La obra, que salta de San Francisco a Tavernes de Valldigna, busca al asesino que decapitó a una mujer en vísperas de Navidad

El escri­tor valen­ciano Ale­xan­dre Escri­và (MARIBEL SERVER).

El autor valen­ciano Ale­xan­dre Escri­và (1996) pro­ta­go­ni­za un «ambi­cio­so» debut lite­ra­rio con la nove­la de géne­ro negro El últi­mo caso de William Par­ker (Alfa­gua­ra), en la que entre­la­za dis­tin­tas voces narra­ti­vas, flash­backs y dos ambien­tes: San Fran­cis­co, en Esta­dos Uni­dos, y la loca­li­dad valen­cia­na de Taver­nes de la Vall­dig­na.

¿Quién mató a Sarah Evans? Esta es la pre­gun­ta que hay que res­pon­der en este rela­to, tras la apa­ri­ción de la cabe­za deca­pi­ta­da en las calles de San Fran­cis­co a pocos días de la Navi­dad.

El últi­mo caso de William Par­ker es la pri­me­ra nove­la de Escri­và, que cuen­ta con una exi­to­sa carre­ra musi­cal. Ha sido miem­bro de nume­ro­sas jóve­nes orques­tas, entre ellas la Jove Orques­tra de la Gene­ra­li­tat Valen­cia­na y la Nacio­nal de Espa­ña. Actual­men­te, se dedi­ca a la inter­pre­ta­ción, com­pa­gi­nan­do giras y cola­bo­ra­cio­nes con la Ban­da Muni­ci­pal de Bar­ce­lo­na con la docen­cia.

De hecho, afir­ma, en una entre­vis­ta con Euro­pa Press, que se con­si­de­ra «un músi­co que ha escri­to una nove­la. Me he dedi­ca­do toda mi vida a la músi­ca y, a pesar de que siem­pre he teni­do la escri­tu­ra muy pre­sen­te, la pala­bra escri­tor me pare­ce muy gran­de aún», apos­ti­lla.

Sobre El últi­mo caso de William Par­ker, expli­ca que has­ta aho­ra todo lo que había escri­to esta­ba ambien­ta­do en Taver­nes de la Vall­dig­na, pero con esta vez qui­so salir de su «zona de con­fort» ambien­tar la tra­ma prin­ci­pal en San Fran­cis­co.

«No obs­tan­te —apun­ta—, que­ría dar­le pro­ta­go­nis­mo a un per­so­na­je que ya había apa­re­ci­do en otra his­to­ria ante­rior, Fer­nan­do Fons, y eso me per­mi­tía escri­bir sobre su pasa­do como perio­dis­ta en mi ciu­dad natal. Pero eso no es todo, pues William Par­ker, el otro pro­ta­go­nis­ta de la nove­la, tam­bién tie­ne su pasa­do en Los Ánge­les».

Con las dife­ren­tes ciu­da­des y los dis­tin­tos tipos de narra­dor, con­si­gue que el lec­tor no se con­fun­die­se con las dife­ren­tes tra­mas y líneas tem­po­ra­les. «Era más com­pli­ca­do, por supues­to, pero el resul­ta­do podía ser mucho mejor. Gran par­te de la nove­la la escri­bí en el orden en el que se lee, siguien­do el cam­bio de per­so­na­jes, narra­do­res, tra­mas y líneas tem­po­ra­les», seña­la.

En las pági­nas, ade­más de la bús­que­da del cul­pa­ble, sur­gen varios temas, algu­nos de los cua­les «sir­ven para hacer un poco de crí­ti­ca social, como la diver­si­dad o el mal­tra­to, y otros para el dra­ma­tis­mo de la his­to­ria, el tras­fon­do de los per­so­na­jes y las accio­nes que estos pue­den tomar en una situa­ción deter­mi­na­da».

«Todos tene­mos pro­ble­mas y trau­mas y cada uno los lle­va como bue­na­men­te pue­de, y esto, des­de mi pun­to de vis­ta, dota de huma­ni­dad a cual­quier per­so­na­je», refle­xio­na el autor.

Ale­xan­dre Escri­và decla­ra que «el buen momen­to de la nove­la negra se debe a las deman­das de la socie­dad actual. Hoy en día, o que­re­mos todo de for­ma inme­dia­ta y, cuan­do vemos una pelí­cu­la, una serie o lee­mos un libro, nece­si­ta­mos que nos engan­che des­de las pri­me­ras pági­nas. En gene­ral, la nove­la negra empie­za con un ase­si­na­to; es un ini­cio poten­te que, ade­más, abre muchas pre­gun­tas: ¿Quién es la víc­ti­ma? ¿Quién es su ase­sino? ¿Por qué la ha mata­do? Enton­ces la curio­si­dad sur­ge en nues­tras entra­ñas y nece­si­ta­mos leer para des­cu­brir y com­pren­der qué ha pasa­do para que esa per­so­na murie­ra ase­si­na­da».

Referentes

El valen­ciano cree que, en el ámbi­to de la lite­ra­tu­ra negra, es «com­pli­ca­do des­ta­car con la gran com­pe­ten­cia que hay» al tiem­po que cita entre sus refe­ren­tes a Car­los Ruiz Zafón —«hizo que me apa­sio­na­ra por la lite­ra­tu­ra», sub­ra­ya—, Agatha Chris­tie, Joël Dic­ker, Susa­na Mar­tín Gijón, Mikel San­tia­go, Javier Cas­ti­llo, Car­men Mola o César Pérez Gelli­da.

«Podría estar nom­bran­do a muchí­si­mos más, por­que creo que en Espa­ña tene­mos un elen­co de escri­to­res mara­vi­llo­so. Yo solo he escri­to una nove­la que me hubie­se encan­ta­do leer, con la que no pue­das parar de pasar pági­nas y que te sor­pren­da cuan­do ya pen­sa­bas que lo sabías todo», ase­ve­ra.

Avan­za que está ya escri­bien­do otra his­to­ria con la que está «com­ple­ta­men­te obse­sio­na­do», pero ade­lan­ta que no apa­re­ce­rán los per­so­na­jes de El últi­mo caso de William Par­ker.

«A fin de cuen­tas soy un autor novel al que la gen­te está des­cu­brien­do aho­ra, y quie­ro que mis pri­me­ras nove­las no ten­gan un orden de lec­tu­ra. Me gus­ta­ría que los que hayan leí­do este libro quie­ran leer el segun­do y que los nue­vos lec­to­res que sur­jan con el segun­do quie­ran leer el pri­me­ro. ¿Pue­den apa­re­cer William y Fer­nan­do en un futu­ro? Cla­ro, la puer­ta no está cerra­da, y en el mun­do de los libros todo pue­de pasar», con­clu­ye.

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