu­ma­nos, Comi­tè Cis­ne y Revól­ver. Como bro­che final, la ani­ma­da músi­ca que pin­cha­ron los djs Lucky Carre­ño, José Apa­ri­cio y Nacho Rodrí­guez. Lo más diver­ti­do fue ver cómo de vez en cuan­do iba alguien a la cabi­na para hacer peti­cio­nes. Creo que nadie soli­ci­tó al pobre dj cosas infer­na­les. Des­de lue­go, si se le hubie­ra ocu­rri­do poner a Andy y Lucas, por ejem­plo, yo hubie­ra sali­do corrien­do.

     

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    la quie­bra moral y

    eco­nó­mi­ca de valen­cia

    La reali­dad es una mera per­cep­ción como no can­san de recor­dar­nos los meta­fí­si­cos y los tera­peu­tas. La reali­dad actual, mis­ma­men­te, es una per­cep­ción que en muchas oca­sio­nes se tami­za a tra­vés de los medios de comu­ni­ca­ción. Lo que quie­re decir, en pala­bras bien sen­ci­llas, que los medios no cuen­tan la reali­dad sino que la fabri­can.

    Me extra­li­mi­to en este preám­bu­lo toda vez que en las últi­mas sema­nas se ha gene­ra­do la idea de que Valen­cia –el topó­ni­mo por una vez ha ser­vi­do para desig­nar a la ciu­dad y a la región– no es solo un terri­to­rio que­bra­do en lo finan­cie­ro sino tam­bién en lo moral.

    En un giro infor­ma­ti­vo con un cla­ro ses­go polí­ti­co se ha lan­za­do la espe­cie de que tras dos déca­das de gobier­nos con­ser­va­do­res, Valen­cia es poco menos que un pára­mo eco­nó­mi­co, don­de ha aflo­ra­do la corrup­ción de un modo gene­ra­li­za­do, la inep­ti­tud ges­to­ra ha cam­pa­do por sus fue­ros y se ha mul­ti­pli­ca­do un incon­tro­la­do des­pil­fa­rro de las arcas públi­cas.

    Y pue­de que sea cier­to que algu­nos datos empí­ri­cos jue­gan aho­ra en con­tra de Valen­cia. Ya lo diji­mos no hace mucho en estas mis­mas pági­nas a pro­pó­si­to de la pér­di­da de las cajas y ban­cos de su obe­dien­cia valen­cia­na. O a cuen­ta del desas­tre que la ges­tión de Juan Soler pro­pi­ció en la prin­ci­pal ins­ti­tu­ción afec­ti­va de los valen­cia­nos, su club de fút­bol, aho­ra en tran­ce de supera­ción gra­cias a nue­vos diri­gen­tes.

    No es menos cier­to que algu­nos líde­res polí­ti­cos se han vis­to inmer­sos en cau­sas judi­cia­les por cohe­chos y otras mal­ver­sa­cio­nes, pero no en un gra­do supe­rior al que haya­mos vis­to en Cata­lu­ña, Balea­res o Anda­lu­cía, y des­de lue­go nadie en sus caba­les osa­ría decir algo así como que las esta­fas del anti­guo direc­tor del Palau de la Músi­ca de Bar­ce­lo­na, del caso Pal­ma Are­na o del Bru­gal en Ali­can­te con­fir­man la ten­den­cia de la cos­ta medi­te­rrá­nea a la corrup­ción.

    Con­vie­ne, pues, no gene­ra­li­zar, y des­de lue­go no con­fun­dir un rela­to perio­dís­ti­co con la ver­dad, a la que ya no aspi­ran ni los his­to­ria­do­res, libe­ra­dos al fin de los cuen­tos chi­nos mar­xis­tas que asu­mían una supues­ta reali­dad cien­tí­fi­ca de la his­to­ria.

    Así que ni tan­to ni tan cal­vo. No era­mos los mejo­res del mun­do mun­dial como algu­nas deri­vas polí­ti­cas, casi neo­pe­ro­nis­tas, nos hacían creer no hace mucho. Ni aho­ra somos poco menos que una rui­na aso­la­da por una tur­ba de sin­ver­güen­zas ampa­ra­dos en siglas polí­ti­cas.

    Nues­tro peca­do como valen­cia­nos, en cual­quier caso, fue creer­nos que ten­dría­mos cré­di­to sin lími­tes has­ta el fin de los tiem­pos. Pero es que ape­nas hace cin­co años los eco­no­mis­tas valo­ra­ban, pre­ci­sa­men­te, nues­tra capa­ci­dad de con­su­mo interno –igual que los nor­te­ame­ri­ca­nos, decían–, fren­te al inmo­vi­lis­mo aho­rra­ti­vo de otras socie­da­des que mos­tra­ban enton­ces un menor dina­mis­mo eco­nó­mi­co que la nues­tra.

    Por lo demás, com­par­ti­mos males­ta­res con muchos de nues­tros seme­jan­tes. No somos más corrup­tos, me cons­ta, que cata­la­nes o anda­lu­ces, no hemos hecho más aero­puer­tos o uni­ver­si­da­des poco efi­cien­tes que los gobier­nos socia­lis­tas de Cas­ti­lla o los nacio­na­lis­tas de Cata­lu­ña. Hemos poli­ti­za­do las cajas de aho­rro tan­to o menos que otras auto­no­mías. Y las apues­tas por gran­des even­tos y cen­tros de ocio son muy pare­ci­das a otras, bas­tan­te menos one­ro­sas, por ejem­plo, que las Olim­pia­das o el Forum de Bar­ce­lo­na, la Expo de Sevi­lla o el com­ple­jo cul­tu­ral de San­tia­go de Com­pos­te­la.

    La alo­ca­da apues­ta inmo­bi­lia­ria, por lo demás, la com­par­ti­mos con Anda­lu­cía, Balea­res o Madrid. Y la desas­tro­sa ges­tión de las cajas se repro­du­ce en casi todo el país, tenien­do en cuen­ta, ade­más, que en los con­se­jos de dichas enti­da­des había polí­ti­cos y zán­ga­nos pro­ve­nien­tes de todos los par­ti­dos en liza.

    No es de reci­bo, pues, este des­cré­di­to tan sin medi­da ni matiz hacia lo valen­ciano. Cuan­do resul­ta que somos la úni­ca región espa­ño­la leal y sin com­ple­jos al pro­yec­to común de Espa­ña –lo dice has­ta nues­tro himno–, sien­do la úni­ca capaz de poder ele­gir entre ese pro­yec­to y otro más en con­so­nan­cia con el pasa­do de la Coro­na de Ara­gón –que no cien­tí­fi­co como los errá­ti­cos neo­fus­te­ria­nos siguen pre­co­ni­zan­do.

    El valen­ciano medio es, pre­ci­sa­men­te, un mode­lo de empren­de­dor, que entron­ca con la tra­di­ción mer­can­til lati­na, y que se cimen­ta sobre epo­pe­yas anó­ni­mas que van des­de la dese­ca­ción de la Albu­fe­ra que glo­sa­ra Blas­co Ibá­ñez a la expor­ta­ción de cítri­cos a Euro­pa y has­ta de mue­bles a Orien­te Medio.

    Empre­sa­rios como Juan Roig, Héc­tor Colon­ques, Vicen­te Bolu­da, Adol­fo Utor, Fran­cis­co Pons, Fer­nan­do Balles­ter de Mar­ti­na­va­rro, los Nava­rro de Car­men­ci­ta, Pedro López de Valor, Paco Segu­ra, Fran­cis­co Andreu de sillas del mun­do, Fede­ri­co Micha­vi­la de Torre­cid… por no hablar de los hote­le­ros de Beni­dorm, los zapa­te­ros de Elche y Elda… Todos ellos mar­can cami­nos a seguir. Los valen­cia­nos segui­rán en pie, levan­tán­do­se otra vez.

    Con­vie­ne leer el edi­to­rial del pasa­do 19 de enero de Las Pro­vin­cias: “Valen­cia es mucho más”. http://www.lasprovincias.es/v/20120119/opinion/valencia-mucho-20120119.html

  • Leo que un matri­mo­nio de Cam­brid­ge aca­ba de reve­lar a sus alle­ga­dos y a toda la comu­ni­dad el sexo de su hijo a los cin­co años de haber sido padres. Duran­te todo este tiem­po, le han edu­ca­do en la igno­ran­cia de saber si era un niño o una niña con la idea de que al cre­cer, la cria­tu­ra deci­die­se lo que que­ría ser de mayor. Y no me refie­ro a médi­co, perio­dis­ta, fut­bo­lis­ta o con­cur­san­te de Gran Her­mano. Los padres le han dado una edu­ca­ción neu­tral y sólo le han com­pra­do jugue­tes uni­sex por­que que­rían evi­tar los este­reo­ti­po, así que, por ejem­plo, dicen, han per­mi­ti­do que se vis­tie­ra como qui­sie­ra, ya fue­ra como una bai­la­ri­na con tutú o con un dis­fraz de Spi­der­man. La madre dice que nin­gu­na otra mamá ha que­ri­do ir a su casa a tomar el té. Y toda­vía se pre­gun­ta­rá por qué. Y miren que si hay alguien a favor de la igual­dad y en con­tra de este­reo­ti­par a la gen­te, o de dis­cri­mi­nar a nadie por su con­di­ción sexual, es la que sus­cri­be. Pero tam­bién me encon­tra­rán fren­te a los padres que no tie­nen nin­gún sen­ti­do común y que hacen pagar esa caren­cia a sus hijos, ya sea ali­men­tán­do­les úni­ca­men­te con leche mater­na y ori­na (tam­bién lo he leí­do, no me lo estoy inven­tan­do) o fin­gien­do ante ellos que el sexo es algo que se pue­de ele­gir. Qui­zá este tipo de padres no estén dema­sia­do lejos de los que creen que la homo­se­xua­li­dad se cura con pas­ti­llas, con tera­pia o enco­men­dán­do­se a Dios. Y cuan­do pien­so que para adop­tar un bebé inves­ti­gan has­ta a la pri­ma segun­da de la cuña­da de la por­te­ra de tu edi­fi­cio, la san­gre me hier­ve has­ta alcan­zar el pun­to de ebu­lli­ción. Por­que cual­quier des­ce­re­bra­do pue­de tener sus pro­pios hijos sin que nadie les cues­tio­ne ese dere­cho. Aun­que se lle­ven por delan­te a los más ino­cen­tes.

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    Todo el mun­do tie­ne la sen­sa­ción de estar inmer­so en una pesa­di­lla eco­nó­mi­ca y finan­cie­ra sin fin. Todas las por­ta­das y prin­ci­pa­les titu­la­res de los medios resal­tan aspec­tos casi dan­tes­cos del actual esta­do de las cosas, y da igual que el esce­na­rio sea regio­nal como nacio­nal o inter­na­cio­nal. Los voca­blos más uti­li­za­dos son del tipo “deba­cle”, “crash”, “des­plo­me”, “hun­di­mien­to” etc.

    En nues­tro país somos poco dados a para­me­tri­zar los fenó­me­nos socio­ló­gi­cos, al con­tra­rio de lo que ocu­rre en Esta­dos Uni­dos, don­de has­ta la más insig­ni­fi­can­te pau­ta de com­por­ta­mien­to social se estu­dia, ana­li­za y cuan­ti­fi­ca esta­dís­ti­ca­men­te. Hay pro­gra­mas que miden inclu­so la inten­si­dad, el núme­ro y la prio­ri­dad con la que los artícu­los de los medios de comu­ni­ca­ción citan pala­bras, y/o con­cep­tos eco­nó­mi­cos y finan­cie­ros, de carác­ter nega­ti­vo o posi­ti­vo a lo lar­go de ciclos eco­nó­mi­cos.

    Lo ante­rior es una con­se­cuen­cia y, al mis­mo tiem­po, la cau­sa del esta­do de áni­mo y de cómo se pro­pa­ga el mis­mo a tra­vés de los medios. Cuán­tas veces escu­cha­mos últi­ma­men­te comen­ta­rios del tipo “no quie­ro leer los perió­di­cos por­que me pon­go de mal humor” o “pones la radio y todo son malas noti­cias”. Y es ver­dad que, en épo­cas como la actual, la pre­pon­de­ran­cia, inten­si­dad y núme­ro de veces en las que se emplean adje­ti­vos, con­cep­tos, y en gene­ral pala­bras de con­te­ni­do nega­ti­vo es muy alto. Y lo con­tra­rio pasa en épo­cas de gran expan­sión y cre­ci­mien­to.

    Ambos fenó­me­nos retro­ali­men­tan al alza, o a la baja, el áni­mo y por tan­to las expec­ta­ti­vas de todos aque­llos que tie­nen ámbi­tos de res­pon­sa­bi­li­dad eco­nó­mi­ca y finan­cie­ra. Ges­to­res de fon­dos, inver­so­res ins­ti­tu­cio­na­les o par­ti­cu­la­res, gober­nan­tes, direc­ti­vos de gran­des empre­sas, etc., se ven a dia­rio afec­ta­dos como seres emo­cio­na­les por la gran car­ga que supo­ne la apa­bu­llan­te can­ti­dad de infor­ma­ción de uno u otro signo. En con­se­cuen­cia, inver­tir o, al menos, atem­pe­rar y equi­li­brar al alza o a la baja la corrien­te domi­nan­te infor­ma­ti­va, es una nece­si­dad y una tera­pia muy salu­da­ble social y eco­nó­mi­ca­men­te.

    Por ello, y por­que es difí­cil estar peor, soy de los que cree que esta­mos tocan­do sue­lo y que­da menos, y rela­ti­va­men­te poco, para dar­le la vuel­ta a la situa­ción en la que nos encon­tra­mos. Las gran­des refor­mas están en mar­cha (labo­ral, fis­cal, finan­cie­ra, pre­su­pues­ta­ria, judi­cial, etc.) a nivel nacio­nal y regio­nal. Algu­nas de ellas ten­drán como con­se­cuen­cia un repen­tino empeo­ra­mien­to de algu­nos indi­ca­do­res (paro, pér­di­da de poder adqui­si­ti­vo, mayor esfuer­zo fis­cal…), pero son nece­sa­rios para esta­bi­li­zar la eco­no­mía y sen­tar las bases del nue­vo ciclo expan­si­vo. Esta­mos incur­sos en un pro­ce­so qui­mio­te­ra­péu­ti­co, des­truc­ti­vo pero sana­dor.

    Euro­pa, y Ale­ma­nia a la cabe­za, empie­za a dar mues­tras de cier­ta fle­xi­bi­li­dad a la hora de inyec­tar liqui­dez en el sis­te­ma, y lo esta­mos notan­do des­de hace un mes y medio a tra­vés de las subas­tas del teso­ro y la pri­ma de ries­go. Fal­ta que la ban­ca aflo­re pér­di­das inmo­bi­lia­rias y sanee balan­ces, que los gobier­nos reduz­can défi­cit, que sala­rios y pre­cios ganen com­pe­ti­ti­vi­dad, y que el cré­di­to vuel­va a fluir con cier­ta nor­ma­li­dad. Pero al menos, la finan­cia­ción del Esta­do empie­za a nor­ma­li­zar­se. Defi­ni­ti­va­men­te creo que esta­mos empe­zan­do a tocar sue­lo.

     

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    Jus­to hace cin­co años, en febre­ro de 2007, veía la luz esta revis­ta con una cla­ra voca­ción: ser­vir por y para Valen­cia como una guía de las acti­vi­da­des más impor­tan­tes de la ciu­dad. Valen­cia se pre­pa­ra­ba para la America’s Cup y pare­cía una urbe capaz de con­ver­tir­se en el nue­vo Mon­te­car­lo del sur de Euro­pa. Un lus­tro des­pués, la cri­sis eco­nó­mi­ca se hace sen­tir y aque­llos sue­ños han empe­za­do a des­va­ne­cer­se.

    Pero hay que estar a las uvas y a las madu­ras. Si la ciu­dad cuan­do pare­cía emba­la­da nece­si­ta­ba alta­vo­ces que glo­sa­ran aque­lla aven­tu­ra, aho­ra que la rece­sión pare­ce adue­ñar­se de la vida coti­dia­na más nece­sa­rio es si cabe poder con­tar con medios dis­pues­tos a ayu­dar a quie­nes, cada día, pres­tan ser­vi­cios en esta ciu­dad.

    Así que cin­co años des­pués del naci­mien­to de Valen­cia City nues­tros deseos y anhe­los siguen sien­do los mis­mos. Nos man­te­ne­mos como una publi­ca­ción al ser­vi­cio de sus lec­to­res y clien­tes, una revis­ta que abo­ga por con­ver­tir en noti­cia las nove­da­des comer­cia­les de la ciu­dad.

    Como en los his­tó­ri­cos dia­rios de avi­sos que se cen­tra­ban en las acti­vi­da­des mer­can­ti­les, nues­tro obje­ti­vo es con­tar la ofer­ta cul­tu­ral de Valen­cia, pero tam­bién la crea­ti­vi­dad gas­tro­nó­mi­ca de sus res­tau­ran­tes, los esfuer­zos por mejo­rar sus pro­duc­tos de los comer­cios agro­ali­men­ta­rios y tam­bién de las tien­das de moda, los éxi­tos de inno­va­ción de nues­tras peque­ñas y media­nas empre­sas, las nue­vas inver­sio­nes hote­le­ras, el desa­rro­llo del sec­tor turís­ti­co, tan­to en la ciu­dad como en la pro­vin­cia…

    Ser visi­ble, reco­no­ci­ble, saber uti­li­zar la infor­ma­ción y su deri­va­do crea­ti­vo: la publi­ci­dad en sus diver­sas mani­fes­ta­cio­nes, es toda­vía más impor­tan­te en momen­tos de difi­cul­ta­des. Vivi­mos un tiem­po difí­cil pero muy com­pe­ti­ti­vo, lo que nos obli­ga a todos a ser excep­cio­nal­men­te bue­nos.

    Valen­cia City lo va a pro­cu­rar. Des­de estas pági­nas vamos a seguir apo­yan­do a Valen­cia, a sus empre­sa­rios y empren­de­do­res, guian­do a los turis­tas y a los clien­tes, con­fian­do en que ese espí­ri­tu comer­cial que tan­tas veces aflo­ra en el carác­ter y en el esfuer­zo de los valen­cia­nos, vuel­va a rena­cer para con­quis­tar nue­vas eta­pas de bien­es­tar.

    La fuer­za moto­ra de nues­tras ins­ti­tu­cio­nes, de nues­tras uni­ver­si­da­des, de nues­tros mejo­res empre­sa­rios y talen­tos, tie­ne que vol­ver a poner­se en mar­cha. Tene­mos que vol­ver a ilu­sio­nar­nos como socie­dad. Noso­tros segui­mos cre­yen­do en Valen­cia y en los valen­cia­nos que no solo no nos han aban­do­na­do en estos cin­co últi­mos años sino que siguen cre­yen­do en noso­tros inclu­so digi­tal­men­te, como ha ocu­rri­do en los últi­mos meses, cuan­do hemos tri­pli­ca­do, por ejem­plo, el núme­ro de visi­tas a nues­tra web: valenciacity.es

     

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    Jus­to hace cin­co años, en febre­ro de 2007, veía la luz esta revis­ta con una cla­ra voca­ción: ser­vir por y para Valen­cia como una guía de las acti­vi­da­des más impor­tan­tes de la ciu­dad. Valen­cia se pre­pa­ra­ba para la America’s Cup y pare­cía una urbe capaz de con­ver­tir­se en el nue­vo Mon­te­car­lo del sur de Euro­pa. Un lus­tro des­pués, la cri­sis eco­nó­mi­ca se hace sen­tir y aque­llos sue­ños han empe­za­do a des­va­ne­cer­se.

    Pero hay que estar a las uvas y a las madu­ras. Si la ciu­dad cuan­do pare­cía emba­la­da nece­si­ta­ba alta­vo­ces que glo­sa­ran aque­lla aven­tu­ra, aho­ra que la rece­sión pare­ce adue­ñar­se de la vida coti­dia­na más nece­sa­rio es si cabe poder con­tar con medios dis­pues­tos a ayu­dar a quie­nes, cada día, pres­tan ser­vi­cios en esta ciu­dad.

    Así que cin­co años des­pués del naci­mien­to de Valen­cia City nues­tros deseos y anhe­los siguen sien­do los mis­mos. Nos man­te­ne­mos como una publi­ca­ción al ser­vi­cio de sus lec­to­res y clien­tes, una revis­ta que abo­ga por con­ver­tir en noti­cia las nove­da­des comer­cia­les de la ciu­dad.

    Como en los his­tó­ri­cos dia­rios de avi­sos que se cen­tra­ban en las acti­vi­da­des mer­can­ti­les, nues­tro obje­ti­vo es con­tar la ofer­ta cul­tu­ral de Valen­cia, pero tam­bién la crea­ti­vi­dad gas­tro­nó­mi­ca de sus res­tau­ran­tes, los esfuer­zos por mejo­rar sus pro­duc­tos de los comer­cios agro­ali­men­ta­rios y tam­bién de las tien­das de moda, los éxi­tos de inno­va­ción de nues­tras peque­ñas y media­nas empre­sas, las nue­vas inver­sio­nes hote­le­ras, el desa­rro­llo del sec­tor turís­ti­co, tan­to en la ciu­dad como en la pro­vin­cia…

    Ser visi­ble, reco­no­ci­ble, saber uti­li­zar la infor­ma­ción y su deri­va­do crea­ti­vo: la publi­ci­dad en sus diver­sas mani­fes­ta­cio­nes, es toda­vía más impor­tan­te en momen­tos de difi­cul­ta­des. Vivi­mos un tiem­po difí­cil pero muy com­pe­ti­ti­vo, lo que nos obli­ga a todos a ser excep­cio­nal­men­te bue­nos.

    Valen­cia City lo va a pro­cu­rar. Des­de estas pági­nas vamos a seguir apo­yan­do a Valen­cia, a sus empre­sa­rios y empren­de­do­res, guian­do a los turis­tas y a los clien­tes, con­fian­do en que ese espí­ri­tu comer­cial que tan­tas veces aflo­ra en el carác­ter y en el esfuer­zo de los valen­cia­nos, vuel­va a rena­cer para con­quis­tar nue­vas eta­pas de bien­es­tar.

    La fuer­za moto­ra de nues­tras ins­ti­tu­cio­nes, de nues­tras uni­ver­si­da­des, de nues­tros mejo­res empre­sa­rios y talen­tos, tie­ne que vol­ver a poner­se en mar­cha. Tene­mos que vol­ver a ilu­sio­nar­nos como socie­dad. Noso­tros segui­mos cre­yen­do en Valen­cia y en los valen­cia­nos que no solo no nos han aban­do­na­do en estos cin­co últi­mos años sino que siguen cre­yen­do en noso­tros inclu­so digi­tal­men­te, como ha ocu­rri­do en los últi­mos meses, cuan­do hemos tri­pli­ca­do, por ejem­plo, el núme­ro de visi­tas a nues­tra web: valenciacity.es

     

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    Hemos vivi­do tan inten­sa­men­te estos últi­mos años que, a veces, hemos per­di­do la pers­pec­ti­va para valo­rar lo que ya tenía­mos, los avan­ces y logros que se han hecho coti­dia­nos. Tan­ta ope­rís­ti­ca inter­na­cio­nal y no hemos repa­ra­do, por ejem­plo, en que el Palau de la Músi­ca bajo la batu­ta de May­rén Beney­to y Ramón Alma­zán se man­tie­ne tem­po­ra­da a tem­po­ra­da ofre­cien­do un altí­si­mo nivel en su pro­gra­ma­ción. Esta pri­ma­ve­ra cum­pli­rá 25 años, ahí es nada, habién­do­se con­ver­ti­do en un ins­tru­men­to de nor­ma­li­dad cul­tu­ral para la ciu­dad. Tan es así que este enero, para empe­zar un año que se pre­su­me tan crí­ti­co, el Palau pre­sen­ta diver­sos con­cier­tos de muchí­si­ma cali­dad como los de Dia­na Dam­rau con Xavier de Mais­tre, o el de Ainhoa Arte­ta, para cul­mi­nar con la siem­pre esti­mu­lan­te Lon­don Symphony Orches­tra, la mejor agru­pa­ción bri­tá­ni­ca, con sede en el cen­tro Bar­bi­can, y capaz de cual­quier atre­vi­mien­to musi­cal con incur­sio­nes en el mun­do del cine y del pop. La LSO, de la que han sido direc­to­res titu­la­res gigan­tes como Pre­vin, Abba­do o Colin Davis, con­fir­ma ese delei­te coti­diano que nos pro­du­ce el Palau de la Músi­ca.
    Aguas arri­ba, en la otra ori­lla, ocu­rre lo mis­mo con el IVAM (cum­pli­rá 23 años este febre­ro) de Con­sue­lo Cis­car, blan­co de iras seu­do­per­for­ma­ti­vas a las que ella con­tes­ta con más y más tra­ba­jo mien­tras men­gua el pre­su­pues­to cul­tu­ral de la Gene­ra­li­tat a una velo­ci­dad preo­cu­pan­te. El IVAM man­tie­ne a sal­vo su pro­gra­ma­ción, bus­ca nue­vos terri­to­rios para ganar­se la par­ti­ci­pa­ción de los más jóve­nes con acti­vi­da­des diver­sas y cata­lo­ga su impre­sio­nan­te fon­do. Arran­ca el año con expo­si­cio­nes muy intere­san­tes como las del arte indí­ge­na con­tem­po­rá­neo de Aus­tra­lia o la foto­gra­fía cuba­na (aten­ción a Alber­to Kor­da), estan­do pre­vis­ta para febre­ro la espec­ta­cu­lar mues­tra sobre arqui­tec­tu­ra y dise­ño inte­rior del equi­po A‑cero, for­ma­do por Rafael Lla­ma­za­res y Joa­quín Torres, quie­nes han dota­do de una cali­dad y monu­men­ta­li­dad des­co­no­ci­das en nues­tros país a las vivien­das ais­la­das, has­ta el pun­to de que dado el altí­si­mo nivel y popu­la­ri­dad de muchos de sus clien­tes han con­se­gui­do una pro­yec­ción mediá­ti­ca nun­ca vis­ta en la arqui­tec­tu­ra espa­ño­la de van­guar­dia.
    Bueno será, ya digo, valo­rar nues­tro pai­sa­je cul­tu­ral nor­ma­li­za­do. Atis­bar que más allá de los fas­tos pasa­dos y los estra­gos de la cri­sis, Valen­cia es una ciu­dad cuya car­te­le­ra dia­ria sigue recon­for­tán­do­nos como ciu­da­da­nos con­tem­po­rá­neos. A ello con­tri­bu­yen los gran­des cen­tros públi­cos, pero tam­bién la vita­lis­ta pro­gra­ma­ción de nues­tras uni­ver­si­da­des –tan­to la UPV como la Nau–, e inclu­so resis­ten­tes de la ini­cia­ti­va pri­va­da como el Olym­pia de los her­ma­nos Fayos o el Cir­cuit de Tea­tre que ges­tio­na María Mina­ya.

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    He esco­gi­do estas tres pala­bras para refle­xio­nar, aun­que sea con la bre­ve­dad que el medio y las cir­cuns­tan­cias impo­nen, sobre la actual coyun­tu­ra eco­nó­mi­ca y social. Por­que, si bien es ver­dad que el peor sín­to­ma de la actual cri­sis es la fal­ta de liqui­dez, tam­bién lo es el hecho de estar afron­tan­do una sequía de ideas y pro­yec­tos con los que poner reme­dio o mejo­rar el pano­ra­ma pre­sen­te.
    Cuan­do hablo de ideas, me refie­ro a pro­pues­tas nove­do­sas que impli­quen abor­dar tareas o mejo­rar pro­ce­sos del mun­do de la empre­sa y la admi­nis­tra­ción con un nue­vo enfo­que, nue­vos méto­dos y nue­vas tec­no­lo­gías, de tal mane­ra que se libe­ren recur­sos mal emplea­dos o infra­uti­li­za­dos, o se des­víen hacia otras acti­vi­da­des más efi­cien­tes eco­nó­mi­ca o social­men­te.
    La plas­ma­ción de esas ideas en empre­sas ren­ta­bles son los pro­yec­tos a los que me refie­ro en este artícu­lo. La mejor mane­ra de visua­li­zar las ideas y los pro­yec­tos es a tra­vés de lo que hoy día se cono­ce en el mun­do de las tele­co­mu­ni­ca­cio­nes y la infor­má­ti­ca como “apli­ca­cio­nes”, o en su ver­sión en inglés abre­via­do apps.
    Que en Valen­cia se ins­ta­le Apple es una bue­na noti­cia. Sobre todo por­que se reha­bi­li­ta un edi­fi­cio icó­ni­co en un lugar estra­té­gi­co comer­cial­men­te, pero social o eco­nó­mi­ca­men­te sólo impli­ca unas cuan­tas ven­tas más que las que ya se hacían en la ciu­dad pero en otros pun­tos de ven­ta, ade­más veci­nos de la actual tien­da. Lo ver­da­de­ra­men­te impor­tan­te de Apple es el mun­do casi infi­ni­to que alber­ga detrás de la insig­nia de la man­za­na, que mejo­ra nues­tra cali­dad de vida, aho­rra cos­tes a empre­sas y par­ti­cu­la­res, acer­ca a las per­so­nas a pre­cios irri­so­rios, des­cu­bre y faci­li­ta de for­ma inima­gi­na­ble toda la infor­ma­ción posi­ble con solo tocar una pan­ta­lla y espe­rar segun­dos.
    Y todas esas ideas que lue­go dan vida a pro­yec­tos ren­ta­bles, crea­do­res de pues­tos de tra­ba­jo cua­li­fi­ca­dos y crea­ti­vos, esas ideas digo, ni se gene­ran aquí, ni encuen­tran el cal­do de cul­ti­vo nece­sa­rio para ello, por­que cuan­do se da el caso tie­nen que emi­grar.
    Y no sólo es la fal­ta de liqui­dez, pues la pues­ta en mar­cha de las “apli­ca­cio­nes”, en su esta­dio ini­cial no requie­re más que de cono­ci­mien­to de la herra­mien­ta, ima­gi­na­ción, talen­to y mucha inter­ac­ción entre los más jóve­nes y fle­xi­bles men­tal­men­te para ir dan­do for­ma a un futu­ro total­men­te dis­tin­to del que cono­ce­mos.
    Hace fal­ta mucha liber­tad de ideas e ima­gi­na­ción, rom­per mucho mol­de y pre­ben­da aca­dé­mi­ca (¡la gran revo­lu­ción pen­dien­te en Espa­ña!), mucho arro­jo y valen­tía ante el fra­ca­so y la adver­si­dad, capi­ta­les que explo­ren fue­ra de la zona de con­fort y la tra­di­ción, para que Apple ven­ga a Valen­cia no solo a ven­der sus apa­ra­tos sino a com­prar ideas y pro­yec­tos.
    Pero como uno es opti­mis­ta antro­po­ló­gi­co y con­fía mucho en el talen­to que gene­ra nues­tra ubé­rri­ma tie­rra, estoy segu­ro que la gene­ra­ción de los naci­dos en los 90 y pri­me­ra déca­da del actual siglo, será pro­lí­fi­ca en ideas y pro­yec­tos que atrai­gan la nece­sa­ria liqui­dez para devol­ver espe­ran­za, pujan­za y lide­raz­go a nues­tra mal­tre­cha Comu­ni­dad.

  • No es la pri­me­ra vez que lo escri­bo ni será la últi­ma, pues creo fir­me­men­te en el valor esté­ti­co de la ciu­dad. Y con­si­de­ro que más allá de la cali­dad de los edi­fi­cios que con­for­man la mis­ma casi es más impor­tan­te su esta­do de con­ser­va­ción. Por suer­te hemos avan­za­do muchí­si­mo en ese ámbi­to, y cada vez menos las facha­das se mues­tran des­con­cha­das o herrum­bro­sas tras una de anda­mios, res­tau­ra­ción y pin­tu­ra que las deja reno­va­das.
    Pero eso mis­mo que afec­ta al fren­te esce­no­grá­fi­co de la calle, en idén­ti­ca medi­da hay que apli­car­lo a la pro­pia vía urba­na, des­de su pavi­men­to al mobi­lia­rio, la ilu­mi­na­ción o el arbo­la­do.
    Cual­quie­ra sabe del valor aña­di­do que sig­ni­fi­ca tran­si­tar por una calle de agra­da­ble vege­ta­ción, con­vi­vir, por ejem­plo, con los árbo­les del amor o de judea que cir­cun­dan la calle Ciri­lo Amo­rós, con las pal­me­ras dati­le­ras de la ave­ni­da del Rei­no o los tilos de Burria­na, por no hablar de las lilas per­sas o los cina­mo­mos de la calle más ele­gan­te de Valen­cia, que no es otra que Sor­ní.
    Pero en el camino hacia el dise­ño urbano de cali­dad aún nos que­da mucho por reco­rrer. Cier­to es que la par­ti­cu­lar sen­si­bi­li­dad de la alcal­de­sa Rita Bar­be­rá y la bue­na dis­po­si­ción de las con­tra­tas de medio ambien­te han dota­do a la ciu­dad de un buen gra­do de man­te­ni­mien­to tan­to de sus jar­di­nes como de sus arbo­le­das y demás ele­men­tos ver­des, por más que eche­mos en fal­ta un mayor núme­ro de super­fi­cies sin asfal­to.
    Las nue­vas ave­ni­das que van hacia el Marí­ti­mo, por ejem­plo, han sido opor­tu­ni­da­des ver­des per­di­das, pero en cam­bio a mi me pare­ce un logro el puen­te de las Flo­res, cien veces más boni­to y agra­da­ble –y bara­to– que el enfá­ti­co “jamo­ne­ro” plan­ti­fi­ca­do por el genio des­bo­ca­do de San­tia­go Cala­tra­va jun­to a la Ciu­dad de las Cien­cias, del que me gus­tan mucho más los puen­tes de la Ala­me­da y del 9 d’Octubre, este últi­mo, por cier­to, toda­vía por cul­mi­nar en su lámi­na de agua.
    Nos que­da por avan­zar, por ejem­plo, en poner orden y con­cier­to a esa plé­to­ra de arte­fac­tos que com­po­nen semá­fo­ros, mup­pis, pape­le­ras, faro­las, con­te­ne­do­res o seña­les de trá­fi­co que ati­bo­rran las ace­ras. Por no hablar de las ace­ras mis­mas, que sal­vo excep­cio­nes, siguen sien­do pavi­men­ta­das con unos horri­bles cua­dri­la­te­ros hidráu­li­cos de mucha resis­ten­cia anti­van­dá­li­ca pero pési­mo gus­to.
    Bas­tan­te falli­da ha sido, sir­va otro ejem­plo, la refor­ma de la Gran Vía, don­de a un sue­lo anti­rru­go­so y agra­da­ble se han aña­di­do unos bor­di­llos metá­li­cos poco ade­cua­dos así como unos mue­bles de aires moder­nos y chi­rrian­tes.
    La calle es dema­sia­do impor­tan­te en la recrea­ción esté­ti­ca de nues­tra vida coti­dia­na, así que con­vie­ne cui­dar­la, dar­le mimo y rigor. No se pue­de colo­car cual­quier cosa, ni cada ser­vi­cio muni­ci­pal pue­de tomar­la a su anto­jo.
    Par­ti­cu­lar­men­te dañi­na es la ocu­pa­ción de la calle por obras de arte, o supues­tas obras de arte, que sin ton ni son ubi­ca no se sabe muy bien quién. La refle­xión está bien traí­da por­que el pro­pio Ayun­ta­mien­to y la Uni­ver­si­tat de Valén­cia han ini­cia­do un pro­gra­ma de exhi­bi­ción de gran­des pie­zas escul­tó­ri­cas en la emble­má­ti­ca pla­za del Patriar­ca.
    Ese pro­gra­ma se ha ini­cia­do con una pie­za sobre­sa­lien­te­men­te mayús­cu­la, Cabe­za pen­san­te, de Miquel Nava­rro, a la que dedi­ca­mos nues­tra por­ta­da. La nue­va pre­sen­cia de Nava­rro en un encla­ve de la ciu­dad, tras su Pan­te­ra rosa y su Paro­tet, esta vez con un aire menos monu­men­tal, más cer­cano al tran­seún­te, dotan a la ini­cia­ti­va de tras­cen­den­cia artís­ti­ca.
    Pero con­vie­ne que pen­se­mos en ello. En el increí­ble valor que tie­ne hacer las cosas bien en nues­tros espa­cios públi­cos, con­fian­do en artis­tas de ver­da­de­ra cali­dad la crea­ción sobre dichos luga­res. No esta­ría de más que como ocu­rre en Bar­ce­lo­na, una comi­sión de exper­tos pusie­ra coto a los des­ma­nes, a esas dona­cio­nes enve­ne­na­das de artis­tas de segun­da fila o a deci­sio­nes extra­va­gan­tes como las de algu­nos inge­nie­ros que, a cuen­ta del 1% de los fon­dos de obras públi­cas des­ti­na­dos a orna­to artís­ti­co, nos ha plan­ti­fi­ca­do arbi­tra­rie­da­des esté­ti­cas del tama­ño de los ya famo­sos anzue­los de la roton­da de entra­da sur a Valen­cia.
    De ese modo nos aho­rra­ría­mos polé­mi­cas y des­cré­di­tos, como el que sufrió el pobre alcal­de madri­le­ño Álva­rez del Man­zano con la escul­tu­ra de la Vio­le­te­ra. Por suer­te para Madrid, el nue­vo con­ce­jal de las artes de la capi­tal no es otro que el valen­ciano Fer­nan­do Villa­lon­ga, a quien apro­ve­cha­mos para feli­ci­tar­le des­de estas pági­nas por su nom­bra­mien­to.