7 de junio de 2021.

Este mes de junio, exce­len­te dos­sier de la revis­ta Diri­gi­do por… sobre Cine y homo­se­xua­li­dad. Un reco­rri­do his­tó­ri­co por el cine gay, con aná­li­sis crí­ti­cos de pelí­cu­las de Luchino Vis­con­ti, Pedro Almo­dó­var, Gus Van Sant, Wong Kar-Wai, Ang Lee, Rai­ner Wer­ner Fass­bin­der… Noto la ausen­cia de algún títu­lo de Pier Pao­lo Paso­li­ni. En el dos­sier se men­cio­na a Paso­li­ni, aun­que de for­ma no muy con­vin­cen­te (“su caso es par­ti­cu­lar­men­te curio­so, pues a pesar de mani­fes­tar­se abier­ta­men­te homo­se­xual, den­tro de su obra fíl­mi­ca no hay el espa­cio para la homo­se­xua­li­dad como su apa­rien­cia pue­da indi­car (…) En todo caso, pro­ba­ble­men­te sea Teo­re­ma, 1968, la más repre­sen­ta­ti­va en su ver­tien­te homo­se­xual” (Albert Gale­ra en Nom­bres pro­pios en el cine de autor euro­peo, asiá­ti­co y lati­no­ame­ri­cano, artícu­lo de seis pági­nas). 

Esce­na de “El Deca­me­rón”, de Paso­li­ni.

Me per­mi­to la liber­tad de mati­zar a Gale­ra: lo más cla­ra­men­te gay del cine de Paso­li­ni, en tiem­pos difí­ci­les para ello, no son los temas, sino su deseo y des­inhi­bi­da mira­da, inne­ga­bles y trans­pa­ren­tes en su lla­ma­da Tri­lo­gía de la vida (El Deca­me­rón, 1971; Los cuen­tos de Can­ter­bury, 1972, y  Las mil y una noches, 1974). El ini­cio del comen­ta­rio sobre Muer­te en Vene­cia (Vis­con­ti, 1971) en el dos­sier de Diri­gi­do por… hizo que me levan­ta­ra de mi asien­to (esta­ba yo solo, desa­yu­nan­do en un bar de Cata­rro­ja, el vier­nes 4 de mayo), movi­do por el impul­so de un repen­tino entu­sias­mo. Dice Tomás Fer­nán­dez Valen­tí en dicha crí­ti­ca: “Si no fue­ra por la exis­ten­cia de El extran­je­ro, 1967, La caí­da de los dio­ses, 1969, Luis II de Bavie­ra, 1973, y Con­fi­den­cias, 1976, me sen­ti­ría ten­ta­do de afir­mar que Muer­te en Vene­cia es la menos intere­san­te de las pelí­cu­las de los últi­mos años de Luchino Vis­con­ti”. Un comen­ta­rio jus­to pero osa­do (muchos ciné­fi­los se lo van a repro­char a Fer­nán­dez Valen­tí): la últi­ma eta­pa de Vis­con­ti está lejos de la gran­de­za de Osses­sio­ne, 1943, La terra tre­ma,1948, Bellí­si­ma, 1951, Sen­so, 1954, y, sobre todo, de las magis­tra­les Roc­co y sus her­ma­nos, 1960, y El gato­par­do (1963).

Muer­te en Vene­cia.

El dos­sier de Diri­gi­do por... es bri­llan­te y exten­so (50 pági­nas). Coor­di­na­do por Quim Casas, cola­bo­ran en él Agui­lar y Cabre­ri­zo (Un reco­rri­do dife­ren­te por la his­to­ria del cine espa­ñol), Ricar­do Alda­ron­do, Ramón Alfon­so, Héc­tor G. Bar­nés, el pro­pio Quim Casas, Javi Cózar, Emi­lio M. Luna (La vida de Adè­le, de Abde­lla­tif Kechi­che, 2013), Eli­sa McCauslan&Diego Sal­ga­do, Israel Pare­des Badía y Juan Car­los Viz­caíno (Per­cep­cio­nes en torno al uni­ver­so gay mas­cu­lino en el Holly­wood de los años 50), ade­más de los ya cita­dos Fer­nán­dez Valen­tí y Gale­ra.

Dirk Bogar­de en “Víc­ti­ma”, de Basil Dear­den.

De entre las crí­ti­cas con­cre­tas a emble­má­ti­cas pelí­cu­las gay, son intere­san­tes todas, pero me emo­cio­na­ron espe­cial­men­te, lec­tor soli­ta­rio en Cata­rro­ja, dos de ellas: la de Bro­ke­back Moun­tain (Ang Lee, 2005), de Javi Cózar, y la de Víc­ti­ma (Basil Dear­den, 1961), de Juan Car­los Viz­caíno. Víc­ti­ma (“uno de los títu­los más valien­tes del cine inglés de su tiem­po) es una gran pelí­cu­la, no todo lo cono­ci­da y valo­ra­da que mere­ce. Por cier­to: la inter­pre­ta­ción de Dirk Bogar­de en Víc­ti­ma es más hon­da y tie­ne mucha más ver­dad que su fan­tas­ma­gó­ri­ca com­po­si­ción acto­ral para Muer­te en Vene­cia en el per­so­na­je de Gus­tav von Aschen­bach, com­po­si­tor ale­mán que des­cu­bre su repri­mi­da face­ta gay en ple­na madu­rez. Un poco tar­de, ¿no? ¿Refle­xión sobre la belle­za, que no tie­ne géne­ro? Más bien his­to­ria de una auto­rre­pre­sión. La moral de cada épo­ca impo­ne sus leyes a la gran mayo­ría. 

Tho­mas Mann en la pla­ya de Nid­den, cer­ca de Litua­nia, en 1932.

Tho­mas Mann (1875–1955), autor de la nove­la cor­ta La muer­te en Vene­cia (1912), fue cons­cien­te de sus renun­cias sexua­les, pare­ce ser que palia­das en oca­sio­nes espe­cia­les, algo que sabe­mos por tar­días y tími­das ano­ta­cio­nes auto­bio­grá­fi­cas cono­ci­das tras su muer­te. Casa­do con Katia Pringsheim (1883–1980), Tho­mas Mann vol­có en la lite­ra­tu­ra sus con­flic­tos más ínti­mos (con­mo­ve­dor su rela­to auto­bio­grá­fi­co Tonio Krö­ger, 1903, y en la pro­pia La muer­te en Vene­cia), sin alte­rar nun­ca, no de mane­ra públi­ca, las con­ven­cio­nes de la vida bur­gue­sa de su tiem­po.

DIARIO UN CINÉFILO

Rafa Marí char­la con Héc­tor Alte­rio.

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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