23 de enero de 2022.

La ter­ce­ra tem­po­ra­da de Emily en París para Net­flix es, a gran­des ras­gos, más de lo mis­mo. Pre­cio­sas imá­ge­nes de la ciu­dad, roman­ti­cis­mo, algo de sexo refi­na­do, hau­te coutu­re, el lugar del tra­ba­jo, líos sen­ti­men­ta­les, expe­rien­cias culi­na­rias… Y sin embar­go, aho­ra la pro­pues­ta no fun­cio­na. Lo he inten­ta­do tres veces, y las tres veces me he pues­to a bus­car otras cosas a los diez minu­tos. Sien­do todo muy pare­ci­do a las tem­po­ra­das ini­cia­les, ya nada es igual. El encan­to ele­gan­te y frí­vo­lo de las dos pri­me­ras series se ha esfu­ma­do. En esta nue­va tan­da, las his­to­rias avan­zan pesa­da­men­te, con esfuer­zo y bal­bu­ceos narra­ti­vos, sin la gra­cia y lige­re­za de las pri­me­ras entre­gas. Tam­bién es posi­ble que uno, sen­ci­lla­men­te, se haya can­sa­do de las aven­tu­ras de Emily en la her­mo­sa capi­tal fran­ce­sa. Es el peli­gro de todas las series: se van con­tem­plan­do nue­vos capí­tu­los (¿ocho, diez?) con una sen­sa­ción de ruti­na. Lle­ga­do ese momen­to, el divor­cio del espec­ta­dor inquie­to resul­ta inevi­ta­ble.

Ana­li­za­do con sosie­go, ese can­san­cio es lógi­co, salu­da­ble y jus­to: en la for­ma­ción de un ciné­fi­lo fue­ron sufi­cien­tes, para enri­que­cer­nos vital y cul­tu­ral­men­te, la hora y media o las dos horas que, poco más o menos, duran las mejo­res pelí­cu­las de Elia Kazan (Un tran­vía lla­ma­do deseo, 1951; Al este del Edén, 1955; Esplen­dor en la hier­ba, 1961), Fede­ri­co Felli­ni (La Dol­ce Vita, 1959; Ocho y medio, 1963; Amar­cord, 1973) o Luis Buñuel (Los olvi­da­dos, 1950: Viri­dia­na, 1961; El ángel exter­mi­na­dor, 1962; Tris­ta­na, 1970)… Enton­ces, ¿por qué hemos de pres­tar ocho, diez o más horas de aten­ción a las tri­via­les aven­tu­ras pari­si­nas de una des­ubi­ca­da joven lla­ma­da Emily? Quien dice Emily dice cual­quier otro per­so­na­je de cual­quier otra serie: estar con ellos más de dos o tres horas es una pér­di­da de tiem­po. Las adic­cio­nes des­con­tro­la­das a la tele, las series y la ofer­ta de las pla­ta­for­mas strea­ming lle­van a un cier­to enton­ta­mien­to, alia­do muy peli­gro­so en tiem­pos de pan­de­mia y embos­ca­das depre­sio­nes.


Apun­to otro tema: en 2022 se cum­pli­rán rele­van­tes cen­te­na­rios. Nues­tra memo­ria ciné­fi­la va a vivir este año nume­ro­sos impac­tos emo­cio­na­les. En 1922 nacie­ron Ava Gard­ner, Judy Gar­land, Juan Anto­nio Bar­dem, Pier Pao­lo Paso­li­ni, Auro­ra Bau­tis­ta, Chris­topher Lee, Elmer Berns­tein, Alain Res­nais, Gérard Phi­li­pe, Doris Day, Yvon­ne de Car­lo, José Luis López Váz­quez, Vero­ni­ca Lake, Vit­to­rio Gass­man, Ugo Tog­naz­zi… Y si habla­mos del cine mudo (que yo no sopor­to del todo bien, pero que debe­ría admi­rar, por con­se­jo de mi gran ami­go, el sabio y hones­tí­si­mo crí­ti­co ali­can­tino Juan Car­los Viz­caíno, fir­ma habi­tual de Diri­gi­do por...), en 1922 se estre­na­ron tres gran­des pelí­cu­las silen­tes: Espo­sas frí­vo­las, de Erich von StroheimEl doc­tor Mabu­se, de Fritz Lang, y Nos­fe­ra­tu, de F. W. Mur­nau. Gran­des direc­to­res, acto­res, músi­cos, pelí­cu­las… Un patri­mo­nio que for­ma par­te de nues­tro más ínti­mo pai­sa­je sen­ti­men­tal.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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