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Vir­gi­nia Loren­te es una de esas per­so­nas con las que vale la pena con­ver­sar y refle­xio­nar. Ella, nor­mal­men­te, lo hace a tra­vés de sus dise­ños, de su arte. de su crea­ti­vi­dad. Sus ilus­tra­cio­nes de Valen­cia, de Ruza­fa, sus car­te­les sobre edi­fi­cios emble­má­ti­cos que reme­mo­rarn a los que se hacían a prin­ci­pios del siglo XX son ya gran­des refe­ren­tes, pero ella quie­re ir más allá.

 

La ilus­tra­do­ra y dise­ña­do­ra valen­cia­na Vir­gi­nia Loren­te.

Por otra par­te, su mar­ca, @Typical Valen­cia, cum­ple este mes de mar­zo ocho años y lo hace des­púes de un tiem­po muy com­pli­ca­do de pan­de­mia en el que, por otra par­te, se ha dado cuen­ta de que la gen­te que ha vivi­do algu­na vez en la capi­tal del Túria, y los que lo siguen hacien­do, aman esta ciu­dad, sus edi­fi­cios, sus intra­his­to­rias, su coti­dia­nei­dad, su rique­za patri­mo­nial, su for­ma de vida. Algo que espe­ra que que­de paten­te en la Capi­ta­li­dad Mun­dial del Dise­ño que ten­drá lugar en 2022.

Eres arqui­tec­ta, ilus­tra­do­ra y madre. En qué orden…

En el que se pue­de. Hay épo­cas en la vida en que es com­pli­ca­do com­bi­nar­lo todo. Hace unos días habla­ba con Patri­cia Bolin­ches y bro­meá­ba­mos con las veces que recu­rri­mos al “hora­rio Bat­man”. Recuer­do una con­ver­sa­ción con una edi­to­rial hace unos meses en la que me decían que los dise­ña­do­res está­ba­mos acos­tum­bra­dos a tra­ba­jar en casa y por eso tal vez no había­mos nota­do tan­to el con­fi­na­mien­to… pero cla­ro sole­mos tra­ba­jar solos, no con los hijos en casa todo el día… Ha sido un año com­pli­ca­do para todas las pro­fe­sio­nes en gene­ral. Había que lidiar con muchas cosas y casi todo esta­ba prohi­bi­do.

Con tan­tas horas en casa, ¿en cuán­tos dise­ños ha sali­do ya el edi­fi­cio de enfren­te de tu casa?

Pues la ver­dad es que sí que ha sali­do ya en algu­nos. Recuer­do espe­cial­men­te una ilus­tra­ción en la que apa­re­ce mi hija, Eva, miran­do por la ven­ta­na y está el edi­fi­cio de fon­do. Ya está inmor­ta­li­za­do (bro­mea).

 

Lámi­na “Valen­cia City” de Vir­gi­nia Loren­te.

¿En qué se ins­pi­ra la mar­ca @typical Valen­cia?

Este mes de mar­zo cum­ple ya ocho años. La cree en 2013 como una for­ma de ilus­trar la ciu­dad, su patri­mo­nio, lo que nos iden­ti­fi­ca de ver­dad, de otra mane­ra a como se esta­ba hacien­do. Pre­ten­día hacer una refle­xión más pro­fun­da, usan­do mapas, el con­jun­to de la ciu­dad, cier­tos edi­fi­cios iden­ti­fi­ca­ti­vos o carac­te­rís­ti­cos, refle­jar situa­cio­nes coti­dia­nas… La mar­ca iba acom­pa­ña­da de un comer­cio que con­ti­núa en pie, a pesar de esta gran cri­sis. El con­cep­to de @typical es el de poner en valor la ciu­dad a tra­vés del dise­ño.

¿Qué es lo que más se ven­de? ¿Y que es lo que más le gus­ta­ría que se ven­die­ra?

Van bas­tan­te aso­cia­dos y me sor­pren­de. Recuer­do que hace unos años hice una colec­ción de edi­fi­cios poco cono­ci­dos, poco repre­sen­ta­ti­vos, pero han teni­do mucho éxi­to y han con­ti­nua­do. La ilus­tra­ción por exce­len­cia es la del cen­tro his­tó­ri­co, el río Turia… por el color, por la vida que tie­ne, por sus edi­fi­cios. Es el estan­dar­te aho­ra mis­mo de la mar­ca. Entre esta colec­ción de edi­fi­cios está, por ejem­plo, el Metro­pol, que es un edi­fi­cio que ilus­tré con carác­ter rei­vin­di­ca­ti­vo, pero lue­go la gen­te lo fue pidien­do has­ta con­ver­tir­lo en un pro­duc­to.

 

“La Fin­ca Roja es un edi­fi­cio muy dife­ren­te, el que haya vivi­do un tiem­po ahí tie­ne una vin­cu­la­ción emo­cio­nal impor­tan­te. Todo esto nos hace pen­sar sobre la arqui­tec­tu­ra habi­ta­da”.

Tam­bién el mer­ca­do de Ruza­fa, la Casa judía, el Rial­to, el Capi­tol… La últi­ma ilus­tra­ción que he rea­li­za­do es la fin­ca roja. Siem­pre se esta­ble­cen muchas rela­cio­nes emo­cio­na­les entre los que han vivi­do allí. Siem­pre tie­nen his­to­rias pecu­lia­res. Es un edi­fi­cio muy dife­ren­te, el que haya vivi­do un tiem­po ahí tie­ne una vin­cu­la­ción emo­cio­nal impor­tan­te. Todo esto nos hace pen­sar sobre la arqui­tec­tu­ra habi­ta­da. Cómo nos afec­ta en nues­tras rela­cio­nes socia­les. Tam­bién la pis­ci­na de abas­tos, recrear esos espa­cios que pue­dan resul­tar­nos impor­tan­tes en nues­tra vida coti­dia­na, me pare­ce impor­tan­te.

 

Lámi­na del barrio de Rus­sa­fa de Vir­gi­nia Loren­te.

¿Por qué hay tan­to pro­duc­to “típi­co” pero que no se hace en Valen­cia?

Yo bus­ca­ba una alter­na­ti­va a eso. Cuan­do pen­sa­mos en el con­cep­to de “gui­ri”, la ver­dad es que lo somos todos, en cier­ta medi­da. La refle­xión es a quién va diri­gi­da tu mar­ca. Ese con­cep­to peyo­ra­ti­vo del giri, al que se le pue­de ven­der cual­quier cosa, no me pare­ce éti­co. Habrá nego­cios que vivan de eso, pero real­men­te me pon­go en la posi­ción de que yo tam­bién soy turis­ta y pien­so en qué me gus­ta encon­trar­me cuan­do voy a una ciu­dad. Mi clien­te soy yo. Siem­pre me pon­go en esa pos­tu­ra. Pre­ci­sa­men­te, en @Atypical tene­mos mucho clien­te local por­que nos habla­mos a noso­tros mis­mos. Cuan­do tra­tas ese pro­duc­to con ese cari­ño y res­pe­to tie­nes al públi­co, la gen­te que vie­ne de fue­ra no quie­re que le cuen­tes cual­quier cosa o encon­trar­se con cual­quier cosa. Un turis­ta bus­ca ese com­po­nen­te cul­tu­ral dife­ren­te y carac­te­rís­ti­co.

 

La ilus­tra­ción de la Fin­ca Roja de Vir­gi­nia Loren­te.

¿La glo­ba­li­za­ción ha pros­ti­tui­do el con­cep­to de sou­ve­nir autén­ti­co?

No lo sé. Cuan­do via­jo siem­pre voy bus­can­do mi alter ego. Bus­co saber qué se hace en otras ciu­da­des. Antes era rarí­si­mo, pero aho­ra sí que hay gen­te que apues­ta por el dise­ño apli­ca­do al turis­mo.

Venir a Valen­cia y com­prar algo “turís­ti­co” que se ha hecho en otro lugar, inclu­so en otro con­ti­nen­te no tie­ne nin­gún sen­ti­do. Una ilus­tra su ciu­dad por­que es la que cono­ce real­men­te y la que va a saber con­tar. Si, ade­más, se pro­du­ce aquí como es lo que yo bus­co, tra­ba­jar con talle­res loca­les y empre­sas vin­cu­la­das, mucho mejor.

 

“Venir a Valen­cia y com­prar algo “turís­ti­co” que se ha hecho en otro lugar, inclu­so en otro con­ti­nen­te no tie­ne nin­gún sen­ti­do”

¿La gen­te valo­ra que sí sean cosas crea­das y dise­ña­das aquí?

Creo que sí. Des­de hace muchos años pre­gun­tan quién lo hace, por qué, lo apre­cian mucho. Una prue­ba es que, en la situa­ción que esta­mos, siguen com­pran­do onli­ne. Hace­mos muchos envíos al extran­je­ro, sobre todo son gen­te que ha vivi­do aquí, ha esta­do aquí y sigue bus­can­do ese recuer­do. Es algo boni­to.

¿Cómo ha sido la reac­ción de la clien­te­la, sobre todo, cuan­do la tien­da ha esta­do cerra­da por la pan­de­mia?

En los pri­me­ros meses, sobre todo, reci­bía muchos men­sa­jes de apo­yo. Es algo que se agra­de­ce bas­tan­te. Tam­bién hay gen­te que nos man­da fotos de las lámi­nas col­ga­das en sus casas. Son men­sa­jes de mucho cari­ño y en los que ves que la gen­te valo­ra que no com­pran cual­quier cosa, hecha en cual­quier sitio. Cada vez me encuen­tro tam­bién con más gen­te que deci­de venir a vivir a Valen­cia por un tiem­po, tan­to gen­te joven como fami­lias con hijos. Lue­go, cuan­do se van, man­tie­nen ese víncu­lo per­so­nal con la ciu­dad, ese cari­ño, y ese deseo de tener recuer­dos de ella.

 

La ilus­tra­ción del Metro­pol de Vir­gi­nia Loren­te.

En la pri­me­ra mitad del siglo XX la arqui­tec­tu­ra tenía un papel muy impor­tan­te en el dise­ño, impul­sa­da por la ten­den­cia de empe­zar a cons­truir hacia arri­ba con ras­ca­cie­los, nue­vos mate­ria­les… se usa­ba para hacer car­te­les, alza­dos de edi­fi­cios inclu­so, pero esto se fue per­dien­do. ¿Por qué cree que ocu­rrió?

No lo sé a cien­cia cier­ta, pero recuer­do, por ejem­plo, la expo­si­ción de Goer­lich en el Ayun­ta­mien­to de Valen­cia. Había libros, acua­re­las fan­tás­ti­cas. Era una épo­ca en que los edi­fi­cios los hacían las pro­pias fami­lias. Era como la tar­je­ta de pre­sen­ta­ción de la fami­lia. Que el pro­mo­tor fue­ra el pro­pie­ta­rio y, ade­más, quien lo iba a habi­tar, le daba un plus. Fomen­ta­ba que qui­sie­ra tam­bién tener más visi­bi­li­dad y de ahí que ten­ga­mos esos edi­fi­cios tan repre­sen­ta­ti­vos como el edi­fi­cio Ferrer, el Mer­le… El nie­to de uno de ellos me comen­ta­ba que lo habían cons­trui­do con el dine­ro que saca­ron del cul­ti­vo de la naran­ja. Eran fami­lias con un poder adqui­si­ti­vo impor­tan­te y sí tra­ba­ja­ban mucho ese tema de la ima­gen del edi­fi­cio. En esa expo­si­ción que comen­ta­ba había acua­re­las fabu­lo­sas, veía­mos que los per­so­na­jes que salían refle­ja­dos en la calle nos daban much­so pis­tas sobre la socie­dad del momen­to. Era, en ver­dad, muy diver­ti­do e ilus­tra­ti­vo.

 

“Los ini­cios del siglo XX era una épo­ca en que los edi­fi­cios los hacían las pro­pias fami­lias. Era como la tar­je­ta de pre­sen­ta­ción de la familia…trabajaban mucho ese tema de la ima­gen del edi­fi­cio”.

¿Por qué se plan­tea recu­pe­rar ese tipo de ilus­tra­cio­nes?

Me gus­ta por­que creo que la ilus­tra­ción es una herra­mien­ta con un carác­ter divul­ga­ti­vo impor­tan­te. Es algo al mar­gen de la foto­gra­fía. Aquí inter­pre­tas la reali­dad y res­ca­tas o cuen­tas lo que a ti te intere­sa. Es un ejer­ci­cio de sín­te­sis, des­de la for­ma, el color, hace que poten­cies aque­llo que quie­res con­tar. Al final, es un poco esa idea que se hacían con esas ilus­tra­cio­nes don­de lo que bus­ca­ba el arqui­tec­to era con­ven­cer al clien­te. Era como una cam­pa­ña publi­ci­ta­ria, estás ven­dien­do esa idea y ese con­cep­to. Cuan­do se pasa del moder­nins­mo al racio­na­lis­mo, a las for­mas más puras, se pier­de un poco eso. Creo que el dibu­jo era una herra­mien­ta muy poten­te para poder con­ven­cer. Aho­ra ha cam­bia­do el dis­cur­so, aho­ra exis­te 3D, creo que con todo eso se ha per­di­do un poco la esen­cia.

 

La ilus­tra­ción del Tea­tre Rial­to de Vir­gi­nia Loren­te.

Usted lo inten­ta con car­te­le­rías como la del Metro­pol, la Fin­ca Roja o el Rial­to, ¿Qué es lo más difí­cil para con­se­guir­lo en una ciu­dad como Valen­cia?

Me gus­ta ana­li­zar mucho el pun­to de vis­ta. Inten­tar intro­du­cir pers­pec­ti­va, aire, que le de cier­to dra­ma­tis­mo y a la vez que sea atrac­ti­vo y la pale­ta de color, que se ale­je un poco de la reali­dad, por­que lo que quie­res trans­mi­tir es una idea o un con­cep­to. Inter­pre­tán­do­lo a tu mane­ra.

¿Y lo más fácil?

En Valen­cia hay un patri­mo­nio casi infi­ni­to para con­tar. Cada vez hay más gen­te que vie­ne yme  dice por qué no has ilus­tra­do este edi­fi­cio o este otro. Por eso me gus­ta hacer estos mapas e ilus­trar­los. Tomán­do­te las licen­cias que quie­ras, vas inter­pre­tan­do el con­jun­to de la ciu­dad.

 

El car­tel del Bal­nea­rio Las Are­nas, de Renau.

¿Cuál es ese car­tel o ilus­tra­ción que siem­pre evo­cas o que más sue­les recor­dar o usar para ins­pi­rar­te?

El gran refe­ren­te es Renau y su “pis­ci­na de las Are­nas”, lo habla­mos en un docu­men­tal que roda­mos para Apunt. Cuan­do un car­tel deja de ser un car­tel para con­ver­tir­se en una obra de arte, nos da igual qué anun­cie y por qué, es un refe­ren­te tan impor­tan­te.

Al pen­sar en Javier Goer­lich, ¿qué te vie­ne a la men­te?

Es un gran­dí­si­mo refe­ren­te para la ciu­dad de Valen­cia, tan­to a nivel urba­nís­ti­co como de edi­fi­ca­ción. Gran par­te de la ima­gen actual de Valen­cia es debi­do a él y es de ver­dad que en cier­to modo ha sido un gran des­co­no­ci­do.

 

El Edi­fi­cio Gras-Bia­n­­qui, en la pla­za del Ayun­ta­mien­to, dise­ña­do por Goer­lich.

¿Qué supu­so y qué supo­ne aún para la ciu­dad su figu­ra? ¿Se le valo­ra y reco­no­ce como mere­ce?

No, se ha comen­za­do más últi­ma­men­te, y gra­cias al gran tra­ba­jo que hace la Fun­da­ción Goer­lich de poner­lo en valor y de hablar de su impor­tan­cia, pero creo que a cual­quie­ra fue­ra de este ámbi­to le pre­gun­tas y des­co­no­ce quién fue.

Y por exten­sión. ¿Valo­ra­mos, reco­no­ce­mos y cui­da­mos sufi­cien­te­men­te nues­tro patri­mo­nio?

No. Creo que ahí nos hace fal­ta un lar­go reco­rri­do para que valo­re­mos nues­tro patri­mo­nio. Es impor­tan­te esa labor didác­ti­ca por­que si lo cono­ce­mos y lo valo­ra­mos apren­de­re­mos a cui­dar­lo y no nos lo car­ga­re­mos o no lo derri­ba­re­mos. Son los ele­men­tos que le dan iden­ti­dad a una ciu­dad. Si empe­za­mos a per­der esos ele­men­tos que nos iden­ti­fi­can todas las ciu­da­des aca­ban sien­do anó­ni­mas.

En Valen­cia han des­apa­re­ci­do o se han derri­ba­do varias edi­fi­ca­cio­nes emble­má­ti­cas en el últi­mo siglo…

Sí, se han hecho varias locu­ras de estas. Hace poco me con­ta­ban que cuan­do se deba­tían los pro­yec­tos para el Jar­dín del Túria, uno de los cua­les, hay que recor­dar­lo, era cons­truir una auto­pis­ta, se valo­ró derri­bar la Esta­ción del Nor­te. Inclu­so el edi­fi­cio Ferrer.

 

Vir­gi­nia Loren­te redi­se­ñó el car­tel del refu­gio de Valen­cia.

Algo simi­lar ocu­rría con los refu­gios de la Gue­rra Civil, cuya tipo­gra­fía usted ha recu­pe­ra­do y pues­to en valor…

La tipo­gra­fía del refu­gio, sien­do una pie­za artís­ti­ca muy repre­sen­ta­ti­va, pare­cía que no le intere­sa­ba a nadie, al igual que los pro­pios refu­gios. Aho­ra se están ponien­do en valor, son visi­ta­bles… es impor­tan­te recor­dar y poner en valor nues­tro pasa­do.

Como bien dice, la ilus­tra­ción tam­bién pue­de estar rela­cio­na­da con la his­to­ria. ¿Qué le venía a la men­te a la hora de dise­ñar el car­tel para el refu­gio de la Gue­rra Civil?

Es uno de los refu­gios más gran­des que hay en Valen­cia, es bru­tal. Te pue­des ima­gi­nar allí a los niños duran­te los bom­bar­deos… qué reali­dad tan extra­ña y horri­pi­lan­te vivían allí. Muchas veces es un tema que he habla­do con turis­tas ingle­ses, que pre­gun­ta­ban que para qué era. Al decir­les que era para refu­giar­se de los bom­bar­deos me decían, “pero para eso está el metro” no con­ce­bían que aquí toda­vía no exis­tía. Tam­bién se impre­sio­nan mucho cuan­do les cuen­tas que las Torres de Serra­nos alber­ga­ron obras de arte del Museo del Pra­do duran­te la gue­rra…

 

El car­tel ofi­cial de las Fallas de Valen­cia de 1935.

¿Qué pien­sa cuan­do sale una noti­cia de un acto van­dá­li­co en algún edi­fi­cio u obra patri­mo­nial? ¿Qué le diría a sus auto­res?

Creo que los que come­ten actos van­dá­li­cos en edi­fi­cios his­tó­ri­cos de artis­tas no tie­nen nada. Un ver­da­de­ro artís­ti­ca de “streat art “sabe dón­de tie­ne que pin­tar y dón­de debe pin­tar y da rabia que se englo­ben en el mis­mo paque­te a todos. Es van­da­lis­mo puro y duro, no tie­nen nin­gún sen­ti­do. Es, ade­más, una fal­ta de res­pe­to extra­or­di­na­rio hacia tu ciu­dad.

 

“La capi­ta­li­dad mun­dial del dise­ño será un even­to muy impor­tan­te, una opor­tu­ni­dad para rei­vin­di­car el dise­ño en Valen­cia”.

2022. Valen­cia Capi­tal mun­dial del dise­ño. ¿Qué le evo­ca ese pen­sa­mien­to?

Espe­ro que esté el mun­do ya más con­tro­la­do y se pue­da dis­fru­tar como se mere­ce. Me pare­ce que es un even­to muy impor­tan­te, una opor­tu­ni­dad para rei­vin­di­car el dise­ño en Valen­cia. Cla­ro que hay dise­ña­do­res, arqui­tec­tos, ilus­tra­do­res y gen­te vin­cu­la­da al dise­ño que tie­ne mucho valor y dar­le visi­bi­li­dad me pare­ce muy impor­tan­te. Esta­re­mos ahí hacien­do un gran esfuer­zo. Par­ti­ci­pé en “Gree­tings From Valen­cia” un pro­yec­to con­jun­to para la capi­ta­li­dad mun­dial. Se ilus­tra­ron dife­ren­tes dis­tri­tos, con diez ilus­tra­do­res. Yo coor­di­né la cam­pa­ña y fue una mane­ra de que se salu­da­ran los barrios entre sí. Ade­más, con su pági­na web podías enviar pos­ta­les a cual­quier lugar del mun­do y la web aún está acti­va y está en fun­cio­na­mien­to. Visi­bi­li­zar la impor­tan­cia del dise­ño en la calle, que lle­ga­ra a todo el mun­do, fue una expe­rien­cia súper intere­san­te. Es una pla­ta­for­ma impor­tan­te para que pro­yec­tos de todo tipo vin­cu­la­dos al dise­ño ten­gan cabi­da.

 

El car­tel de la Gran Feria de Valen­cia de 1934.

¿Dón­de le gus­ta­ría ver una ilus­tra­ción suya?

La ver­dad que a mi rea­li­zar las cam­pa­ñas me gus­ta mucho. La cam­pa­ña del metro en Valen­cia, por la visi­bi­li­dad que ha teni­do… Me gus­ta  mucho que haya feed­back de la gen­te y que via­jen y lo vean. La cam­pa­ña del Cor­pus tam­bién. Pero me encan­ta­ría hacer una por­ta­da del New Yor­ker, cla­ro, a quién no, sería mi sue­ño.

¿Qué ha apren­di­do de esta pan­de­mia?

Hemos apren­di­do a sobre­vi­vir y tam­bién, de algu­na mane­ra, a valo­rar las rela­cio­nes huma­nas. Damos por hecho muchas cosas, que todo es acce­si­ble. Afor­tu­na­da­men­te, somos una gene­ra­ción que no hemos sufri­do limi­ta­cio­nes de movi­mien­tos, de liber­tad. Pero, aho­ra, echar de menos un abra­zo es moti­vo de refle­xión, com­par­tir con ami­gos, con la gen­te, somos ani­ma­les socia­les y eso lo esta­mos valo­ran­do aho­ra más.

 

Uno de los car­te­les o pos­ta­les del pro­yec­to “Gee­tings From Valen­cia”.

 

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