Con la lle­ga­da del coro­na­vi­rus a Espa­ña, el sec­tor del turis­mo atra­ve­só el peor año de su his­to­ria y su reac­ti­va­ción se vio con­di­cio­na­da por los pro­gre­sos socio-sani­­ta­­rios de la pobla­ción. Debi­do a la mejo­ra sani­ta­ria que se expe­ri­men­tó tras el con­fi­na­mien­to y al con­tex­to socio-sani­­ta­­rio en el que se encuen­tra el país des­de hace un par de meses, son muchos los que final­men­te deci­die­ron pla­near sus vaca­cio­nes para este verano de 2020, eso sí, de una for­ma muy dis­tin­ta a la de otros años.

Un turismo más natural, íntimo y en pueblos de interés nacional

En medi­das de pre­ven­ción del con­ta­gio de la pan­de­mia, según un estu­dio rea­li­za­do por Felicesvacaciones.es, los via­je­ros han deci­di­do cam­biar los des­ti­nos para­di­sía­cos o las gran­des ciu­da­des, por un turis­mo más natu­ral, ínti­mo y en pue­blos de inte­rés nacio­nal.

Espa­ña reúne en su geo­gra­fía des­ti­nos rura­les pin­to­res­cos, encan­ta­do­res y empa­pa­dos de his­to­ria. Muchos de ellos son acce­si­bles des­de las prin­ci­pa­les comu­ni­da­des autó­no­mas en trans­por­te públi­co, pero el coche es la for­ma ideal de ir cuan­do se tra­ta de como­di­dad y fle­xi­bi­li­dad.

Los siguien­tes pue­blos espa­ño­les alber­gan los espa­cios más recón­di­tos, encan­ta­do­res y her­mo­sos del país. Y entre ellos se encuen­tra una loca­li­dad valen­cia­na. Los entor­nos espec­ta­cu­la­res e iti­ne­ra­rios cul­tu­ra­les e his­tó­ri­cos que reúnen estos des­ti­nos, los posi­cio­nan como los luga­res selec­tos para los visi­tan­tes más aven­tu­re­ros y exi­gen­tes.

1-. FRIGILIANA, MÁLAGA

Fri­gi­lia­na, un labe­rin­to de casas pin­ta­das de blan­co en la Cos­ta del Sol.

For­ma­do por una espe­cie de labe­rin­to de casas pin­ta­das en color blan­co y calle­jo­nes ascen­den­tes con deco­ra­ción de pie­dra y mosai­cos de cerá­mi­ca pin­ta­dos a mano,  este pue­blo de la pro­vin­cia de Mála­ga y del medi­te­rrá­neo de mon­ta­ña, recuer­da a una ciu­dad de las islas grie­gas con los mayo­res mati­ces anda­lu­ces.

Este muni­ci­pio, sito en la Cos­ta del Sol, es uno de los más pin­to­res­cos de Anda­lu­cía. En la cima de la coli­na de “El Fuer­te”, los visi­tan­tes podrán encon­trar el Cas­ti­llo de Lizar, de ori­gen moruno, del siglo IX.  Es un lugar pri­vi­le­gia­do para divi­sar el pai­sa­je y el cas­co anti­guo, común­men­te cono­ci­do como Barri­bar­to, don­de los visi­tan­tes podrán com­prar arte­sa­nía local.

A final de cada verano, el últi­mo fin de sema­na de agos­to, Fri­gi­lia­na cele­bra la unión de las tra­di­cio­nes cris­tia­nas, musul­ma­nas y judías con el Fes­ti­val de las Tres Cul­tu­ras. Los aman­tes de la gas­tro­no­mía podrán dis­fru­tar de los menús espe­cia­les que ela­bo­ran los res­tau­ran­tes dise­ña­dos en exclu­si­va por el fes­ti­val.

Este pue­blo está situa­do a 6 kms de Ner­ja y a poco más de 50 kms de Mála­ga. Es con­si­de­ra­do uno de los más her­mo­sos de Anda­lu­cía y fue vota­do como el “pue­blo más boni­to de Anda­lu­cía” por la auto­ri­dad turís­ti­ca espa­ño­la. 

2-. ALTEA, ALICANTE

Altea, una de las joyas de la Cos­ta Blan­ca ali­can­ti­na.

Altea es una de las ciu­da­des con más encan­to de la pro­vin­cia de Ali­can­te, situa­da en la Cos­ta Blan­ca de Espa­ña. Es un des­tino alta­men­te deman­da­do por los turis­tas inter­na­cio­na­les de todo el mun­do sien­do el turis­mo el pilar de la eco­no­mía de la ciu­dad. Es un des­tino que ase­gu­ra diver­sión a la par que dis­tin­ción.

Gra­cias a su pla­ya y a su cer­ca­nía al bal­nea­rio cos­te­ro de Beni­dorm, 20 minu­tos, los visi­tan­tes podrán dis­fru­tar de unas vaca­cio­nes ínti­mas y con posi­bi­li­dad de aden­trar­se en amplias pla­yas de are­na y en una movi­da vida noc­tur­na.

Altea es un pue­blo blan­co que recuer­da a los más lla­ma­ti­vos de Anda­lu­cía, Vejer o Conil de la Fron­te­ra. Los visi­tan­tes podrán pasear por la cos­ta roco­sa, subir los empi­na­dos esca­lo­nes has­ta el cas­co anti­guo, visi­tar la Igle­sia de la Vir­gen Con­sue­lo y admi­rar su cúpu­la azul bri­llan­te.

Su buen cli­ma, las calles medie­va­les, sus aguas azu­les y los fren­tes blan­cos de los edi­fi­cios, hacen de la ciu­dad uno de los des­ti­nos más atrac­ti­vos del medi­te­rrá­neo.

3-. CADAQUÉS, GERONA

Cada­qués, un pin­to­res­co pue­blo en la Cos­ta Bra­va cata­la­na.

Cada­qués es uno de los dia­man­tes más pin­to­res­cos de la Cos­ta Bra­va y se sitúa a pocas horas en direc­ción nor­te de Bar­ce­lo­na. Es el lugar ideal para eva­dir­se de la aje­trea­da vida de la ciu­dad gra­cias a la tran­qui­li­dad y al relax que ofre­ce.

Está ubi­ca­do en el Par­que Natu­ral del Cap de Creus, una reser­va natu­ral en la que los turis­tas podrán encon­trar lar­gas rutas de sen­de­ris­mo y espec­ta­cu­la­res vis­tas para foto­gra­fiar. Es un lugar que ha cau­ti­va­do duran­te siglos a todos sus visi­tan­tes por sus cami­nos ondu­lan­tes inmer­sos en pai­sa­jes espec­ta­cu­la­res.

Uno de los mayo­res atrac­ti­vos de Cada­qués es su pla­ya. Pro­vis­ta de sua­ve are­na y un mar azu­la­do, con­vier­ten a este muni­ci­pio en un des­tino para­di­sía­co.

La arqui­tec­tu­ra de Cada­qués tam­po­co deja­rá indi­fe­ren­te a los turis­tas más curio­sos, este lugar ha sido el hogar de muchos artis­tas y escri­to­res famo­sos a los lar­go de varias déca­das. Los segui­do­res de Dalí, podrán visi­tar un museo que en su ori­gen fue una casa que el pin­tor cons­tru­yó en la cer­ca­na Portlli­gat, visi­ta obli­ga­da para los turis­tas de esta zona. Los aman­tes de los cas­ti­llos tam­bién ten­drán sus lujos, el Cas­ti­llo de Sant Sal­va­dor. Pasear, cenar con vis­tas a la ciu­dad o inclu­so pasar una noche alo­ja­do en uno de los ele­gan­tes hote­les cer­ca­nos, harán de este via­je una expe­rien­cia inol­vi­da­ble a todos los visi­tan­tes.

4-. CUDILLERO, ASTURIAS

Cudi­lle­ro es todo un refu­gio para aque­llos que bus­can esca­par de las gran­des ciu­da­des.

El pue­blo pes­que­ro de Cudi­lle­ro, es una loca­li­dad de la comu­ni­dad autó­no­ma del Prin­ci­pa­do de Astu­rias y es cono­ci­do prin­ci­pal­men­te por la tona­li­dad de sus casas y ubi­ca­ción, la lade­ra de la cos­ta astu­ria­na del nor­te de Espa­ña.

Es cono­ci­do por ser el lugar de refu­gio de los turis­tas que pre­ten­den esca­par del bulli­cio de las gran­des ciu­da­des y rela­jar­se en la pla­ya. En 2018, fue nom­bra­da como la segun­da ciu­dad más her­mo­sa de Espa­ña por los lec­to­res de El País, jus­to des­pués de Alba­rra­cín. El pue­blo de Cudi­lle­ro, debe sus par­ti­cu­la­res tonos arle­qui­nes a los res­tos de pin­tu­ra de los  bar­cos, que los luga­re­ños repro­du­je­ron a lo lar­go de los siglos para dar un toque de dina­mis­mo a sus casas.

Los visi­tan­tes podrán visi­tar la Pla­ya del Silen­cio, cono­cer el paseo marí­ti­mo del Puer­to Pes­que­ro y dis­fru­tar de su gas­tro­no­mía en las taber­nas más tra­di­cio­na­les. A poca dis­tan­cia de la ciu­dad, los turis­tas podrán con­tem­plar su sobre­co­ge­do­ra cos­ta y los acan­ti­la­dos de Cabo Vidio o des­de el mis­mo pue­blo, subir des­de la Pla­za de la Mari­na has­ta el mira­dor de Cima­de­vi­lla.

5-. ALBARRACÍN, TERUEL

Alba­rra­cín, entre el río Gua­da­la­viar y sus anti­guas mura­llas.

Alba­rra­cín es un pue­blo espa­ñol situa­do al sur rural de Ara­gón, en Teruel, y siem­pre ha ocu­pa­do una de las posi­cio­nes más altas en las cla­si­fi­ca­cio­nes de los pue­blos más bellos de Espa­ña. Esto se debe al encan­to y auten­ti­ci­dad que trans­mi­ten cada uno de sus rin­co­nes.

Está situa­do entre el río Gua­da­la­viar y las anti­guas mura­llas, que se remon­tan a la Edad Media. Las calles empi­na­das y estre­chas, con edi­fi­cios que tie­nen una tona­li­dad roji­za, son espe­cial­men­te pin­to­res­cas al atar­de­cer, que es cuan­do este pue­blo se con­vier­te en un cuen­to de hadas.

Los turis­tas podrán visi­tar la Pla­za Mayor, con un gran ambien­te social y bares para dis­fru­tar de la gas­tro­no­mía local y La Casa de Julia­ne­ta, la más cono­ci­da de la ciu­dad por­que des­de ella se arro­ja­ba resi­na calien­te a los intru­sos que que­rían entrar en Alba­rra­cín. A los que le apa­sio­nen los cas­ti­llos, podrán cono­cer El Cas­ti­llo de Alba­rra­cín y tam­bién, dis­tin­tos monu­men­tos reli­gio­sos como la Igle­sia de San­ta María y la Cate­dral y el Pala­cio Epis­co­pal.

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