Luban­go, es un joven león de 3 años de la sub­es­pe­cie león de Ango­la (Panthe­ra leo ble­yen­berghi) que ha sido tras­la­da­do para incor­po­rar­se a la mana­da de cua­tro hem­bras for­ma­da por Lua­na, Sor­tu­da, Tata y Shan­ga, estas últi­mas naci­das en Bio­parc Valen­cia. Lle­gó el pasa­do jue­ves pro­ce­den­te del zoo de Lis­boa en un trans­por­te por carre­te­ra, acom­pa­ña­do por dos cui­da­do­res para cola­bo­rar con el equi­po téc­ni­co del par­que. El des­pla­za­mien­to se ha rea­li­za­do con total nor­ma­li­dad y Luban­go se encuen­tra en per­fec­tas con­di­cio­nes.

Aho­ra en Bio­parc ini­cia­rá su pro­ce­so de acli­ma­ta­ción no solo al lugar y sus nue­vos cui­da­do­res, tam­bién a sus nue­vas com­pa­ñe­ras. El pri­mer paso es el con­tac­to visual con las hem­bras duran­te un perio­do de dos sema­nas, pos­te­rior­men­te ten­drá con­tac­to con una de las leo­nas del gru­po y, poco a poco, con el res­to has­ta poder hacer­lo con el gru­po com­ple­to. La dura­ción de este pro­ce­so es varia­ble pues depen­de del com­por­ta­mien­to de cada indi­vi­duo pero se esti­ma pue­de pro­lon­gar­se a los dos meses.

El joven Luban­go lla­ma la aten­ción por su belle­za sere­na y la abun­dan­te mele­na que cubre su cabe­za y cue­llo aun­que, por su toda­vía tem­pra­na edad, se espe­ra que con el tiem­po se incre­men­te nota­ble­men­te. El león es el úni­co gran felino en que el macho tie­ne mele­na y ésta le per­mi­te apa­ren­tar mayor tama­ño y es una barre­ra de pro­tec­ción en sus luchas con enemi­gos. Esta emble­má­ti­ca espe­cie ha des­apa­re­ci­do del 94 por cien­to de su área de dis­tri­bu­ción his­tó­ri­ca y su pre­sen­cia ha que­da­do redu­ci­da a ape­nas 1,7 millo­nes de kiló­me­tros cua­dra­dos. Es una de las últi­mas “espe­cies indi­ca­do­ras” de salud de los pai­sa­jes de Áfri­ca y su dra­má­ti­co decli­ve es una señal de la degra­da­ción de los eco­sis­te­mas que habi­tan.

La Unión Inter­na­cio­nal para la Con­ser­va­ción de la Natu­ra­le­za cla­si­fi­ca esta espe­cie como vul­ne­ra­ble a la extin­ción pues, lamen­ta­ble­men­te, las pobla­cio­nes de leo­nes se encuen­tran en retro­ce­so, debi­do a la des­truc­ción del hábi­tat y a la caza fur­ti­va y se esti­ma que que­dan unos 25.000 en esta­do sil­ves­tre. La ONG Wild­li­fe Con­ser­va­tion Net­work indi­ca que la pobla­ción de leo­nes se ha des­plo­ma­do a la mitad des­de el estreno de El rey leónen 1994. En esta situa­ción, tener la posi­bi­li­dad de con­tem­plar su belle­za es un paso para impli­car­nos, tan­to en su pre­ser­va­ción como en la de los eco­sis­te­mas. Y Luban­go se con­vier­te en un sím­bo­lo de esta repre­sen­ta­ti­va espe­cie para des­per­tar nues­tra empa­tía y recor­dar­nos la nece­si­dad de cam­biar nues­tra acti­tud hacia la pro­tec­ción de la rica bio­di­ver­si­dad de nues­tro pla­ne­ta.

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