Foto: ArthurHid­den / Free­pik

La mis­ma tar­de que se decre­tó en Espa­ña el esta­do de alar­ma, un vídeo en el que dro­nes de la poli­cía madri­le­ña aler­ta­ban a los ciu­da­da­nos de que debían que­dar­se en casa se hacía viral. Los dro­nes se incor­po­ra­ban así des­de el pri­mer día a la lucha con­tra el coro­na­vi­rus. Pero su papel, y el de los robots, ha ido ganan­do cada vez más peso. «La robó­ti­ca se usa en el área de la salud des­de hace más de trein­ta años, pero aho­ra su pre­sen­cia se ha hecho más evi­den­te gra­cias a la gran can­ti­dad de fun­cio­nes que pue­den desem­pe­ñar los robots sin expo­ner a per­so­nas», seña­la Pie­rre Bour­din Kreitz, pro­fe­sor de los Estu­dios de Infor­má­ti­ca, Mul­ti­me­dia y Tele­co­mu­ni­ca­ción de la UOC, que cita entre esas fun­cio­nes des­de la lim­pie­za a la dis­pen­sa­ción de medi­ca­men­tos, pasan­do por la desin­fec­ción de hos­pi­ta­les y otros cen­tros, la rea­li­za­ción masi­va de tests PCR «e inclu­so el abas­te­ci­mien­to de comi­da u otros pro­duc­tos que pue­dan enviar­se por men­sa­je­ría», aña­de.

Se refie­re a robots como Roxo, el robot repar­ti­dor de FedEx, o Scout, como fue bau­ti­za­do el de Ama­zon. Pero tam­bién exis­ten otros, como Moxi, dise­ña­do para redu­cir las car­gas de tra­ba­jo del per­so­nal del área de enfer­me­ría median­te la entre­ga y reco­gi­da de sumi­nis­tros y ropa de cama; los robots de desin­fec­ción UVD, que uti­li­zan luz ultra­vio­le­ta para matar micro­or­ga­nis­mos dañi­nos y que, a raíz de la apa­ri­ción de la COVID-19, darán ser­vi­cio a más de 2.000 hos­pi­ta­les en Chi­na, o los dro­nes que se han inte­gra­do a la Ope­ra­ción Bal­mis de la Uni­dad Mili­tar de Emer­gen­cias (UME) de las Fuer­zas Arma­das Espa­ño­las, que han pasa­do de usar­se para tareas agrí­co­las a desin­fec­tar gran­des super­fi­cies des­de el aire para aca­bar con el coro­na­vi­rus.

No son las úni­cas fun­cio­na­li­da­des que los dro­nes pue­den apor­tar en la lucha con­tra la actual pan­de­mia. Como expli­ca Jor­di San­da­li­nas, abo­ga­do, comu­ni­ca­dor y pro­fe­sor cola­bo­ra­dor de la UOC en el semi­na­rio Dro­nes y dere­cho, tam­bién sir­ven para la loca­li­za­ción y cap­ta­ción de infor­ma­ción en for­ma de datos. «Debe­rían ser capa­ces de rea­li­zar todo aque­llo que el sen­sor adap­ta­do al hard­wa­re en cues­tión les per­mi­ta hacer. Así, un dron con un sen­sor ade­cua­do debe­ría poder visua­li­zar pará­me­tros bio­quí­mi­cos», expli­ca. Inclu­so comien­zan a desa­rro­llar­se los lla­ma­dos «dro­nes pan­dé­mi­cos». Tal como publi­ca­ba The Robot Report, estos dro­nes podrían detec­tar con­di­cio­nes infec­cio­sas en espa­cios mul­ti­tu­di­na­rios median­te sen­so­res tér­mi­cos y sis­te­mas inte­li­gen­tes que con­tro­len la tem­pe­ra­tu­ra y la fre­cuen­cia car­dia­ca, entre otros pará­me­tros.

La inte­li­gen­cia arti­fi­cial, cuyo sis­te­ma fue pre­ci­sa­men­te el pri­me­ro que aler­tó de un posi­ble foco de infec­ción del virus en Wuhan el 31 de diciem­bre de 2019, tam­bién se está apli­can­do a la lucha con­tra el coro­na­vi­rus. Como expli­ca el pro­fe­sor Pie­rre Bour­din, el aná­li­sis de datos en epi­de­mio­lo­gía per­mi­te desa­rro­llar mode­los y simu­la­cio­nes que ayu­dan a enten­der la evo­lu­ción de una pato­lo­gía y su dis­per­sión entre la pobla­ción. Y tam­bién posi­bi­li­ta tareas como la que está lle­van­do a cabo el gru­po de inves­ti­ga­ción Inter­net Com­pu­ting & Sys­tems Opti­mi­za­tion (ICSO), del Inter­net Inter­dis­ci­pli­nary Ins­ti­tu­te (IN3) de la UOC, jun­to con la empre­sa Fhios Smart Know­led­ge, que desa­rro­lla algo­rit­mos inte­li­gen­tes para opti­mi­zar la logís­ti­ca en la reco­gi­da a domi­ci­lio y el repar­to en hos­pi­ta­les de mate­rial sani­ta­rio ela­bo­ra­do de for­ma altruis­ta por par­ti­cu­la­res.

El coste de la robótica sin ética

Según los exper­tos, todo este avan­ce tec­no­ló­gi­co que está per­mi­tien­do redu­cir el ries­go de par­te del per­so­nal que tra­ba­ja en pri­me­ra línea de la pan­de­mia es impa­ra­ble. Sin embar­go, estos advier­ten que es nece­sa­rio incluir cier­tos con­tro­les éti­cos para que el pro­gre­so tec­no­ló­gi­co no aca­be yén­do­se de las manos. «Esta­mos en un momen­to en el que urgen res­pues­tas, no hay for­ma de esca­par de esa pre­sión. Pero habría que aña­dir deter­mi­na­dos con­tro­les que vayan más allá de la emer­gen­cia», seña­la Pie­rre Bour­din. En su opi­nión, las cade­nas de deci­sio­nes sobre la tec­no­lo­gía que debe uti­li­zar­se con­tra la COVID-19 deben incluir «filó­so­fos, his­to­ria­do­res y pro­fe­sio­na­les de áreas dife­ren­tes a la inge­nie­ría que ayu­den a refle­xio­nar para evi­tar con­se­cuen­cias desas­tro­sas a pesar de las bue­nas inten­cio­nes. Sen­ti­mos el peli­gro, y eso nos hace estar dis­pues­tos a acep­tar gran­des res­tric­cio­nes de liber­tad que podrían tener con­se­cuen­cias nega­ti­vas en el futu­ro», recuer­da. 

En opi­nión de Jor­di San­da­li­nas, «el bien más impor­tan­te y pre­cia­do del ser humano es el dere­cho a la vida, lo cual supo­ne el bien jurí­di­co a pro­te­ger sin hacer dis­tin­cio­nes. En ese con­tex­to, cual­quier tec­no­lo­gía des­ti­na­da para sal­var vidas es bien­ve­ni­da», afir­ma. Sin embar­go, coin­ci­de con Pie­rre Bour­din al des­ta­car que hay cier­tos lími­tes que no deben sobre­pa­sar­se. Y cita como ejem­plo el uso de dro­nes para detec­tar per­so­nas, que «debe ir acom­pa­ña­do de un pro­to­co­lo de actua­ción de acuer­do con la ley. La tec­no­lo­gía debe estar ampa­ra­da y regu­la­da por unos valo­res éti­cos y mora­les. No pode­mos hablar de “detec­tar per­so­nas” como si estu­vié­ra­mos hablan­do de “detec­ción de ele­men­tos hos­ti­les”. Todo debe ser estu­dia­do al milí­me­tro», seña­la. El pro­fe­sor cola­bo­ra­dor de la UOC recuer­da que tam­po­co debe­mos olvi­dar el dere­cho a la inti­mi­dad, a la pro­tec­ción de datos de carác­ter per­so­nal o el dere­cho a la vida y la liber­tad de las per­so­nas, que se encuen­tran entre los dere­chos y liber­ta­des fun­da­men­ta­les.

Por otra par­te, Bour­din afir­ma que todos los avan­ces de la robó­ti­ca o la inte­li­gen­cia arti­fi­cial deben ser úni­ca­men­te un apo­yo. «En nin­gún caso, un robot o un algo­rit­mo pue­den sus­ti­tuir a una per­so­na. El obje­ti­vo es que fun­cio­nen como sopor­te para el per­so­nal, de for­ma que ten­gan más tiem­po para aumen­tar la cali­dad del cui­da­do. Una lec­ción de la cri­sis que esta­mos atra­ve­san­do es, sin duda, la nece­si­dad de per­so­nal para el sis­te­ma sani­ta­rio y los ser­vi­cios públi­cos en gene­ral», seña­la el pro­fe­sor de la UOC.

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