¡Viva Ber­lan­ga! Una his­to­ria de cine en el MuVIM. DIPUTACIÓN DE VALENCIA

5 de sep­tiem­bre de 2021.

Lle­ga gozo­sa­men­te a mis manos –cor­te­sía de la Dipu­tación de Valen­cia– el catá­lo­go de ¡Viva-Vis­­ca Ber­lan­ga!, la expo­si­ción que pudo ver­se en el MuVIM del 4 de mar­zo al 19 de sep­tiem­bre de este año. Comi­sa­ria­da por Joan Car­les Mar­tí, el volu­men, de casi 400 pági­nas, es mag­ní­fi­co tan­to por sus tex­tos (Rafael Com­pany, direc­tor del museo; Car­men Ninet, Ama­dor Gri­ñó, Marc Borràs, Joan Car­les Mar­tí, Yuri Agui­lar, Rafael Mar­tí­nez, Manuel Mín­guez Bori, Rafael de Luis, Rafael Solaz, Raúl Gon­­zá­­lez-Monaj y Gui­ller­mo Nava­rro) como por su des­plie­gue grá­fi­co. En este últi­mo aspec­to es el libro más des­lum­bran­te de todos los publi­ca­dos con moti­vo del cen­te­na­rio de Luis Gar­cía Ber­lan­ga (Valen­cia, 1921-Pozue­­lo de Alar­cón, 2010).

Marc Borràs dice cosas muy intere­san­tes: “Ber­lan­ga fue, sobre todo, un libe­ral, doc­tri­na pro­pia del mili­eu social en el que vino al mun­do: la peque­ña bur­gue­sía valen­cia­na, terra­te­nien­te y rural en casa del padre, urba­na y comer­cial por par­te de madre. (…) En cual­quier caso, su con­cep­ción del libe­ra­lis­mo dife­ría de la clá­si­ca. Y no en un con­cep­to menor, sino en uno espe­cial­men­te rele­van­te: si bien es cier­to que Ber­lan­ga defen­dió a ultran­za al indi­vi­duo fren­te a la socie­dad, dis­cre­pa­ba a la hora de eva­luar­lo moral­men­te. Para el cineas­ta valen­ciano la crí­ti­ca de la socie­dad no impli­ca­ba nece­sa­ria­men­te la exal­ta­ción pane­gí­ri­ca del indi­vi­duo. No se tra­ta­ba de un jue­go a cara o cruz, de negro y blan­co, de bue­nos y malos. Era todo más com­pli­ca­do. O como dijo el pro­pio Ber­lan­ga, más ambi­guo”.

El catá­lo­go cuen­ta his­to­rias –a veces poco o nada cono­ci­das– y datos de la con­cep­ción de cada pro­yec­to, las gro­tes­cas inter­ven­cio­nes de la cen­su­ra y tam­bién sobre el roda­je y la suer­te comer­cial y crí­ti­ca de toda la fil­mo­gra­fía de Ber­lan­ga, com­pues­ta por die­ci­sie­te lar­go­me­tra­jes (des­de Esa pare­ja feliz, 1951, codi­ri­gi­da con Juan Anto­nio Bar­dem, has­ta París-Tom­­bu­c­­tú, 1999) y un medio­me­tra­je en la pelí­cu­la de epi­so­dios Las cua­tro ver­da­des (1962, los otros tres rea­li­za­do­res fue­ron Ales­san­dro Bla­set­ti, Her­vé Brom­ber­ger y René Clair). Las nume­ro­sas imá­ge­nes, inclui­das varias de la expo­si­ción clau­su­ra­da en el MuVIM hace unas sema­nas, son, como decía antes, uno de los teso­ros de esta edi­ción. 

El catá­lo­go nos ofre­ce ade­más varias refi­na­das e ines­pe­ra­das deli­ca­tes­sen, como los capí­tu­los 1964: El ver­du­go en Espa­ña y XXV años de, supues­ta paz; Los sellos pos­ta­les de los XXV años de paz; Ero­to­ma­nía ber­lan­guia­na; Ber­lan­ga falle­ro; Ber­lan­ga y La Valen­cia prohi­bi­da; “Miso­gi­nia y femi­nis­mo” (extrac­to del dis­cur­so de ingre­so de la direc­to­ra Jose­fi­na Moli­na en la Real Aca­de­mia de Bellas Artes de San Fer­nan­do, Madrid, 26–2017) o la Cro­no­lo­gía del Impe­rio aus­tro­hún­ga­ro (curio­sa refe­ren­cia feti­che y ver­bal en toda la fil­mo­gra­fía de Ber­lan­ga).

Un apun­te muy per­so­nal: Plá­ci­do (1961) y El ver­du­go (1963) son con­si­de­ra­das por casi todos como las pelí­cu­las más corro­si­vas, com­pa­si­vas y valien­tes de la carre­ra de Ber­lan­ga. Con­fe­sa­ré, empe­ro, que este cro­nis­ta solo las ha vis­to dos veces cada una. Son tan duras que me inquie­tan dema­sia­do para recrear­me con ellas. Soy ciné­fi­lo, no maso­quis­ta. Las admi­ro inte­lec­tual e ideo­ló­gi­ca­men­te sin reser­vas. Pero la que he vis­to en más oca­sio­nes de toda su tra­yec­to­ria es Bien­ve­ni­do Mis­ter Marshall (1953). Diez, doce, cator­ce veces. Cada tres o cua­tro años la vuel­vo a ver. Siem­pre me divier­te, siem­pre la encuen­tro ima­gi­na­ti­va, ins­pi­ra­da, tier­na y mali­cio­sa. Dis­fru­to mucho con José Isbert, mi actor pre­fe­ri­do. Para mí, y de lejos, es más crea­ti­vo que Mar­lon Bran­do, Lau­ren­ce Oli­vier, Al Pacino Javier Bar­dem, aun­que cier­ta­men­te es más baji­to y feo que estos san­tos y lau­rea­dos cua­tro varo­nes de fama inter­na­cio­nal (lo he com­pro­ba­do en Goo­gle: Isbert era más baji­to que Al Pacino, cuya altu­ra exac­ta es de 1,73).

Solo hay otras dos pelí­cu­las que he vis­to apro­xi­ma­da­men­te tan­tas veces como Bien­ve­ni­do Mis­ter Marshall y las dos son de 1959: Con la muer­te en los talo­nes (Alfred Hitch­cock) y Con fal­das y a lo loco (Billy Wil­der). Sin embar­go, Pará­si­tos, diri­gi­da por Bong Joon-ho y el film más lau­rea­do de 2019, no pude ter­mi­nar de ver­lo. Lo encon­tré inso­por­ta­ble. Por varios moti­vos. Otras pelí­cu­las que dejé de ver­las antes de lle­gar al final fue­ron Quin­tet (Robert Alt­man, 1979) y La ansie­dad de Vero­ni­ca Voss (Rai­ner Wer­ner Fass­bin­der, 1982).

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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