28 de octu­bre de 2021.


Nume­ro­sas refe­ren­cias a famo­sas pelí­cu­las en los Dia­rios. A ratos per­di­dos 1 y 2 (2021) de Rafael Chir­bes (Taver­nes de Vall­dig­na, 1949–2015). La edi­to­rial Ana­gra­ma ha publi­ca­do todos los libros de Chir­bes. Entre otros, La bue­na letra (1992), La caí­da de Madrid (2000), Cre­ma­to­rio (2007, su nove­la más famo­sa, con una adap­ta­ción tele­vi­si­va de éxi­to), En la ori­lla(2013, pre­mio Nacio­nal de Narra­ti­va), la con­fe­sio­nal París-Aus­­te­r­­litz (2016) o El año que nevó en Valen­cia (2017). 

Chir­bes era un lec­tor voraz. La lite­ra­tu­ra es “una cria­da que te orde­na la casa”, decía. Aun­que en el fon­do –y a menu­do tam­bién en la  super­fi­cie– des­con­fia­ba de su for­ma­ción auto­di­dac­ta, con sus lec­tu­ras podía mos­trar­se tan apa­sio­na­do y tenaz en la admi­ra­ción (Cer­van­tesTere­sa de Jesús, Bal­zac, Flau­bert, Karl Marx, Dos­toievs­ki, Proust, Henry James, Mel­vi­lle, Gal­dós, Broch, Musil…) como viru­len­to en el recha­zo: a Artu­ro Pérez-Reve­r­­te lo des­tro­za, con  pla­cer y cier­to rego­deo, a pro­pó­si­to de Cabo Tra­fal­gar (2004). De la muy famo­sa y cele­bra­da Cien años de sole­dad, de Gabriel Gar­cía Már­quez, afir­ma que hoy “sopor­ta mal una lec­tu­ra.” Y de El jar­di­ne­ro fiel que no es “de los mejo­res libros de John Le Carré. Se le ve dema­sia­do la mam­pos­te­ría”.

Pero vaya­mos al cine, tema cen­tral de estos Dia­rios que gen­til­men­te me publi­ca Valen­cia City. “La ver­sión cine­ma­to­grá­fi­ca de la nove­la de Jack Lon­don El lobo de mar es una extra­ña pelí­cu­la y una gran obra de arte, con un equi­po de esos que se lla­man de lujo: guión de Robert Ros­sen; Edward G. Robin­son, John Gar­field e Ida Lupino en el repar­to (…) La diri­ge un Michael Cur­tiz en esta­do de gra­cia”.

Ano­ta­ción rápi­da en un café pari­sino: “Una ame­ri­ca­na vis­te y pei­na como María Sch­nei­der en El últi­mo tan­go en París. Lo que fue moderno en su día, cho­ca hoy por su ana­cro­nis­mo. Ya nadie vis­te y pei­na así. Hay gen­te que echa el ancla en un momen­to de su bio­gra­fía y se que­da a vivir para siem­pre en ese pun­to de ama­rre”.

Sobre las pelí­cu­las de su infan­cia: “Recuer­do los años en que era un niño loco por el cine y para quien aún no exis­tían las pelí­cu­las de Ber­to­luc­ci, sino las de Totó Fabri­zi, las de James Ste­wart Kim Novak. O las de Toni Cur­tis y Janet Leigh Cora­za negra, El gran Hou­di­ni!)” (me lla­ma la aten­ción que Chir­bes, siem­pre tan escru­pu­lo­so y exac­to en sus apun­tes, lla­me Toni Cur­tis a Tony Cur­tis). 

“El miér­co­les me fui a ver Los sobor­na­dos, de Fritz Lang. Un peli­cu­lón”. “Can­di­le­jas, de Char­les Cha­plin. Gran folle­tín, A algu­nos les pare­ce­rán exce­si­vos los diá­lo­gos entre el paya­so y la bai­la­ri­na. Fun­cio­nan. Nos ense­ñan. Nos con­mue­ven. Pero ¿por qué digo ‘nos ense­ñan, nos con­mue­ven’? Hablo de mí, me con­mue­ven a mí”. “El Cha­plin de Mon­sieur Ver­doux. Cómo olvi­dar la secuen­cia en que encuen­tra a la men­di­ga que aca­ba de salir de la cár­cel. Es una de las mejo­res secuen­cias que he vis­to nun­ca. Exce­si­va, como siem­pre en Char­lot, pero mag­ní­fi­ca”.

West Side Story. Cuan­do la estre­na­ron en Denia, entré en el cine a las cua­tro de la tar­de y salí de madru­ga­da, tras haber­la vis­to dos veces de un tirón. Al día siguien­te repe­tí la sesión con­tí­nua. Vol­ví a ver­la dos veces. Aho­ra, tan­tos años des­pués, la pelí­cu­la me devuel­ve algu­nos de los sen­ti­mien­tos de enton­ces: el ado­les­cen­te que la con­tem­pla­ba embo­ba­do una tar­de de verano”.

“Veo Coman­dan­te, la pelí­cu­la de Oli­ver Sto­ne sobre Fidel. No me intere­sa. La cáma­ra se mue­ve como loca en un mon­ta­je ace­le­ra­do. Un mareo. A Fidel no se le entien­de la mitad de lo que dice y lo que se le entien­de a ratos roza la demen­cia senil”.

“Ponen en la tele­vi­sión El vals del empe­ra­dor, una pelí­cu­la de Billy Wil­der que no recor­da­ba haber vis­to. Se tra­ta de una cari­ca­tu­ra –a veces demo­le­do­ra– de toda la repos­te­ría tópi­ca vie­ne­sa –Vie­na, el Tirol y sus ale­gres leña­do­res, el tiro­li­to, el vals, la cor­te con su Empe­ra­dor, etc–. Me fijo en la fecha, 1948, y me admi­ra la for­ta­le­za, el vigor de esa gene­ra­ción de exi­lia­dos rién­do­se de sí mis­mos mien­tras con­tem­pla­ban los escom­bros a los que había que­da­do redu­ci­do su mun­do”. Estu­pen­do  comen­ta­rio de Chir­bes sobre una pelí­cu­la con­si­de­ra­da ‘menor’ en la fil­mo­gra­fía de Wil­der. De ‘menor’ nada. En algu­na oca­sión he que­ri­do ele­gir lo peor de Billy Wil­der y deci­dí optar, basán­do­me en leja­nos recuer­dos de ciné­fi­lo a medio cocer, por El vals del empe­ra­dor. Pero hará un par de años qui­se ver­la de nue­vo, bus­qué el DVD y me lle­vé una sor­pre­sa: se tra­ta de un deli­cio­so e iró­ni­co jugue­te cómi­co sobre un uni­ver­so social des­apa­re­ci­do. El vals del empe­ra­dor está lle­na de un humor soca­rrón y de diver­ti­dos dis­pa­ra­tes argu­men­ta­les. Al final, ya meti­do en esa selec­ción nega­ti­va en la que esta­ba empe­ña­do, me incli­né por la abu­rri­da El héroe soli­ta­rio (1957) como la peor pelí­cu­la de un direc­tor que en reali­dad nun­ca hizo un film detes­ta­ble.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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