La pan­de­mia de COVID-19 está some­tien­do a una gran pre­sión a los sis­te­mas sani­ta­rios de todo el mun­do. El rápi­do aumen­to de la deman­da al que se enfren­tan los esta­ble­ci­mien­tos sani­ta­rios y los pro­fe­sio­na­les de la salud ame­na­za con sobre­car­gar algu­nos sis­te­mas sani­ta­rios e impe­dir su fun­cio­na­mien­to efi­caz.

En bro­tes ante­rio­res se ha obser­va­do que, cuan­do los sis­te­mas sani­ta­rios se ven des­bor­da­dos, la mor­ta­li­dad por enfer­me­da­des para las que exis­ten vacu­nas o tra­ta­mien­tos tam­bién pue­de aumen­tar drás­ti­ca­men­te. Duran­te el bro­te de enfer­me­dad por el virus del Ebo­la de 2014–2015, el exce­so de falle­ci­mien­tos por saram­pión, palu­dis­mo, VIH/sida y tubercu­losis atri­bui­ble al colap­so de los sis­te­mas sani­ta­rios superó al de las muer­tes por ebo­la (1,2).

«La mejor defen­sa con­tra cual­quier bro­te es un sis­te­ma sani­ta­rio sóli­do» —sub­ra­ya el Direc­tor Gene­ral de la OMS, Tedros Adha­nom Ghe­bre­ye­sus—. «La COVID‑19 mues­tra la fra­gi­li­dad de muchos sis­te­mas y ser­vi­cios sani­ta­rios en todo el mun­do, y está obli­gan­do a los paí­ses a tomar deci­sio­nes difí­ci­les sobre el mejor modo de satis­fa­cer las nece­si­da­des de sus ciu­da­da­nos».

Para ayu­dar a los paí­ses a ele­gir el rum­bo correc­to ante estos desa­fíos, la Orga­ni­za­ción Mun­dial de la Salud (OMS) ha actua­li­za­do sus direc­tri­ces sobre pla­ni­fi­ca­ción ope­ra­cio­nal para equi­li­brar las exi­gen­cias de la res­pues­ta direc­ta a la COVID-19 con la nece­si­dad de seguir pres­tan­do ser­vi­cios sani­ta­rios esen­cia­les y miti­gar el ries­go de colap­so del sis­te­ma. Esto abar­ca una serie de medi­das inme­dia­tas espe­cí­fi­cas que los paí­ses debe­rán con­si­de­rar a esca­la nacio­nal, regio­nal y local para reor­ga­ni­zar y man­te­ner el acce­so a unos ser­vi­cios sani­ta­rios esen­cia­les de cali­dad para toda la pobla­ción.

Los paí­ses tie­nen que deter­mi­nar a qué ser­vi­cios esen­cia­les darán prio­ri­dad en su esfuer­zo por man­te­ner la con­ti­nui­dad de la pres­ta­ción de ser­vi­cios e intro­du­cir cam­bios estra­té­gi­cos para garan­ti­zar que unos recur­sos cada vez más limi­ta­dos pro­por­cio­nen el máxi­mo bene­fi­cio a la pobla­ción. Tam­bién debe­rán cum­plir las exi­gen­cias más estric­tas en mate­ria de pre­cau­cio­nes, espe­cial­men­te en rela­ción con las prác­ti­cas de higie­ne y con la pues­ta a dis­po­si­ción de los sumi­nis­tros ade­cua­dos, en par­ti­cu­lar en cuan­to a equi­po de pro­tec­ción per­so­nal. Esto requie­re una pla­ni­fi­ca­ción sóli­da y una actua­ción coor­di­na­da entre los Gobier­nos y los esta­ble­ci­mien­tos sani­ta­rios y sus geren­tes.

Algu­nos ejem­plos de ser­vi­cios esen­cia­les son la vacu­na­ción sis­te­má­ti­ca, los ser­vi­cios de salud repro­duc­ti­va —inclui­da la aten­ción duran­te el emba­ra­zo y el par­to—, la aten­ción a lac­tan­tes de cor­ta edad y adul­tos mayo­res, el tra­ta­mien­to de enfer­me­da­des men­ta­les, enfer­me­da­des no trans­mi­si­bles y enfer­me­da­des infec­cio­sas como el VIH, el palu­dis­mo y la tubercu­losis, los tra­ta­mien­tos hos­pi­ta­la­rios crí­ti­cos, el tra­ta­mien­to de pro­ble­mas urgen­tes de salud y ser­vi­cios auxi­lia­res como el diag­nós­ti­co bási­co por ima­gen, los ser­vi­cios de labo­ra­to­rio y los ban­cos de san­gre.

Unos sis­te­mas sani­ta­rios bien orga­ni­za­dos y pre­pa­ra­dos podrán seguir pro­por­cio­nan­do un acce­so equi­ta­ti­vo a la pres­ta­ción de ser­vi­cios esen­cia­les duran­te una situa­ción de emer­gen­cia y así limi­tar la mor­ta­li­dad direc­ta y evi­tar una mor­ta­li­dad indi­rec­ta inne­ce­sa­ria.

Las direc­tri­ces des­ta­can la impor­tan­cia de man­te­ner una infor­ma­ción actua­li­za­da, lo que exi­ge una comu­ni­ca­ción fre­cuen­te y trans­pa­ren­te con la socie­dad y una fuer­te impli­ca­ción de las comu­ni­da­des para que el públi­co pue­da seguir con­fian­do en que el sis­te­ma res­pon­da de for­ma segu­ra a sus nece­si­da­des esen­cia­les y con­tro­le el ries­go de infec­ción en los esta­ble­ci­mien­tos sani­ta­rios. Esto ayu­da­rá a con­se­guir que las per­so­nas con­ti­núen soli­ci­tan­do aten­ción sani­ta­ria cuan­do sea nece­sa­rio y sigan los con­se­jos de salud públi­ca. 

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