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Camino del edi­fi­cio del Casino de la Agri­cul­tu­ra de Valen­cia –en la calle Come­dias– para la pre­sen­ta­ción con deba­te de la nue­va edi­ción amplia­da de Bau­de­lai­re y el artis­ta de la vida moder­na, el libro de Félix de Azúa, me iba inte­rro­gan­do sobre el sen­ti­do para el autor, y para mí como lec­tor, por vol­ver a edi­tar y ampliar el tex­to sobre las ideas del genial y auto­des­truc­ti­vo Bau­de­lai­re en un momen­to como el que esta­mos vivien­do. No sabía que pron­to sería per­fec­ta­men­te ins­trui­do sobre ello.

Des­co­no­ce­dor y ajeno aún al com­bi­na­do vitrió­li­co e inte­lec­tual de pri­me­ra cla­se del que iba a dis­fru­tar en la sesión con el pro­pio Azúa, acom­pa­ña­do de dos exce­len­tes cóm­pli­ces de pen­sa­mien­to, ade­más de ami­gos suyos y cua­li­fi­ca­dos inte­lec­tua­les. Uno, el poe­ta, his­to­ria­dor del arte y lite­ra­tu­ra de las van­guar­dias, Gui­ller­mo Car­ne­ro. El otro, polí­glo­ta, lati­nis­ta y huma­nis­ta, Jai­me Siles. La vela­da pro­me­tía mucho. Como dijo el pre­sen­ta­dor del acto, Luis Tri­go, direc­tor de la fun­da­ción El Secre­to de la Filan­tro­pía, enti­dad orga­ni­za­do­ra de la pre­sen­ta­ción, no hay espa­cio para des­cri­bir los méri­tos inte­lec­tua­les, obra y tra­yec­to­ria de los tres com­po­nen­tes de la mesa a los que carac­te­ri­za la alta cali­dad de su obra, su amor por la poe­sía y la lite­ra­tu­ra, y su afi­la­do y corro­si­vo sen­ti­do del humor.

 

Gui­ller­mo Car­ne­ro seña­ló refrién­do­se a de Azúa sobre la per­ti­nen­cia de su obra y la de este libro en con­cre­to, que “si en algún momen­to de nues­tra his­to­ria recien­te ha sido inne­ga­ble que un escri­tor, ade­más de ser un escri­bien­te –alguien que escri­be–, está obli­ga­do a ser un inte­lec­tual, creo que ese momen­to es este, y con este libro como ejem­plo. El tér­mino inte­lec­tual cua­dra per­fec­ta­men­te con Félix y su tra­yec­to­ria. Apar­te de su uso habi­tual y corrien­te, en sen­ti­do estric­to la pala­bra inte­lec­tual se refie­re a una per­so­na que pone bajo los focos pro­ble­mas, cues­tio­nes que intere­san a la socie­dad de la que for­ma par­te y que los saca a la luz, obli­gan­do a sus con­tem­po­rá­neos a refle­xio­nar sobre ellos, que cri­ti­ca y denun­cia lo que debe ser cri­ti­ca­do y denun­cia­do, que ade­más tie­ne la voca­ción y la posi­bi­li­dad de influir sobre la opi­nión públi­ca, con liber­tad de pen­sa­mien­to y fue­ra de los dog­mas, fue­ra de cual­quier reba­ño, lo cual impli­ca en muchos momen­tos sole­dad. Y creo que esa es una defi­ni­ción de lo que hace Félix y con la que me pare­ce que él esta­rá de acuer­do.”

 

“Félix de Azúa tie­ne la voca­ción y la posi­bi­li­dad de influir sobre la opi­nión públi­ca, con liber­tad de pen­sa­mien­to y fue­ra de los dog­mas, fue­ra de cual­quier reba­ño, lo cual impli­ca en muchos momen­tos sole­dad”.

Gui­ller­mo Car­ne­ro

Jai­me Siles, por su par­te, seña­ló: “Félix de Azúa va tra­zan­do en este libro un mapa real­men­te mara­vi­llo­so, muy bri­llan­te­men­te escri­to, con unas fra­se cor­tas muy pun­zan­tes, en las que le da lo suyo a Sar­tre, por un lado, y a Wal­ter Ben­ja­min por otro, que reco­ge toda la impor­tan­cia de la foto­gra­fía, y lue­go habla de cómo la Moder­ni­dad con ese cam­bio del tiem­po de hoy, el ins­tan­te ya no es hijo de nadie. Es una per­cep­ción tan rápi­da, algo tan ins­tan­tá­neo, una per­cep­ción tan rápi­da que no tie­ne casi ni dura­ción. No hay quien pue­da mate­ria­li­zar­la. Y habla de la inuti­li­dad del artis­ta que lle­va tam­bién a una imper­so­na­li­dad. Y des­cri­be al dandy como una víc­ti­ma del spleen, del tedio. Y tam­bién es muy intere­san­te cómo des­cri­be la ‘muer­te de la natu­ra­le­za’; o como tra­ta el tema de los paraí­sos arti­fi­cia­les. Sepan uste­des que Bau­de­lai­re empe­zó con el vino y con­ti­nuó con el opio, que él mis­mo des­cri­bía como ‘sus­tan­cias mul­ti­pli­ca­do­ras’. Es decir, que los úni­cos paraí­sos que exis­ten son los paraí­sos per­di­dos. Final­men­te, para Bau­de­lai­re la poe­sía es lo más real.”

 

“Bau­de­lai­re empe­zó con el vino y con­ti­nuó con el opio, que él mis­mo des­cri­bía como ‘sus­tan­cias mul­ti­pli­ca­do­ras’. Es decir, que los úni­cos paraí­sos que exis­ten son los paraí­sos per­di­dos.”

Jai­me Siles

Entran­do en la expli­ca­ción mis­ma del autor tan­to el deba­te como su des­crip­ción de las ideas de Bau­de­lai­re, sus pala­bras gira­ron alre­de­dor de la per­ti­nen­cia de esta edi­ción por el momen­to que esta­mos vivien­do aho­ra mis­mo y que en cier­ta mane­ra es equi­va­len­te al que vivió el pro­pio Bau­de­lai­re. Si en su épo­ca le tocó vivir el derrum­ba­mien­to de todo un para­dig­ma cul­tu­ral y civi­li­za­to­rio, vigen­te des­de hacia siglos, que fue sus­ti­tui­do por una Moder­ni­dad que aún esta­ba por lle­gar. El detec­tó ese final de épo­ca y lo expre­só en su lite­ra­tu­ra y, sobre todo, en sus poe­mas, pero no fue capaz de car­to­gra­fiar­lo ya que pre­sin­tió y detec­tó la gran trans­for­ma­ción que se mate­ria­li­za­ría poco des­pués.

 

“El Pro­gre­so, un tér­mino del siglo XVIII que se arras­tra como una momia des­de hace años, care­ce por  com­ple­to de sig­ni­fi­ca­do”.

Félix de Azúa

Félix de Azúa expli­có que aho­ra vivi­mos un momen­to equi­va­len­te al de que Bau­de­lai­re. Puso algu­nos ejem­plos. Sobre la reali­dad y los medios, dis­pa­ró algu­nas dia­tri­bas. Dijo: “¿Cómo esta­mos noso­tros? Exac­ta­men­te igual. La pro­pa­gan­da, la publi­ci­dad, eso que reco­ge la tota­li­dad de los medios de comu­ni­ca­ción ya no infor­ma. Solo tra­tan de crear mili­tan­tes. Nada más. Están muy satis­fe­chos de lo pro­gre­si­vo que es este mun­do, de lo pro­gre­sis­tas que pode­mos ser noso­tros y del pro­gre­so y esas ton­te­rías. Evi­den­te­men­te no somos tan estú­pi­dos como cier­tos jefes de redac­ción de algún perió­di­co nacio­nal. Y nos damos cuen­ta de que el Pro­gre­so –que es un tér­mino del siglo XVIII, que se arras­tra como una momia des­de hace años–, care­ce por  com­ple­to de sig­ni­fi­ca­do. No tie­ne nin­gún sig­ni­fi­ca­do. Pri­me­ro, por­que no hay pro­gre­so ni lo ha habi­do nun­ca. Y segun­do, por­que aque­llo que noso­tros esta­mos vivien­do o empe­zan­do a vivir no tie­ne abso­lu­ta­men­te nada que ver con una mejo­ría.”

“¿Pro­gre­so? –siguió dicien­do Azúa–, ¿por haber cam­bia­do las vacas por Net­flix? Por favor. Esta­mos exac­ta­men­te igual que Bau­de­lai­re. Esta­mos dejan­do atrás un mun­do… el mun­do de las dos gue­rras mun­dia­les y su con­se­cuen­cia, que es la Euro­pa de los años 50, 60 y 70 que es cuan­do noso­tros nos for­ma­mos… Esta­mos dejan­do atrás ese mun­do, pero el mun­do nue­vo no ha empe­za­do aún. Hay gen­te que cree que esos de las redes, las pan­ta­llas, etc. ya está hecho, ya ha cris­ta­li­za­do. Que este es el mun­do nue­vo. En la ino­cen­te y encan­ta­do­ra inge­nui­dad de los jóve­nes actua­les… salen artis­tas de la inma­te­ria­li­dad y de la com­po­si­ción infor­má­ti­ca. Pero si echan la vis­ta para atrás cin­co años, se van a pegar un sus­to… Hace diez años nadie tenía un por­tá­til. ¿Eso qué quie­re decir?.. Quie­re decir: tómen­se­lo con cal­ma. Quién sabe lo que se habrá pro­du­ci­do den­tro de otros cin­co años.”

 

“Debe­mos –con­clu­yó Azúa–, exac­ta­men­te como Bau­de­lai­re, pen­sar que todos esta­mos aban­do­nan­do un mun­do. Los ino­cen­tes jóve­nes creen ser muy de este ins­tan­te, pero… hoy día nadie vive en el pre­sen­te. Es impo­si­ble. Esos jóve­nes están aban­do­nan­do su pro­pio mun­do a una velo­ci­dad que ni siquie­ra ellos ven”.

La con­clu­sión de los argu­men­tos de Félix de Azúa se cen­tró en lo qué debe­mos de hacer aho­ra para sobre­vi­vir en esta nue­va vorá­gi­ne de cam­bio: “Hoy en día nadie vive en el pre­sen­te. Es impo­si­ble”… “Debe­mos –con­clu­yó–, exac­ta­men­te como Bau­de­lai­re, pen­sar que todos esta­mos aban­do­nan­do un mun­do. Los ino­cen­tes jóve­nes creen ser muy de este ins­tan­te, del aho­ra. Muy del pre­sen­te. Pero… hoy día nadie vive en el pre­sen­te. Es impo­si­ble. Esos jóve­nes están aban­do­nan­do su pro­pio mun­do a una velo­ci­dad que ni siquie­ra ellos ven. Como le ocu­rrió a Bau­de­lai­re, lo de antes se aca­bó. Y lo que vie­ne aún no ha empe­za­do… ¿Qué pode­mos hacer? Pues leer a Bau­de­lai­re. Leer a los muer­tos. Leer a los clá­si­cos. Es la úni­ca mane­ra que tene­mos de evi­tar morir com­ple­ta­men­te idio­tas.”

Félix de Azúa en esta­do puro.

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• Bau­de­lai­re y el artis­ta de la vida moder­na, Félix de Azúa, Edi­to­rial­De­ba­te, Noviem­bre 2021.

Sobre el autor, Félix de Azúa:

Nació en Bar­ce­lo­na en 1944. Doc­tor en Filo­so­fía y cate­drá­ti­co de Esté­ti­ca, escri­tor, autor de nume­ro­sos libros, des­ta­ca­do estu­dio­so deBau­de­lai­re, exper­to en todos los géne­ros, su obra (poé­ti­ca, narra­ti­va y ensa­yís­ti­ca) se carac­te­ri­za por un nota­ble sen­ti­do del humor y una pro­fun­da capa­ci­dad de aná­li­sis. Miem­bro de los Noví­si­mos, poe­tas anto­lo­ga­dos por José Mª Cas­te­llet en 1970. En junio de 2015 fue ele­gi­do miem­bro de la Real Aca­de­mia Espa­ño­la para ocu­par el sillón “H”.

 

 

 

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