La Nau inaugura una doble muestra dedicada al filólogo e historiador y descubre su faceta como ilustrador

Un espec­ta­dor en la mues­tra «Valèn­cia, 1972. Cap a la ciu­tat mons­tre» (LA NAU).

En 1972 se pre­veía que el vie­jo cau­ce del Túria se con­vir­tie­ra en auto­vía y se derri­ba­ban con­ven­tos para cons­truir un Cor­te Inglés. 50 años más tar­de, La Nau inau­gu­ra dos mues­tras que com­pa­ran la Valen­cia actual con la de enton­ces de la mano de uno de los inte­lec­tua­les que soñó con parar lo que se iba a con­ver­tir en una «ciu­dad mons­truo»: Manuel San­chis Guar­ner, autor de La Ciu­tat de Valèn­cia.

Valèn­cia, 1972. Cap a la ciu­tat mons­tre —que podrá visi­tar­se en La Nau has­ta el pró­xi­mo 19 de mar­zo— con­tra­po­ne por una par­te los pro­yec­tos del cemen­to y la gaso­li­na con el inci­pien­te des­con­ten­to social con estas ideas, que en su mayo­ría aca­ba­rían por no cris­ta­li­zar. Tam­bién exhi­be el con­tras­te entre la Valen­cia del pro­pio San­chis Guar­ner, el Equi­po Cró­ni­ca o Max Aub y la del sta­tu quo fran­quis­ta que se dedi­ca­ba a cele­brar con­gre­sos de Euca­ris­tía en la ciu­dad.

En fren­te, en la Sala Ober­ta, se expo­ne una sor­pre­sa que apa­re­ció duran­te las inves­ti­ga­cio­nes de la pri­me­ra expo­si­ción. San­chis Guar­ner, il·lustrador reco­ge los dibu­jos iné­di­tos que tenía el manus­cri­to ori­gi­nal de la obra La Ciu­tat de Valèn­cia, jun­to con otras obras pic­tó­ri­cas en las que el autor repa­só la his­to­ria de la ciu­dad. Las dos mues­tras están orga­ni­za­das por el Vice­rrec­to­ra­do de Cul­tu­ra y Socie­dad y tie­nen por comi­sa­rio el cate­drá­ti­co de Geo­gra­fía Josep Vicent Boi­ra.

El libro de San­chis Guar­ner La ciu­tat de Valèn­cia. Sín­te­si d’His­tò­ria i Geo­gra­fia urba­na (Círcu­lo de Bellas Artes, Valèn­cia), se publi­có en aquel mis­mo 1972. Las mues­tras defien­den la pos­tu­ra de que el libro «cam­bió la per­cep­ción que has­ta el momen­to se tenía de la evo­lu­ción urba­na y del patri­mo­nio de la capi­tal valen­cia­na».

La publi­ca­ción abrió una eta­pa fruc­tí­fe­ra de estu­dios moder­nos y avan­za­dos sobre arqui­tec­tu­ra, arqueo­lo­gía, geo­gra­fía urba­na, his­to­ria, lite­ra­tu­ra y, inclu­so, fies­tas y tra­di­cio­nes. Ade­más, la obra abrió una corrien­te de apre­cio hacia una ciu­dad que había que con­ser­var y pro­te­ger de la des­truc­ción.

Una de las pre­gun­tas que se hizo el comi­sa­rio Boi­ra fue «¿qué que­da de aque­lla ciu­dad —si es que que­da algo—, en la del 2022?”. La res­pues­ta es que sí, que­da bas­tan­te. De hecho, algu­nas refor­mas de los últi­mos años y algu­nos pro­yec­tos, como las de la Pla­za de la Rei­na o la de la ave­ni­da Ausiàs March son las pri­me­ras que modi­fi­can el urba­nis­mo que se reali­zó en aque­llos momen­tos.

Ade­más, la mues­tra tam­bién se pre­gun­ta «¿de qué temas se habla­ba en la ciu­dad en aque­llos años ini­cia­les de la déca­da de los seten­ta del siglo XX?». Para ello, se uti­li­zan los con­tra­pun­tos entre la toga­da y ofi­cia­lis­ta Valèn­cia del fran­quis­mo, enfras­ca­da en las obras del Plan Sur y que se dedi­ca­ba a cele­brar Con­gre­sos de Euca­ris­tía, con la de los artis­tas e inte­lec­tua­les, que cele­bra­ba con­gre­sos de arte en metal y comen­za­ba a refle­xio­nar sobre el «mons­truo» que venía.

Josep Vicent Boi­ra, duran­te la pre­sen­ta­ción de la expo­si­ción (LA NAU).

Cambios visuales

Para Boi­ra, uno de los obje­ti­vos decla­ra­dos de esta expo­si­ción es, apun­ta Boi­ra, el de «trans­mi­tir a las gene­ra­cio­nes más jóve­nes no solo la impor­tan­cia de un libro pio­ne­ro como el de San­chis Guar­ner, sino tam­bién el cono­ci­mien­to de una ciu­dad que ha cam­bia­do mucho en estos últi­mos cin­cuen­ta años».

Ade­más de las foto­gra­fías de la épo­ca, la expo­si­ción se basa en dos visua­les cir­cu­la­res para expli­car los cam­bios: una es una pla­ta­for­ma redon­da en el sue­lo en la que se pro­yec­tan vídeos de edi­fi­cios o zonas que tuvie­ron cam­bios en la Valèn­cia del 72, acom­pa­ña­da de fotos de las obras y los derri­bos y la otra, un mapa gigan­te hecho con made­ra de edi­fi­cios derrui­dos de la ciu­dad en la que se mar­ca el patri­mo­nio per­di­do en el cen­tro his­tó­ri­co de Valen­cia.

Valèn­cia, 1972. Cap a la ciu­tat mons­tre está estruc­tu­ra­da en cin­co blo­ques. A tra­vés de ellos, se refle­xio­na sobre cómo era la ciu­dad en 1972, se com­pa­ra con la actual, se mues­tra la opo­si­ción entre la Valen­cia ofi­­cial-fra­n­­qui­s­­ta y la socie­dad emer­gen­te moder­na y demo­crá­ti­ca, se expli­ca el Plan Gene­ral vigen­te, y se rei­vin­di­ca la figu­ra de Manuel San­chis Guar­ner.

En el catá­lo­go que expli­ca la mues­tra, el cate­drá­ti­co de His­to­ria Anto­ni Furió indi­ca: «Leí­da hoy, cin­cuen­ta años des­pués de su publi­ca­ción, La ciu­tat de Valèn­cia da la impre­sión de un libro abso­lu­ta­men­te moderno, actual, una impre­sión que toda­vía debía de ser más fuer­te en el tris­tí­si­mo y deso­la­do pano­ra­ma inte­lec­tual de la Valen­cia de los pri­me­ros años seten­ta, en las pos­tri­me­rías ya del fran­quis­mo».

Una de las pro­yec­cio­nes de «Valèn­cia, 1972. Cap a la ciu­tat mons­tre» (LA NAU).

Sanchis Guarner, ilustrador

Por otra par­te, la expo­si­ción de la Sala Ober­ta, titu­la­da San­chis Guar­ner, il·lustrador, hace públi­cas, por pri­me­ra vez, ilus­tra­cio­nes del mis­mo San­chis Guar­ner. En pala­bras de Boi­ra: «El libro La Ciu­tat de Valèn­cia. Sín­te­si d’his­tò­ria i geo­gra­fia urba­na (1972) no solo ate­so­ra un cono­ci­mien­to rico y un apre­cio pro­fun­do hacia la ciu­dad. El ori­gi­nal meca­no­gra­fia­do guar­da otro secre­to que aho­ra des­ve­la­mos por pri­me­ra vez: más de cien­to cin­cuen­ta dibu­jos iné­di­tos sobre monu­men­tos, esta­tuas, edi­fi­cios, cua­dros, gra­ba­dos y repre­sen­ta­cio­nes rela­cio­na­das con la ciu­dad».

San­chis Guar­ner, con un tra­ba­jo deli­ca­do y pre­ci­so de com­po­si­ción, hizo del ori­gi­nal meca­no­gra­fia­do una autén­ti­ca maque­ta de lo que tenía que ser la edi­ción impre­sa impul­sa­da por el Círcu­lo de Bellas Artes de Valen­cia en 1972.

En prác­ti­ca­men­te cada pági­na, el autor invir­tió tiem­po y dedi­ca­ción a esbo­zar sobre papel, con esti­lo rápi­do pero pre­ci­so, una inter­pre­ta­ción de lo que des­pués sería todo el apa­ra­to grá­fi­co que acom­pa­ñó el tex­to.

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