Por R.Ballester Añón
Este volumen reúne textos de un grupo de autores, provenientes básicamente del mundo académico, que muestran común fascinación por el black metal, en a cuanto modelo interpretativo.
Black metal (bm) es una modalidad extrema del heavy metal, música caracterizada por una atmósfera oscura y agresiva, tiempos rápidos, voces rasgadas y grabaciones de baja fidelidad; surgió en los años 80 en los países nórdicos (sobre todo Noruega) y caracterizado, a menudo, por temáticas pre-cristianas, ocultistas y una poetización del mal. Hay conductas vinculadas de algún modo al bm: suicidios frecuentes, actos vandálicos, prácticas de un nihilismo devocional…
La teoría black metal (bmt) asume posiciones enfrentadas al antropocentrismo: crisis climática, quiebra del proyecto humanista-ilustrado, pérdida de la ejemplaridad política, temor creciente a la omnipotencia tecnológica…
Este movimiento tuvo su inicio fundacional en el simposio Hideous Gnosis (Horrible Gnosis), evento para-académico, en diciembre del 2009, organizado por Nicola Masciandaro y Edia Connole, entre otros.
De acuerdo a esta concepción, asistimos al claro incumplimiento de las promesas que durante siglos ha conformado la comprensión progresista del mundo. Una idea de la modernidad en plena descomposición que está desbaratando, en su opinión, nuestro sistema cognitivo. No hay nuevos caminos ya, entramos pues en terra ignota ya que han perdido credibilidad los mapas interpretativos que durante varios siglos han conformado la nueva totalidad comunista, la mitología burguesa de desarrollo lineal del bienestar, la democracia, el mito humanista del conocimiento científico… Fracaso pues del hombre en su concepción clásica, en cuanto medida de todas las cosas, cuya su misión es regir el mundo.
Como sugieren Oriol Rossell y Federico Fdez. Giordano en el prólogo de esta edición,
“La mayor parte de las angustias contemporáneas pueden proyectarse en el black metal sin requerir mucha complejidad hermenéutica. Aparece, no obstante, una diferencia decisiva entre los programas teóricos como Ontología orientada a los objetos, la Ecología profunda, los nuevos materialismos y otras corrientes desestabilizadoras del eje humano como agente significativo del mundo, y el black metal (…) Esos posthumanismos minimizan la trascendencia de la vida humana en el planeta; el black metal, simplemente celebra su desaparición”.
“Devenir black metal exige un enajenamiento drástico, un desarreglo rimbaudiano de los sentidos; y propone volverse un sujeto sin yo, que se entiende a sí mismo como nadie y en ninguna parte. Un fuera de sí hasta el punto de negarse. Dejar de ser alguien y convertirse en algo, una cosa-en-si emancipada. (…) Se impone entonces una práctica teórica cuyo funcionamiento sería análogo al del corpsepaint (el maquillaje utilizado por los intérpretes de bm): como un rito de abandono del Yo humano y, simultáneamente, apertura de un umbral, el límite último antes de adentrarse en la rareza radical del ´mundo sin nosotros´ del que habla Eugene Thacker”.
Pero ¿cómo sumergirse en la laguna necrófica estando vivos y siendo humanos? ¿cómo pensar lo impensable? La respuesta, según los textos aquí reunidos, es el propio black metal.
(Siete siglos antes Dante Alighieri efectúo parecida operación, aunque con vehículo crístico)
En opinión de las teorías formalistas, el propósito del arte no es la de acercar a nuestra comprensión la significación que contiene, sino crear una nueva visión, que es la antesala del asombro. La técnica del “extrañamiento” se revela como el vehículo idóneo para generar una visión especulativa de esa fuera-de-nosotros (y sin-nosotros) donde sucede el black metal.
El mencionado Nicola Masciano (profesor de la Universidad de Brooklyn) define los Metal Studies (en los que se inscribe la teoría del black metal) como una disciplina que no precisa de analogías porque no comparte los significados preestablecidos de las imágenes que emplea. Utiliza una lenguaje preexistente y conocido, pero recodifica sus signos, les atribuye una sentido distinto y nuevo.
En el bm, el extrañamiento surge del desbordamiento de los símbolos tradicionales del heavy metal: el cuero, las tachas, las referencias esotéricas, la virulencia del sonido… Intensificados hasta el límite de sus capacidades, estallan en mil pedazos, lejos de su mapa, ahí donde la analogía se desactiva y las herramientas de análisis social, político y cultural pierden utilidad. “Esto ha permitido la búsqueda de un afuera total desde el que monitorizar el presente con otra perspectiva, dejando a su paso toda una nutrida producción bibliográfica. Así el bm ha sido puesto al servicio de la crítica marxista, el arte contemporáneo, los estudios culturales y la teoría queer…. Pero faltaba una edición que abordase el fenómeno de la teoría del black metal”
Una forma de pensar y escribir que no solo interpreta y analiza su objeto, sino que pertenece a él. Un enfoque antirepresentativo y ante todo afectivo que busca la inmersión y no tanto la contemplación del objeto analizado.
La zarzuela fue el género musical dilecto de la clases medias y populares de la España de la primera mitad del siglo XX; el rock-n-roll lo ha sido de la predominante socialdemocracia de la segunda mitad de ese siglo. Corrientes tan extremas como el black metal (escucharlas resulta insoportable y doloroso para un oido convencional y trata de propiciar virtualidades mistagógicas y estados de ´enotramiento´) es fruto, al parecer, de una socialdemocracia de naciones limpias, nobles, cultas, ricas, despreocupadas y felices hasta hace poco tiempo; es decir, atiborradas de medios y con erráticos fines.
Bach predijo a Hegel, Wagner a Nietzsche y ‑manteniendo proporciones y distancias- el black metal a los realismos especulativos. Siempre la música pre-postula y prevee.
Título: Teoría Black Metal
Autores: VV.AA.
Editorial: Holobionte (253 páginas)
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