El cine de la Europa Occidental y el norteamericano se han estado mirando el ombligo demasiado tiempo. Ahora el cineasta finlandés Kaurismaki nos descubre, gracias a la excelente serie que nos esta ofreciendo La Filmoteca, la posibilidad de un cine ultramoderno con herramientas antiguas. Todo un descubrimiento que es de obligada visión para un espectador europeo que esta presidiendo referencias de su propia historia.
Desde hace ya décadas el público cinéfilo ha tenido ocasión de aumentar su cultura cinematográfica de nivel en Valencia. Se debe a la creación de la popular y ya indispensable Filmoteca valenciana, la Filmo, para los amigos. Las series que exhibe la Filmoteca ha bajado de la nube mixtificadora visión cinéfila que pensaba que el mejor cine, el único que existía, era el occidental y en especial el americano. Un cine que nos forjó una estética un poco cutre de la violencia y otros valores inhumanos siempre pasados por el tamiz de los vencedores de la II Guerra Mundial. Parecía que el cine americano era el único que existía en el mundo y resulta que no.
Esta temporada la Filmo ha sacado a la luz la figura de Aki Kaurismaki, un cineasta de primer orden que hace un cine inaudito, de gran interés. Se podría hablar de cine proletario, un cine hecho por y para la clase obrera que ya no esta en el paraíso ni siquiera va a al cine, sino que se desculturiza día a día en el lodazal de una sociedad que la exprime y la inunda de mentiras para que pueda seguir arrastrando el peso de la injusticia sin protestar. Los programadores de la Filmo han escrito con acierto sobre el finlandes: “continuamos transitando el universo entrañable y excéntrico de Kaurismaki, el mejor refugio en tiempos de desasosiego, de la mano de roqueros estrafalarios, inmigrantes en busca de un a oportunidad y trabajadores que lo han perdido todo excepto la dignidad”.
No podría ser una definición mas exacta del cine de este autor excelente que nos evidencia que la cultura de la disidencia y el rock, de la constatación y la revuelta sigue viva en los confines de Europa y que la bota soviética fue incapaz de ahogar a una generación de innovadores que rezuman una modernidad tan potente como la de Nueva York, Barcelona o Londres y sus mitos.
El universo fílmico de este autor comienza por una producción sencilla y simple, sin artificios, como los mismos personajes que describe. La utilización de un color incierto, de alguna manera triste, descolorido, industrial, un olor A cerveza rancia que refleja los padecimientos de una sociedad como la finlandesa olvidada durante mucho tiempo y que ahora muestra sus virtudes y defectos a la luz de obras maestras como la película que nos lo descubrió hace unos años Fallen Leaves (2023), que fue seleccionada para los Oscar de 2024. Aki Kaurismaki tiene pinta de roquero desfasado pero su cine es de una modernidad despiadada. No solo enfoca la cámara en lugares desconocidos, espacios molestos para el espectador europeo, sino muestra hasta que punto se pude hacer un cine posmoderno y estimulante al estilo del fallecido Lynch en occidente. Aki es una esperanza para el cine europeo de ahora mismo y no hay que perdérselo.
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