2 de enero de 2021.

Bon­ding es una serie curio­sa. Tene­mos en Net­flix su pri­me­ra tem­po­ra­da y pron­to nos lle­ga­rá la segun­da. Esta entre­ga ini­cial se com­po­ne de seis capí­tu­los con una dura­ción (esa es la pri­me­ra curio­si­dad) de entre 14 y 17 minu­tos cada uno. Empie­zas a ver un epi­so­dio, te lla­man por telé­fono (hola, hola, feliz año nue­vo, ¿cómo fue vues­tra Noche­vie­ja?…), vuel­ves a depo­si­tar tu aten­ción en la tele… y el capí­tu­lo de Bon­ding ya se encuen­tra en sus últi­mos segun­dos. Este for­ma­to es como un vídeo en you­tu­be. Otro aspec­to lla­ma­ti­vo es el tema cen­tral: nos cuen­ta las peri­pe­cias de una uni­ver­si­ta­ria neo­yor­qui­na (Zoe Levin, muy gua­pa) que tra­ba­ja como domi­na­trix. La joven con­tra­ta como ayu­dan­te a su mejor ami­go del ins­ti­tu­to (Bren­dan Sca­nell), tími­do, teme­ro­so y gay feti­chis­ta (oler pies le pone mucho). El crea­dor de la serie es el direc­tor y guio­nis­ta cali­for­niano Righ­tor Doy­le, que tam­bién tie­ne un peque­ño papel en Bon­ding.

La serie podría­mos cali­fi­car­la de “atre­vi­da”, aun­que ese tér­mino es a estas altu­ras una pol­vo­rien­ta anti­gua­lla. En los años 60, tan cer­ca­nos, algu­nas pelí­cu­las eran con­si­de­ra­das por la Igle­sia con la eti­que­ta de 3‑R (mayo­res con repa­ros) o con un luci­fe­rino 4 (gra­ve­men­te peli­gro­sa). Esas cali­fi­ca­cio­nes se con­ver­tían al final en un recla­mo publi­ci­ta­rio para la gen­te libe­ral, agnós­ti­ca o atea. Los temas de con­flic­to moral eran nimios. Por ejem­plo, los apun­tes lés­bi­cos de Bar­ba­ra Stanwyck en La gata negra (Edward Dmytryck, 1962). En Bon­ding la cosa es un poco más pican­te: los pro­ta­go­nis­tas mean en la cara a sus clien­tes maso­quis­tas, les meten los dedos en el culo, los azo­tan, los con­tra­tan como asis­ten­tes case­ros y les cobran una tari­fa en vez de pagar­les un suel­do… Todo esto, con un aire de come­dia.

En cier­tos momen­tos con­tem­pla­ba yo los epi­so­dios de Bon­ding tenien­do en la cabe­za la idea de que a mi lado se encon­tra­ba mi abue­la Julia Bel­trán (Sue­ca, 1879–1975), que tan­to se escan­da­li­za­ba cuan­do veía en la tele­vi­sión pelí­cu­las con algún des­ta­pe o muje­res que fuma­ban y hacían el amor con hom­bres recién cono­ci­dos (lo del mun­do gay nun­ca cre­yó que fue­se algo real, en el voca­bu­la­rio de ella no figu­ra­ban ni las pala­bras “mari­cón”, “homo­se­xual” o “les­bia­na” ni sus sig­ni­fi­ca­dos).

Si mi abue­la Julia, en medio de su eterno des­can­so, levan­ta­se aho­ra la cabe­za y vie­se Bon­ding, se mar­cha­ría corrien­do a su habi­ta­ción y la cerra­ría con lla­ve, más enfa­da­da que escan­da­li­za­da, gri­tan­do des­de su apo­sen­to: “¡Men­ti­ro­sos, men­ti­ro­sos!”.

Ah, Bon­ding no es una gran cosa. Se deja ver, pero en el fon­do –o ya en la super­fi­cie– es bas­tan­te con­ven­cio­nal.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

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