Esce­na de «Vesa­nia»

Basada en un hecho real, la obra da voz a cuatro personajes tachados de dementes y se pregunta por qué se teme y aísla a quienes piensan de manera diferente a la norma.

Esce­na de «Vesa­nia»

El recha­zo al pen­sa­mien­to diver­gen­te es el tema de «Vesa­nia», una pro­pues­ta de Con­tra­he­cho Pro­duc­cio­nes cuya ver­sión en cas­te­llano se estre­na en Valen­cia esta sema­na, del jue­ves 22 al domin­go 25 de febre­ro, den­tro del ‘Cicle de Com­pan­yies Valen­cia­nes’ de Sala Rus­sa­fa.

La obra nace ins­pi­ra­da por un hecho real ocu­rri­do en Bra­sil, don­de las per­so­nas que expre­sa­ban ideas fue­ra de la nor­ma eran envia­dos a psi­quiá­tri­cos y debían per­ma­ne­cer ence­rra­dos, a modo de cam­po de con­cen­tra­ción. Tras una llu­via de ideas, el autor de cabe­ce­ra de la com­pa­ñía, Mar­cos Luis Her­nan­do, les pro­pu­so crear un espec­tácu­lo alre­de­dor del encuen­tro de unas per­so­nas repu­dia­das por su entorno, al con­si­de­rar­las ‘demen­tes’.

“El recha­zo social que han sufri­do hace que desa­rro­llen tras­tor­nos psi­co­ló­gi­cos como la depre­sión o la neu­ro­sis. Y en el espec­tácu­lo se mues­tra cómo es vivir­los, por­que nos intere­sa­ba hablar de salud men­tal. Pero, sobre todo, que­ría­mos plan­tear al públi­co y a noso­tros mis­mos la pre­gun­ta de por qué nos asus­ta que alguien pien­se dife­ren­te”, comen­ta Alber­to Baño, socio fun­da­dor de Con­tra­he­cho Pro­duc­cio­nes jun­to a Pilu Fon­tán.

Ambos se inte­gran en el repar­to de este dra­ma, que com­ple­tan Rosan­na Espi­nós y Vicent Pas­tor. Son los cua­tro pro­ta­go­nis­tas de esta pie­za de tea­tro con­tem­po­rá­neo y social, en la línea de las pro­duc­cio­nes de la com­pa­ñía valen­cia­na, que imbu­ye al espec­ta­dor en una dis­to­pía don­de quie­nes son tacha­dos de locos tie­nen la visión más cuer­da sobre temas como la polí­ti­ca, la reli­gión, el esta­do del bien­es­tar, las gue­rras o el mer­ca­do.

Con ayu­da de la ilu­mi­na­ción de Min­go Albir, el espa­cio sono­ro de Víc­tor Lucas, la esce­no­gra­fía de Luis Cres­po y el ves­tua­rio de María Poquet, se recrea el para­dó­ji­ca­men­te asfi­xian­te ambien­te de un jar­dín deca­den­te. Es el patio del sana­to­rio, una espe­cie de lim­bo res­pec­to al mun­do del que han sido expul­sa­dos los per­so­na­jes.

“Las esta­tuas derrui­das fun­cio­nan como una metá­fo­ra de la des­truc­ción de la socie­dad. Y, des­de su supues­ta locu­ra, los pro­ta­go­nis­tas se per­mi­ten con­ver­sar, dis­cu­tir sin tapu­jos, entran­do en temas de los que la gen­te corrien­te, en reali­dad, habla en pro­fun­di­dad pocas veces. Y, cla­ro, no que­da títe­re con cabe­za”, comen­tan des­de la com­pa­ñía, que remar­ca la volun­tad de la pie­za de ani­mar la refle­xión en el públi­co sobre la reali­dad que les rodea.

Con un tex­to com­pro­me­ti­do, mor­daz y arries­ga­do, el espec­tácu­lo es muy exi­gen­te a nivel inter­pre­ta­ti­vo, emo­cio­nal y físi­co para los acto­res. “Le pro­pu­si­mos a Eva Zapi­co que diri­gie­ra el mon­ta­je por­que su for­ma de tra­ba­jar enca­ja muy bien con nues­tro inte­rés por el movi­mien­to cor­po­ral y la dan­za, con la plas­ti­ci­dad de la pues­ta en esce­na que bus­ca­mos” expli­ca Baño, quien remar­ca la bue­na recep­ción que está tenien­do la pie­za des­de su estreno en 2022. “Esta­mos muy con­ten­tos por­que vemos cómo el públi­co se mete en la obra, aun­que se toquen temas que a veces son vis­ce­ra­les, que remue­ven las ideas y las emo­cio­nes. Al final es una expe­rien­cia inten­sa para ellos y para noso­tros”, seña­la el intér­pre­te de esta obra que pone el foco en el espí­ri­tu crí­ti­co y ani­ma a los espec­ta­do­res a cues­tio­nar la ‘nor­ma­li­dad’.

«La ovejita que vino a comer», una obra para todos los públicos

El públi­co pue­de encon­trar aso­cia­cio­nes sor­pren­den­tes en las dos pro­pues­tas que com­ple­tan la pro­gra­ma­ción esta sema­na en el cen­tro de crea­ción, for­ma­ción y exhi­bi­ción de artes escé­ni­cas de Ruza­fa.

En la pro­gra­ma­ción fami­liar, el sába­do 24 y domin­go 25 de febre­ro la com­pa­ñía madri­le­ña Camel­Cat Pro­duc­cio­nes estre­na en la Comu­ni­dad Valen­cia­na una nue­va pro­pues­ta, tras su éxi­to con la ver­sión escé­ni­ca de «A qué sabe la luna».

En «La ove­ji­ta que vino a comer» tam­bién adap­tan un famo­so cuen­to, esta vez escri­to por Ste­ve Small­man. Narra el encuen­tro entre un lobo ham­brien­to, har­to de comer sopa de ver­du­ras, que reci­be en su casa a una ove­ji­ta con la idea de lle­vár­se­la al buche. Lo que no espe­ra es que este ani­ma­li­llo no solo entre en sus estan­cias, sino tam­bién en su cora­zón.

La intér­pre­te Sara Luna se va ayu­dan­do de mario­ne­tas y can­cio­nes en esta pie­za musi­cal, indi­ca­da para espec­ta­do­res de 3 a 8 años. Una pro­pues­ta que fomen­ta valo­res como la amis­tad, la nece­si­dad de ser cui­da­dos y de cui­dar, ade­más de rei­vin­di­car la capa­ci­dad del amor para rom­per sen­ti­mien­tos como la sole­dad, que en oca­sio­nes pue­den expe­ri­men­tar los niños y niñas.

«Ultrashow» en las sesiones golfas

Com­ple­ta las pro­pues­tas sema­na­les Miguel Nogue­ra, que el vier­nes 23 y sába­do 24 de febre­ro regre­sa a Las Gol­fas de Rus­sa­fa con su inago­ta­ble «Ultrashow», un for­ma­to de espec­tácu­lo sui gene­ris, don­de cabe la pro­yec­ción de dibu­jos de este artis­ta plás­ti­co, escri­tor y humo­ris­ta que ilus­tran sus ocu­rren­cias, dis­cur­sos don­de sola­pa insos­pe­cha­das aso­cia­cio­nes de ideas, encuen­tros de con­cep­tos y situa­cio­nes que hacen explo­tar la men­te del pro­pio humo­ris­ta y de los espec­ta­do­res en actua­cio­nes noc­tur­nas, lle­nas de sor­pre­sas, en las que a veces incor­po­ra has­ta can­cio­nes impro­vi­sa­das.

El humo­ris­ta Miguel Nogue­ra en su espec­tácu­lo «Ultrashow».

A medio camino entre el tele­pre­di­ca­dor, la stand up com­medy y el surrea­lis­mo, en 2013 nació esta pro­pues­ta que ha ido evo­lu­cio­nan­do, incor­po­ran­do nove­da­des cada año, cre­cien­do de la mano de un públi­co fiel al humor under­ground de Nogue­ra. Una legión de segui­do­res con quien el artis­ta se encuen­tra prác­ti­ca­men­te cada tem­po­ra­da en Sala Rus­sa­fa.

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