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He esco­gi­do estas tres pala­bras para refle­xio­nar, aun­que sea con la bre­ve­dad que el medio y las cir­cuns­tan­cias impo­nen, sobre la actual coyun­tu­ra eco­nó­mi­ca y social. Por­que, si bien es ver­dad que el peor sín­to­ma de la actual cri­sis es la fal­ta de liqui­dez, tam­bién lo es el hecho de estar afron­tan­do una sequía de ideas y pro­yec­tos con los que poner reme­dio o mejo­rar el pano­ra­ma pre­sen­te.
Cuan­do hablo de ideas, me refie­ro a pro­pues­tas nove­do­sas que impli­quen abor­dar tareas o mejo­rar pro­ce­sos del mun­do de la empre­sa y la admi­nis­tra­ción con un nue­vo enfo­que, nue­vos méto­dos y nue­vas tec­no­lo­gías, de tal mane­ra que se libe­ren recur­sos mal emplea­dos o infra­uti­li­za­dos, o se des­víen hacia otras acti­vi­da­des más efi­cien­tes eco­nó­mi­ca o social­men­te.
La plas­ma­ción de esas ideas en empre­sas ren­ta­bles son los pro­yec­tos a los que me refie­ro en este artícu­lo. La mejor mane­ra de visua­li­zar las ideas y los pro­yec­tos es a tra­vés de lo que hoy día se cono­ce en el mun­do de las tele­co­mu­ni­ca­cio­nes y la infor­má­ti­ca como “apli­ca­cio­nes”, o en su ver­sión en inglés abre­via­do apps.
Que en Valen­cia se ins­ta­le Apple es una bue­na noti­cia. Sobre todo por­que se reha­bi­li­ta un edi­fi­cio icó­ni­co en un lugar estra­té­gi­co comer­cial­men­te, pero social o eco­nó­mi­ca­men­te sólo impli­ca unas cuan­tas ven­tas más que las que ya se hacían en la ciu­dad pero en otros pun­tos de ven­ta, ade­más veci­nos de la actual tien­da. Lo ver­da­de­ra­men­te impor­tan­te de Apple es el mun­do casi infi­ni­to que alber­ga detrás de la insig­nia de la man­za­na, que mejo­ra nues­tra cali­dad de vida, aho­rra cos­tes a empre­sas y par­ti­cu­la­res, acer­ca a las per­so­nas a pre­cios irri­so­rios, des­cu­bre y faci­li­ta de for­ma inima­gi­na­ble toda la infor­ma­ción posi­ble con solo tocar una pan­ta­lla y espe­rar segun­dos.
Y todas esas ideas que lue­go dan vida a pro­yec­tos ren­ta­bles, crea­do­res de pues­tos de tra­ba­jo cua­li­fi­ca­dos y crea­ti­vos, esas ideas digo, ni se gene­ran aquí, ni encuen­tran el cal­do de cul­ti­vo nece­sa­rio para ello, por­que cuan­do se da el caso tie­nen que emi­grar.
Y no sólo es la fal­ta de liqui­dez, pues la pues­ta en mar­cha de las “apli­ca­cio­nes”, en su esta­dio ini­cial no requie­re más que de cono­ci­mien­to de la herra­mien­ta, ima­gi­na­ción, talen­to y mucha inter­ac­ción entre los más jóve­nes y fle­xi­bles men­tal­men­te para ir dan­do for­ma a un futu­ro total­men­te dis­tin­to del que cono­ce­mos.
Hace fal­ta mucha liber­tad de ideas e ima­gi­na­ción, rom­per mucho mol­de y pre­ben­da aca­dé­mi­ca (¡la gran revo­lu­ción pen­dien­te en Espa­ña!), mucho arro­jo y valen­tía ante el fra­ca­so y la adver­si­dad, capi­ta­les que explo­ren fue­ra de la zona de con­fort y la tra­di­ción, para que Apple ven­ga a Valen­cia no solo a ven­der sus apa­ra­tos sino a com­prar ideas y pro­yec­tos.
Pero como uno es opti­mis­ta antro­po­ló­gi­co y con­fía mucho en el talen­to que gene­ra nues­tra ubé­rri­ma tie­rra, estoy segu­ro que la gene­ra­ción de los naci­dos en los 90 y pri­me­ra déca­da del actual siglo, será pro­lí­fi­ca en ideas y pro­yec­tos que atrai­gan la nece­sa­ria liqui­dez para devol­ver espe­ran­za, pujan­za y lide­raz­go a nues­tra mal­tre­cha Comu­ni­dad.

 

He esco­gi­do estas tres pala­bras para refle­xio­nar, aun­que sea con la bre­ve­dad que el medio y las cir­cuns­tan­cias impo­nen, sobre la actual coyun­tu­ra eco­nó­mi­ca y social. Por­que, si bien es ver­dad que el peor sín­to­ma de la actual cri­sis es la fal­ta de liqui­dez, tam­bién lo es el hecho de estar afron­tan­do una sequía de ideas y pro­yec­tos con los que poner reme­dio o mejo­rar el pano­ra­ma pre­sen­te.
Cuan­do hablo de ideas, me refie­ro a pro­pues­tas nove­do­sas que impli­quen abor­dar tareas o mejo­rar pro­ce­sos del mun­do de la empre­sa y la admi­nis­tra­ción con un nue­vo enfo­que, nue­vos méto­dos y nue­vas tec­no­lo­gías, de tal mane­ra que se libe­ren recur­sos mal emplea­dos o infra­uti­li­za­dos, o se des­víen hacia otras acti­vi­da­des más efi­cien­tes eco­nó­mi­ca o social­men­te.
La plas­ma­ción de esas ideas en empre­sas ren­ta­bles son los pro­yec­tos a los que me refie­ro en este artícu­lo. La mejor mane­ra de visua­li­zar las ideas y los pro­yec­tos es a tra­vés de lo que hoy día se cono­ce en el mun­do de las tele­co­mu­ni­ca­cio­nes y la infor­má­ti­ca como “apli­ca­cio­nes”, o en su ver­sión en inglés abre­via­do apps.
Que en Valen­cia se ins­ta­le Apple es una bue­na noti­cia. Sobre todo por­que se reha­bi­li­ta un edi­fi­cio icó­ni­co en un lugar estra­té­gi­co comer­cial­men­te, pero social o eco­nó­mi­ca­men­te sólo impli­ca unas cuan­tas ven­tas más que las que ya se hacían en la ciu­dad pero en otros pun­tos de ven­ta, ade­más veci­nos de la actual tien­da. Lo ver­da­de­ra­men­te impor­tan­te de Apple es el mun­do casi infi­ni­to que alber­ga detrás de la insig­nia de la man­za­na, que mejo­ra nues­tra cali­dad de vida, aho­rra cos­tes a empre­sas y par­ti­cu­la­res, acer­ca a las per­so­nas a pre­cios irri­so­rios, des­cu­bre y faci­li­ta de for­ma inima­gi­na­ble toda la infor­ma­ción posi­ble con solo tocar una pan­ta­lla y espe­rar segun­dos.
Y todas esas ideas que lue­go dan vida a pro­yec­tos ren­ta­bles, crea­do­res de pues­tos de tra­ba­jo cua­li­fi­ca­dos y crea­ti­vos, esas ideas digo, ni se gene­ran aquí, ni encuen­tran el cal­do de cul­ti­vo nece­sa­rio para ello, por­que cuan­do se da el caso tie­nen que emi­grar.
Y no sólo es la fal­ta de liqui­dez, pues la pues­ta en mar­cha de las “apli­ca­cio­nes”, en su esta­dio ini­cial no requie­re más que de cono­ci­mien­to de la herra­mien­ta, ima­gi­na­ción, talen­to y mucha inter­ac­ción entre los más jóve­nes y fle­xi­bles men­tal­men­te para ir dan­do for­ma a un futu­ro total­men­te dis­tin­to del que cono­ce­mos.
Hace fal­ta mucha liber­tad de ideas e ima­gi­na­ción, rom­per mucho mol­de y pre­ben­da aca­dé­mi­ca (¡la gran revo­lu­ción pen­dien­te en Espa­ña!), mucho arro­jo y valen­tía ante el fra­ca­so y la adver­si­dad, capi­ta­les que explo­ren fue­ra de la zona de con­fort y la tra­di­ción, para que Apple ven­ga a Valen­cia no solo a ven­der sus apa­ra­tos sino a com­prar ideas y pro­yec­tos.
Pero como uno es opti­mis­ta antro­po­ló­gi­co y con­fía mucho en el talen­to que gene­ra nues­tra ubé­rri­ma tie­rra, estoy segu­ro que la gene­ra­ción de los naci­dos en los 90 y pri­me­ra déca­da del actual siglo, será pro­lí­fi­ca en ideas y pro­yec­tos que atrai­gan la nece­sa­ria liqui­dez para devol­ver espe­ran­za, pujan­za y lide­raz­go a nues­tra mal­tre­cha Comu­ni­dad.

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