La ganadora del Planeta, Luz Gabás, y la finalista, Cristina Campos, presentan sus novelas en Valencia

Luz Gabás y Cris­ti­na Cam­pos, en una ima­gen pro­mo­cio­nal (ARDUINO VANNUCCHI).

Han pasa­do tan­to tiem­po jun­tas des­de que se falló el pre­mio Pla­ne­ta, el pasa­do 15 de octu­bre, que ya pare­cen un dúo. Están vivien­do un sue­ño y se nota. No son un dúo cómi­co, pero sí sim­pá­ti­co. Se dan paso la una a la otra, se pre­gun­tan, se qui­tan la pala­bra… Así actua­ron, en el mejor sen­ti­do de la pala­bra, el pasa­do jue­ves en la cafe­te­ría de El Cor­te Inglés ante la dece­na lar­ga de perio­dis­tas que acu­die­ron a una char­la con la gana­do­ra del pre­mio Pla­ne­ta la filó­lo­ga Luz Gabás (que sacu­dió el mun­do edi­to­rial en 2012 con Pal­me­ras en la nie­ve) y la fina­lis­ta, la guio­nis­ta Cris­ti­na Cam­pos (cono­ci­da por el éxi­to de Pan de limón con semi­llas de ama­po­la).

Las obras pre­mia­das son tan dife­ren­tes como pare­ci­das en el fon­do. Gabas se lle­vó el pre­mio Pla­ne­ta (esta­tui­lla y un millón de euros) con Lejos de Lui­sia­na, una nove­la que habla de cuan­do el esta­do de EEUU era terri­to­rio espa­ñol. Cam­pos ha que­da­do fina­lis­ta gra­cias a His­to­rias de muje­res casa­das (esta­tui­lla y 200.000 euros, que no está nada mal), un rela­to con la infi­de­li­dad como hilo con­duc­tor. Ambas cuen­tan his­to­rias de amor que, aun­que sepa­ra­das por más de tres siglos y miles de kiló­me­tros, hablan de muje­res que arras­tran un las­tre que le impi­de vivir el futu­ro que quie­ren.

Ambos libros, a su mane­ra, tran­si­tan por luga­res poco explo­ra­dos. Poca gen­te sabe que, tras ser fran­ce­sa, Lui­sia­na se con­vir­tió en terri­to­rio espa­ñol. Con­tar esa pági­na ocul­ta de nues­tra his­to­ria es lo que lle­vó a Gabas a encon­trar el con­tex­to que bus­ca­ba para su siguien­te nove­la. El de Cam­pos es un terreno emo­cio­nal, pero no por ello menos inex­plo­ra­do: el de los sen­ti­mien­tos de una mujer casa­da cuan­do la infi­de­li­dad —suya o de su mari­do— se cru­za en su vida.

Las por­ta­das de las obras.

Otro pun­to común son las expe­rien­cias vita­les de todas las pro­ta­go­nis­tas. Como expli­có Gaba «la feli­ci­dad no da una tra­ma. Yo podría haber esco­gi­do a Ceci­le, una mujer que cuan­do su mari­do se va a Fran­cia ella se que­da en Lusia­na con su aman­te y tie­ne cua­tro hijos, y cuan­do su espo­so vuel­ve y exi­ge ante los tri­bu­na­les tener­la a su lado, se fuga con su amor, sus hijos, y se con­vier­te en empre­sa­ria de éxi­to. Pero he pre­fe­ri­do a Ceci­le, que tie­ne mucho más difí­cil deci­dir sobre su des­tino».

Cam­pos, en una nove­la con ecos de la pre­mio Nobel fran­ce­sa Annie Ernaux, se apro­xi­ma al fenó­meno de la infi­de­li­dad des­de el pun­to el vis­ta del «cómo. Aun­que hay esce­nas de sexo, el mío no es un rela­to eró­ti­co que es la for­ma más habi­tual de enfo­car este tema, sino que qui­se hacer un rela­to inti­mis­ta sobre qué lle­va a la infi­de­li­dad, cómo se vive y cómo afec­ta a la per­so­na y a su vida».

Otro pun­to en común —nada nove­do­so, por cier­to— es que ambas auto­ras se ven par­te de la nove­la. Gabas «no en un per­so­na­je con­cre­to, pero sí frag­men­ta­da en mil voces». Cam­pos es más Gabrie­la, la jefa de las perio­dis­tas que tie­nen en común una his­to­ria de infi­de­li­dad, «y que es como una madre para ellas».

Pero si las pro­ta­go­nis­tas de Lejos de Lusia­na viven en un mun­do en el que ellas están rele­ga­das a un segun­do plano, y la socie­dad y la edu­ca­ción son las que les mar­can los lími­tes las «muje­res casa­das» de Cris­ti­na Cam­pos  se enfren­tan a otros obs­tácu­los. «Son triun­fa­do­ras en cier­to modo, pero les fal­ta algo o hay algo que no fun­cio­na como debie­ra: una man­tie­ne una lar­ga rela­ción con su aman­te mien­tras otra sabe que su mari­do, con quién casi ya no tie­ne sexo, es asi­duo de la pros­ti­tu­ción de lujo. Han con­se­gui­do mucho en la vida, pero tam­bién se han crea­do una vida de la que no es fácil salir o cam­biar­la. El ejem­plo más cla­ro son los hijos, que muchas veces son lo que algu­nas pre­fie­ren seguir como están en lugar de cam­biar», expli­ca.

«A veces», con­ti­núa, «lo que quie­ren sim­ple­men­te no exis­te. Cuan­do Gabrie­la, una de mis pro­ta­go­nis­tas, le dice a su aman­te que quie­re irse con él, este le res­pon­de que, si se va con ella, se con­ver­ti­rá en lo que ya tie­ne, y que lo que un día es pasión otro día será ruti­na». En el fon­do no es tan dife­ren­te de lo que le ocu­rre a Suz­zet­te en Lejos de Lusia­na cuan­do le advier­ten de que «No pidas una vida fácil, pide fuer­zas para sopor­tar una vida difí­cil».

Para ambas escri­to­ras, la rela­ción con la reali­dad es una línea difí­cil de no cru­zar, pero siem­pre con el lími­te que impo­ne la lite­ra­tu­ra. La auto­ra de Lejos de Lusia­na, con­ver­ti­da en una autén­ti­ca rata de biblio­te­ca para encon­trar todos los docu­men­tos de la épo­ca que retra­ta, «he sido fiel con los per­so­na­jes que per­te­ne­cen a la Admi­nis­tra­ción de la épo­ca pero tam­bién he crea­do los míos pro­pios, y sobre ellos he cons­trui­do la tra­ma. En mi caso, el peli­gro era hacer his­to­ria nove­la y yo que­ría una nove­la his­tó­ri­ca».

La mane­ra de docu­men­tar­se de Cris­ti­na Cam­pos no fue tan exhaus­ti­va. Todo lo que apa­re­ce en su libro es cier­to, pero no deja de ser una fic­ción. «Lo que les pasa a las pro­ta­go­nis­tas son cosas que me han con­ta­do muje­res que han vivi­do casos de infi­de­li­dad. Si cuan­do que una bus­ca­ba el pla­cer que no le daba su mari­do vien­do prono de muje­res es por­que me lo han con­ta­do. Pero no he hecho una bio­gra­fía de las per­so­nas con las que hablé, he usa­do su his­to­ria real para con­tar algo que nun­ca ha ocu­rri­do».

Esta edi­ción del Pla­ne­ta ha sido la más con­cu­rri­da de su his­to­ria, des­de su pri­me­ra edi­ción en 1952. En esta sep­tua­gé­si­ma con­vo­ca­to­ria, con­cu­rrie­ron un total de 846 nove­las lle­ga­das de todos los paí­ses de habla his­pa­na —pero no solo: des­de Chi­na o Israel, por ejem­plo, lle­ga­ron dos manus­cri­tos, y 26 des­de EEUU— , una cifra nun­ca antes alcan­za­da. Gabás se pre­sen­tó con el pseu­dó­ni­mo de “Hoja de Fesno” y con el títu­lo Río arri­ba; Cam­pos remi­tió un tex­to de nom­bre El aman­te de mi mujer, con el nom de plu­me de Gabrie­la Haus­mann.

¿Y qué les lle­vó a pre­sen­tar­se?  La gana­do­ra del Pla­ne­ta lo tuvo cla­ro des­de el prin­ci­pio. «cuan­do aca­bé la nove­la me di cuen­ta de que tenía que man­dar el manus­cri­to, que había con­se­gui­do lo que que­ría con­tar y que era muy sóli­da. No digo que sabía que iba a ganar, pero sí que sería una digan aspi­ran­te». Cam­pos no fue tan entu­sias­ta: «¿Y por­qué no?». Lo que no se ima­gi­na­ba es que iba a que­dar fina­lis­ta.

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