El Centro Cultural la Nau expone estos días una muestra muy original y que recupera el pasado con toda la dignidad que tiene. La copla y su faraón. El artista malagueño que estuvo a punto de correr la misma suerte de Lorca en la posguerra.
“Miguel de Molina: Yo quiero ser diferente”. El cantante y artista que renovó el género de la copla, el género musical genuinamente español y que pese a ser expulsado del país de mala manera y tener que exiliarse a Argentina regresó a triunfar. Esta exposición es quizás la más fetichista que el centro cultural ha organizado en su historia y vale la pena visitarla.
La Nau expone la historia, la obra y la vida de un icono de la liberación sexual, la represión del franquismo sobre los homosexuales y sobre todo, la grandeza del arte hispano por excelencia: la copla. Esa que cantaban nuestras madres mientras hacían la colada en los años del pan aceite y sal.
La imagen del gran artista que fue el artista que hizo las delicias de la España republicana pocos la conocen. Nació en 1908 y murió en su tierra en 1993. Y tras el exilio, volvió a triunfar con mas fuerza en la España diferente de los 60.
Entrar en la sala de la exposición Yo quiero ser diferente es atravesar un umbral donde el fetiche de la España profunda y cañí cobra vida. Desde las secuencias de películas que interpretó, la inmensa colección original de sus atrezzos con los que actuaba, fotografías originales de su vida, chaquetillas, blusones, y toreras que el mismo se confeccionaba en una maquina de coser Singer, que domina el centro de la sala, todo es un homenaje al artista.
“Miguel de Molina alcanzó la fama renovando profundamente el género de la copla. Influido por los grandes de la cultura de la época (como Antonia Mercé, Rafael de León, Manuel de Falla o Federico García Lorca) supo unir vanguardia escénica y canción popular en espectáculos que cautivaron a públicos muy diversos”. Se lee en unos cartelones primorosamente confeccionados para el evento.
“El rey de la copla” lo fue en un terreno musical que había siso exclusivo de las mujeres. Su fama durante la República fue grande y también supuso, como para tantos, su perdición, pues su pertenencia al mundo cultural republicano, su ayuda en los hospitales de retaguardia, tiene mucho en común con las actividades de Lorca en aquel tiempo.
Acabada la guerra, el fascismo lo persiguió con saña y para evitar lo peor, desde las palizas falangistas hasta el propio paredón, tuvo que exiliarse a la Argentina donde siguió triunfando. De Molina tiene escritas unas inéditas memorias y gracias a ellas sabemos mucho del personaje. En la exposición de La Nau, podemos leer como describió su desgracia de ser republicano: “Me arrojaron del coche al piso sin sentido, desmayado, querían darme el paseo”.
Su gran amigo y protector el gran escritor Don Jacinto Benavente escribió que Molina “bien podría con Schubert, vuelan mis cancioneros”, lo que dista de ser baladí en palabras del Nobel.
Uno de los mejores atractivos de esta exposición lo constituye el Libro de Oro en el que amigos y conocidos le dedican sus poemas y textos. Rafael Alberti escribió: Entre la gracia alada, denuda e incomparable. La gracia, la graciosa, alada, desnuda e imperceptible fugaz, tan dada a pocos”. Gómez de la Serna, en 1948 escribió esta hermosa greguería: “Cuando el torero limpia la espada en la muleta, toca el violín de la sangre”. La muestra expone en vitrinas los zapatos que usaba en sus actuaciones y las blusas originales, un espacio repleto de ellas, en sus perchas que dan la sensación de allí sigue el espíritu del coplero. La modernidad de Miguel de Molina ha llegado hasta nosotros. Las bandas sonoras de las películas de Almodóvar, bien lo demuestran. Como sus coplas universales como La Bien Pagá, que siguen escuchándose en cualquier lugar y permanecen como testimonio de un país que ya no existe pero cuyo arte todavía palpita.
“Na, te debo, na, te pio/me voy de tu vera, orviame ya//que he pagao con oro tus carnes morenas/no mardigas, paya que estamos en paz”. Pude que esta copla universalmente conocida ser emblema e himno de una generación trans, que defienden la igualdad de sexos y bandera de la libertad de expresión y de conciencia.
Es imperativo el visitar esta exposición para saber, comprender, un país que fue otro, pero que revive ahora de la mano de la memoria histórica evidenciando que nada bueno puede destruirse del todo.
Comparte esta publicación
Suscríbete a nuestro boletín
Recibe toda la actualidad en cultura y ocio, de la ciudad de Valencia