La Cambra dels Sentits nació del sueño de dos mujeres de quedarse la casa familiar de una de ellas para convertirla en un lugar todavía más acogedor. Con un comedor sencillo en la parte baja, junto a las cocinas y otro en el altillo amplio, confortable, discreto y cercano además a uno de los dos parkings habilitados en la población.
Una vez allí, trasciende su filosofía: la mayoría del producto es de proximidad, la carta se divide en diversos entrantes fríos y calientes y siempre recomiendan finalizar con uno de sus arroces, que pueden ser secos o melosos. Culminan con postres caseros, pero en ningún caso la decisión es compleja, porque no buscan una oferta larga sino comedida.
Lee el reportaje completo de David Blay en el Almanaque Gastronómico CV
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