19 de sep­tiem­bre de 2021.
Falle­ció ayer Mario Camus (San­tan­der, 1935–2021), un ele­gan­te rea­li­za­dor que rara vez pudo hacer el cine que le intere­sa­ba. La indus­tria cine­ma­to­grá­fi­ca espa­ño­la y las exi­gen­cias de los espec­ta­do­res es lo que tie­nen: sue­len sacri­fi­car en la hogue­ra del comer­cio más vul­gar a sus mejo­res direc­to­res, con­de­nán­do­los labo­ral­men­te a dejar­se la piel en pro­yec­tos no muy hono­ra­bles.

Esce­na de La col­me­na.

En la fil­mo­gra­fía de Camus la cine­fi­lia más exi­gen­te ha des­ta­ca­do siem­pre Los san­tos ino­cen­tes, con­mo­ve­do­ra pelí­cu­la basa­da en la nove­la homó­ni­ma de Miguel Deli­bes (1981). Esa refe­ren­cia es indis­cu­ti­ble, natu­ral­men­te. Otra pelí­cu­la suya des­ta­ca­da por todos es La col­me­na (1982), adap­ta­ción apli­ca­da –qui­zá algo más que apli­ca­da en sus mejo­res secuen­cias– de la nove­la del mis­mo títu­lo que publi­có Cami­lo José Cela en 1951. Pero es pere­zo­so limi­tar­se a citar solo esas dos pelí­cu­las en la carre­ra de Camus. Tie­ne varias mere­ce­do­ras de apre­cio, como, entre otras, El color de las nubes (1997), Los días del pasa­do (1978), Con el vien­to solano (1967) y sus dos pri­me­ros tra­ba­jos, las nada com­pla­cien­tes Los far­san­tes, 1963 y Young Sán­chez (1964). Ambas en pleno fran­quis­mo. A eso se le lla­ma tener cora­je polí­ti­co.  

No se libró sin embar­go Mario Camus de sufrir la mal­di­ción que ante­rior­men­te enve­ne­nó la tra­yec­to­ria de muchos valio­sos cineas­tas. Si Anto­nio del Amo (Madrid, 1911–1991) empe­zó diri­gien­do pro­yec­tos valien­tes y dig­nos (El hués­ped de las tinie­blas, 1947, sobre la vida del poe­ta Gus­ta­vo Adol­fo Béc­querDía tras día,1951, Sie­rra mal­di­ta, 1955), aca­bó al ser­vi­cio del can­tan­te infan­til Jose­li­to (El peque­ño rui­se­ñor, 1956; El rui­se­ñor de las cum­bres, 1958; Escu­cha mi can­ción, 1958; Sae­ta del rui­se­ñor, 1959; El peque­ño coro­nel, 1959…). El pro­pio Fer­nan­do Fer­nán Gómez, direc­tor de tres de las mejo­res pelí­cu­las del cine espa­ñol (El extra­ño via­je, 1963; El mun­do sigue, 1964; El via­je a nin­gu­na par­te, 1986), movi­do por su aver­sión al paro, acep­tó diri­gir a Rocío Jura­do en la peno­sa La que­ri­da. El mis­mí­si­mo Juan Anto­nio Bar­dem, glo­ria del cine espa­ñol, asu­mió en 1971 la direc­ción de Varie­tés para el exclu­si­vo luci­mien­to de Sara Mon­tiel (encar­go que no hizo mal del todo, aun­que minó su pres­ti­gio). Cua­tro años des­pués, en 1975, Bar­dem asu­mió la direc­ción de un engen­dro lla­ma­do El poder del deseo, con esce­nas eró­ti­cas y des­nu­dos de Mari­sol.

Foto­gra­ma de Esa mujer.

No pudo evi­tar Mario Camus ese vía cru­cis al diri­gir a Raphael en tres hor­te­ras melo­dra­mas (Cuan­do tú no estás, 1966; Al poner­se el sol, 1967; Digan lo que digan, 1968), y en 1969 a Sara Mon­tiel en la tópi­ca y casi-casi auto-paró­­di­­ca Esa mujer (¡con guion de Anto­nio Gala!). En fin, es lo que hay. Lo decía el pro­pio Camus: “Hay dos tipos de cine: el que a uno le gus­ta hacer y el que le encar­gan”. Les pasa a casi todos. Cineas­tas, acto­res, dise­ña­do­res, perio­dis­tas…

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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