La ONGD está en pleno proyecto de recaudación para abastecer de medicinas a tres hospitales de Cuba

La cuen­ta cuen­tos Pau­la Lleó.

La lle­ga­da del verano sig­ni­fi­ca para muchos: vaca­cio­nes, des­co­nec­tar de la ruti­na, dis­fru­tar. Pero, tris­te­men­te, hay per­so­nas en el hos­pi­tal que luchan día a día por sus vidas, y para ellos el verano no tie­ne las mis­mas con­no­ta­cio­nes. Espe­cial­men­te cuan­do habla­mos de niños. La ONGD Espe­ran­za Sin Fron­te­ras (ESF), lle­va déca­das tra­ba­jan­do y luchan­do por los dere­chos Fun­da­men­ta­les de la Infan­cia, espe­cial­men­te en situa­cio­nes de emer­gen­cia, como el año pasa­do en Ucra­nia o aho­ra, que está en pleno pro­yec­to de recau­da­ción para poder aten­der a la peti­ción de abas­te­ci­mien­to de medi­ci­nas a tres hos­pi­ta­les de Cuba, uno de ellos pediá­tri­co, que nece­si­ta la ayu­da de todos.

En este caso, ESF y Mamá de Plu­tón, se han uni­do de nue­vo para hacer posi­ble una jor­na­da dife­ren­te con los niños hos­pi­ta­li­za­dos que viven en la Casa Ronald Mcdo­nald de Valen­cia.

Espe­ran­za Sin Fron­te­ras, que tie­ne cola­bo­ra­do­res y volun­ta­rios por todo el mun­do, ha con­ta­do una vez más con la ayu­da y tra­ba­jo desin­te­re­sa­do del gru­po de escri­to­res for­ma­do por Ceci­lia Millán (Ren­di­jas, Asti­llas de un Hele­cho), Mar­cos Alia­ga (Cone­xio­nes, El Últi­mo Maes­tro), Pau­la Lleó (El Mun­do de las Lágri­mas) y Anaïs Dar­der (¿Qué te pasa, Luna?), que no son solo aman­tes de las letras y ena­mo­ra­dos de su voca­ción, sino que tam­bién son per­so­nas de gran cora­zón soli­da­rio, muy com­pro­me­ti­dos con la filo­so­fía de mamá de Plu­tón de ayu­dar a expre­sar las emo­cio­nes y acom­pa­ñar­las.

La jor­na­da fue sido ale­gre y boni­ta. Todos los de la Casa lo han dis­fru­ta­do. Pri­me­ro con el cuen­ta­cuen­tos de la mano de Pau­la Lleó y su libro El Mun­do de las Lágri­mas, don­de habla sobre los dife­ren­tes tipos de lágri­mas aso­cia­das a emo­cio­nes, y la impor­tan­cia de cono­cer­las y dejar­las expre­sar­se.

Los par­ti­ci­pan­tes en el acto soli­da­rio.

Siempre piensa positivo

Des­pués, los más peques de tres añi­tos, dis­fru­ta­ron crean­do con pin­tu­ras y plas­ti­li­na mien­tras los más mayo­res (de entre 6 y 12 años) jun­to a sus padres, des­cu­brie­ron un jue­go que les ha per­mi­ti­do expre­sar las emo­cio­nes más pro­fun­das sin siquie­ra espe­rar­lo, y eso ha traí­do algu­nos momen­tos muy emo­ti­vos y tam­bién de mucha cone­xión.

El colo­fón final ha sido cuan­do los escri­to­res les han invi­ta­do a com­par­tir fra­ses moti­va­do­ras entre ellos, plas­mán­do­las para no olvi­dar­las y demos­tran­do lo pro­fun­dos, madu­ros y sen­si­bles que son los niños que tran­si­tan situa­cio­nes tan difí­ci­les. Lo más impac­tan­te es lo mági­cos que son sus mira­das y abra­zos.

Nos que­da­mos con algu­nas de sus fra­ses: «todos los días sale el sol», «jun­tos somos fuer­tes», «siem­pre pien­sa posi­ti­vo», «los libros te hacen feliz» o «los cora­zo­nes uni­dos bri­llan más fuer­te». Sabias pala­bras, de peque­ños niños que son enor­mes.

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