Una de las escu­sas más exten­di­das para jus­ti­fi­car la pere­za de muchos por la lec­tu­ra es la fal­ta de tiem­po. Con la nece­si­dad de per­ma­ne­cer en casa de for­ma res­pon­sa­ble para com­ba­tir la epi­de­mia de coro­na­vi­rus que nos afec­ta, esa escu­sa se ha que­da­do sin fun­da­men­to. Así que es el momen­to ideal para reen­con­trar­nos con el pla­cer de sen­tar­nos en nues­tro sillón favo­ri­to, coger un buen libro y dejar­nos lle­var por el pla­cer de una bue­na nove­la, un intere­san­te ensa­yo o un poe­ma­rio.

Alba Edi­to­rial nos ani­ma a hacer­lo como mejor antí­do­to con­tra estos tiem­pos con­vul­sos. Y nos recuer­da que “leer no solo dis­trae y divier­te, sino que ali­men­ta el espí­ri­tu y acti­va el inte­lec­to, y pre­ci­sa­men­te estos momen­tos de cri­sis sir­ven para refle­xio­nar sobre cómo pode­mos mejo­rar a nivel indi­vi­dual y como socie­dad”. Para ello nos pro­po­nen cua­tro lec­tu­ras muy dife­ren­tes, para que todos los gus­tos ten­gan don­de ele­gir:

La Marcha Radetzky

Joseph Roth escri­bió en 1932 esta nove­la que pron­to se con­ver­ti­ría en un hito de la lite­ra­tu­ra del siglo XX, por su genial escru­ti­nio de los dos gran­des pila­res del Impe­rio —el ejér­ci­to y la admi­nis­tra­ción— y su cró­ni­ca de una lar­ga deca­den­cia que con­du­ce a la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial. Mien­tras la Mar­cha Radetzky sue­na en cere­mo­nias, taber­nas y bur­de­les —los mis­mos luga­res don­de cuel­ga el retra­to del empe­ra­dor— y todos los sím­bo­los del Impe­rio pare­cen tener vida pro­pia, se extien­den los nacio­na­lis­mos y los movi­mien­tos revo­lu­cio­na­rios. Un libro ala­ba­do por Ste­fan Zweig y que Nadi­ne Gor­mier no dudó en cali­fi­car de “obra maes­tra”.

El idiota

Escri­ta des­pués de Cri­men y cas­ti­go y antes de Los demo­nios, de nue­vo en un lar­go perío­do de penu­rias, El idio­ta (1868–1869), que aquí pre­sen­ta­mos en una nue­va tra­duc­ción de Fer­nan­do Ote­ro Macías, ini­cia el ciclo final de obras maes­tras de Dos­toievs­ki. Como ellas, ha pro­pi­cia­do múl­ti­ples lec­tu­ras, pero sigue sien­do la más enig­má­ti­ca e impre­vi­si­ble de todas. Tras cua­tro años en un hos­pi­tal sui­zo para tra­tar­se del lla­ma­do enton­ces “mal cadu­co” (epi­lep­sia), el joven prín­ci­pe Lev Niko­láie­vich Mysh­kin regre­sa a San Peters­bur­go sin ape­nas dine­ro y nece­si­ta­do de “tra­tar con bue­nas per­so­nas”. Allí le aguar­da una parien­te remo­ta, jun­to con un cúmu­lo de extra­ños per­so­na­jes que deja­rán de repro­char­le su can­di­dez has­ta hacer­le sen­tir alguien que está de más en la socie­dad.

Astrid Lindgren

Los niños de la casa tam­bién tie­nen su rin­cón en Alba Edi­to­rial gra­cias a Peque­ña & Gran­de, una deli­ca­da colec­ción de bio­gra­fías ilus­tra­das que les apro­xi­man a los más vario­pin­tos per­so­na­jes. Este es el caso de Astrid Lind­gren. Esta escri­to­ra sue­ca fue  pre­mio Hans Chris­tian Ander­sen en 1958 y pre­mio Right Live­lihood en 1994. Gran femi­nis­ta y defen­so­ra de los ani­ma­les, Lind­gren está con­si­de­ra­da una de las auto­ras infan­ti­les más leí­das del mun­do y sus his­to­rias se han tra­du­ci­do a más de un cen­te­nar de idio­mas. Pero sobre todo Astrid Lid­gren le debe bue­na par­te de su fama a uno de los per­so­na­jes sur­gi­dos de su ima­gi­na­ción: Pipi Cal­zas­lar­gas.

Bob Dylan

En esta mis­ma colec­ción pode­mos encon­trar tam­bién la his­to­ria de un crea­dor uni­ver­sal, Bob Dylan, cuya afi­ción por la músi­ca y la poe­sía se remon­ta a los años de su infan­cia. Naci­do en un entorno rural y buen cono­ce­dor de la tra­di­ción musi­cal nor­te­ame­ri­ca­na de ori­gen euro­peo, en 1959 comen­zó a estu­diar en la uni­ver­si­dad y a entrar en con­tac­to con la músi­ca folk y la can­ción pro­tes­ta. Pron­to se tras­la­dó a Nue­va York, don­de las bue­nas crí­ti­cas le abri­rían las puer­tas para gra­bar su pri­mer dis­co y ter­mi­nar con­ver­ti­do en todo un refe­ren­te gene­ra­cio­nal. Hoy es todo un “mito vivien­te” y des­de 2016 el pri­mer fla­man­te Pre­mio Nobel de Lite­ra­tu­ra sur­gi­do del ámbi­to de la can­ción.

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