Los más jóve­nes ape­nas lo per­ci­ben, pero el fút­bol cam­bia muchí­si­mo en casi todos los órde­nes y en un rela­ti­va­men­te cor­to perio­do de tiem­po. Cam­bian las tác­ti­cas, la dis­po­si­ción y las carac­te­rís­ti­cas de los juga­do­res… Los extre­mos, por ejem­plo, des­apa­re­cen en favor de los late­ra­les lar­gos o de volan­tes que jue­gan por el inte­rior… los por­te­ros cada vez son más altos y jue­gan mejor con los pies, lo mis­mo que los defen­sas cen­tra­les… Pero hay aspec­tos del fút­bol que nun­ca cam­bian, como la redon­dez de la pelo­ta –aun­que sí su vola­ti­li­dad– o las medi­das de la por­te­ría. Y siem­pre ha habi­do y habrá juga­do­res más tem­pe­ra­men­ta­les o más téc­ni­cos, o físi­cos, ele­gan­tes o más zarra­pas­tro­sos, de buen toque o con buen rema­te cri­mi­nal. Hay tan­tos valo­res fut­bo­lís­ti­cos como fut­bo­lis­tas sin­gu­la­res.

Dani Pare­jo, el madri­le­ño capi­tán del Valen­cia estos últi­mos tiem­pos, el capi­tán que ele­vó con rabia la copa gana­da a pul­so al todo­po­de­ro­so e imba­ti­ble Bar­ce­lo­na de Mes­si en ausen­cia de Peter Lim, es uno de los últi­mos expo­nen­tes del fut­bo­lis­ta de cla­se con un toque de balón de téc­ni­ca depu­ra­da y alta pre­ci­sión. Cada vez se ven menos, ante el domi­nio apa­bu­llan­te de las gran­des moles cor­pu­len­tas esti­lo Pog­bá.

Una década como valencianista

A lo lar­go de una déca­da como juga­dor del Valen­cia, Pare­jo ha vivi­do un carru­sel de situa­cio­nes emo­cio­na­les. Des­de el prin­ci­pio divi­dió a la afi­ción en pare­jis­tas y anti­pa­re­jis­tas, argu­men­tan­do estos últi­mos su len­ti­tud en el jue­go, su fal­ta de espí­ri­tu defen­si­vo o los gra­ves erro­res en algu­nos pases en zonas muy peli­gro­sas del cam­po. Sus defen­so­res no solo ala­ba­ban la efi­ca­cia de su fút­bol, inclu­yen­do los lan­za­mien­tos de penal­ti, sino tam­bién la belle­za esté­ti­ca del mis­mo, acom­pa­sa­do e inte­li­gen­te, siem­pre con la cabe­za alta, con un altí­si­mo por­cen­ta­je de acier­tos en el pase y algún adorno en for­ma de caño o taco­na­zo que aso­man con­ti­nua­men­te a la memo­ria de los niños.

Cuan­do lle­gó al Valen­cia, ala­ba­do por Di Ste­fano como el mejor can­te­rano del Real Madrid, se encon­tró con un equi­po que juga­ba arri­ba con mucha pre­ci­sión en espa­cios muy redu­ci­dos gra­cias al talen­to de sus tres peque­ñas joyas: Villa, Sil­va y Mataels xico­nius, como los bau­ti­zó Vicen­te Bau. Tras la mar­cha de estos fut­bo­lis­tas, que aban­do­na­ron el Valen­cia en otra de tan­tas cri­sis, Pare­jo se con­fir­mó como el úni­co juga­dor capaz de recon­ver­tir y diri­gir un nue­vo modo de orien­tar el fút­bol valen­cia­nis­ta.

La reconversión con Ernesto Valverde

Mien­tras medio gra­de­río de Mes­ta­lla sil­ba­ba cada error de Pare­jo y el otro medio pala­dea­ba sus exqui­si­te­ces, un nue­vo entre­na­dor, Ernes­to “Xin­gu­rri” Val­ver­de, supo ver todas las posi­bi­li­da­des de un juga­dor excep­cio­nal. Afi­nó su con­di­ción físi­ca por­que el madri­le­ño es de talle robus­to y com­ple­xión pesa­da, no es explo­si­vo sino todo­te­rreno. Al mis­mo tiem­po, retra­só su posi­ción des­de la media pun­ta al medio cen­tro, por delan­te de la defen­sa.

Con Val­ver­de flo­re­ció un Pare­jo bri­llan­te, des­de cuya posi­ción no solo dis­tri­buía en lar­go su fút­bol sino que diri­gía al res­to del equi­po en el des­plie­gue ofen­si­vo e inclu­so en el replie­gue posi­cio­nal. Obvia­men­te, no tar­dó en ganar la capi­ta­nía de un modo natu­ral: no solo era el juga­dor con mejor baga­je téc­ni­co del equi­po, era su direc­tor de orques­ta tác­ti­ca. Des­de enton­ces, todos los entre­na­do­res que han pasa­do por la tri­tu­ra­do­ra de Mes­ta­lla han con­fia­do ple­na­men­te en Pare­jo y han con­fir­ma­do sus galo­nes. Dju­kic, Piz­zi, Nuno, Nevi­lle, Ayes­ta­rán, Pran­de­lli, Voro, Mar­ce­lino y Cela­des, todos se han ren­di­do a Pare­jo, por algo será.

La asun­ción de las máxi­mas res­pon­sa­bi­li­da­des por par­te de Dani Pare­jo aumen­tó de modo con­si­de­ra­ble los peli­gros de su fút­bol: pases de mucho ries­go en zonas defen­si­vas, pér­di­das en el cen­tro y en la sali­da del balón bajo la pre­sión rival, tác­ti­cas enemi­gas de asfi­xia con obje­to de impe­dir­le reci­bir o pasar con como­di­dad. Para enton­ces el club vivía en una ines­ta­bi­li­dad cons­tan­te y los anti­pa­re­jis­tas lle­ga­ron inclu­so has­ta la pren­sa depor­ti­va indo­cu­men­ta­da. Algún comen­ta­ris­ta de paco­ti­lla lle­gó a pedir públi­ca­men­te que no se reno­va­ra a Pare­jo por­que era una rémo­ra para el equi­po.

Su equi­vo­ca­ción no pudo ser más mayús­cu­la. La lle­ga­da de Rodri­go Moreno con sus rápi­dos des­mar­ques de espal­das al hue­co alum­bra­ron el jue­go ofen­si­vo de Pare­jo. Con Mar­ce­lino todo pivo­ta­ba sobre su fút­bol, inclu­so las obli­ga­cio­nes defen­si­vas. Pero Mar­ce­lino es infle­xi­ble y poco ver­sá­til, nun­ca blin­dó a Pare­jo ni armó un sis­te­ma alter­na­ti­vo para mejo­rar su ren­di­mien­to con late­ra­les e inte­rio­res de mayor reco­rri­do y des­aho­go por el exte­rior. Nun­ca tuvo un sus­ti­tu­to para hacer­le des­can­sar. Gue­des se rom­pió dema­sia­do pron­to y Soler nun­ca se ha acli­ma­ta­do del todo a la ban­da. Pare­jo ha juga­do todos los par­ti­dos com­ple­tos en las últi­mas tres o cua­tro tem­po­ra­das, inclu­yen­do los bolos vera­nie­gos. Los inten­tos de jugar con 3 o 5 en el medio por par­te de Cela­des nun­ca se entre­na­ron ade­cua­da­men­te.

El fútbol imperial de Parejo y la selección

A pesar de todo, con Mar­ce­lino el fut­bo­lis­ta madri­le­ño encon­tró la tran­qui­li­dad. Se olvi­dó de fichar por Mon­chi, el mejor secre­ta­rio téc­ni­co euro­peo, quien le ten­ta­ba con el ori­gen anda­luz de su mujer para reca­lar en Sevi­lla, y se afi­nó físi­ca­men­te toda­vía más. Pare­jo des­ple­gó un fút­bol impe­rial, lo que le lle­vó a la selec­ción nacio­nal, acla­ma­do por los mejo­res comen­ta­ris­tas de tv –los de Movis­tar plus, inclui­dos San­ti Segu­ro­la, Julio Mal­do­na­do “Mal­di­ni” y el genial Michael Robin­son–. 

En ple­na ten­sión tras el des­pi­do de Mar­ce­lino, Pare­jo actuó, ade­más, de pro­fe­sio­nal res­pon­sa­ble. Fue leal a su vie­jo entre­na­dor con comen­ta­rios favo­ra­bles a su tra­ba­jo y, al mis­mo tiem­po, se puso al fren­te del equi­po para que el Valen­cia no nau­fra­ga­ra ante una nue­va cri­sis. Con él al man­do, el Valen­cia logró dos vic­to­rias épi­cas e his­tó­ri­cas en Lon­dres y Ams­ter­dam esta mis­ma tem­po­ra­da, avan­zan­do en la Cham­pions como hacía muchos años. Pero lue­go vino el desas­tre de Milán y el parón de la cua­ren­te­na, el extra­ño par­ti­do de Madrid con el gol anu­la­do por el VAR y el bajón físi­co y men­tal del equi­po.

Ins­ti­ga­dos por las ins­truc­cio­nes de la pro­pie­dad: no per­der dine­ro, y ante el temor a un cala­mi­to­so final de liga, los pési­mos ges­to­res actua­les del Valen­cia, con la aquies­cen­cia de una par­te del perio­dis­mo depor­ti­vo que sub­sis­te gra­cias al cha­la­neo de fal­sas exclu­si­vas sobre ficha­jes y otras man­dan­gas, el Valen­cia des­pi­de a su entre­na­dor y, ade­más, anun­cia a los repre­sen­tan­tes de muchos juga­do­res su inten­ción de “lim­piar” el ves­tua­rio con el cam­peo­na­to toda­vía en jue­go. La prin­ci­pal víc­ti­ma resul­ta ser Pare­jo, no por insur­gen­te, indis­ci­pli­na­do o mar­ce­li­nis­ta, sim­ple­men­te por­que es el que más cobra –unos tres millo­nes y medio de euros al año–. Y con él, Coque­lin, su mejor lugar­te­nien­te. Han lle­ga­do las reba­jas, serias. El Valen­cia, en cam­bio, se quie­re que­dar con Gon­za­lo Gue­des y Kon­dog­bia, a pesar de que ambos fut­bo­lis­tas ya no son ni som­bra de lo que fue­ron tras unas lesio­nes mus­cu­la­res que han fra­gi­li­za­do sus fibras y liga­men­tos tal vez para siem­pre.

Una salida hacia un destino cercano

Pare­jo, final­men­te, pare­ce que no reca­la­rá ni a ori­llas del Gua­dal­qui­vir ni del Man­za­na­res, a pesar de sus lazos fami­lia­res. Va a pre­fe­rir jugar los años que le que­dan cer­ca del Medi­te­rrá­neo, en Villa­rreal. Creo, sin­ce­ra­men­te, que Pare­jo, como otros tan­tos gran­des juga­do­res del Valen­cia ha empa­ti­za­do en lo más pro­fun­do con el valen­cia­nis­mo y nun­ca nos aban­do­na­rá. Ya pasó con Mario Kem­pes cuan­do se fue al Hér­cu­les, con Fabián Aya­la rum­bo al Zara­go­za… Cues­ta reti­rar­se en Valen­cia y en el Valen­cia si no eres de aquí, aun­que a los de aquí, como al pobre Paco Cama­ra­sa, tam­po­co pare­ce irles muy bien con los nue­vos aires de la pro­pie­dad.

Noso­tros segui­re­mos fie­les a Pare­jo, y le desea­mos a él y al Villa­rreal lo mejor en la pró­xi­ma e igno­ta tem­po­ra­da. Nues­tro cora­zón empie­za a ser valen­ciano y ama­ri­llo, gro­guet. Solo por la can­ti­dad de penal­tis mar­ca­dos y cór­ners tem­pla­dos ya val­drá la pena con­tar las aven­tu­ras del exca­pi­tán Pare­jo.

PD: Para quie­nes pue­dan pen­sar lo con­tra­rio, no conoz­co a Dani Pare­jo, ni sé cómo se lla­ma su agen­te ni nada pare­ci­do. Tra­to con ama­bi­li­dad y de modo con­tin­gen­te al exse­cre­ta­rio téc­ni­co del Villa­rreal, José Manuel Lla­ne­za, pero habla­mos de comi­da más que de fút­bol por­que yo no me atre­ve­ría. De fút­bol hablo con Vicent Todo­lí, con quien no hablo de arte. Fue duran­te una cena orga­ni­za­da por un gran valen­cia­nis­ta, Qui­que Dacos­ta, que vi a lo lejos en una mesa a Pare­jo con otros juga­do­res del Valen­cia –Gayà y no recuer­do quién más–. Me acer­qué y me auto­pre­sen­té: “Eres el mejor, de lar­go, no hagas caso a los que te cri­ti­can, no he vis­to a nadie leer un par­ti­do de fút­bol como tú des­de hace mucho tiem­po… Es un pla­cer tener­te como capi­tán en el Valen­cia”. Fin de la rela­ción. 

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