El tele­tra­ba­jo pue­de aumen­tar el dolor de espal­da. Foto: Dylan Sauer­wein on Uns­plash

«Que­re­mos reco­pi­lar datos sobre cómo afec­ta el con­fi­na­mien­to al dolor, ya que no tene­mos cons­tan­cia de que haya nin­gún estu­dio al res­pec­to en nues­tro entorno», apun­ta Rubén Nie­to, inves­ti­ga­dor del gru­po eHealth Lab y pro­fe­sor de los Estu­dios de Cien­cias de la Salud de la Uni­ver­si­tat Ober­ta de Cata­lun­ya (UOC). Los inves­ti­ga­do­res quie­ren ana­li­zar qué con­se­cuen­cias tie­ne el hecho de no poder salir para las per­so­nas que sufren algún tipo de dolor de mane­ra habi­tual. Los exper­tos con­si­de­ran que fac­to­res que se pue­den pro­du­cir duran­te el con­fi­na­mien­to, como el estrés, el mie­do o el seden­ta­ris­mo, pue­den influir en el dolor cró­ni­co.

El teletrabajo puede aumentar el dolor de espalda

Aun­que los inves­ti­ga­do­res quie­ren ana­li­zar las impre­sio­nes de per­so­nas que sufran cual­quier tipo de dolor físi­co, algu­nos de los más comu­nes son el dolor cer­vi­cal y el lum­bar, que se cal­cu­la que afec­tan a un 25 % de los euro­peos. Ade­más, este tipo de dolor de espal­da lo sufre por lo menos el 40 % de las per­so­nas en algún momen­to de su vida.

Una reali­dad que pue­de agra­var­se con el tele­tra­ba­jo, ya que pue­de que no dis­pon­ga­mos de un espa­cio con las con­di­cio­nes ópti­mas de la ofi­ci­na, como pue­de ser una silla y una mesa con una bue­na ergo­no­mía. «Pero no solo la ergo­no­mía pue­de afec­tar, sino tam­bién la situa­ción en la que se desa­rro­lla el tra­ba­jo. Hay domi­ci­lios con niños, que no van a la escue­la, y hay que com­pa­gi­nar la vida labo­ral, fami­liar y social. Esta reali­dad com­bi­na­da, con un nivel de car­ga de tra­ba­jo ele­va­do, pue­de incre­men­tar el estrés y aumen­tar el males­tar de las per­so­nas con dolor», des­cri­be Nie­to. 

El dolor como una experiencia biopsicosocial

Los inves­ti­ga­do­res de la UOC indi­can que muchos dolo­res físi­cos, como los de espal­da, tie­nen orí­ge­nes que van más allá de los fisio­ló­gi­cos, ya que es una reali­dad en la que influ­ye cómo nos sen­ti­mos en cada momen­to. Ade­más, las inter­ac­cio­nes con per­so­nas de nues­tro entorno tam­bién pue­den con­di­cio­nar nues­tro dolor.

Para afron­tar esta reali­dad, apun­tan los inves­ti­ga­do­res, exis­ten las deno­mi­na­das «inter­ven­cio­nes psi­co­so­cia­les». Estas tera­pias incor­po­ran téc­ni­cas como la rees­truc­tu­ra­ción cog­ni­ti­va, es decir, ser cons­cien­tes de que nues­tra for­ma de pen­sar afec­ta cómo nos sen­ti­mos y el dolor, y que tene­mos que cam­biar los pen­sa­mien­tos nega­ti­vos por otros más adap­ta­ti­vos; o la dis­trac­ción, que con­sis­te en hacer algu­na acción para dis­traer la aten­ción, ya que, si no esta­mos tan pen­dien­tes del dolor, no nos afec­ta tan­to.

Encuesta abierta

Para cono­cer cómo el con­fi­na­mien­to en Espa­ña afec­ta a las per­so­nas que tie­nen algún dolor físi­co habi­tual, los inves­ti­ga­do­res han lan­za­do esta encues­ta, que está abier­ta a la par­ti­ci­pa­ción de adul­tos has­ta el 9 de mayo. El cues­tio­na­rio tie­ne una dura­ción de 15 minu­tos.

Los inves­ti­ga­do­res quie­ren obte­ner infor­ma­ción para enten­der los efec­tos duran­te el con­fi­na­mien­to de dife­ren­tes des­en­ca­de­nan­tes de los pro­ble­mas de dolor para las per­so­nas con dolor. La encues­ta tie­ne el obje­ti­vo de con­tras­tar hipó­te­sis cien­tí­fi­cas que pue­den ser­vir para la mejo­ra de los tra­ta­mien­tos bio­psi­co­so­cia­les para per­so­nas con dolor cró­ni­co. «Tener esta infor­ma­ción es impor­tan­te, ya que si el con­fi­na­mien­to afec­ta a los pro­ble­mas de dolor cró­ni­co, debe­mos dise­ñar y pen­sar estra­te­gias para futu­ras situa­cio­nes simi­la­res», indi­ca Rubén Nie­to.

Jun­to con Rubén Nie­to, par­ti­ci­pan en este estu­dio Bea­triz Sora, inves­ti­ga­do­ra tam­bién del gru­po de inves­ti­ga­ción eHealth Lab y pro­fe­so­ra de los Estu­dios de Psi­co­lo­gía y Cien­cias de la Edu­ca­ción, la psi­có­lo­ga clí­ni­ca Rebe­ca Par­do, inves­ti­ga­do­ra y pro­fe­so­ra de la UNIR, así como Juan Vicen­te Luciano Devis y Albert Feliu Soler, inves­ti­ga­do­res del Ins­ti­tu­to de Inves­ti­ga­ción Sant Joan de Déu.

Comparte esta publicación

amadomio.jpg

Suscríbete a nuestro boletín

Reci­be toda la actua­li­dad en cul­tu­ra y ocio, de la ciu­dad de Valen­cia