El artis­ta Jor­ge Peris (Alzi­ra, 1969) pre­sen­ta su nue­va expo­si­ción en el Ins­ti­tut Valen­cià d’Art Modern (IVAM), que reanu­da su acti­vi­dad tras al parón pro­vo­ca­do por la cri­sis sani­ta­ria des­de este lunes, 18 de mayo, Día Inter­na­cio­nal de los Museos.
La mues­tra ‘Jor­ge Peris. Dark Man a lomos del Pája­ro de Fue­go’ es un pro­yec­to espe­cí­fi­co rea­li­za­do para la gale­ría 6 y expre­sa­men­te pen­sa­do en la estruc­tu­ra de la pro­pia sala expo­si­ti­va. Se tra­ta de una crea­ción en la que ha tra­ba­ja­do duran­te los últi­mos dos años y que supo­ne el regre­so del alzi­re­ño a Valèn­cia y, más con­cre­ta­men­te, a uno de los espa­cios que le ayu­da­ron a for­mar­se, el pro­pio IVAM.

“Jor­ge Peris ha crea­do una ins­ta­la­ción en la que se sola­pan dife­ren­tes tiem­pos y luga­res, tra­ba­ja sobre obje­tos coti­dia­nos, en la mayo­ría de casos con mue­bles encon­tra­dos en mula­da­res, pero que amplían la idea de la mis­ma escul­tu­ra para aca­bar crean­do ‘site spe­ci­fics’ ”, ha sub­ra­ya­do el direc­tor del IVAM, José Miguel G. Cor­tés.

“A tra­vés de los pro­yec­tos de esta gale­ría del museo hemos ido cons­tru­yen­do una car­to­gra­fía dis­tin­ta de la ciu­dad de Valèn­cia, con aspec­tos como la tran­se­xua­li­dad de la que habla­ban Cabe­­llo-Car­­ce­­ller, la memo­ria en el caso de Xavier Are­nós o la pre­sen­cia de las muje­res en el espa­cio públi­co con Car­me­la Gar­cía”, ha des­ta­ca­do Cor­tés sobre los pro­yec­tos que aco­ge esta sala.

“Los de aho­ra, como tan­tos otros a lo lar­go de la his­to­ria, son tiem­pos en los que mero­dea Dark Man. Tiem­pos béli­cos, de gran con­fu­sión y extre­ma divi­sión”. La base de la mues­tra ‘Jor­ge Peris. Dark Man a lomos del pája­ro de fue­go’ está for­ma­da por las últi­mas cin­co escul­tu­ras que ha rea­li­za­do el artis­ta a par­tir de mue­bles de fina­les de 1800 e ini­cios del 1900 encon­tra­dos en cemen­te­rios de mobi­lia­rio, don­de se alma­ce­nan algu­nos de los res­tos de vidas pasa­das. Los ha sec­cio­na­do, des­mem­bra­do y com­pues­to de nue­vo para trans­for­mar­los en ins­tru­men­tos musi­ca­les con la espe­ran­za de dar­les una nue­va vida.

“Al prin­ci­pio, mi inten­ción era des­truir com­ple­ta­men­te la gale­ría 6. No hace fal­ta ni ara­ñar­la para neu­tra­li­zar­la, pero yo que­ría des­ar­mar­la a den­te­lla­das. Por el con­tra­rio, Dark Man, susu­rran­do, me acon­se­jó que me hicie­ra ami­go de este lugar. Y así lo he hecho, me he pues­to a sus pies; es un pro­yec­to cons­trui­do a su medi­da”, ha deta­lla­do el artis­ta sobre el pro­ce­so de ges­ta­ción de la expo­si­ción.

Para la comi­sa­ria de la mues­tra, San­dra Moros, “el títu­lo del pro­yec­to hace alu­sión a dos de las ideas que están implí­ci­tas; por una par­te, ‘El pája­ro de fue­go’, ‘ballet’ con músi­ca de Stra­vinsky que rela­ta la leyen­da rusa ?a modo de cuen­to bai­la­do? del prín­ci­pe Iván y el mis­te­rio­so pája­ro de fue­go; por otro lado, Dark Man, una silue­ta oscu­ra que casi siem­pre ron­da en el pen­sa­mien­to del artis­ta”.

La mayo­ría de las pie­zas inde­pen­dien­tes que se mues­tran en la expo­si­ción son anti­guos mue­bles como un arma­rio, mesas, una anti­gua pren­sa de vino, sillas o por­to­nes típi­cos de casas valen­cia­nas que el artis­ta mues­tra daña­dos o api­la­dos en un equi­li­brio impo­si­ble. Jor­ge Peris com­bi­na estas ins­ta­la­cio­nes con ele­men­tos coti­dia­nos que con­vi­ven con ellos: mone­das, bille­tes, pipas de fumar, cade­nas de moto­sie­rra des­gas­ta­das, car­tu­chos, zonas pig­men­ta­das, reac­cio­nes de la sal y el agua sobre la made­ra, aun­que la pie­za más sim­bó­li­ca de la expo­si­ción es una peque­ña escul­tu­ra titu­la­da ‘Megá­fono, cora­zón de pie­dra’.

La comi­sa­ria ha expli­ca­do que “el artis­ta empe­zó a tallar­la en 1987, cuan­do tenía 18 años. Escul­pía un megá­fono, pero no lle­gó a ter­mi­nar­lo y su her­mano cus­to­dió esa obra inaca­ba­da duran­te 20 años. Cuan­do vol­vió a Valèn­cia, hace 9, se ins­ta­ló en El Pal­mar y vol­vió a encon­trar­se con esa pie­dra en el estu­dio. Aho­ra Jor­ge Peris tras­la­da esa escul­tu­ra al IVAM jun­to con un tro­zo de El Pal­mar”, un para­je que Jor­ge Peris defi­ne como “un par­que sal­va­je, hori­zon­tal, un lago inmen­so a un paso del mar”.

“Lo que dejo ver es el resul­ta­do de una acción, los reta­les, resi­duos de haber vivi­do den­tro. Así, la sala 6 se con­vier­te en auto­rre­tra­to”, ha con­cluí­do el crea­dor sobre la expo­si­ción.

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