Por R.Ballester Añón
Con edición y prólogo a cargo de Rosa Mascarell y epílogo de Josep Monter, este volumen recoge la relación epistolar entre el sacerdote Alfons Roig (1903–1987) y la filósofa María Zambrano (1904–1991), que mantuvieron, con algunas interrupciones, entre 1955 y 1985.
Durante cierto tiempo María vivió en La Pièce, una aldea cerca de Ginebra, una casa llena de libros y gatos. En cuanto a Alfons, tuvo su residencia predilecta la Ermita de Luchente (Llutxent)
El encuentro presencial entre ambos se produce en Roma el 2 de agosto de 1955, como circunstanciadamente relata J. Monter en su epílogo, del que subraya su cariz simbólico entre la España oficial y la del exilio, durante estos difíciles años de postguerra.
Poco después María escribe a José Luis Cano: “cuando (Alfonso) salió ayer de mi casa yo me quedé y olía la habitación con el aire de que había estado aquí un Santo (…) Dígaselo ud. Soy tímida y torpe”.
La relación epistolar se inicia en ese mismo año, a propósito del fallecimiento de Ortega y Gasset, el maestro de Maria, año en el que publica “El hombre y lo divino”, quizá su obra maestra.
Alfons, por su parte, es profesor de Arqueología cristiana en el Seminario de Moncada y da clases en Escuela de Bellas Artes de Valencia. Sus temas dilectos son la renovación del arte sacro ‑sobre todo en arquitectura- y la aceptación del arte contemporáneo ‑siguiendo sugerencias de su maestro Eugenio D´Ors.
Uno de los temas frecuentes es la figura y obra del poeta Miguel Hernández, que en esos años estaba prácticamente olvidado.
Escribe Alfons: “Ayer visité a la viuda de Miguel Hernández. Vive muy modestamente, inclinada todo el día sobre la máquina de coser que le da el pan. Es sencilla, noble, resignada y digna. Al chico de 17 años espero verlo hoy. Es pena que no se anime a estudiar. Yo haré lo que pueda por ellos” .
Alfons visitaba cada año la tumba de Miguel Hernández, de hecho la última fotografía suya en vida la realizó un discípulo suyo, Julián Marrades, en una visita al cementerio de Elche.
Y escribe María: “verse (M. Hernández) así acogido en modo singular por quienes entonces ejercían la hegemonía de la vida intelectual española, Ortega y Gasset en Revista de Occidente y José Bergamín en Cruz y Raya. Y encontrar modo de quedarse en Madrid en un trabajo que nunca supe si le gustaba o no, colaborar con la Enciclopedia taurina de José Maria Cossio”.
“A Miguel lo conocí a poco de llegar a Madrid cuando fue acogido en Cruz y Raya. Pero se sentía solo, solo en medio de aquel mundo que era sin embargo el mejor. Federico (García Lorca) no le motivaba simpatía y él lo notaba y lo sentía”.
“Era un creyente. Un creyente en la comunión que se da también por la palabra”
“M.Hernandez es, entre los poetas españoles, el patrón de las agonías”.
Frases de María Zambrano:
“No creo en Dios pero ¿cómo vamos a dejarlo solo?”
“Guardar en silencio y aguardar”
“La amistad es como una patria”
“Las amistades me suelen durar más que un traje de pana, como se decía en mi tiempo”.
“Lo enemigo del conocimiento no es lo oscuro sino lo turbio”.
“Escribir acompaña”.
“Los españoles llevan la guerra dentro de sí. Muy pocos son los pacíficos. Tú lo eres por nacimiento y fe. Pero siempre han sido escasos en número y combatidos incesantemente”.
Acerca de su amigo José Lezama Lima: “Lezama creía en la Virgen en modo esencial y ha dejado testimonio en una serie de sonetos a Ella dedicados. Su novela Paradiso, uno de cuyos capítulos yo no pude acabar de leer ‑y él lo supo- parece desmentirlo. Y no. He encontrado el verdadero sentido”.
“A los claros de luna no se va a preguntar”.
“Nunca he podido con una vida de relación, por buena que sea, intensa y continua. Necesito desde siempre soledad y compañía. Y si pude permanecer tantos años casada fue porque mi marido lo comprendió bien… Y al entusiasmo de los discípulos, cuando los tuve, tuve que poner límite. El silencio, la calma, el pensar a solas son mi alimento indispensable”.
“Padezco de artrosis, la dolencia más antigua de todas que afecta a los vertebrados. Dolorosa y caprichosa, inasible ¡da qué pensar! ”
Dedicatoria de un artículo sobre M. Hernandez:
“A don Alfonso Roig, que en tiempos de impenetrable obscuridad dió aliento de vida y palabra verdadera con la obstinación del agua” (9 julio 1978 El País)
Frases de Alfonso Roig:
“El P. Raymond Regamey me decía que de toda la cultura occidental va irremisiblemente a desaparecer y no nos quedará mas que la mística de las bienaventuranzas”.
-“He hablado mucho de tí con el historiador Vicente Llorens. El marco de nuestra conversación es maravilloso. Tuvo lugar en la terraza de su propia casa en su pueblo natal de Jalance. El jardín es uno de los más hermosos que yo he visto. Me recordaba a las Villas de Roma. Finca La Alcarroya”.
-“Siempre he creído en la eficacia superior de la palabra viva sobre la impresa. Pero nunca se puede decir de esta agua no beberé”.
-“La Palabra es lo que nos salva y con ella nos guía a buen puerto”.
-“Estoy reforzando, más que restaurando, La Ermita de Llutxent, que se edifició en 1776.”
Alfons Roig fue un discreto y vocacional relaciones públicas del espíritu de reconciliación. Maria Zambrano una relevante pensadora de lo sagrado.
¿Qué hay hoy de Roig y Zambrano? Una hermosa ermita en Llutxent (Valencia) y un aeropuerto en Málaga.
Título: Epistolario Alfons Roig-Maria Zambrano (1955–1985)
Edita: Institució Alfons el Magnànim
Páginas: 260
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