Los nue­vos tiem­pos traen nue­vas for­mas de via­jar. Estan­cias de pocos días en des­ti­nos nacio­na­les, medios de trans­por­te que nos garan­ti­cen las medi­das de segu­ri­dad e higie­ne nece­sa­rias y un esta­do men­tal que nos per­mi­ta dis­fru­tar en pre­sen­te. Te des­cu­bri­mos la mejor esca­pa­da del oto­ño.

Para algu­nos, una de las mejo­res cosas de via­jar es la fase de pre­pa­ra­ción. Esa duran­te la cual, sen­ta­dos fren­te al orde­na­dor, bucea­mos en la red en bus­ca de rutas, reco­men­da­cio­nes y datos sin­gu­la­res que nos ayu­den a abar­car men­tal­men­te que será de nues­tro peri­plo en un terri­to­rio que nos es ajeno.

Hay otros que pre­fie­ren la viven­cia en el lugar esco­gi­do, la acción que tie­ne lugar ante sus ojos en la que se sumer­gen sin arnés. En otro gru­po esta­rían los que dis­fru­tan a lo bes­tia con el recuer­do de la expe­rien­cia, aque­llos para los que las foto­gra­fías y los deta­lles de la esca­pa­da cobran un sig­ni­fi­ca­do supe­rior y que son capa­ces de recrear con deta­lle, para sí mis­mos o para otros, lo acon­te­ci­do duran­te el via­je.

Una cuar­ta cate­go­ría englo­ba a los espí­ri­tus libres capa­ces de dis­fru­tar del aho­ra en pre­sen­te y los deta­lles espe­cia­les. Todos aque­llos para los que el des­pla­za­mien­to en sí posee enti­dad pro­pia y revis­te la épi­ca de la aven­tu­ra y el atrac­ti­vo del aquí y aho­ra. Pen­san­do en todos los que goza­mos con el iti­ne­ra­rio hay una navie­ra que ha rein­ven­ta­do el con­cep­to de tra­yec­to.  ¿Par­ti­mos?

Operación embarque

Baleà­ria, la navie­ra líder en el trans­por­te de pasa­je y car­ga en las cone­xio­nes con Balea­res, Ceu­ta, Meli­lla y Cana­rias, ha apos­ta­do por el bien­es­tar del pasa­je­ro para crear una expe­rien­cia de tra­ve­sía que comien­za des­de el momen­to en el que lle­gas a puer­to. Nos dis­po­ne­mos a rea­li­zar la ruta Vale­n­­cia-Ibi­­za. Es octu­bre, toda­vía dis­fru­ta­mos de días solea­dos y noches fres­qui­tas en las que sales a cenar con cha­que­ta y duer­mes con una man­ta fina.

Ilu­sión, expec­ta­ción e impa­cien­cia (por embar­car) son algu­nos de los tér­mi­nos que des­cri­ben las sen­sa­cio­nes de la lle­ga­da. Sin nece­si­dad de bajar del coche el per­so­nal de tie­rra rea­li­za el check-in y, una vez que están los coches regis­tra­dos, se pro­ce­de al embar­que.

El bar­co rin­de home­na­je a Hipa­tia de Ale­jan­dría.

En la radio sue­na “Satis­fac­tion” de los Rolling, los áni­mos vue­lan alto. Los niños (via­ja­mos con dos de 9 y 11 años) obser­van con deta­lle todo el pro­ce­so de lle­ga­da. “¿Quién es Hipa­tia de Ale­jan­dría?”, pre­gun­tan curio­sos al leer el nom­bre del bar­co. «Fue una filó­so­fa y maes­tra egip­cia con­si­de­ra­da la pri­me­ra astró­no­ma de la his­to­ria. Ale­jan­dro Ame­ná­bar cuen­ta su his­to­ria en la pelí­cu­la “Ágo­ra”», les res­pon­do con la satis­fac­ción fes­ti­va que me da el com­pro­bar que la navie­ra bau­ti­za a sus embar­ca­cio­nes con el nom­bre de muje­res que han teni­do una apor­ta­ción impor­tan­te en el cam­po de las artes o la cien­cia.

¡Subimos! Antes de que nos demos cuen­ta nos esta­mos aden­tran­do en las entra­ñas de la embar­ca­ción, los niños obser­van fas­ci­na­dos la ope­ra­ción sen­ci­lla que resol­ve­mos en un par de minu­tos. Des­de el par­king, acce­de­mos direc­ta­men­te a la recep­ción don­de nos indi­can la ubi­ca­ción de nues­tro cama­ro­te, el 645.

La vida a bordo

Dan mucha tran­qui­li­dad las medi­das de segu­ri­dad estric­tas que se cum­plen duran­te el via­je. El uso de mas­ca­ri­lla en todos los espa­cios, los pun­tos de higie­ne per­so­nal, las mam­pa­ras de segu­ri­dad, el con­trol de afo­ro y la higie­ni­za­ción de las ins­ta­la­cio­nes dotan al claim esco­gi­do por Baleà­ria para este año “Me voy segu­ro” de un sen­ti­do supe­rior. Ade­más, fue la pri­me­ra navie­ra en nave­gar con una ener­gía más lim­pia, como es el gas natu­ral, en el Medi­te­rrá­neo, el estre­cho de Gibral­tar y Cana­rias

Reco­rre­mos el pasi­llo lumi­no­so y des­pe­ja­do que, tal y como indi­can los niños, pare­ce de un hotel y damos con el cama­ro­te. Abri­mos con el códi­go QR del móvil la puer­ta que da paso a un espa­cio aco­ge­dor deco­ra­do en tono cáli­dos con una ven­ta­na que nos ofre­ce una pano­rá­mi­ca del puer­to. “¡Baja las lite­ras!”, “¡hay tele!”, “¡pása­me la con­tra­se­ña de la wifi!”, los niños ins­pec­cio­nan exci­ta­dos la cabi­na.

Los cama­ro­tes de Baleà­ria cuen­tan con lite­ras, tele, mesa y wifi.

Tras dejar nues­tras cosas, sali­mos para cenar en el res­tau­ran­te self ser­vi­ce y nos aco­mo­da­mos en una mesa ubi­ca­da en la proa des­de don­de vemos par­tir el bar­co. Hay varios pla­tos que nos ape­te­cen y opta­mos por ensa­la­das, pas­ta ama­tri­cia­na o pollo con sal­sa Pro­ven­zal y, de pos­tre, tar­ta de cho­co­la­te y fru­ta.

Lla­ma la aten­ción la ama­bi­li­dad con la que nos atien­de todo el tiem­po la tri­pu­la­ción de Baleà­ria, un equi­po for­ma­do, cáli­do y com­pe­ten­te que te hace sen­tir como en casa. Sali­mos a cubier­ta para dar un paseo, ya es de noche y la bri­sa del mar reavi­va nues­tros ros­tros y nos hace son­reír.

Pasa­mos un rato obser­van­do la hue­lla hip­nó­ti­ca que el cas­co de la embar­ca­ción va dibu­jan­do en el agua, el cie­lo está estre­lla­do y la sua­ve sin­fo­nía mari­na otor­ga al momen­to el carác­ter de aven­tu­ra. Visi­ta­mos dife­ren­tes cubier­tas, inclui­da la que está ubi­ca­da en la últi­ma plan­ta y que ofre­ce una pers­pec­ti­va sobre­co­ge­do­ra de la tra­ve­sía. Con el cuer­po revi­ta­li­za­do tras el rati­to al exte­rior vol­ve­mos al cama­ro­te.

Dormir en el mar

Pasa­mos la noche en el bar­co rum­bo a Ibi­za.

Sin duda, el momen­to de acos­tar­nos es uno de los que más emo­ción des­pier­ta en los niños. Nos repar­ti­mos entre las dos camas y las dos lite­ras, dis­pues­tos a ver una pelí­cu­la y arru­lla­dos por el movi­mien­to ondu­lan­te de la nave­ga­ción.

“Es como una casi­ta, ¡esta­mos de acam­pa­da!”, comen­tan los niños con entu­sias­mo. No tar­da­mos en que­dar­nos dor­mi­dos. Horas des­pués lla­man con sua­vi­dad a la puer­ta y anun­cian des­de el exte­rior que en media hora lle­ga­re­mos a Ibi­za.

Una de las cris­ta­li­nas pla­yas de Ibi­za.

Nos damos una ducha, reco­ge­mos, sali­mos a cubier­ta y vemos como el Hipa­tia se apro­xi­ma al puer­to. Pese a que toda­vía es de noche se apre­cia la silue­ta de Dalt Vila y las luces de la isla que empie­za a des­per­tar.

Baja­mos al par­king, subimos al coche y sali­mos del bar­co dis­pues­tos a dis­fru­tar de unos días de sua­ves tem­pe­ra­tu­ras, baños en el mar y la posi­bi­li­dad de dis­fru­tar de pla­yas y calas que, duran­te el oto­ño, recu­pe­ran su belle­za natu­ral ale­ja­das de las aglo­me­ra­cio­nes esti­va­les.

Comiendo en Kiosku en la cala Mastella de Ibiza.
Comien­do en Kios­ku en la cala Mas­te­lla de Ibi­za.

Ibi­za es para noso­tros y la aven­tu­ra, esa que comen­zó en el puer­to de Valen­cia, con­ti­nua­rá duran­te tres jor­na­das que que­da­rán gra­ba­das en noso­tros para siem­pre.

En bre­ve, nues­tra cró­ni­ca del via­je de vuel­ta. 

Ibi­za es para noso­tros y la aven­tu­ra, esa que comen­zó en el puer­to de Valen­cia, con­ti­nua­rá duran­te tres jor­na­das.

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