Bacchus ofrece vaca rubia gallega, ciervo y canguro de alta calidad a la piedra y con buenos acompañamientos como fondues y ratatuilles.

Entra­da al res­tau­ran­te, en la tra­ve­sía de Can­sa­la­des.

 

El tér­mino Bac­chus pue­de refe­rir­se a una varie­dad de uva blan­ca de vino o a Dio­ni­so (Baco) –dios del vino en la mito­lo­gía clá­si­ca–. Bajo estas deno­mi­na­cio­nes en el Res­tau­ran­te Bac­chus, lle­van años tra­ba­jan­do por la cali­dad y cali­dez tan­to en coci­na como en el ser­vi­cio. Ubi­ca­do en una de las zonas de paso más fre­cuen­ta­das tan­to por luga­re­ños como forá­neos –tra­ve­sía de les Can­sa­la­des nº 87, Jávea–, este lugar ofre­ce una coci­na espe­cia­li­za­da en car­nes a la pie­dra y fon­dues. Ópti­ma opción para ale­jar­nos de la pri­me­ra línea de pla­ya, evi­tan­do el rui­do y bulli­cio ambien­te, sobre todo en épo­cas esti­va­les.

 

En Bac­chus encuen­tras un espa­cio aco­ge­dor, reno­va­do y fami­liar, salón amplio y cli­ma­ti­za­do y una agra­da­ble terra­za de verano que se uti­li­za más allá del perio­do esti­val. Es un tipo de local que todo el mun­do sue­le bus­car; comi­da “rica”, ser­vi­cio efi­cien­te y acep­ta­ble, una correc­tí­si­ma ambien­ta­ción y un espa­cio para dis­fru­tar comi­das o cenas en cual­quier momen­to de modo rela­ja­do.

Des­de que entras, estás es un espa­cio dis­tin­to, de ello se han encar­ga­do los bue­nos de Héc­tor y Mile­na; esta pare­ja colom­bia­na afin­ca­da en Espa­ña hace más de vein­te años, ha sabi­do medir la tem­pe­ra­tu­ra de la zona y sus habi­tan­tes, atra­yen­do a un públi­co tan­to nacio­nal como inter­na­cio­nal.

Par­tien­do de una mate­ria pri­ma de pri­me­ra cali­dad, hacen una coci­na “enten­di­ble”, capaz de lle­gar a todos los públi­cos. Una car­ta y pla­tos que todos com­pren­de­mos con mayor faci­li­dad, mane­ra cla­ra e inclu­so dife­ren­te. Este con­cep­to que se desa­rro­lla en lo inte­li­gi­ble, hace que el comen­sal entien­da y per­ci­ba sin pro­ble­mas la ofer­ta gas­tro­nó­mi­ca. Lo ante­rior es de impor­tan­cia supi­na en un espa­cio / tiem­po en el que comes algo tan sen­ci­llo y gus­ta­ti­va­men­te correc­to que ni en casa ni muchos otros luga­res hacen gala de esa sen­ci­llez (que no faci­li­dad) en sabo­res, tex­tu­ras, tem­pe­ra­tu­ras y mesa pues­ta.

Con­ven­ci­dos que esta opción gas­tro­nó­mi­ca es per­fec­ta para cual­quier momen­to vaya­mos con quién vaya­mos, el sen­ti­mien­to de “estar a gus­to” se ha ase­gu­ra­do. Encuen­tras tran­qui­li­dad sin pér­di­das de tiem­po a la hora de errar en la elec­ción de cual­quie­ra de sus pla­tos. Des­cu­bri­mos una coci­na de tra­za­do inter­na­cio­nal, más bien muti­cul­tu­ral. Car­ta de sen­ti­do clá­si­co puris­ta, com­pues­ta por entra­das frías, entra­das calien­tes, car­nes clá­si­cas, car­nes a la pie­dra (ter­ne­ra, can­gu­ro, cier­vo), pes­ca­dos; fon­dues; menús y pla­tos para niños y cerra­mos la ofer­ta con un menú del día. Exce­len­te y muy acer­ta­da toda su ofer­ta, pero a des­ta­car su solo­mi­llo de ter­ne­ra, la famo­sa fon­due de que­so al cava o la equi­li­bra­da ensa­la­da mix­ta. Res­pec­to a los pos­tres case­ros, te brin­dan la opor­tu­ni­dad de pro­bar entre otros un deli­ca­do hela­do de fre­sa, una sabro­sa tar­ta­le­ta de fru­tas y un señor sor­be­te de fru­tas, desa­rro­llan­do otros esti­los e inter­pre­ta­cio­nes con nue­va repos­te­ra.

Can­gu­ro.
Ter­ne­ra rubia galle­ga.
Cier­vo.

 

No hay que resis­tir­se a encar­gar un steak tar­ta­re de ter­ne­ra que bor­dan, como sus albón­di­gas de rubia galle­ga que sir­ven como ape­ri­ti­vo pero que cons­ti­tu­yen la mate­ria pri­ma de unos excel­sos espa­gue­tis con albón­di­gas que para sí qui­sie­ra la ban­da de ami­gos ita­lo­ame­ri­ca­nos de Scor­se­se. No dejen de pedir sus pata­tas fri­tas –per­fec­tas de tex­tu­ra cru­jien­te– ni su sen­ci­lla pero per­fec­ta rata­toui­lle que sir­ven en cazue­la de hie­rro cola­do.

Este lugar es famo­so por su exce­len­te limon­ce­llo, su sen­sa­cio­nal vod­ka con limón, mag­ní­fi­co cho­co­la­te calien­te, un estu­pen­do frap­pé de cho­co­la­te o un deli­cio­so café hela­do de vai­ni­lla.

Mon­tar este tipo de res­tau­ran­tes no es sólo cues­tión de mesas bien pues­tas, espa­cio deco­ra­do, ambien­te hoga­re­ño y pla­tos “enten­di­bles”; es impres­cin­di­ble reco­pi­lar algu­nos aspec­tos que mere­cen aten­ción y que Bac­chus los tie­ne en su ADN:

–Cono­cer el per­fil del clien­te poten­cial de un res­tau­ran­te es impres­cin­di­ble para deter­mi­nar los ele­men­tos que com­pon­drán su expe­rien­cia gas­tro­nó­mi­ca.

–El mobi­lia­rio, espe­cial­men­te las mesas y las sillas deben ser ver­da­de­ra­men­te cómo­das y ergo­nó­mi­ca­men­te crea­das para estar lar­go rato en ellas.

–El espa­cio entre mesas debe ser opti­mo y cómo­do para el comen­sal y el pro­pio ser­vi­cio.

–La ilu­mi­na­ción es fun­da­men­tal, sien­do la luz natu­ral la mejor para gene­rar esta per­cep­ción. Y para la ilu­mi­na­ción arti­fi­cial, está com­pro­ba­do que la luz tenue y cáli­da, brin­da más armo­nía en líneas gene­ra­les, que las luces muy frías y fuer­tes.

–Un ser­vi­cio rápi­do, flui­do y efi­cien­te, que habla por la coci­na en cuan­to a ofer­ta, tiem­po entre pla­tos.

 

Te lle­vas un buen recuer­do como sitio extra­or­di­na­rio, pecu­liar, entorno muy agra­da­ble con aro­mas en sus espe­cia­les car­nes a la pie­dra. Un buen coci­ne­ro metó­di­co, unos ingre­dien­tes exce­len­tes y un ser­vi­cio rápi­do y aten­to en sala hacen de este lugar un sitio ideal para ir con ami­gos, fami­lia y niños por el espa­cio que hay el tipo de comi­da. Un mun­do de sabo­res de toda la vida, cuya coci­na con amor ali­men­ta el alma.

Todo está más que correc­to y equi­li­bra­do, pero por sabor y tex­tu­ra, encon­tra­mos unos cor­tes de car­ne, bien eje­cu­ta­dos, for­ma y fon­do en gra­sa con­te­ni­da, melo­si­dad y untuo­si­dad en sus dis­tin­tas pie­zas (depen­dien­do de cada cual, mayor o menor dure­za pala­tal); todos ellos exqui­si­tos y acer­ta­dos para coci­nar­los a la pie­dra.

Vivi­mos en un mun­do glo­ba­li­za­do y la influen­cia gas­tro­nó­mi­ca entre dis­tin­tos paí­ses es cada vez más pal­pa­ble. A pesar de que la vuel­ta a los sabo­res y rece­tas tra­di­cio­na­les es una de las prin­ci­pa­les ten­den­cias, la mul­ti­dis­ci­pli­na en coci­na influ­ye direc­ta­men­te en lo que vamos a comer, de ello han sabi­do hacer gala en este lugar.

 

La influen­cia inter­na­cio­nal es cla­ra y nota­ble, esta­mos en Jávea, el extran­je­ro duran­te par­te del año es el pro­pio espa­ñol, pero lo nota­ble de esta coci­na es que no solo se deja ver en rece­tas y ela­bo­ra­cio­nes pro­pias de deter­mi­na­das zonas o paí­ses, sino que tam­bién intro­du­ce nue­vos ingre­dien­tes que se fusio­nan con rece­tas más tra­di­cio­na­les para con­se­guir resul­ta­dos real­men­te pla­cen­te­ros.

 

El amplio par­king de Bac­chus.

 

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