Para quie­nes han tran­si­ta­do en su infan­cia y juven­tud por las carre­te­ras que des­de El Pere­lló desem­bo­can en los Marenys, la per­cep­ción pue­de ser doble: deri­va­da de las dis­co­te­cas de La Ruta o de pro­pues­tas gas­tro­nó­mi­cas que se man­tie­nen en el tiem­po como Sucrer, Ca Quin­tín o Casa Rocher.

Un poco más allá se sigue alzan­do Culle­ra. Que, pese a su mayor pre­sen­cia demo­grá­fi­ca, en gene­ral ado­le­ce de una ofer­ta de pro­duc­to de la cali­dad que exhi­ben los res­tau­ran­tes que se sitúan entre arro­za­les, cañas, golas, cami­nos de tie­rra y pla­yas fami­lia­res.

 

Lee el repor­ta­je com­ple­to de David Blay en el Alma­na­que Gas­tro­nó­mi­co CV

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