21 de octu­bre de 2020.

Qui­se ver de nue­vo Johnny Gui­tar (Nicho­las Ray, 1954). Ya la he vis­to seis o sie­te veces, pero es que una y otra vez dis­fru­to mucho con este extra­va­gan­te wes­tern de colo­res chi­llo­nes, un repar­to glo­rio­so en esta­do de gra­cia (Joan Craw­ford, Ster­ling Hay­den, Mer­ce­des McCam­brid­ge, Ward Bond, Ernest Bor­gni­ne, John Carra­di­ne, Scott Brady…) y una músi­ca arre­ba­ta­do­ra (el román­ti­co tema cen­tral, com­pues­to por Vic­tor Young, con letra de Peggy Lee: ‘Toca la gui­ta­rra, mi Johnny, tóca­la de nue­vo. / Tal vez tie­nes frío, pero estás tan calien­te por den­tro…’). Lo que aho­ra más me gus­ta de Johnny Gui­tar, apar­te de la famo­sa esce­na de la coci­na (no voy a vol­ver a des­cri­bir esa her­mo­sa y con­mo­ve­do­ra secuen­cia, lo he hecho ya muchas veces), es el enfren­ta­mien­to real entre Craw­ford y McCam­brid­ge.

Lo que aho­ra más me gus­ta de Johnny Gui­tar, decía, es ver­la mien­tras recuer­do las his­to­rias de su roda­je, con el enfren­ta­mien­to per­so­nal, tre­men­do y en el fon­do muy diver­ti­do, entre Craw­ford y McCam­brid­ge, un enfren­ta­mien­to que se ha ido cono­cien­do por fuen­tes tan fia­bles como Nicho­las Ray, Phi­lip Jor­dan (guio­nis­ta del film) o por las pro­pias actri­ces en pos­te­rio­res entre­vis­tas y en libros bio­grá­fi­cos. Reme­mo­ro algu­nas de esas peleas autén­ti­cas entre las dos divas, con la Craw­ford sien­do una mala-malí­­si­­ma, insa­cia­ble, envi­dio­sa y en plan de diva temi­ble que ya había cum­pli­do cin­cuen­ta años. Mer­ce­des McCam­brid­ge aca­ba­ba de cum­plir 38.

El siguien­te anec­do­ta­rio lo reco­pi­la Juan Teje­ro en el libro ¡Este roda­je es la gue­rra! Ter­ce­ra par­te. Apo­ca­lip­sis final

Joan Craw­ford lle­gó a Sedo­na, el lugar del roda­je, “con trein­ta male­tas de equi­pa­je y vein­ti­nue­ve cajas de vod­ka. Joan se hizo rápi­da­men­te ami­ga de la mayo­ría de los hom­bres del equi­po, y de nin­gu­na de las muje­res”.

Los aplau­sos del equi­po téc­ni­co a McCam­brid­ge, tras una secuen­cia com­pli­ca­da, enfu­re­cie­ron a la Craw­ford. “A media­no­che, borra­cha como una cuba, Joan entró en el camión de ves­tua­rio de la pro­duc­ción, reu­nió tan­ta ropa de Mer­ce­des como pudo, y des­pués, gri­tan­do ‘¡Apes­ta!’, la espar­ció a lo lar­go de la auto­pis­ta de Ari­zo­na”.

Joan invi­tó a su habi­ta­ción a varios de los acto­res. Bebie­ron vod­ka a man­sal­va. Por supues­to, no le dijo nada a su com­pa­ñe­ra. Pero Mer­ce­des pasó por allí, y al oír voces ani­ma­das, se aso­mó en la puer­ta abier­ta para saber qué ocu­rría. La Craw­ford excla­mó, enfu­re­ci­da: “¿Qué demo­nios haces tú aquí?”. Y empe­zó a rugir “todo tipo de impro­pe­rios a su néme­sis”, nos cuen­ta Juan Teje­ro.

Al fina­li­zar el roda­je, dijo McCam­brid­ge: “Nun­ca había cono­ci­do a nin­gu­na estre­lla. Aho­ra ya sé lo que no quie­ro ser”. La Craw­ford res­pon­dió muy en su esti­lo: “Ya ten­go cua­tro hijos. No nece­si­to una hija más”.

El des­tino depa­ró a las dos actri­ces un futu­ro sor­pren­den­te. Joan Craw­ford, que a fina­les de la déca­da de los cin­cuen­ta tuvo un duro decli­ve pro­fe­sio­nal, lle­gó a ser pre­si­den­ta de la Pep­­si-Cola tras la muer­te de su mari­do, Alfred Stee­le, en 1959. Y Mer­ce­des Cam­brid­ge fue la voz ate­rra­do­ra del dia­blo en El exor­cis­ta (William Fried­kin, 1973), lan­zan­do, por la boca de la joven­cí­si­ma actriz Lin­da Blair las pala­bras más soe­ces que se han escu­cha­do en una pelí­cu­la de Holly­wood. 

No me extra­ña­ría que mien­tras las pro­nun­cia­ba en el dobla­je, Mer­ce­des estu­vie­se pen­san­do en su que­ri­dí­si­ma cole­ga, la Craw­ford.

DIARIO UN CINÉFILO

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

DIARIO DE UN CINÉFILO Es una sec­ción dedi­ca­da al mun­do de las Series de TV, a todos sus aspec­tos ciné­fi­los pero tam­bién a sus deri­va­cio­nes socio­ló­gi­cas y rela­ti­vas a la vida coti­dia­na de las per­so­nas. La cons­truc­ción de roles, las rela­cio­nes fami­lia­res, la actua­li­dad, la come­dia y el dra­ma, la épi­ca his­tó­ri­ca, dra­go­nes y maz­mo­rras… Todo cabe en el mun­do de las series, y cual­quier pers­pec­ti­va del mun­do pue­de ser vis­ta des­de la ópti­ca de un ciné­fi­lo, de un serió­fi­lo inte­li­gen­te y pers­pi­caz. La sec­ción está per­so­na­li­za­da en Rafa Marí, uno de los últi­mos gran­des ciné­fi­los espa­ño­les. La perio­di­ci­dad es alea­to­ria, y la lon­gi­tud de cada entra­da, tam­bién. Pue­de ser tan­to muy cor­ta: un afo­ris­mo, como un exten­so mini­en­sa­yo, o entre­vis­ta, o diá­lo­go inte­rior.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 fichó por Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te es colum­nis­ta y crí­ti­co de arte.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia

Otros artículos del autor