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Son muchas las adver­si­da­des, pero el equi­po que pone en pie cada seis meses una nue­va edi­ción de la Valen­cia Fashion Week no se arre­dra y pro­po­ne nue­vas ideas y esce­na­rios para reno­var de modo posi­bi­lis­ta la pasa­re­la valen­cia­na. La ciu­dad lo tie­ne cla­ro: quie­re moda, desea el esca­pa­ra­te de la moda, y sus dise­ña­do­res, a doce­nas, resur­gen sin cesar. Bien­ve­ni­da sea, pues, la nue­va Fashion Week, la deci­mo­sex­ta, reubi­ca­da a lo lar­go y ancho de nue­vos espa­cios, des­de el Museo de la Ciu­dad que May­rén Beney­to está lle­nan­do de acti­vi­dad tras lus­tros de pará­li­sis, al IVAM que recién aca­ba de cru­zar el rubi­cón de los 25 años des­de su fun­da­ción de la mano de Ciprià Cis­car.

Nues­tra revis­ta se vuel­ca con la moda y con la Fashion Week por­que el esfuer­zo vale la pena, en bus­ca de con­so­li­dar Valen­cia como una pla­za que pro­mue­ve el talen­to joven, la emer­gen­cia de lo nue­vo y lo van­guar­dis­ta. No es mala apues­ta. Al otro lado de la balan­za, la tra­di­ción, la falle­ra, a la que, por el con­tra­rio, le sien­ta bien enrai­zar­se, encon­trar sus moti­vos más autén­ti­cos y popu­la­res. Más que reno­var­se, las Fallas nece­si­tan fun­da­men­tos del pasa­do, reen­con­trar­se con sus orí­ge­nes, con el espí­ri­tu valen­ciano inve­te­ra­do. Por­que para los valen­cia­nos, los ances­tra­les y los recién lle­ga­dos pero que se sien­ten así de cora­zón, no hay nada más gran­de que las Fallas, su explo­sión de color y alga­ra­bía, sus mara­vi­llo­sos mitos en torno a la con­di­ción feme­ni­na de nues­tra alma medi­te­rrá­nea… el tér­mino de la esta­ción fría y nues­tro eterno rena­cer pri­ma­ve­ral. Vix­quen les Falles! Vix­ca Valèn­cia!

Son muchas las adver­si­da­des, pero el equi­po que pone en pie cada seis meses una nue­va edi­ción de la Valen­cia Fashion Week no se arre­dra y pro­po­ne nue­vas ideas y esce­na­rios para reno­var de modo posi­bi­lis­ta la pasa­re­la valen­cia­na. La ciu­dad lo tie­ne cla­ro: quie­re moda, desea el esca­pa­ra­te de la moda, y sus dise­ña­do­res, a doce­nas, resur­gen sin cesar. Bien­ve­ni­da sea, pues, la nue­va Fashion Week, la deci­mo­sex­ta, reubi­ca­da a lo lar­go y ancho de nue­vos espa­cios, des­de el Museo de la Ciu­dad que May­rén Beney­to está lle­nan­do de acti­vi­dad tras lus­tros de pará­li­sis, al IVAM que recién aca­ba de cru­zar el rubi­cón de los 25 años des­de su fun­da­ción de la mano de Ciprià Cis­car.

Nues­tra revis­ta se vuel­ca con la moda y con la Fashion Week por­que el esfuer­zo vale la pena, en bus­ca de con­so­li­dar Valen­cia como una pla­za que pro­mue­ve el talen­to joven, la emer­gen­cia de lo nue­vo y lo van­guar­dis­ta. No es mala apues­ta. Al otro lado de la balan­za, la tra­di­ción, la falle­ra, a la que, por el con­tra­rio, le sien­ta bien enrai­zar­se, encon­trar sus moti­vos más autén­ti­cos y popu­la­res. Más que reno­var­se, las Fallas nece­si­tan fun­da­men­tos del pasa­do, reen­con­trar­se con sus orí­ge­nes, con el espí­ri­tu valen­ciano inve­te­ra­do. Por­que para los valen­cia­nos, los ances­tra­les y los recién lle­ga­dos pero que se sien­ten así de cora­zón, no hay nada más gran­de que las Fallas, su explo­sión de color y alga­ra­bía, sus mara­vi­llo­sos mitos en torno a la con­di­ción feme­ni­na de nues­tra alma medi­te­rrá­nea… el tér­mino de la esta­ción fría y nues­tro eterno rena­cer pri­ma­ve­ral. Vix­quen les Falles! Vix­ca Valèn­cia!

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