7 de mar­zo de 2021.

Cele­bra­mos el 8 de mar­zo el Día Inter­na­cio­nal de la Mujer. De una for­ma no cons­cien­te –aun­que pue­de que haya inter­ve­ni­do el sub­cons­cien­te–, las tres últi­mas pelí­cu­las que he vis­to están diri­gi­das por muje­res: Gen­te que vie­ne y bah (Patri­cia Font, 2019), Salir del rope­ro (Ánge­les Reiné, 2019) y La boda de Rosa (Iciar Bollaín, 2020). Las pro­ta­go­nis­tas de las tres son muje­res. Las tres son vita­les y sim­pá­ti­cas, con un tono de come­dia y un tras­fon­do tris­tón. No son gran­des pelí­cu­las, aun­que nin­gu­na de las tres tie­ne esas altas pre­ten­sio­nes. Son entre­te­ni­das, modes­tas y sin­gu­la­res. No son angus­tio­sas, no son sádi­cas con el espec­ta­dor. La mayo­ría de las his­to­rias ter­mi­nan bas­tan­te bien. Tal y cómo está el patio, es gra­to lo que nos ofre­ce esta tria­da de cine espa­ñol recien­te y menor. 

Tras ver­las, se me ocu­rrió con­fec­cio­nar mi lis­ta de diez gran­des pelí­cu­las de cual­quier épo­ca con retra­tos en pro­fun­di­dad de per­so­na­jes feme­ni­nos. Las pro­ta­go­nis­tas ni son heroí­nas ni tie­nen vidas ejem­pla­res. Todas son muje­res en con­flic­to. Pero en estos films que voy a citar –con un bre­ve comen­ta­rio en cada uno de ellos– hay ver­dad y emo­ción. Aquí sí esta­mos hablan­do de altí­si­mo cine. Den­tro de unas sema­nas mi lis­ta podría ser dis­tin­ta. Pero aho­ra, en mar­zo de 2021, esta es mi selec­ción. Por orden cro­no­ló­gi­co…

1. Eva al des­nu­do (Joseph L. Man­kie­wicz, 1950). En una mis­ma pelí­cu­la tene­mos el anver­so (Bet­te Davis en el papel de Mar­go Chan­ning, una mujer madu­ra con mie­do al futu­ro) y el rever­so (Anne Bax­ter como la ambi­cio­sa y mani­pu­la­do­ra Eva Harring­ton, una mujer joven dis­pues­ta a todo para triun­far). Un gran clá­si­co.

2. Strom­bo­li (Rober­to Ros­se­lli­ni, 1950). La dura y qui­zá impo­si­ble inte­gra­ción de una exi­lia­da litua­na (admi­ra­ble Ingrid Berg­man) en una comu­ni­dad de humil­des pes­ca­do­res ita­lia­nos en medio de un pai­sa­je yer­mo y ame­na­za­dor.

3. Mogam­bo (John Ford, 1953). Una vita­lis­ta y fas­ci­nan­te Ava Gard­ner es lo más esti­mu­lan­te y dicho­so de esta sub­va­lo­ra­da pelí­cu­la de John Ford. Cada vez que la vuel­vo a ver, me gus­ta más. 

4. Mar­nie, la ladro­na (Alfred Hitch­cock, 1964). Mar­nie (Tip­pi Hedren) no es una san­ta. Qué va, es clep­tó­ma­na, men­ti­ro­sa y frí­gi­da. Pero con ese pro­to­ti­po de mujer enfer­ma, Hitch rea­li­za una de sus mejo­res pelí­cu­las enfer­mas. La redun­dan­cia del tér­mino “enfer­ma” no es un des­pis­te esti­lís­ti­co, es una repe­ti­ción hecha a con­cien­cia. Truf­faut defi­nió Mar­nie la ladro­na como “una obra maes­tra enfer­ma”. Exac­to.

5. Mam­ma Roma (Pier Pao­lo Paso­li­ni, 1962). Extra­or­di­na­ria y con­mo­ve­do­ra Anna Mag­na­ni encar­nan­do a una madu­ra pros­ti­tu­ta roma­na con sue­ños peque­­ño-bur­­gue­­ses jun­to a su hijo Etto­re. El final de la his­to­ria nos hace llo­rar.

6. Cleo de 5 a 7 (Agnès Var­da, 1962). Una joven bur­gue­sa y frí­vo­la (Corin­ne Mar­chand), enfren­ta­da ines­pe­ra­da­men­te a la ame­na­za de la muer­te. Hay momen­tos en la vida en que todo cam­bia de pron­to y deja­mos de ser los que éra­mos.

7. Ger­trud (Carl. T. Dre­yer, 1964). La obse­sión por lograr el amor abso­lu­to. Ger­trud (Nina Pens Rode) es una mujer sen­ti­men­tal­men­te tota­li­ta­ria. De no con­se­guir su sue­ño –y no lo con­si­gue– pre­fie­re reti­rar­se y espe­rar la muer­te. Esta pelí­cu­la fue abu­chea­da en fes­ti­va­les y cines uni­ver­si­ta­rios. Truf­faut y Godard la rei­vin­di­ca­ron, con su exi­gen­te gus­to ciné­fi­lo ajeno a las modas, como lo que es: una radi­cal obra maes­tra.

8. Thel­ma & Loui­se (Rid­ley Scott, 1992). Road movie sobre dos muje­res de media­na edad (Gee­na Davis Susan Saran­don) con deseos irre­fre­na­bles de liber­tad. Antes muer­tas que sumi­sas. 

9. Todo sobre mi madre (Pedro Almo­dó­var1999). Exce­len­te Ceci­lia Roth en un sen­ti­do melo­dra­ma de Almo­dó­var, deci­si­va per­so­na­li­dad del cine con­tem­po­rá­neo del que algu­nos segui­mos espe­ran­do su ver­da­de­ra obra maes­tra. Cuan­do más sin­ce­ro es –y no siem­pre se atre­ve a ser­lo a fon­do–, mejor cine hace.

10. María Anto­nie­ta (Sofia Cop­po­la, 2006). Una ado­les­cen­te aus­tria­ca, igno­ran­te e irres­pon­sa­ble (Kirs­ten Dunst), casa­da en 1770 a los 15 años con el futu­ro rey de Fran­cia (Luis XVI). Todo lo tuvo en con­tra María Anto­nie­ta: su tor­pe­za esca­pis­ta, de espal­das a las nece­si­da­des socia­les. y la revo­lu­ción fran­ce­sa ini­cia­da con viru­len­cia en 1789. María Anto­nie­ta murió gui­llo­ti­na­da el 16 de octu­bre de 1793. Se cuen­ta que lo hizo con gran esti­lo. Al subir al cadal­so pisó el pie del ver­du­go y le dijo: “Señor, le pido per­dón, no lo hice a pro­pó­si­to”. Fue­ron sus últi­mas pala­bras.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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