El reciente estreno en Amazon Prime de la miniserie colombiana de seis capítulos Noticia de un secuestro, basada en el libro homónimo de Gabriel García Márquez, y el anuncio de Netflix del rodaje de una serie de ficción basada en Cien años de soledad, con motivo del 40 aniversario de la concesión del Nóbel al escritor colombiano, es una buena oportunidad para revisar la insatisfactoria relación de Gabo con las adaptaciones cinematográficas de sus obras.

Luís Buñuel con­ver­sa con Gabriel Gar­cía Már­quez.

Pese a su decla­ra­da y remo­ta pasión por el cine, refle­ja­da cons­tan­te­men­te en sus artícu­los des­de fina­les de los años cin­cuen­ta, cuan­do estu­dia­ba en el Cen­tro Spe­ri­men­ta­le Di Cine­ma­to­gra­fia de Roma y tra­ba­ja­ba de repor­te­ro y corres­pon­sal por toda Euro­pa del dia­rio bogo­tano El Espec­ta­dor, el autor de Cien años de sole­dad no con­si­guió ver nun­ca una adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca o tele­vi­si­va de sus cuen­tos y nove­las que estu­vie­se a la altu­ra de sus expec­ta­ti­vas y de su talen­to lite­ra­rio. Y menos aún de su exa­cer­ba­da vani­dad y apa­sio­na­do amor pro­pio. En gene­ral, todo fue­ron amar­gas decep­cio­nes, que el escri­tor de Ara­ca­ta­ca supo disi­mu­lar muy bien, cuan­do qui­so, por­que no le fal­ta­ban dotes para la rap­so­dia, la inter­pre­ta­ción y el can­to valle­na­to. 

Aun­que ya nadie lo recuer­da, el pri­mer tra­ba­jo de Gabriel Gar­cía Már­quez para el cine fue La lan­gos­ta azul (1954), un cor­to­me­tra­je docu­men­tal de tono surrea­lis­ta que diri­gió en cola­bo­ra­ción con sus ami­gos de parran­da el nove­lis­ta Álva­ro Cepe­da Samu­dio, el pin­tor Enri­que Grau y el libre­ro cata­lán Lluis Vicens, tres inte­lec­tua­les del deno­mi­na­do gru­po de Barran­qui­lla, pero nin­guno direc­tor de cine. 

La pri­me­ra adap­ta­ción de uno de sus cuen­tos fue la ya olvi­da­da pro­duc­ción mexi­ca­na En este pue­blo no ha ladro­nes (1964), ópe­ra pri­ma de Jor­ge Isaac, en la que el enton­ces des­co­no­ci­do perio­dis­ta y escri­tor colom­biano par­ti­ci­pó como actor de repar­to, jun­to a otras ilus­tres figu­ras de la cul­tu­ra mexi­ca­na de los sesen­ta, como Luis Buñuel, Juan Rul­fo, Car­los Mon­si­váis y Leo­no­ra Carring­ton. La pelí­cu­la es una curio­si­dad que mere­ce ser vis­ta. 

Aun­que no esta­ba ins­pi­ra­da en una de sus obras, Gabo par­ti­ci­pó como guio­nis­ta, jun­to a su cole­ga y ami­go Car­los Fuen­tes, en el wes­tern Tiem­po de morir (1966) del mexi­cano Artu­ro Rips­tein. Vein­te años des­pués, el dra­ma­tur­go y cineas­ta colom­biano Jor­ge Alí Tria­na roda­ría la serie Tiem­po de morir (1985), recon­ver­ti­da al poco tiem­po en pelí­cu­la. En esta tar­día resu­rrec­ción tam­bién inter­ven­dría Gar­cía Már­quez como guio­nis­ta e impul­sor de un pro­yec­to que se que­da­ría algo cor­to por las limi­ta­cio­nes pro­pias de la des­ca­fei­na­da indus­tria cine­ma­to­grá­fi­ca colom­bia­na. 

Juan Rul­fo (izq.), en una esce­na de «En este pue­blo no hay ladro­nes».

Aplausos y bostezos

En esa feliz déca­da mexi­ca­na de los sesen­ta, tan fruc­tí­fe­ra para el escri­tor en el ámbi­to per­so­nal y lite­ra­rio, repi­tió como actor secun­da­rio y guio­nis­ta en Jue­go peli­gro­so (1966), pro­ta­go­ni­za­da por la des­lum­bran­te Sil­via Pinal y diri­gi­da a cua­tro manos por sus ami­gos Luis Alco­ri­za y Artu­ro Rips­tein.

Tam­bién tuvo fra­ses de diá­lo­go y escri­bió el guion del melo­dra­ma Patsy mi amor (1969) de Manuel Michel, y ya más tar­día­men­te vol­vió a figu­rar en los títu­los de cré­di­tos como actor y guio­nis­ta en la dis­to­pía El año de la pes­te (1979) de Feli­pe Cazals, basa­da libre­men­te en la nove­la El dia­rio de la pes­te de Daniel Defoe. Tan­to la pelí­cu­la como la nove­la son dos obras muy reco­men­da­bles para estos tiem­pos de incer­ti­dum­bres pos­pan­dé­mi­cas y de des­bo­ca­das para­noias apo­ca­líp­ti­cas. 

Ya en los seten­ta, tras haber­se con­sa­gra­do inter­na­cio­nal­men­te con Cien Años de Sole­dad, inter­vino en el guion de Pre­sa­gio (1974), diri­gi­da por Alco­ri­za. La segun­da adap­ta­ción de uno de sus cuen­tos fue La viu­da de Mon­tiel (1979), del chi­leno Miguel Litin, una copro­duc­ción entre Méxi­co, Colom­bia, Vene­zue­la y Cuba. Pro­ta­go­ni­za­da por Geral­di­ne Cha­plin, se estre­nó en el Fes­ti­val de Ber­lín sin dema­sia­dos aplau­sos y con disi­mu­la­dos bos­te­zos. 

La mini­se­rie colom­bia­na La mala hora (1977), diri­gi­da por Ber­nar­do Rome­ro Perei­ro y pro­ta­go­ni­za­da por la popu­lar Ampa­ro Gri­sa­les y Frank Ramí­rez, se pro­mo­cio­nó como la pri­me­ra adap­ta­ción tele­vi­si­va de una nove­la de Gar­cía Már­quez, pero la serie obtu­vo esca­so eco en Lati­noa­mé­ri­ca, tal vez por­que el públi­co esta­ba más intere­sa­do enton­ces por los líos de fal­das y esca­pu­la­rios de los tórri­dos y reac­cio­na­rios cule­bro­nes vene­zo­la­nos.

Geral­di­ne Cha­plin en «La viu­da de Mon­tiel».

Adaptaciones fallidas

En la déca­da siguien­te, se estre­na­ron algu­nas de las adap­ta­cio­nes más cono­ci­das de sus obras. La pre­ten­cio­sa y tea­tral Erén­di­ra (1983), diri­gi­da por el bra­si­le­ño Ruy Gue­rra y pro­ta­go­ni­za­da por Ire­ne Papas y la cario­ca Clau­dia Oha­na. La pelí­cu­la está ins­pi­ra­da en una nove­la cor­ta de títu­lo kilo­mé­tri­co que figu­ra den­tro de lo más des­ta­ca­do de su pro­duc­ción: La increí­ble y tris­te his­to­ria de la cán­di­da Erén­di­ra y de su abue­la des­al­ma­da.

Pese a haber fir­ma­do el guion, Gar­cía Már­quez no qui­so par­ti­ci­par en su pre­sen­ta­ción en Can­nes, por­que no que­dó muy con­ten­to con la pelí­cu­la. Sin embar­go, vol­ve­ría a cola­bo­rar como guio­nis­ta con el cineas­ta bra­si­le­ño en La fábu­la de la bella palo­me­ra (1988) y en O veneno da madru­ga­da (2004), falli­da y olvi­da­da adap­ta­ción de La mala hora

Menos satis­fe­cho que­dó aún con la tor­pe y acar­to­na­da adap­ta­ción que diri­gió el ita­liano Fran­ces­co Rosi de una de sus más logra­das nove­las cor­tas. Con guion de Tonino Gue­rraCró­ni­ca de una muer­te anun­cia­da (1987) con­tó con un fir­ma­men­to de estre­llas euro­peas muy suges­ti­vo pero total­men­te inade­cua­do del que for­ma­ban par­te Rupert Eve­rett, Orne­lla Muti, Anthony Delon, Ire­ne Papas y Gian Maria Volon­té, con la ínfi­ma cuo­ta colom­bia­na de Vicky Her­nán­dez. La pelí­cu­la fue vapu­lea­da por la crí­ti­ca en su estreno en el Fes­ti­val de Can­nes.

Tam­bién se había estre­na­do unos años antes en Can­nes Sara­ba hako­bu­ne (Fare­well to the Ark, 1984), una curio­sa y exó­ti­ca adap­ta­ción nipo­na de Cien años de Sole­dad, diri­gi­da por Shu­ji Tera­ya­ma, uno de los nom­bres más des­ta­ca­dos del cine eró­ti­co japo­nés de los años seten­ta. La pelí­cu­la pasó por el Fes­ti­val de Sit­ges den­tro de su tra­di­cio­nal ciclo de cine orien­tal sin hacer dema­sia­do rui­do. 

Con el apo­yo de Fidel Cas­tro, Gabo fun­dó en 1985 la Escue­la Inter­na­cio­nal de Cine y Tele­vi­sión de San Anto­nio de Los Baños en Cuba, que en poco tiem­po se con­ver­ti­ría en pla­ta­for­ma inter­na­cio­nal de lan­za­mien­to de nue­vos direc­to­res y guio­nis­tas his­pa­no­ame­ri­ca­nos, pero tam­bién en des­tino vaca­cio­nal en el solea­do Cari­be de muchos cineas­tas ya con­sa­gra­dos. El pri­mer direc­tor de la escue­la fue el cubano Fer­nan­do Birri, que diri­gió con más entu­sias­mo que acier­to Un señor muy vie­jo con unas alas enor­mes (1988), adap­ta­ción de un vie­jo cuen­to del nove­lis­ta colom­biano.

Otra adap­ta­ción modes­ta, lin­dan­do la pobre­za extre­ma, fue la pro­duc­ción colom­bia­na Mila­gro en Roma (1988), de Lisan­dro Duque Naran­jo, que tam­bién fue direc­tor de la escue­la de cine de Baños en los noven­ta. Ya en el nue­vo mile­nio, Gar­cía Már­quez vol­ve­ría a cola­bo­rar con Duque Naran­jo en el guion de la curio­sa y surrea­lis­ta pelí­cu­la infan­til Los niños invi­si­bles (2001).

Otro títu­lo sur­gi­do al calor tro­pi­cal de la escue­la de cine cuba­na fue Car­tas del par­que (1988), diri­gi­da por Tomás Gutié­rrez Alea, y en la que Gabo figu­ra como uno de sus guio­nis­tas. 

El mayor des­ca­la­bro fíl­mi­co en el que par­ti­ci­pó Gar­cía Már­quez como guio­nis­ta tal vez sea Edi­po alcal­de (1996), diri­gi­da por Jor­ge Alí Tria­na, con un repar­to his­trió­ni­co enca­be­za­do por el cubano Jor­ge Peru­go­rría, el voci­fe­ran­te Paco Rabal y la vapo­ro­sa Ange­la Moli­na. La pom­po­sa tras­la­ción de la tra­ge­dia de Sófo­cles a la con­vul­sa Colom­bia de los años noven­ta que pro­pu­so Gar­cía Már­quez care­cía de ten­sión cine­ma­to­grá­fi­ca y exuda­ba ver­bo­rrea tea­tral

Bas­tan­te más satis­fe­cho que­dó Gabo con El coro­nel no tie­ne quien le escri­ba (1999), ambi­cio­sa pro­duc­ción mexi­ca­na diri­gi­da por su vie­jo ami­go Artu­ro Rips­tein, escri­ta por Paz Ali­cia Gar­cia­die­go y pro­ta­go­ni­za­da por Fer­nan­do Luján, Mari­sa Pare­des y una emer­gen­te Sal­ma Hayek. Pese a las bue­nas crí­ti­cas, la pelí­cu­la no obtu­vo nin­gún pre­mio en Can­nes. 

Orne­la Mut­ti aco Rabal y Jor­ge Peru­go­rría en «Edi­po alcal­de».

Las últimas adaptaciones

La ita­lia­na Gio­van­na Mez­zo­giorno y Javier Bar­dem fue­ron pro­ta­go­nis­tas de El amor en los tiem­pos de cóle­ra (2007) diri­gi­da por el bri­tá­ni­co Mike Newell, otra adap­ta­ción que dis­ta mucho de la cali­dad de la nove­la ori­gi­nal y que fue masa­cra­da por la pren­sa en el momen­to de su estreno. Ya en el oca­so de su vida, la pelí­cu­la le sir­vió al menos al Nobel colom­biano para cobrar la no des­pre­cia­ble can­ti­dad de 3 millo­nes de dóla­res en con­cep­to de dere­chos de autor

Tam­bién fue un tro­pe­zón mayúscu­lo la ridí­cu­la y ampu­lo­sa Del amor y otros demo­nios (2009) diri­gi­da por la cos­ta­rri­cen­se Hil­da Hidal­go, otra alum­na poco bri­llan­te de la Escue­la Inter­na­cio­nal de Cine y Tele­vi­sión de La Haba­na. 

La últi­ma adap­ta­ción cine­ma­to­grá­fi­ca de una obra de Gabo es Memo­rias de mis putas tris­tes (2011), diri­gi­da por el anciano cineas­ta danés Hen­ning Carl­sen, dos años antes de falle­cer, y con guion del tam­bién anciano Jean-Clau­­de Carriè­re. Lo más pican­te de este cule­brón bar­ni­za­do de fol­clor cari­be fue la agria polé­mi­ca mediá­ti­ca sobre su supues­ta apo­lo­gía de la pede­ras­tia, ya que par­tía de una fra­se cier­ta­men­te pro­vo­ca­do­ra de la nove­la: «El año de mis noven­ta años qui­se rega­lar­me una noche de amor loco con una ado­les­cen­te vir­gen». Tan pro­cli­ve a la pelea de gallos, Gar­cía Már­quez ya no par­ti­ci­pó en esta dispu­ta sobre la inmo­ra­li­dad tan­to de su nove­la como de la pelí­cu­la, pues­to que ya había ini­cia­do su trán­si­to hacia las bru­mas de la demen­cia senil.

Ocho años des­pués del falle­ci­mien­to de Gabo, se ha estre­na­do la mini­se­rie tele­vi­si­va Noti­cia de un secues­tro, diri­gi­da con pul­cri­tud por el chi­leno Andrés Wood en cola­bo­ra­ción con su com­pa­trio­ta Julio Jor­que­ra Arria­ga­da. La serie ha sido super­vi­sa­da y pro­du­ci­da por Rodri­go Gar­cía, el hijo cineas­ta del nove­lis­ta colom­biano, que ha hecho carre­ra en Holly­wood con pelí­cu­las de relum­brón como 10 peque­ñas his­to­rias de amor (2001), Nue­ve vidas (2005),Pas­sen­gers (2008), Mother and Child (2010), Revo­lu­ción (2010) y Albert Nobbs (2011), ade­más de diri­gir y pro­du­cir nume­ro­sas serie de tele­vi­sión. 

Pro­ta­go­ni­za­do por Juan Pablo Raba, Cris­ti­na Uma­ña, Julieth Res­tre­po y Cons­tan­za Duque, la his­to­ria del secues­tro de la polí­ti­ca Maru­ja Pachón y de la perio­dis­ta y pre­sen­ta­do­ra tele­vi­si­va Dia­na Tur­bay por par­te de Pablo Esco­bar es una correc­ta adap­ta­ción del rela­to homó­ni­mo de Gar­cía Már­quez. La serie está con­ce­bi­da como un thri­ller polí­ti­co de sus­pen­se, den­tro del pobla­do sub­gé­ne­ro tele­vi­si­vo del nar­co­trá­fi­co, aun­que en cier­tos momen­tos des­ti­la ran­cios aro­mas de tele­no­ve­la, pese al empe­ño de sus crea­do­res en dotar­la de la fac­tu­ra cine­ma­to­grá­fi­ca y el rit­mo de una pelí­cu­la de acción.

Pese a sus con­ta­dos des­víos hacia el cule­brón lacri­mó­geno en las esce­nas de fune­ra­les y entie­rros, la serie idea­da por Rodri­go Gar­cía figu­ra entre las mejo­res pro­duc­cio­nes de la fic­ción ibe­ro­ame­ri­ca­na de este año.

Rober­to Gar­cía tam­bién es el impul­sor de una serie, tam­bién colom­bia­na, basa­da en Cien años de Sole­dad, un pro­yec­to de Net­flix que la pla­ta­for­ma está pro­mo­cio­nan­do como home­na­je a Gar­cía Már­quez en el cua­ren­ta ani­ver­sa­rio de la con­ce­sión del Pre­mio Nobel de Lite­ra­tu­ra al escri­tor colom­biano. Aún no se cono­cen los acto­res que con­for­ma­rán el repar­to, pero ya se ha hecho públi­co el equi­po inter­na­cio­nal de direc­to­res y guio­nis­tas encar­ga­dos de adap­tar una obra que Gabo se negó rotun­da­men­te duran­te toda su vida a ver tras­la­da­da a una pan­ta­lla.  

«Noti­cia de un secues­tro» pue­de ver­se en Net­flix.

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