LAGARTIJA NICK

LAGARTIJA NICK

El concierto tendrá lugar el próximo 10 de febrero en el Teatro El Musical

Lagar­ti­ja Nick, duran­te su espec­tácu­lo Home­na­je a la gene­ra­ción del 27 (IVÁN MARTÍNEZ).

En la músi­ca de Lagar­ti­ja Nick, la poe­sía deter­mi­na su esti­lo y su per­so­na­li­dad. Si bien la influen­cia de la cul­tu­ra pop es deter­mi­nan­te, en su camino no han hecho más que dar­se de bru­ces con Lor­ca, con Buñuel o con Val del Omar. El ven­da­val de ideas de esa gene­ra­ción de prin­ci­pios del siglo XX impul­sa el con­cep­to que rige la tra­yec­to­ria de la for­ma­ción gra­na­di­na, que no es otra que per­se­guir esa tras­cen­den­cia cul­tu­ral, don­de no solo tra­tan de lle­gar más lejos sino más hon­do.

El gru­po lide­ra­do por Anto­nio Arias cele­bra esa épo­ca este pró­xi­mo 10 de febre­ro en el TEM de la mano de los auto­res cita­dos, pero tam­bién rin­de tri­bu­to al cine de prin­ci­pios del siglo pasa­do, no solo a crea­do­res de la épo­ca, sino tam­bién al mun­do del cine, al arte de cap­tu­rar la luz y con­ver­tir­la en narra­ción.

En su con­cier­to Home­na­je a la gene­ra­ción del 27 van a com­bi­nar la músi­ca con una pan­ta­lla cen­tral en la que se pro­yec­ta­rán con­te­ni­dos ori­gi­na­les edi­ta­dos espe­cial­men­te para cada momen­to del direc­to, con una ins­ta­la­ción de pro­yec­to­res de 8 mm dis­tri­bui­dos sobre el esce­na­rio. El obje­ti­vo es que no haya más fuen­tes de luz: todo ema­na­rá de estos anti­guos apa­ra­tos con sus tin­ti­nean­tes tex­tu­ras lumí­ni­cas.

Este apa­ren­te caos se con­ver­ti­rá en dis­cur­so median­te un sis­te­ma de obtu­ra­do­res con­tro­la­dos des­de una con­so­la de ilu­mi­na­ción para poder selec­cio­nar en cada momen­to qué apa­ra­tos pro­yec­tan y cuá­les de ellos per­ma­ne­cen en oscu­ro. El con­trol de los obtu­ra­do­res les per­mi­ti­rá con­ver­tir los pro­yec­to­res en espar­ta­nos apa­ra­tos de ilu­mi­na­ción con­ven­cio­nal al ser­vi­cio de las diná­mi­cas del con­cier­to.

Un pro­yec­cio­nis­ta tran­si­ta­rá por el espa­cio escé­ni­co del Tea­tre El Musi­cal a car­go de los pro­yec­to­res, arran­can­do o paran­do apa­ra­tos y cam­bian­do las bobi­nas cuan­do se hayan aca­ba­do. For­ma par­te de la pie­za, del home­na­je al ofi­cio.

Dos imá­ge­nes pro­mo­cio­na­les de la ban­da.

Brillantes y temerarios

La tra­yec­to­ria de Lagar­ti­ja Nick pue­de defi­nir­se en esen­cia con aquel afo­ris­mo de Val del Omar: «El que ama, arde. Y el que arde, vue­la a la velo­ci­dad de la luz». La ban­da de Anto­nio Arias ha desa­rro­lla­do una carre­ra tan bri­llan­te como teme­ra­ria. Se han sui­ci­da­do varias veces. Y siem­pre cuan­do les iba bien. Han abra­za­do los extre­mos con pasión. Han pisa­do el ace­le­ra­dor con­tra el muro para ele­var­se con el impac­to.

Arias dice que su uni­ver­si­dad fue 091, don­de ocu­pa­ba la pla­za de bajis­ta en los ochen­ta. Eric Jimé­nez ensa­ya­ba en el local de al lado. Ambos solían jun­tar­se para tocar temas de Sioux­sie & The Banshees. Esto ocu­rría en 1987: hace más de 30 años.

En 1991, la for­ma­ción, com­ple­ta­da con los gui­ta­rris­tas Juan Codor­niú y M.A.R. Pare­ja, plan­ta las bases de su len­gua­je en Hip­no­sis, uno de los dis­cos de debut más exci­tan­tes del rock espa­ñol. Ten­sión elec­tri­fi­ca­da. Des­car­gas de punk-rock artie, visio­na­rio y anfe­ta­mí­ni­co. Atmós­fe­ras futu­ris­tas.

En 1992 lan­zan Incer­cia, obra cum­bre de los gra­na­di­nos, ya con un soni­do pode­ro­so y un rami­lle­te de clá­si­cos inme­dia­tos. Su sóni­ca se oscu­re­ce en Su (1995). Per­si­guen a Enri­que Morente por las calles del Sacro­mon­te y el Albai­cín. El resul­ta­do del encuen­tro tras­cien­de al can­taor fla­men­co y a los roc­ke­ros: Ome­ga (1996). La per­se­cu­ción del alma de Lor­ca guía el camino, todos van don­de creen encon­trar la músi­ca que el poe­ta escri­bió con tin­ta invi­si­ble en sus poe­mas. En aquel dis­co las rup­tu­ras musi­ca­les son cons­tan­tes, Moren­te y Lagar­ti­ja Nick desa­rro­lla­ron una espe­cie de cubis­mo anda­luz.

Cuan­do todo el mun­do está pen­dien­te de Lagar­ti­ja Nick, la ban­da se trans­for­ma, huye de la zona de con­fort y sale por la tan­gen­te con un álbum kami­ka­ze: Val del Omar(1998). Arias, muy dado a entre­gar­se a sus maes­tros has­ta las últi­mas con­se­cuen­cias, des­cu­bre en el inven­tor, pio­ne­ro tec­no­ló­gi­co, cineas­ta y poe­ta José Val del Omar a su padre artís­ti­co. Y apli­ca a la músi­ca de Lagar­ti­ja plan­tea­mien­tos rompe­dores: la dia­fo­nía, la mecá­ni­ca mís­ti­ca.

En su penúl­ti­mo tra­ba­jo, Los cie­los cabiz­ba­jos, la poe­sía de Jesús Arias hace que el gru­po cam­bie radi­cal­men­te de regis­tro y de posi­ción sono­ra para arro­jar­se al des­nu­do dolor de las gue­rras. Aho­ra, con la inmi­nen­te edi­ción de El perro anda­luz, un dis­co dedi­ca­do al genial cineas­ta Luis Buñuel, la for­ma más cohe­ren­te de arro­par con músi­ca sus pelí­cu­las es can­tar sus poe­mas, no son muy cono­ci­dos y con­tie­nen ese uni­ver­so oní­ri­co que tan­to le mar­có.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia