Uno de los ingre­dien­tes dra­má­ti­cos —otro más— que rodean a un virus tan con­ta­gio­so como el Covid-19 es la difi­cul­tad para cal­cu­lar de mane­ra más o menos exac­ta la influen­cia de cada uno de los fac­to­res (socia­les, cul­tu­ra­les, sani­ta­rios) en su pro­pa­ga­ción. Dicho de otra for­ma: ¿es posi­ble que los casos en Tokio se hayan dis­pa­ra­do por la flo­ra­ción de los cere­zos?

Siguien­do una lógi­ca seme­jan­te, podría argu­men­tar­se que las pecu­lia­ri­da­des cul­tu­ra­les y socia­les de dos de los paí­ses don­de más ha impac­to el coro­na­vi­rus, como son Ita­lia y Espa­ña, podrían haber influi­do en la rápi­da pro­pa­ga­ción duran­te los pri­me­ros com­pa­ses. Un fac­tor agra­van­te que no se habría repli­ca­do de la mis­ma mane­ra en, pon­ga­mos, el nor­te de Euro­pa, don­de las cos­tum­bres, el cli­ma o la edad de eman­ci­pa­ción de los jóve­nes son muy dis­tin­tos.

Como sue­le ocu­rrir en estas oca­sio­nes, los datos pare­cen ala­bar lo que uno pue­de sos­pe­char. En caso de que el Covid-19 hubie­se entra­do por el nor­te de Euro­pa, las expli­ca­cio­nes tal vez serían las mis­mas, pero en sen­ti­do opues­to. Pero ¿qué pue­de influir en la pro­pa­ga­ción del virus en socie­da­des medi­te­rrá­neas como Ita­lia o Espa­ña?

1. La pirámide demográfica

Espa­ña es uno de los paí­ses más enve­je­ci­dos del mun­do, con alre­de­dor de un 19,1% de la pobla­ción mayor de 65 años. Aún más ele­va­da es la cifra en Ita­lia, don­de el por­cen­ta­je ascien­de has­ta el 23,3%. En el pri­mer pues­to se encuen­tra Japón, con alre­de­dor de un 28%. Muy lejos, por ejem­plo, del 12% de Chi­na, no diga­mos ya de otras nacio­nes más leja­nas que aún no se están enfren­tan­do al coro­na­vi­rus, como Nige­ria, don­de el por­cen­ta­je es de un 3,12%.

Las nacio­nes más enve­je­ci­das, que sue­len ser las más ricas, deben espe­rar un mayor núme­ro pro­por­cio­nal de muer­tes que los paí­ses jóve­nes.

Un fac­tor demo­grá­fi­co que, por una mera cues­tión esta­dís­ti­ca, sugie­re cómo el virus resul­ta­rá más letal en las socie­da­des enve­je­ci­das, que por lo gene­ral son al mis­mo tiem­po las más ricas, como ha expli­ca­do un gru­po de soció­lo­gos de la Uni­ver­si­dad de Oxford diri­gi­do por la pro­fe­so­ra de Demo­gra­fía y Salud de la Pobla­ción Jen­ni­fer Beam Dowd, con la que El Con­fi­den­cial se ha pues­to en con­tac­to.

PREGUNTA. Espa­ña es muy simi­lar demo­grá­fi­ca­men­te a Ita­lia, don­de un alto por­cen­ta­je de la pobla­ción está en ries­go por su edad. ¿Es un pro­ble­ma a la hora de com­ba­tir el coro­na­vi­rus que hará que las cifras aumen­ten?

RESPUESTA. Si la infec­ción se extien­de por toda la pobla­ción, enton­ces debe­ría­mos espe­rar una mor­ta­li­dad mayor entre los paí­ses más enve­je­ci­dos como Espa­ña com­pa­ra­dos con las nacio­nes más jóve­nes, por­que los mayo­res tie­nen más posi­bi­li­da­des de morir.

La estruc­tu­ra pobla­cio­nal sería a la lar­ga uno de los fac­to­res que expli­ca­rían las dife­ren­cias de las tasas de mor­ta­li­dad entre unos paí­ses y otros, y que obli­ga a que los paí­ses toman medi­das más res­tric­ti­vas. “La pode­ro­sa inter­ac­ción entre la demo­gra­fía y la actual mor­ta­li­dad espe­cí­fi­ca para el Covid-19 sugie­re que el dis­tan­cia­mien­to social y otras medi­das para ralen­ti­zar la trans­mi­sión debe­rían tener en cuen­ta tan­to la com­po­si­ción de edad de los con­tex­tos loca­les y nacio­na­les como la conec­ti­vi­dad social entre los mayo­res y las gene­ra­cio­nes más jóve­nes”, seña­lan los auto­res.

2. La importancia de la familia

Si la demo­gra­fía es un fac­tor impor­tan­te, tam­bién lo son las rela­cio­nes fami­lia­res en el seno de la socie­dad, que tan impor­tan­tes redes tejen duran­te la mayor par­te del tiem­po, pero que tan peli­gro­sas pue­den ser en un momen­to de con­ta­gio. Jun­to a otros fac­to­res que ya se han seña­la­do, como que pre­ci­sa­men­te por otros dos fac­to­res en prin­ci­pio posi­ti­vos —su acer­vo cul­tu­ral y su buen tiem­po—, Ita­lia y Espa­ña son des­ti­nos atrac­ti­vos para los visi­tan­tes de otros paí­ses. Como, por ejem­plo, Chi­na.

Es lo que mos­tró hace más de 10 años el epi­de­mió­lo­go Joël Mos­song, del Labo­ra­toi­re Natio­nal de San­té (LNS) de Luxem­bur­go, quien, uti­li­zan­do un dia­rio de con­tac­tos dia­rios, esta­ble­ció una cla­si­fi­ca­ción res­pec­to al con­tac­to social en ocho paí­ses euro­peos que mos­tra­ba, por ejem­plo, que los ale­ma­nes eran los que menos con­tac­to físi­co man­te­nían con sus seres que­ri­dos a dia­rio, mien­tras que los ita­lia­nos eran la nación con más inter­ac­ción inter­ge­ne­ra­cio­nal. Habla­mos con el doc­tor Mos­song sobre su tra­ba­jo.

PREGUNTA. Hace años, estu­dió la influen­cia de las inter­ac­cio­nes socia­les en la trans­mi­sión de enfer­me­da­des infec­cio­sas. Seña­ló que los ale­ma­nes man­te­nían el menor núme­ro de con­tac­tos y los ita­lia­nos, el mayor. ¿Has­ta qué pun­to pue­den algu­nos hábi­tos cul­tu­ra­les influir, por ejem­plo, en la velo­ci­dad de expan­sión del coro­na­vi­rus en paí­ses como Espa­ña o Ita­lia?

RESPUESTA. Hici­mos lo posi­ble para armo­ni­zar nues­tros méto­dos de reco­gi­da de datos (que fue­ron rea­li­za­dos ante todo por com­pa­ñías encues­ta­do­ras pri­va­das), pero no pode­mos excluir que haya dife­ren­cias a la hora de reco­ger los datos que expli­quen algu­nas dife­ren­cias. Pero tam­bién es posi­ble que las dife­ren­cias sean reales y refle­jen dis­tin­tos patro­nes de con­tac­to influi­dos por la cul­tu­ra.

P. Los paí­ses medi­te­rrá­neos como Espa­ña o Ita­lia dan más impor­tan­cia a la fami­lia, el con­tac­to social, etc. Nos gus­ta cami­nar por la calle y jun­tar­nos. ¿Fue ese un pro­ble­ma en febre­ro cuan­do el coro­na­vi­rus comen­zó a exten­der­se?

R. Los dife­ren­tes con­tac­tos socia­les pue­den haber ayu­da­do a una mayor difu­sión en los paí­ses medi­te­rrá­neos, pero no se pue­de olvi­dar que Ita­lia y Espa­ña son des­ti­nos popu­la­res tam­bién para los turis­tas chi­nos, por lo que la trans­mi­sión tem­pra­na y el aumen­to expo­nen­cial en casos tam­bién pue­den ser expli­ca­dos sim­ple­men­te por las impor­ta­cio­nes tem­pra­nas y más fre­cuen­tes de la epi­de­mia chi­na ini­cial antes del cie­rre de Wuhan y la can­ce­la­ción de vue­los.

Mien­tras que en nues­tro estu­dio de 2008 el núme­ro de con­tac­tos dia­rios era entre 15 y 20, la sema­na pasa­da se redu­je­ron a entre tres y cin­co

P. Mos­tra­ba que los jóve­nes son más socia­bles que los ancia­nos, pero son estos los más vul­ne­ra­bles. ¿Debe­rían cen­trar­se las medi­das más espe­cí­fi­ca­men­te en los jóve­nes?

R. Nues­tro estu­dio de 2008 se cen­tra­ba más en los niños como vec­to­res, por­que una de las inter­ven­cio­nes posi­bles era el cie­rre de escue­las. Aho­ra nos esta­mos dan­do cuen­ta de que los patro­nes de con­tac­to y difu­sión entre los ancia­nos y vul­ne­ra­bles mere­cían mucha más aten­ción. Los ancia­nos, sobre todo, son los que pare­cen estar más asus­ta­dos por lo que ocu­rri­rá y mere­cen toda nues­tra aten­ción.

***

Mos­song con­clu­ye con una bue­na noti­cia: recuer­da que en Luxem­bur­go, los estu­dios pre­li­mi­na­res rea­li­za­dos uti­li­zan­do redes socia­les como Face­book o Twit­ter han mos­tra­do que el núme­ro de con­tac­tos se ha redu­ci­do sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te des­de la decla­ra­ción del esta­do de cri­sis: “Por ejem­plo, mien­tras que en nues­tro estu­dio de 2008 el núme­ro de con­tac­tos dia­rios era de entre 15 y 20, los par­ti­ci­pan­tes de la pasa­da sema­na repor­ta­ron una media cer­ca­na a entre tres y cin­co. Así que las medi­das de dis­tan­cia­mien­to físi­co impues­tas por la mayo­ría de gobier­nos euro­peos pare­cen tener un gran impac­to en los patro­nes de con­tac­to, y por lo tan­to pode­mos espe­rar que los casos de nue­vas infec­cio­nes se reduz­can”.

Pre­gun­ta­mos tam­bién a la demó­gra­fa de Oxford sobre el tema, ya que en su tra­ba­jo hace refe­ren­cia a la gene­ra­ción sánd­wich, es decir, la de aque­llos padres que en cir­cuns­tan­cias nor­ma­les se dedi­can tan­to de cui­dar a sus padres como a sus hijos.

P. La gene­ra­ción sánd­wich es muy común en Espa­ña. ¿Son otro fac­tor a tener en cuen­ta, en el sen­ti­do de que pue­den trans­mi­tir el virus des­de los niños has­ta los abue­los, o pue­den fun­cio­nar tam­bién como un cor­ta­fue­gos entre ambas gene­ra­cio­nes? 

R. Muchos jóve­nes infec­ta­dos pue­den ser asin­to­má­ti­cos o mues­tran sín­to­mas leves. Tam­bién hay evi­den­cias de que los infec­ta­dos pue­den ser con­ta­gio­sos muchos días antes de mos­trar nin­gún sín­to­ma. Así que en paí­ses con un mayor con­tac­to entre gene­ra­cio­nes, es posi­ble que la infec­ción se extien­da más rápi­da­men­te hacia los más vul­ne­ra­bles des­pués de entrar en el país.

Una mayor den­si­dad de la pobla­ción debe­ría faci­li­tar la trans­mi­sión, lo que hace aún más impor­tan­tes las medi­das de dis­tan­cia­mien­to social

En lo que res­pec­ta a Espa­ña, creo que esta com­bi­na­ción de fac­to­res y de lazos estre­chos entre gene­ra­cio­nes pue­de ser un ries­go. Pero ya que hemos vis­to los peli­gros de Ita­lia, tam­bién sig­ni­fi­ca que hay una posi­bi­li­dad de ser extra­vi­gi­lan­tes en un momen­to ante­rior para pro­te­ger a los mayo­res. Aun­que sea difí­cil, man­te­ner ‘dis­tan­cia físi­ca’ entre los jóve­nes y los mayo­res es par­ti­cu­lar­men­te impor­tan­te, aun­que debe­ría­mos man­te­ner toda cone­xión social a tra­vés de la tec­no­lo­gía si es posi­ble. Y si los jóve­nes redu­cen su con­tac­to en gene­ral, las posi­bi­li­dad de con­traer y difun­dir la infec­ción a sus fami­lia­res mayo­res será dra­má­ti­ca­men­te más baja.

3. El impacto de las costumbres

Más allá de la fami­lia y la demo­gra­fía, peque­ñas cos­tum­bres coti­dia­nas pue­den mar­car la dife­ren­cia. Pon­ga­mos, por ejem­plo, la den­si­dad urba­na, que es mayor en Euro­pa. Con­cre­ta­men­te, en el cen­tro de las vie­jas capi­ta­les, don­de en oca­sio­nes el mero tama­ño de las ace­ras impi­de guar­dar la dis­tan­cia míni­ma de segu­ri­dad. Tam­bién, la cul­tu­ra calle­je­ra o las for­mas de des­pla­za­mien­to.

P. La pro­xi­mi­dad resi­den­cial es otro fac­tor de ries­go. La mayor par­te de espa­ño­les pue­de salir a com­prar cami­nan­do, y vivi­mos en barrios de peque­ño tama­ño. ¿Es esa dis­po­si­ción urba­na en otras cir­cuns­tan­cias muy posi­ti­va un pro­ble­ma duran­te pan­de­mias como esta?

R. No dis­po­ne­mos de datos, que yo sepa, sobre un mayor ries­go en las áreas urba­nas, pero en teo­ría, sí, una mayor den­si­dad de la pobla­ción debe­ría faci­li­tar la trans­mi­sión. Esto hace que cum­plir con las medi­das de dis­tan­cia­mien­to social sea inclu­so más impor­tan­te.

P. Ir a tra­ba­jar en trans­por­te públi­co es otro fac­tor impor­tan­te. Para­dó­ji­ca­men­te, ¿no es mucho más segura una pla­ni­fi­ca­ción urba­na como la ame­ri­ca­na que el uso del trans­por­te públi­co al que esta­mos acos­tum­bra­dos en Ita­lia o Espa­ña?

R. De nue­vo, creo que es muy pron­to para decir­lo con segu­ri­dad, pero sí, en estas cir­cuns­tan­cias úni­cas, el trans­por­te públi­co incre­men­ta­ría el con­tac­to entre per­so­nas, en espa­cios cerra­dos y una mala ven­ti­la­ción.

P. En los paí­ses medi­te­rrá­neos, la gen­te dis­fru­ta salien­do a la calle, lle­nan­do bares y res­tau­ran­tes. ¿Ha sido una mal­di­ción para paí­ses como Ita­lia o Espa­ña? 

R. Como he dicho antes, ¡qui­zá los bri­tá­ni­cos tam­bién dis­fru­ten lle­nan­do los pubs!

Una advertencia

Un últi­mo avi­so a nave­gan­tes: las expli­ca­cio­nes cul­tu­ra­les son las pri­me­ras en apa­re­cer cada vez que el ser humano nece­si­ta dar sen­ti­do a un hecho trau­má­ti­co, y no siem­pre resul­tan acer­ta­das. Tan solo el tiem­po ter­mi­na des­ve­lan­do las ver­da­de­ras impli­ca­cio­nes de cada uno de los fac­to­res y, por lo gene­ral, sue­len rela­ti­vi­zar expli­ca­cio­nes ‘de carác­ter’ o gene­ra­li­za­do­ras que se basan en pre­jui­cios.

Siem­pre que hay una cri­sis glo­bal de este tipo, salen expli­ca­cio­nes socio­ló­gi­cas simi­la­res, pero hay que tener cui­da­do

“Por aho­ra son hipó­te­sis suge­ren­tes, pero yo ten­dría mucho cui­da­do”, expli­ca a El Con­fi­den­cial Luis Miller, soció­lo­go y cien­tí­fi­co del CSIC y sub­di­rec­tor del Ins­ti­tu­to de Polí­ti­cas y Bie­nes Públi­cos (IPP). “Siem­pre que hay una cri­sis glo­bal de este tipo, salen expli­ca­cio­nes simi­la­res. Por ejem­plo, duran­te la cri­sis, sobre por qué a los paí­ses del sur de Euro­pa les iba peor”. Es decir, el razo­na­mien­to de los PIIGS vagos e irres­pon­sa­bles que fue uti­li­za­do por los paí­ses del nor­te de Euro­pa.

Se tra­ta de una vie­ja rémo­ra socio­ló­gi­ca que no siem­pre tie­ne que corres­pon­der con la reali­dad. “Todo vie­ne des­de los soció­lo­gos del siglo XIX, que ya tenían expli­ca­cio­nes de este tipo, por ejem­plo, sobre la cul­tu­ra más colec­ti­vis­ta en Asia y más indi­vi­dua­lis­ta en Euro­pa”, advier­te Miller. “Son expli­ca­cio­nes fáci­les que siem­pre han esta­do con noso­tros, pero aún nos fal­ta un poco para poder con­fir­mar­las”.

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