Pedro Almo­dó­var (Cal­za­da de Cala­tra­va, 1949) siem­pre está de actua­li­dad. En estos días de sequía y calor, el famo­so cineas­ta pro­ta­go­ni­za titu­la­res per tot arreu por su libro de rela­tos (El últi­mo sue­ño), por su nue­va pelí­cu­la (el medio­me­tra­je Extra­ña for­ma de vida, un wes­tern gay que se pre­sen­ta­rá en Can­nes el pró­xi­mo mayo) y por sus polé­mi­cas decla­ra­cio­nes a la pren­sa. Con Almo­dó­var nun­ca te abu­rres.

Ethan Haw­ke, Pedro Almo­dó­var y Pedro Pas­cal en el roda­je de «Extra­ña for­ma de vida» (EL DESEO).

Empe­ce­mos por los medios de comu­ni­ca­ción. El pasa­do 14 de abril, en La lec­tu­ra, suple­men­to cul­tu­ral de El Mun­do, Mai­te Rico, sub­di­rec­to­ra de la revis­ta, entre­vis­ta­ba al direc­tor de Muje­res al bor­de de un ata­que de ner­vios (1988), Todo sobre mi madre (1999), Hable con ella (2002) o Dolor y glo­ria (2019), por citar cua­tro de las pelí­cu­las que más me gus­tan del rea­li­za­dor man­che­go. Entre otras cosas, Almo­dó­var (con mejor aspec­to que nun­ca: el pelo blan­co lumi­no­so le sien­ta muy bien), decía cosas sor­pren­den­tes en él: «Creo que hay una dic­ta­du­ra de lo polí­ti­ca­men­te correc­to. La correc­ción ha lle­ga­do a unos nive­les que está amor­da­zan­do a la gen­te»; «Yo tra­to de qui­tár­me­la de enci­ma, pero yo mis­mo me des­cu­bro con cui­da­do a la hora de decir las cosas, como las digo y qué es lo que digo»; «Que hay menos liber­tad que aho­ra en los 80 es un hecho, a la hora de can­tar, de escri­bir, de hacer cine y de ser entre­vis­ta­do»; «Se ha per­di­do liber­tad y eso es muy gra­ve, pero tam­bién espon­ta­nei­dad»; «La socie­dad es más puri­ta­na…».

Al leer esas pala­bras las inter­pre­té como si fue­se —tal vez— un pri­mer avi­so para com­pa­ñe­ros ideo­ló­gi­cos. Pedro quie­re ini­ciar el des­mar­que de una ten­den­cia noci­va para la liber­tad que poco a poco se ha ido agra­van­do en los últi­mos años, espe­cu­lé. Pero a la hora de seña­lar a los res­pon­sa­bles de este cli­ma cre­cien­te­men­te auto­ri­ta­rio, las decla­ra­cio­nes de Almo­dó­var a La lec­tu­ra se tor­na­ban nebu­lo­sas has­ta el pun­to de que no resul­ta­ba tarea sen­ci­lla saber si el inte­li­gen­tí­si­mo Pedro le echa­ba la cul­pa al Gobierno, a Pode­mos, a la dere­cha, a Esta­dos Uni­dos o a Tere­lu Cam­pos. Tras leer toda la entre­vis­ta (cua­tro pági­nas), que­dé dubi­ta­ti­vo y en terri­to­rio incier­to. Final­men­te deci­dí pasar por alto esa cues­tión.

A Almo­dó­var se lo con­sien­to todo. Ni siquie­ra he dicho nada sobre su últi­ma pelí­cu­la estre­na­da, Madres para­le­las (2021), tan polí­ti­ca­men­te correc­ta. Por soli­da­ri­dad con su per­so­na y con su cine —tam­bién por soli­da­ri­dad con­mi­go mis­mo— tuve en los años 80–90 duros enfren­ta­mien­tos con perio­dis­tas homó­fo­bos. Pre­fie­ro no ahon­dar aho­ra en todo aque­llo.

En un ges­to de fide­li­dad emo­cio­nal me acer­qué ese mis­mo 14 de abril por La Casa del Libro de la calle Ruza­fa de Valen­cia y adqui­rí un ejem­plar de El últi­mo sue­ño (Reser­vor Books, 2023), con­jun­to de rela­tos de Pedro Almo­dó­var que aca­ba­ba de lle­gar a la libre­ría, en cajas que toda­vía esta­ban por abrir. Fui el pri­mer com­pra­dor del libro. En el Metro, leí toda la intro­duc­ción. Cuen­ta Almo­dó­var: «Los rela­tos iné­di­tos los tenía archi­va­dos Lola Gar­cía en mi ofi­ci­na, jun­to a un mon­tón más. Lola es mi asis­ten­te en este y en muchos otros asun­tos. Los había reco­pi­la­do extra­yén­do­los de varias car­pe­tas azu­les vie­jas que res­ca­tó en el caos de mis múl­ti­ples mudan­zas. Yo no los había leí­do des­de que los escri­bí. Lola los archi­vó y yo me había olvi­da­do de ellos. Nun­ca se me habría ocu­rri­do leer­los des­pués de déca­das si ella no lle­ga a suge­rir­me que les echa­ra un vis­ta­zo».

Leí las doce narra­cio­nes en dos días. Me emo­cio­na­ron El últi­mo sue­ño (en memo­ria de su mag­ní­fi­ca madre, Fran­cis­ca Caba­lle­ro) y Adiós, vol­cán (her­mo­so home­na­je a Cha­ve­la Var­gas), me reí mucho con las Con­fe­sio­nes de una sex-sym­­bol (des­ver­gon­za­das aven­tu­ras de Pathy Diphu­sa), encon­tré pre­vi­si­ble y exce­si­va­men­te tru­cu­len­to el cuen­to La visi­ta (cuyo tema de fon­do dio paso años des­pués a su pelí­cu­la La mala edu­ca­ción, 2004) y admi­ré el inquie­tan­te y extra­or­di­na­rio rela­to fan­tás­ti­co Vida y muer­te de Miguel).

Res­pec­to a este últi­mo cuen­to, afir­ma Almo­dó­var: «He tra­ta­do de dejar los rela­tos tal cual los escri­bí, pero reco­noz­co que con Vida y muer­te de Miguel no me he resis­ti­do a dar­le un repa­so: el esti­lo me resul­ta­ba dema­sia­do remil­ga­do y lo he corre­gi­do un poco, res­pe­tan­do el sabor ori­gi­nal. Este es uno de los rela­tos cuya lec­tu­ra, des­pués de más de cin­cuen­ta años, me ha sor­pren­di­do. Recor­da­ba per­fec­ta­men­te la idea sobre la que gira­ba la narra­ción, con­tar la vida en sen­ti­do inver­so. Eso era lo esen­cial, y si se me per­mi­te, lo ori­gi­nal. Déca­das des­pués pen­sé que en Ben­ja­min But­ton me habían copia­do la idea». Ben­ja­min But­ton es una pelí­cu­la diri­gi­da en 2008 por David Fin­cher y pro­ta­go­ni­za­da por Brad Pitt, Cat­te Blan­chett y Til­da Swin­ton.

En cuan­to a la ori­gi­na­li­dad, no quie­ro aguar­le la fies­ta a Pedro Almo­dó­var, pero el res­pe­to a la ver­dad his­­tó­­ri­­co-cul­­tu­­ral impo­ne sus exi­gen­cias: la idea cen­tral de Vida y muer­te de Miguel, es, en efec­to, la de con­tar la vida en sen­ti­do inver­so, en este caso con un enfo­que dra­má­ti­co. Ese pro­di­gio­so tema es el alma, aun­que con un plan­tea­mien­to cómi­co, de Cua­tro cora­zo­nes con freno y mar­cha atrás, diver­ti­da come­dia en tres actos que Enri­que Jar­diel Pon­ce­la (Madrid, 1901–1952) estre­nó en el Tea­tro Infan­ta Isa­bel de Madrid el 2 de mayo de 1936, pro­ta­go­ni­za­da por Isa­bel Gar­cés, Mer­ce­des Muñoz Sam­pe­dro, Juan Bona­fé, Enri­que Gui­tart y José Orjas. En el ter­cer acto, los pro­ta­go­nis­tas, en vez de enve­je­cer, reju­ve­ne­cen con el paso del tiem­po.

Es posi­ble que Almo­dó­var no conoz­ca la obra Cua­tro cora­zo­nes con freno y mar­cha atrás, estre­na­da dos meses y medio antes de la funes­ta gue­rra civil. O que tras leer­la hace déca­das, lue­go la haya olvi­da­do. Esas cosas ocu­rren.

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LA COLUMNA ABIERTA de Rafa Marí

«Que la vida iba en serio / uno lo empie­za a com­pren­der más tar­de”
Jai­me Gil de Bied­ma

Duran­te los dos últi­mos años, el perio­dis­ta cul­tu­ral Rafa Marí ha veni­do publi­can­do en este espa­cio de Valen­cia City sus cró­ni­cas sobre cine, pri­me­ro como Dia­rio de un ciné­fi­lo, y pos­te­rior­men­te bajo el títu­lo Des­de el sillón de mi casa… en Mis­la­ta. Han sido dos años de diver­ti­das y ori­gi­na­les digre­sio­nes sobre su gran pasión, el cine, pero aho­ra toca explo­rar nue­vos terri­to­rios, reno­var una fruc­tí­fe­ra cola­bo­ra­ción, una colum­na abier­ta.

En aje­drez, otra de las inte­li­gen­tes acti­vi­da­des de Rafa Marí, una colum­na abier­ta es una colum­na sin peo­nes; en el perio­dis­mo, una colum­na abier­ta es una colum­na don­de pue­de refle­xio­nar­se sobre el pre­cio de las cosas, la alta coci­na, un libro, una pelí­cu­la o los amo­res de Isa­bel Pan­to­ja.

Pese a ser un perio­dis­ta tar­dío, Rafa Marí (Valen­cia, 1945) ha teni­do tiem­po para tra­ba­jar en muchos medios de comu­ni­ca­ción: Car­te­le­ra Turia, Cal Dir, Valen­cia Sema­nal, car­te­le­ra Qué y Don­de, Noti­cias al día, Papers de la Con­se­lle­ria de Cul­tu­ra, Leva­n­­te-EMV, El Hype… Siem­pre en las pági­nas de cul­tu­ra. En 1984 se incor­po­ró a la redac­ción de Las Pro­vin­cias, dia­rio don­de actual­men­te ejer­ce su acti­vis­mo como gran comen­ta­ris­ta.

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