Sección mensual con una mirada distinta a la lectura.
Por: Soledad P. Cocheteux
Si cierro los ojos y vuelvo a los veranos de mi infancia, el olor a bronceador de coco se mezcla con el de aquel apartamento en una torre altísima de Benidorm.
Los libros que os traigo son de esos que huelen a verano y que, al terminar, te dejan la sensación del sol sobre la piel y arena entre los dedos de los pies, que no todo va a ser felicidad, o si.
Tal vez la felicidad era ese verano.
Este año, según el calendario escolar, el verano empezó el 18 de junio pero yo sigo bronceándome a la luz de los leds y de cara al ordenador mientras me acuerdo de ese amigo mío que no empieza sus vacaciones hasta septiembre y todos los años sufre el mismo ritual: convivir con las fotos veraniegas de todos sus conocidos.
Me siento más identificada que nunca con él, no tanto por las instantáneas playeras de mis congéneres, como por el sabor de mis lecturas.
Si, he dicho sabor, y antes he hablado de olor, y es que este mes los libros nos evocan sensaciones a través de todos los sentidos y nos devuelven a nuestros veranos de la infancia, a los del presente, o a los que quedan por venir, cada uno a sus veranos favoritos.
El ambiente vintage no va a faltar en ninguna de estas recomendaciones, especialmente nos lo da Aquellas noches eternas que nos traslada, de la mano de Maite, a Torremolinos en 1963.
Ella, con su corazón roto y su embarazo imprevisto, sale de Oviedo huyendo de un prometido que quiere que aborte y recala en los veranos dorados de la Costa del Sol.
Playas eternas, noches de fiesta que sólamente hemos visto en las revistas del corazón y un sinfín de nombres conocidos de la realeza marbellí se dan la mano en un libro que refleja una España que despierta a los que fueron los mejores veranos de su vida aún inmersa en el franquismo pero queriendo ser moderna y cosmopolita, mientras nos cuenta una historia de rebeldía, de autoafirmación, de madurez y de música.
Silvia Grijalba nos sumerge en los veranos de glamour del Pez Espada, el hotel de lujo en el que se daban cita las estrellas más internacionales de la época para acompañar a Maite en un viaje de libertad y crecimiento que la llevará hasta Marbella y a tomar las riendas de su destino. Un libro que huele a mar, a arena y a papel cuché y que se lee tranquilamente, como en aquellas noches eternas y que deja esa misma sensación, la de desear que no se acabe nunca.
Y de tanto volver a esos veranos que recuerdo con morriña y arena en los bikinis he empezado a pensar en los veranos que serán, esos veranos en los que recuerde el trajín actual de bolsas de playa, bañadores, palas y cubos, tentempiés, manguitos y de tantas nuevas primeras veces: primeras gafas con tubo, primeras aletas, primera caña de pescar…
Veranos como los que rememora Rocky en Sandwich, una novela redonda en la que su protagonista regresa, como cada año, a la casa de alquiler de siempre, en la playa de siempre, con su familia, pero ya nada es como siempre:
Los niños han crecido, sus padres se hacen mayores y ella ya no es la misma, sino la suma de todos esos recuerdos, vivencias y secretos que ha guardado a lo largo de los años.
Una novela de recuerdos, días soleados, mucha (¡mucha!) comida y momentos hilarantes que, al mismo tiempo, nos habla del equilibrio, de conjugar pasado y presente, de nostalgia y de enfrentarse al dolor desde el abrazo de la familia. Catherine Newman nos arrancará carcajadas y lágrimas a partes iguales mientras su protagonista ve como cambia su cuerpo, su familia, su humor y sus hormonas, echa de menos a aquellos que fueron sus bebés y se maravilla de los adultos en los que se han convertido.
Imprescindible historia que nos enseña a atesorar cada uno de los sandwiches llenos de arena que comemos hoy, con un niño entre los brazos.
Cuando empecé este artículo y comencé a saborear las novelas anteriores, supe que volvería a leer a Manuel Jabois.
Publicada en febrero de 2021, de Miss Marte me atrajo todo, hasta la cita de la faja que llevaba la novela cuando la compré, y decidí guardarla, como esos tesoros que no quieres compartir, para disfrutarla durante mis vacaciones de verano.
Me duró dos días.
A veces os traigo libros que sin ser novedades, creo que se merecen todas y cada una de las nuevas vidas que podamos darles al recomendarlas. Considerada una de las mejores novelas de aquel año, suscribo todo lo que dice la web de su editorial, es adictiva, excelente y se lee a quemarropa.
Es imposible no enamorarse de esta historia y de la luz que irradia, transportándonos a aquellos veranos de juventud e invencibilidad.
Con la dosis exacta de misterio, acompañamos a Berta Soneira, periodista, a reconstruir la historia de Mai y de su hija, del día en que Mai se casó y Yulia desapareció y del camino previo que las llevó hasta ese mismo instante y lugar en 1993.
Ambientada en un pueblo de costa gallega, en febrero de 2019 Berta graba un documental en el que intenta esclarecer la desaparición de Yulia y Jabois realiza un trabajo magistral con el contraste del invierno lluvioso del presente y el verano soleado de entonces.
Tres novelas que te harán querer enterrar los pies en la arena, respirar fuerte ese olor que te deja el aftersun en la piel al final del día (si, ese de la botella blanca que todos adoramos) y no dejar nunca de leer.
Yo, que aún no he empezado las vacaciones, después de todos estos libros solo puedo pensar: “Verano, no te vayas nunca por favor…”
Aquellas noches eternas — Silvia Grijalba
Ediciones B
400 páginas
Precio 21.755€ | eBook 9.49€
Sandwich — Catherine Newman
Ediciones Urano
224 páginas
Precio 16€ | eBook 5.99€
Miss Marte — Manuel Jabois
Alfaguara
192 páginas
Precio 10.40€ | eBook 8.54€
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